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Todo se había convertido en una rutina, ya era cosa de cada día el ser llevado a ese tubo, que le pusieran ese conductor de oxígeno directo a la boca y esperar a que hicieran quien sabe qué con él para luego dejarlo ir.

Si había algo que había cambiado era que el líquido del tubo era mucho más acuoso, ya no ardía más, de paso, le dejaba ver como esa mujer le veía claramente al otro lado del cristal.

Sonreía.

Y eso le daba aún más terror.

No era una escena idónea, a decir verdad.

Sonreía de manera calmada mientras una de sus manos se acercaba a él, al contacto sus dígitos se imprimieron en la base de vidrio, rápidamente el vidrio se empeña debido a que el líquido dentro es exageradamente frío.

Ya se había acostumbrado a ello, aunque sufrió de hipotermia las primeras veces.

Sí, eso es lo que recuerda.

Lo que apenas puede recordar.

Porque ya no sabía si ella hacía esto solo ahora o si iban muchos más días así.

Una vez liberado solo de dejaron ahí, tirado en el suelo, no podía sentir del todo su frío ya que tenía todos los músculos tiesos.

Quizás fuera porque en verdad ya lo había hecho antes.

Quizás una vez más había olvidado.

Porque sentía extrañamente familiar cuando tomaba su brazo y lo llevaba a rastras hacia ese cuarto, aunque ahora la llevaban más fácil, tenían el mismo tamaño, y sentía una mayor fuerza, ayudándole dando varios pasos por su cuenta.

Ya no la necesitaba demasiado para caminar por su cuenta, pero sí para que pudiera ayudarlo con el impulso.

- El día de hoy, será diferente -le estaba llevando hacia un camino que no llegaba a reconocer del todo.

Pero por supuesto que reconoció las agujas y el barril en donde veía caer la sangre que salía de su cuerpo en pequeños chorros.

Ella se había ido, la vio junto a otros que usaban batas blancas y otros algún tipo de pijamas.

Hablaban de algo que no podía entender ni escuchar porque estaban al otro lado del cristal, justo cuando ya olvidaba la diferencia de un espejo y una ventana, casi dando por sentado que eran lo mismo.

Otras personas fueron a por él, pudo ver que ella era seguida de personas que llevaban el balón de su sangre con ellos.

No la vio por el resto de la semana, o al menos cree que pasó una semana.

Nunca le dio muchas vueltas a eso porque luego ella regresó, todos los días para ir a recogerlo sin falta, pero su tiempo juntos se vio reducido.

Era extraño porque ya no le traía muchas cosas.

Porque sentía que ella le daba cosas, lo sabía porque tenía cosas guardadas debajo del colchón, nadie se las daría a excepción de ella.

Ningún otro le daría un pedazo triangular de plástico con colores y forma raras impresas encima.

No sabía desde cuándo, pero le dejaban moverse fuera del cuarto, las primeras veces iba con alguien, que siempre escribía en un artefacto, como si hasta su andar fuera un progreso.

Justo cuando daba la vuelta en una esquina pensó que allí había un espejo.

Aunque estaba seguro de sentir su cabello llegar al inicio de su cuello, el reflejo le mostraba que estaba corto.

Ella apareció de la nada, del lado del espejo, para alejarlo de él.

Y su reflejo le siguió la mirada.

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