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"Cierto que casi siempre se encuentra algo, si se mira, pero no siempre es lo que uno busca"
J.R.R. TOLKIEN. El Hobbit

La noche iba cayendo en el patio del complejo donde residía Nolan, invadiéndola con sombras amorfas de los árboles y arbustos, además de una suave brisa que agitaba las ramas del magnolio estrellado a sus espaldas.

Toda esa aura de quietud contrastaba con la impaciencia del actor, la cual iba incrementándose otro poco.

Nolan, estrujando descuidadamente con una mano los pétalos caídos en la pulida mesa de madera, verificaba la hora cada treinta segundos en la pantalla de su móvil. Aquella actitud inquieta se producía siempre que tenía una reunión prevista con Miyake, no importaban los años e incontables juntas que se dieran entre ambos.

El humor y sosiego con el que Nolan llevaba muchos aspectos de su vida, no aplicaba ni surtía efecto en lo referente a su investigación. Y ahora que el detective aplazase su cita unos días más, ni el trabajo pendiente o extra realizado en ese lapso lo habían logrado despejar de su incertidumbre.

¿Loren Allen era o no era a la que buscaba? ¿Lo acercaría o no otro paso más en su larga búsqueda? ¿Qué le estaba tomando tanto tiempo al eficiente Miyake?

Sus dudas y pensamientos negativos lo estaban carcomiendo con más ímpetu en esos minutos de espera.

―Ya estoy aquí, señor Yang ―La voz del detective se hizo notar.

Por el susto, Nolan pegó un imperceptible saltito en su lugar, pero se recuperó rápidamente para iniciar a desplegar las nuevas noticias.

―Y bien ¿es ella? ―interrogó sin pérdida de tiempo.

Parsimoniosamente, Miyake sacó su portafolio del morral encuerado que le cruzaba el pecho, pues como siempre asistió de encubierto en calidad de amigo o familiar del actor.

―No es la que buscamos ―contestó tajante cuando Nolan lo apuró con la mirada.

― ¿No es? ―reformuló el joven sin creerse del todo los resultados. Aquella noche había estado casi seguro que podría haber sido ella, o al menos lo presintió debido al reaparecer de su pesadilla.

Miyake negó igualmente abatido. Ya había perdido la cuenta del sinfín de expedientes femeninos descartados. Abrió la carpeta con la intención de explicarle desde un principio sobre la identidad de la joven, y el porqué de la incongruencia. Pero Nolan lo atajo. Le pidió que fuera al grano, que no le interesaban datos superfluos, porque después de todo era probable que nunca más la viera, igual que al resto de señoritas.

―En principio pensé que podría ser ―Inició Miyake cuando le dijo que Loren había nacido en Japón y que a la edad de seis años dejó el país para venir a vivir a Norteamérica.

―Que te hizo pensar lo opuesto ―cuestiono, tratando de hallar la mentira en este camino que evidenciaba hasta cierto punto concordancia con su pista de años.

―Ella no fue enviada a California como se nos dijo sobre el paradero de la hija del hombre que mató a sus padres ―afirmo, y antes que Nolan pudiera preguntar, se adelantó para continuar explicándose―. Fue a Georgia, Atlanta, de donde no se movió sino hasta que ingreso a la universidad de California en Los Ángeles.

Rehusado a creer verdades, Nolan rebatió aquello.

― ¡Pero ese hombre pudo mentir! ―dijo exaltado, refiriéndose al sujeto que les proporcionó aquella única pista sobre la que trabajaban―. Son unos delincuentes, pertenecen a la mafia ―término casi gritando, pero a los segundos quiso abofetearse. Olvidaba que sus padres biológicos también habían sido uno de ellos, un Yakuza.

Aunque no estaban hablando en inglés, sino en japones, el detective le ordeno con la mirada que se tranquilizara y bajase la voz.

―No podemos fiarnos ―continuó diciendo Nolan, más frustrado que irritado―; ¿indagó en el pasado de sus padres? sus orígenes, todo eso.

Miyake asintió automáticamente. No era un novato en su profesión.

―Su madre murió un año antes del traslado, en un incendio según figura su acta de defunción. Era una coreana-americana de nombre Alice Allen.

― ¿Y su padre?, él es la pieza clave ―lo interrumpió.

Una vez más el mayor lo regaño con la mirada por ser tan impetuoso y no dejarle terminar.

―Sí, lo sé. Por eso me tardé ―comunicó. Volvió a su carpeta y paso las hojas hasta casi llegar al final―. El señor Norio Koizumi es netamente japones. Un selecto hombre de negocios con acciones en empresas de distintos rubros; sin embargo, pese a lo rebuscado y meticuloso que fui, no pude hallarle nexos con la mafia nipona ―concluyó.

Nolan escucho a Miyake con suma atención, y cuando termino, fijó brevemente la vista en la fotografía del hombre para volver a alzarla y consultar:

― ¿Es todo?

Seguía sin creerse lo simple de la historia de la chica, tal vez un poco trágica con respecto a su madre, pero bastante escueta.

―Con respecto a la joven, y sin los datos superfluos, sí señor ... es todo―aseveró Miyake, dejando entrever que tenía material adicional.

―Averiguaste más ¿verdad?, habla ―lo instó Nolan ahora un tanto emocionado. Le encantaba esa cualidad de Miyake, hacer más de lo que se le pedía.

―Verá ¿recuerda al tercer hombre con el que nos entrevistamos por aquel tiempo?

Nolan rebusco por un rato en sus recuerdos y tras un mediano silencio, asintió.

Era el tipo quien entonces les dio menos confianza. Primero, porque ellos no lo buscaron sino él los abordó al término de una entrevista con un exmiembro de la Yakuza; y segundo, tenía gran parte del rostro cubierto con una extraña y perturbadora máscara, similar a las usadas en ritos paganos del antiguo Japón.

Desde luego, no se podía llamar a ese encuentro una "entrevista", porque el hombre solo les proporciono un nombre mezclado con su alias y un contacto telefónico, augurando que podrían necesitar de él en un futuro. Pero jamás se atrevieron a llamarlo, porque en el camino de una investigación, había que tener siempre cuidado con estos sujetos aparecidos de la nada. Miyake lo recalcaba siempre. También lo escuchó en alguna conversación entre su padre y tío, cuando todavía lo apoyaban a espaldas de sus esposas. El padre de Han Na los denominaba como distractores enemigos.

―Resulta ser que era un exmiembro del clan rival al que pertenecían sus padres. Los Azuma-kai* ―habló al tiempo que volteaba las hojas referentes a Loren hasta llegar a su objetivo, su reciente y no autorizada pesquisa.

―Además, por lo que pude averiguar respecto a este clan, sucedieron eventos curiosos alrededor de su jerarquía por aquel año en que se suscitó la muerte de sus padres ―adujó Miyake con el tono místico que caracterizaba su voz al narrar datos de ese calibre.

― ¿Que eventos? ―interpelo Nolan, sumamente interesado.

Miyake continuó.

―Por alguna razón, desde el repentino fallecimiento de su entonces Oyabun, en adelante, las ceremonias importantes como en la que nombraban al nuevo sucesor, fueron secretas. Solo participaban personas cercanas y de confianza. Empezaron a ser más herméticos al seleccionar a sus iniciados. Así mismo, intempestivamente su política comenzó a cambiar y a ceñirse con más ahínco al antiguo código samurái. Hecho por el que evidentemente comenzaron a ser más notables los conflictos con el clan Kanagawa-gumi*, ósea al que sus padres pertenecían.

―Entonces debemos reunirnos con ese hombre, no me agrada, pero puede ser de más ayuda que la pista que nos dio el otro tipo ―finiquitó Nolan, resuelto a que era hora de cambiar la dirección de su investigación.

Miyake asintió, prometiéndole que trataría de ponerse en contactó con el sujeto lo más pronto posible y que indagaría sobre otros exmiembros que siguieran vivos, porque claramente eran los que dé más ayuda habían sido hasta el momento.

Ahora que tenía otro punto que atacar y ahondar, a Nolan solo le quedaba esperar que el director les consintiera nuevamente a Evan y a él viajar a Japón para hacerse con información que aportara a sus papeles en la película. Al fin y al cabo, le estaba resultando muy conveniente haber aceptado este proyecto cinematográfico, más de lo que pensó en un inicio.

☼☼☼☼☼☼☼

Desgraciado celular que no paraba de dar brinquitos como loco por todo el velador.

Buscando a ciegas una almohada, Nolan ladeó la cabeza y se la colocó encima, presionándola contra su oído descubierto. Aún no llegaba ni a seis horas decentemente dormitadas ... ¡Por Afrodita¡, no deseaba envejecer con rapidez, ¿era mucho pedir conservar su juventud y simpatía lo mejor posible?

El móvil se silenció por unos segundos, pero al rato volvió a repiquetear. Resignado, cogió el aparato.

― ¿Hola? ―contestó, modulando su voz para que no se notara su somnolencia.

― ¡Eh! hermano ¿Dónde estás? ―preguntó atropelladamente Edy por todo saludo―. ¡El elenco está esperándote! ―le increpó. No se le percibía la molestia.

Al escuchar la última exclamación, Nolan apretó los parpados con fuerza. Con todo lo de anoche había olvidado que ese día tenía que cumplir con una labor social en la UCLA Children's Hospital. Aparto el móvil de su oído, y abrió solo un ojo percatándose de la hora. Solo faltaban 30 minutos para que fuesen las nueve. Volviendo a modular su voz le comunico a su interlocutor que ya estaba saliendo de su departamento.

¡Mentira!, pero conociéndose así mismo, sabía que llegaría a tiempo. Salió de su cama con resignación, entro a su guardarropa y cogió un atuendo presentable y acorde a su itinerario. Se encerró en su baño por lapso de unos diez o quince minutos, ya listo y bien fresquecito cogió las llaves de su auto junto a un par de lentes de sol. Había amanecido extremadamente caluroso.

Evitando autopistas muy congestionadas, peajes o algún transbordador, manejo como don diablo a la carrera, y solo a unos metros de llegar a su destino disminuyo la velocidad.

Efectivamente, todo el elenco estaba esperando solo por él. Nadie parecía disgustado por su retraso, eso si no tomaba en cuenta la cara de antipatía que siempre le dedicaba Legresley.

― ¡Vaya!, hasta que al fin haces acto de presencia ―reprochó Corín al notar que nadie le diría nada.

―No soy el único faltante ―le cuestiono él mientras buscaba a alguien en particular―, ¿Y Carter? ―remató dándole en su talón de Aquiles.

La pelirroja farfulló mordiéndose los labios al recordar el intercambio de mensajes que tuvo por la mañana con el mencionado. Sin agregar otro reclamó pegó la vuelta para alejarse.

―Evan nos alcanzara en el hospital, tiene un asunto pendiente, o eso dijo su manager ―contestó Edy, que estaba de paso, ayudando a acomodar los donativos en unas camionetas.

―Ya lo sospechaba, solo quería puyar en su escasa paciencia. Es placentero ver su rostro malhumorado ―dijo muy pícaro apuntando con el mentón la dirección tomada por su co-estrella.

Edy asintió, pues sabía a qué se refería su compañero.

Tras bastidores y en el mundillo del espectáculo, corría el rumor que Corín Legresley, nieta-sobrina de un reconocido cineasta, estaba completamente prendada de Evan Carter; cotilleo que se reafirmaba con actitudes como esa o por el simple hecho de siempre verla pegada como un chicle con el pretexto de su amistad de infancia.

Dejando de lado el vacilón, Nolan se dispuso a asistir en lo que faltaba y prestar su vehículo para el traslado de obsequios y demás cosas que parecían ya no caber en las dos camionetas contratadas.

―Hermano, disculpa por la molestia de esta mañana, sé que seguías durmiendo cuando llamé, solo que ... que ... ―titubeo el villano del largometraje buscando punto de inicio a su explicación.

―... la loca de Corín te estaba soltando alaridos, y en acto de piedad por tus pobres oídos me tuviste que invocar ―completo Nolan de forma cómica―. Yo entiendo, no te preocupes.

―Si ... ―carcajeo Edy― Sentía que me iba a reventar los tímpanos, no entendía razones ni motivos.

―Lo puedo imaginar, le faltaba su domador, el único capaz de tirar de su correa sin salir herido ―afirmo Nolan refiriéndose a Evan.

―Y tú, aunque con otro método ―adujó Edy, mofándose de los recuerdos de tan épicas luchas verbales que su divertido compañero desataba con la temperamental mujer en los sets o camerinos. Era el pan de cada día para los presentes.

Ni bien el elenco de la franquicie "Caballeros Oscuros" puso un pie en el campus del Centro Médico UCLA, un equipo audiovisual de una cadena televisiva los aguardaba para iniciar la grabación en el recorrido de su "Ayuda Social".

Debido al gran éxito y a la buena acogida que tuvo la cinta desde su inicial entrega, ahora sumándole lo excelente que le estaba yendo a su continuación; el director creyó pertinente que sus estrellas hiciesen un poco de caridad humanitaria. Lo que a criterio del productor ejecutivo le daba un plus al proyecto en general y preparaba el exitoso camino que muy probablemente tendría la venidera producción.

Además, también estaba el detalle de haber grabado algunas cortas escenas en las instalaciones o alrededores del prestigioso hospital. Otro motivo que de cierta manera les obligaba realizar dicho compromiso con ellos, para evitar innecesarias críticas internas. Después de todo las cifras de lo recaudado por la segunda entrega no eran broma.

Nolan Yang claramente se mostraba en desacuerdo con aquel circo montado. Se suponía que, si iban a realizar labor social debía darse en bajo perfil, sin tanta ceremonia mediática.

Tratando de no manifestar su incomodidad he intentado hacer como si esas molestas cámaras no lo siguieran; él se enfrasco en la medida de lo posible el mostrarse frente a esos niños, que los recibían gustosos en la sala común de sus departamentos médicos, como el ser humano que era y no como la estrella que todos acostumbraban a ver.

☼☼☼☼☼☼☼

Un auto, en reluciente tono vino, se adentró desde un camino interior del campus universitario del UCLA. Evan había preferido tomar esa ruta para disminuir un poco el retraso con el que iba. Maniobro por los carriles que le indicaba el Gps y llego hasta el parqueadero destinado a los profesores del hospital central.

Enfundado en una delgada camisa blanca metida por dentro de unos jeans azules y completado por unos botines de gamusa caqui, Evan bajo de su vehículo, y mientras se guardaba las llaves en el bolsillo del pantalón llamó al número de Loren. Ni un timbre, de frente al buzón de voz.

«¿Por qué casi siempre tienes el celular descargado, Loren?» se preguntó Evan. Alzó la vista para ver si tenía suerte de avistarla por algún camino de piedra del área verde, pero los frondosos árboles y tupidos arbustos no ayudaron. Sin resignarse, probó subir las gradas junto a la rampa para discapacitados, y esta vez sí tuvo suerte.

Sentada en un banco, cerca de la entrada del hospital infantil, encontró a Loren con un libro de bolsillo en las manos. No le sorprendió. Casi siempre la veía con las narices entre páginas. Se acercó a ella y cuando su silueta le hizo sombra, recién consiguió su atención.

― ¿Me esperabas? ―le preguntó en broma.

Loren le sonrío. Cerró su libro y lo guardo en uno de los bolsillos de su bata blanca.

― Prometiste ayudarme con Solé, por lo que si ―le contestó ella, siguiéndole la corriente.

Evan asintió recordándolo.

La escéptica Solé era una cuestión sería cuando se trataba de amistades masculinas alrededor de Loren, y más valiendo tenerla tranquila, que, indagando por su cuenta, Evan le había prometido a Loren ser de mediador entre ella y su compañero oriental; ello antes que a la adulta mujer se le diera por volver a asediar a Loren con preguntas que ella no podía responder sin recurrir a las mentiras.

Tan pronto como Evan y Loren se adentraron en las instalaciones del centro médico infantil "Promise of Hope*", notaron un gran revuelo por todo el lugar, específicamente entre los corredores que conducían a las salas comunes donde estaban recibiendo la visita los pequeñuelos con tratamientos más avanzados y que no requerían de exhaustivos cuidados.

Adicionalmente, observaron a muchas enfermeras ―sobre todo jóvenes― que estaban de lo más emocionadas por ver de cerca a los actores sensación del momento, y uno que otro enfermero metido estiraba el cuello con el propósito de ver a las guapas actrices. Loren pensó en ese momento en su buen amigo y compañero Alister, que de haber sabido que Corín Legresley ―su actriz favorita― estaría allí, no habría dudado en acompañarla en su espera.

―Doctora Allen, que bueno que está aquí -dijo una enfermera abordándola antes que ella junto a Evan pudieran perderse entre los pasillos rebosantes de energía.

Loren algo alarmada por verla ligeramente jadeante, le dio a entender que prosiguiera.

―Tenemos un problema con un nuevo paciente. Al parecer es un inmigrante ―certificó la chica con semblante preocupado, mientras evitaba levantar la mirada para no enfocarla en el actor.

―Pero ¿y el Dr. Daltrey? ―cuestionó Loren dudosa.

El doctor August Daltrey era un profesional bastante severo e impertérrito. Casi nunca se le veía en interacción con los pacientes, porque prefería la investigación. Aun así, era muy eficaz en el campo; su autosuficiencia era su sello personal. Y en lo referente al trató con sus subordinados, no le importaba que tan recomendado pudiera ser un estudiante, media a todos con la misma vara. Ganarse su aprobación era algo titánico; solo una médica lo había logrado.

Por eso y más, muchos lo evitaban, y Loren no era la excepción. Por mucho que estudiara y lo capaz que se sintiera, le daba un poco de pavor desenvolverse cerca de él. De por sí era un milagro no estar bajó su ala, ni como residente y menos como investigadora.

―Justamente es él quien pidió buscarla. No es un problema netamente médico, ... sino más bien de idioma ―La enfermera explico lo último con timidez.

―Debe ser un paciente de habla hispana ―musito Loren un poco aliviada. No se trataba de algo que involucrase sus habilidades médicas―. Vamos entonces ―le pidió y antes de poder dirigirse al ascensor, recordó que estaba con Evan.

―Tal vez demore. Mejor adelántate ―le aconsejó con prisa.

Él negó. Tenía una expresión algo seria.

Loren no comprendió su elección, pero tampoco se pondría a convencerlo de lo contrario. Le preocupaba más el no hacer esperar mucho a su superior.

En efecto, un aparente caos de razonamiento reinaba en dicha habitación.

Un muchachito al que le calculaba unos siete u ocho años se hallaba sentado en posición budista en medio de la cama, rehusándose completamente a ser tocado por algún miembro del personal que buscaba atenderlo. Les lanzaba unas miradas rabiosas a todos los presentes y ahora también a ella.

―Tenga cuidado ―le susurró una enfermera que rebasó mientras se aproximaba con cautela a orillas de la cama, después de la aprobación muda que el Dr. Daltrey le diera cuando la vio llegar.

Aún con todos sus nervios y recordando como hablar el español, se armó de valor para comenzar su charla bajo la atenta mirada de todos en la habitación y la de Evan desde la ventana.

Hola ―lo saludo con voz dulce y suave, acompañado de un ademán de mano. Como si fueran amigos y se conocieran de siempre.

El niño abrió grande sus ojitos al serle familiar el idioma, pero luego de solo unos segundos meneó la cabeza y volvió a su mirada malhumorada.

Loren le sonrió dejando pasar su desconfianza y le dio una ojeada al letrero enmicado a la postre de la cama. En el figuraba su nombre.

Te llamas Erian Córdova Lentamente se sentó frente a él, aprovechando una vez más su asombro―. Bonito nombre le hizo saber, cómo felicitándolo―, aquí te podemos llamar Ian ―le propuso.

Erian ya no volvió a mirarla con recelo. Frunció los labios como la boquita de un pez, pensándose en si aceptar la aparente buena voluntad de la doctora. Pero a solo segundos sacudió su cabecita azabache con fuerte aceptación.

La otra doctora me llamaba así, ... Ian ―musito en voz bajita.

El pequeño estaba intercambiando sus pensamientos con una tímida sonrisa anhelante, y aparentemente había dejado a los espectadores fuera de su foco de atención. De a pocos estaba desenvolviéndose con comodidad.

¿Tal vez eres de España? ―tanteó Loren. Asociaba el apellido a dicho país, porque era el único hispanoparlante que visitase; aunque el niño no tenía el acento.

―No, ... soy americano ―contesto Ian en un perfecto inglés mientras cerraba los ojos y ladeaba el cuello, cabizbajo.

Aquella declaración tomó por sorpresa a Loren. Era bastante desconcertante que el pequeño sabiendo hablar el inglés hubiera usado su fluido español como barrera para que otros no trataran con él. Y también el sentimiento de decepción impregnado en la oración, como si ser americano no le gustara.

Las enfermeras presentes comenzaron a murmurar recriminatoriamente sobre el comportamiento caprichoso del niño, e Ian al entenderlas se volvió a poner alerta y retrocedió hasta chocar con el respaldo de la cama.

Loren no hizo caso de las habladurías, pues juzgar a un niño enfermo sin saber su historia y el porqué de sus acciones no era algo profesional. Se le acerco cautelosamente y se atrevió a extender la mano para acariciar sus cabellos con la intención de calmarlo y hacerle entender que ella no estaba disgustada por su comportamiento.

Ian que estaba más atento al resto que a Loren, volvió su mirada asombrada a la bonita y amable doctora cuando sintió su tacto. Relajo sus facciones y decidió al fin que ella era una buena persona.

¿No está enojada? ―fue lo primero que le pregunto después de un prolongado silencio en donde se dejó querer.

No, no lo estoy. Solo siento curiosidad del porque no quisiste que te atendieran. Pero eso me lo contaras otro día ¿sí? ―le propuso amigablemente. Le estaba dando a entender que en adelante lo visitaría.

El doctor Daltrey siguió observando la plática de médico-paciente sin desestabilizar su semblante, hasta que, pasados unos minutos, cuando entendió que habían terminado, llamó a Loren a las afueras de la habitación. Le dio las instrucciones sobre la realización de los exámenes a los que el niño se había opuesto, y antes de tomar su camino la felicito con un buen trabajo en su tono pétreo.

Con solo dar la vuelta y avanzar unos pasos con la cabeza erguida, el doctor fijó su atención en Evan, deteniéndose frente a él.

― ¿Evan? ―dijo con un asombro indiscernible.

Loren se frenó en su acción de devolverse a la habitación.

―Señor ―contesto el joven a modo de saludo y aceptando la duda al ser mencionado su nombre.

― ¿Labor social? ―supuso el médico mientras verificaba la hora en su reloj de muñeca, bajó el puño de su bata y camisa.

―Así es señor ―corroboró con voz neutral sin desviar ni por un segundo su atención del rostro adulto.

―Sin embargo, este no es tu lugar ―le corrigió el doctor con dureza, rozando lo despectivo.

Evan se mostró estoico, atreviéndose a devolverle la mirada de superioridad con que lo observara desde que sus caminos se cruzaron.

―Doctora Allen, explíquele al joven donde se realizan las visitas ―ordenó repentinamente, sabiendo que la muchacha estaba allí observando y escuchando.

―No podría llevarme usted ―lo retó Evan abiertamente antes que el médico se pudiera ir.

Loren se sorprendió, y naturalmente el mismo doctor. Este se descoloco por fracción de segundos, pero volvió en un santiamén a su usual postura.

―Podría al menos ver ... ―Evan quiso añadir algo.

―Soy un profesional ocupado. No tengo tiempo para banalidades ―lo cortó abruptamente, para luego proseguir su andar.

☼☼☼☼☼☼☼

Después del incidente, del que solo Loren fue espectadora, llevo a Erian a los laboratorios para sus cortas pruebas de rutina. En ese lapso de tiempo, Evan la acompaño en un silencio fantasmal; ensimismado e ido en sus propias turbulencias.

Para ella estaba más que claro que los dos hombres se conocían, y aun cuando estaba muy curiosa por saber el vinculó, la preocupación que sentía por Evan era mayor. Como siempre quería calmar las penas ajenas, aliviando los pesos del corazón.

―No dijeron que iba ser filmado ―comentó Evan al notar los equipos audiovisuales en los corredores o entradas de las salas.

Loren que primeramente se había mostrado contenta por al fin oírle hablar, al instante también mostro su desconformidad. Suspiró larga y pesadamente en desaprobación por tal acto. No era la primera vez.

―Entremos. Aquí hay un buen par qué debes conocer ―le anunció muy emocionada mientras se aproximaba a la entrada de una sala.

Evan la detuvo.

―No estoy listo para mezclarme con tus traviesillos ángeles ―le bromeó con voz apagada, sujetándola del codo―. Creo que todavía estoy un poco ... ofuscado.

―Podemos ver a través del cristal, hasta que te encuentres en paz ―le sugirió con delicadeza.

Él accedió agradecido.

Avanzaron un poco hasta llegar a la próxima sala donde no había mucha gente atiborrada y se detuvieron a las afueras frente a las ventanas según su plan.

Era un salón mediano con paredes verde bambú y amarillo pálido, decorada por unos diseños y estampados grises. Del gran ventanal que daba vista a un pabellón lejano de la universidad, ingresaban los rayos del sol, dándole más vida al espacio que de no ser por el par de camas y aparatos médicos, pasaría por un aula de kínder. Mientras, en una esquina amueblada con sencillos sillones turquesa, dos jóvenes mujeres ―una rubia y otra pelirroja― entretenían a un pequeño grupo de niñas con unos títeres de mano.

―Puedo contarte otro secreto ―preguntó Evan, quien sin esperar aprobación alguna continuó con confianza, no sin antes tomarse un respiró― August Daltrey es el padre de Corín ―afirmó en tono bajo sin muchos rodeos, algo propio en él.

La cabeza de Loren se disparó de inmediato en su dirección como gritando un mudo ¡¿qué?! Simple y llanamente no podía creerlo, tampoco sabía en que forma manifestar su asombró. Más su cerebro estaba atando los pocos hilos informativos que tenia de los recién descubiertos padre e hija.

Cuando tuvo escogidas unas prudentes palabras, Evan, que hasta el momento había estado mirando largo y tendido a Corín con una mezcla de dolor, tristeza y un profundo sentir, tomo la palabra desviando su enfoque.

―Por eso decidí acompañarte ―dijo disipándole sin querer una suspicacia que en su momento tuvo, ―pensé verlo y ... y quizá aprovechar esta oportunidad para acercarlos, pero ya viste, ...todo salió mal.

La resignación mezclada con la culpabilidad eran plausibles en la voz de Evan. Loren lo interpretó como la cruz que internamente debía estar cargando desde ese instante o quien sabe, tal vez desde mucho antes.

Recordó la historia de Adam, y asociando su carácter al de Corín, llego a la hipótesis que Evan le contaba esas pequeñas trascendencias en la vida de sus amigos con el objeto de crear otra persona a parte de él que sintiera empatía por ellos y su forma de ser. Pero ella no sabía si sentía empatía o lastima. En cualquier caso, sus emociones para con esos dos, seguramente serían tomadas como nimiedades por ellos.

―Creo que hiciste lo mejor posible ―le contestó intentando animarlo, y así mismo sopesando ante las otras posibilidades que pudo tener entonces para manejarse mejor en el breve encuentro―. ¡Te enfrentaste a él! ―reafirmo, recordando su bizarra actitud.

― ¿De verdad lo crees? ¿O solo intentas animarme? ―le cuestionó incrédulo, aunque con una pequeña sonrisa.

―Tal vez. Pero como diría Solé, tomaste al toro por los cuernos ―acotó, dejando salir su risa―. Y créeme cuando te digo que ese hombre es como un bravo toro, o eso me dijeron ―terminó comentándole al recordar las referencias que tenia del doctor Daltrey por parte de Alister, quien alguna vez fuese su estudiante.

Antes que a Corín se le diera por voltearse, y posar sus pupilas jade en Evan, porque parecía tener un radar interno que le informaba siempre que él estaba en su entorno. El actor le pidió a Loren que lo llevara hasta la cafetería para comprarse una bebida, y que luego continuaran el recorrido hasta encontrar una sala donde no hubiese cámaras o quisa solo unas pocas.

☼☼☼☼☼☼☼

En una de las camas hospitalarias más próximas al ventanal que daba vista al césped crecido del patiecillo interno y parte de la infraestructura del hospital, Nolan y Edy estaban sacando de su envoltorio unos juguetes para un niño de unos quizá cuatro años.

Aunque el grupito en general era asiático, los tres no compartían nacionalidad. Nolan dominaba el coreano y japones, al margen del inglés, mientras que, por su parte, Edy solo podía añadir el chino y un vago japones a su repertorio de idiomas extranjeros. Sin embargo, pese a la limitación, el pequeño articulaba un par de palabras en inglés, siendo suficientes para dar a entender lo feliz que era y la gracia que le causaba los malabares que Nolan realizaba con su nuevo muñeco.

Gracias al cielo, y tal vez a las suplicas de Nolan, hace solo unos minutos los otros dos niños con los que estaban habían sido llevados por unas enfermeras para unas pruebas. Por tanto, las cámaras se retiraron a la habitación de enfrente, donde en sus propios términos, había más material que grabar. Eso lo había puesto contento al límite de sacar a flote su lado chistoso frente al niño.

«Celebre muy pronto» se dijo Nolan con dimisión. Alguien estaba girando la perilla desde afuera. Siguiendo la acción de Edy, voltéo su cuello para ver de quien o quienes se trataba.

Nolan respiró tranquilo al avistar la presencia de Evan junto a una joven, que al examinar raudamente hizo que sus ojos casi salieran de sus orbitas, durándole nada su relajo.

Se incorporó de la cama cual resorte y como sonámbulo se encamino a la puerta sin quitarle la mirada de encima a la que reconoció como la prometida de Adam Hayden.

― ¡Tú! ¡Tú! ... ¡¿qué haces aquí?! ―exclamó y exigió saber cuándo se plantó frente a ella, señalándola con un dedo acusador.

El sonido de su voz fue tan fuerte, que los camarógrafos situados a las afueras de la sala fronteriza prestaron atención y observaron con duda la escena en el pasillo. Evan movió sus manos restándole importancia, exhortándolos a seguir con sus actividades a ellos y al curioso personal médico que pasaba cerca.

Loren lo observo sobrecogida por tal disparatada reacción, y le dirigió una mirada de auxilio a Evan, quien rio por lo cómico del encuentro; pensando que lo que necesitaba para relajarse al cien, era esto, algo de humor y nadie mejor que su compañero de reparto. Pues una de las notables, y muy peculiares características en Nolan era lo poco lógicas y cuerdas que resultaban ser sus reacciones ante diversas situaciones; parte de su encanto idiota.

―Ella trabaja en este lugar, es médico ―aclaró Evan con simpleza, tosiendo un poquito para que no se le escapara otra risilla que amenazaba con salírsele, dado que los ojos de Nolan seguían desorbitados.

«Médico» se repitió Nolan en la mente. De todo imaginó, menos aquello. Una vez más sus aseveraciones con respecto a ella eran erróneas.

Retrocedió un par de pasos para mirarla con detenimiento. Sí, era obvio que era una doctora; su atuendo lo decía todo. Chaquetilla y pantalones anchos en tono azul cielo, más la clásica bata blanca que llevaba bordada el logo del hospital Ronald Reagan en el bolsillo de pecho. «Médico de pies a cabeza».

Pero como él podría haber llegado a esa conclusión. Cuando la conoció por vez primera, tenía más pinta de modelo o actriz que otra cosa. Ello no lo pensó solo por su rostro, su estatura y silueta lo aclamaban. ¡Claro! ahora recordaba su mandato de "ahórrate datos superfluos" que le dio a su eficiente investigador.

Loren se sintió incomoda por la intensidad de su mirada. Mudamente volvió a pedir socorro a Evan, quien esta vez sí lo tomo enserio y carraspeo para captar la atención de Nolan.

―Ah, perdón ... solo ... solo no espere verla en un lugar como este ―dijo con sinceridad.

Desvanecido el miedo que comenzó a brotar en Loren por la rareza de Nolan, acepto su disculpa, y comprendió el probable motivo de su asombro.

―No eres el primero, y tampoco creo que el último. Con Evan ocurrió igual ―dijo ella casualmente, dándole a entender que no pasaba nada.

―Solo que de una forma más normal ―intervino el mencionado, volviendo a divertirse con todo lo ocurrido. ¡Ah! y quien al fin se dio cuenta que a los únicos que no había tranquilizado por el escándalo de Nolan, eran los dos pobres seres humanos dentro de la habitación de la que él irrisorio coreano saliera.

NOTAS:

*Azuma-kai y*Kanagawa-gumi: Estos dos nombres de clanes Yakuza son completamente ficticios. Lo único que estoy empleando como verdadero son los términos kai y gumi, que si se usan como una especie de sufijos en clanes vigentes.

*Promise of Hope: Nombre ficticio que en la realidad haría referencia al UCLA Mattel Children's Hospital.

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Lo sé, lo sé... Prometí que ayer subiría este capitulo, pero la vida de un estudiante universitario de últimos semestres es tan complicada🥺.

Pero sólo me retrase un día. Y este es un capitulo un tantito más largo. Espero lo disfruten.


We read soon!!! 👋🏻

Atte: Giarine💜

P. D. : En Instagram ya esta la reseña de mi primer libro leído en enero: Ángeles y Demonios de Dan Brown; ¿Alguien de por aquí ya lo había leído? 🤔

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