Capitulo 1

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Como cada día, se me despertó con un llamado a la puerta de parte de alguna sirvienta, avisando que el desayuno ya estaba listo.

Así como dictaba la rutina fui al baño, hice todas mis necesidades y como hoy era día de usar uniforme en mi institución, este me esperaba ya doblado y planchado sobre mi cama.

Una vez que me lo puse bajé las escaleras hacia el comedor.

Allí se encontraba gran parte de la familia. Estaba mi padre, el rey, a su lado se encontraba mi madre, la reina, la cual no era muy entusiasta de ser la luna de todas las manadas pero tampoco se quejaba de los privilegios que esto le daba. Y aún así se le consideraba una buena luna, orgullosa.

En el otro extremo de la mesa estaban dos de mis hermanas, Mari y Tatiana. Unas hermosas gemelas siamesas, ellas parecían ser las más unidas en la familia. Y no, no solo literalmente, parecían ser las que mejor tenían claro el concepto de familia unida, tal vez era por la conveniencia, pero aún así se llevaban muy bien, así como también trataban de que el resto de nosotros lo hiciera.

Junto a ellas estaba la feliz pareja Susan y Arnold, los cuales ya llevaban tres meses de casados o yo más bien lo llamaría 93 días de peleas y arreglos y 93 noches ruidosas, en las que le permitían jugar hasta tarde en el lago del bosque al pequeño Lucas, el más pequeño de todos nosotros y muy joven para entenderlo.

-Con su permiso, sus majestades. Ya debemos retirarnos- Anuncié por mí y las gemelas una vez que terminamos nuestro desayuno.

-Muy bien. Pero recuerden, el chofer ya tiene ordenes estrictas de traerlas a las tres de vuelta a la hora de la salida, así que espero que ya hayan cancelado sus planes de la tarde, si es que tenían alguno además del ya predicho- Habló mi madre, con una ceja alzada, en símbolo de interrogación, esperando una respuesta complaciente de parte de Mari, Tatiana y yo.

¡Ay cielos! Lo había olvidado, hoy era...

-Pero madre...- Dijo Mari.

-¿Cuál es la razón?- Terminó Tatiana.

Susan soltó una risita.

-¡Ay por el amor de la luna! Di ordenes de que se les comunicara que hoy llegan nuestros invitados de Francia y nos acompañarán al té, así que por lo tanto las tres estarán aquí a las 5 en punto, ni un minuto más ni un minuto menos ¿Quedó claro?

-Está muy claro, su majestad. Como siempre- Respondió Dimitri, uno de nuestros choferes, por nosotras. Éste se despidió de mi familia con una reverencia para posterior esperarnos afuera.

Mi padre levantó la vista de su plato y nos miró serio-Solo lleguen a tiempo para el té. Que tengan un buen día, mis princesas- Como de costumbre, lo justo y dulcemente necesario.

Salimos del castillo, siempre bajo las miradas de algunos guardias que estaban en los alrededores, hasta subirnos al Mercedes negro que nos esperaba a unos metros de la entrada principal. Y así partimos a la escuela en completo silencio, con nada más que la canción noventona en la radio y el sonido del motor.

En el tiempo de viaje que teníamos pensaba en este día del año. Parecía rutinario o que al sentir que llegaba de inmediato mi cabeza y corazón decían "sal de aquí. No perteneces a esto".

A veces solía pensar lo mismo que mis padres y hermanos, que esto solo era una fase pero no creo que una fase sea tan profunda como la estoy sintiendo.

Al sentir que el vehículo se detuvo, observé el gran edificio de estilo gótico moderno que era mi institución.

-Sus altezas no deben olvidar que estaré aquí a las 17 horas para escoltarlas al palacio- Nos habló el chofer mientras salíamos del auto.

-Sí sí, ya entendimos, Dimitri. Deja de repetir todo lo que dice nuestra madre- Le expresó una fastidiada Tatiana.

-Tengan buena jornada, sus altezas- Se despidió el joven con su formalidad tan propia, pero esta vez con frialdad. Dicho eso arrancó de nuevo el auto y se fue.

-No tenías que ser tan grosera- Le reprendió Mari en voz baja.

Como siempre en este día del año todos o más bien parte se mantenían muy conservadores por respeto al día de la oración a la luna, mientras que que otra parte más grande no dejaba de quejarse, pues el día de la oración tendía a ser extenso por momentos.

Nosotras como princesas debíamos dar el ejemplo y mostrarnos respetuosas a este día, aunque internamente no nos emocionaba a ninguna.

-Madre se mostraba algo extraña esta mañana...-Comentó Mari.

-Parecía contenta- Le siguió Tatiana.

-¿Ustedes creen?..¿Cual será la razón?- Pregunté, aunque no se la dirigía ni a ellas ni a mí, pero era algo que daba en que pensar. Quien conocía a mi madre, sabía que nunca actuaba tan "emocionada" por algo como lo estuvo hoy. La idea de que sea por los amigos de Francia quedaba descartado, nunca se entusiasmaba tanto por la visita de manadas extranjeras.

Como las gemelas tenían clase de biología y yo historia, nos despedimos y cada una fue a su clase.

☾☾☾

-Pasen al siguiente al siguiente capitulo de su libro de texto- Pidió el profesor.

-«Capitulo 57: Transformaciones»- Pero...¿Por que nos saltamos un capitulo? Hace dos semanas estábamos en el capitulo 55.

Volteé a la página anterior, fruncí el seño. Era la terminación del capitulo 55, faltaba el 56.

-Profesor- Levanté la mano para pedir la palabra.

-Sí, ¿Diga, princesa?

Aunque ese fuera mi titulo no me sentía muy cómoda con que me estuviera llamando así.

-Elaine, por favor...- ¡Por milésima vez!- ¿Me da permiso de ir a la biblioteca? Mi libro tiene un error le falta el capitulo 56- Algunos alumnos también revisaron sus libros y tenían el mismo problema.

-No hay ningún error, princesa- Me abstuve de poner los ojos en blanco- Su libro está bien, solo se ha decidido quitar un capitulo del programa que ya no era relevante- Todo el salón quedó sumergido en un silencio extraño, todos mirábamos al docente con la interrogación en el rostro y éste parecía no saber que más contestar. ¡Vamos! Deben de faltar al menos unas 11 páginas y ¿Espera que nadie pregunte nada? Se notaba bastante que cualquiera hubiera preguntado en mi lugar.

El profesor se acomodó los anteojos con cierto nerviosismo-Pues verá...El consejo ha decidido acortar un poco el programa.. Consideraron que algunos temas no eran necesarios de darse.

-¿Y por eso se arrancaron las páginas que no se leerían de cada libro? Que extraño..- Pregunté, demostrando aún más mi desconcierto y mi intención de insistir en el tema.

-Lo sé, prin....- Ya veía que se lo había pensado el volver a llamarme princesa al notar mi ceja alzada- Señorita Elaine. Pero se ha acordado que algunos temas no se trataran en clase por el momento. Ahora, continuemos con la clase... Ya todos saben que sus transformaciones conllevan proceso de pocos minutos sumamente doloroso..- Todos asentimos ante lo ya sabido- Ahora, todo esto tiene un por qué, el cual se retoma en Grecia, durante el reinado del rey Licaón, uno de los primeros hombres lobos al que la diosa luna bendijo y concibió a través de Melibea. El rey mantenía en secreto el regalo que se le había dado, consideraba que sus súbditos se alzarían en su contra si se llegaran a enterar. Y tenía razón, los súbditos empezaron a formar revueltas tras 50 ataques hacia mujeres jóvenes en un mes. La mayoría de ellas habían sido encontradas muertas, con parte del esternón destrozado, les faltaba carne a los cadáveres- Mi rostro se contrajo del asco al visualizar esa imagen. Obviamente hasta ahora no tenía buena pinta esto- Y las que sobrevivieron tenían la mitad del rostro deformado pero afirmaban que habían sido atacadas por una criatura alta, con un pelaje tan negro como la noche y ojos rojos tan brillantes como el fuego del infierno. Ante estas declaraciones el rey trató de persuadir al pueblo de que esas mujeres alucinaban...Pero nadie escuchó...

Solo seguía escuchaba los cambios de página y la voz lejana del profesor.

☾☾☾

Había podido salir antes de la clase de química pero no tenía nada de interesante caminar por los pasillos desiertos hasta que volviera a sonar la campana, así que fui a la biblioteca. 

Normalmente eso es aún más aburrido que esto pero ahora no. Quería probar suerte y tal vez encontraría un libro de historia con todas las páginas. Tal vez el profesor no ocultaba nada como puede que sí lo estuviera haciendo. De cualquier modo  tenía curiosidad, historia era mi materia favorita después de todo.  

Al llegar, Mónica, la bibliotecaria me recibió sentada en su escritorio, con un libro en la mano, lo que parecía ser "Orgullo y Prejuicio". Buen libro.

—Alteza, lamento decírselo pero no hay ninguno— Me dijo ni bien me acerqué a su escritorio.

Mi seño se frunció en confusión. No había dicho ni una sola palabra y ella ¿Ya me decía que no había? además ¿Cómo sabía lo que venía a buscar?

—Mónica...¿Me dices que no hay copias de "Don Quijote"?

La bibliotecaria pareció muy avergonzada de sus conclusiones tan apresuradas y antes de que pensara en tan siquiera inclinar la cabeza como si estuviéramos en sociedad japonesa, me retiré hacia los libreros bien cargados y ordenados por sección.

—«Historia, historia, historia»—Pasaba por delante de los pequeños letreros que nombraban cada sección, pero ninguno decía "historia".

No fue si no hasta que llegué al final del último pasillo que encontré la sección que buscaba. Por el polvo parecía que no era una sección muy concurrida que se diga. En ese momento comencé a buscar el libro de historia de mi grado más viejo que encontrara.

—Alteza, ¿Dónde se encuentra? ¿La puedo ayudar?— Escuché que la bibliotecaria se estaba acercando.

No tuve otra opción más que tomar el primero que tuve al alcance y esconderlo bajo mi ropa. 

Por lo que oía me estaba buscando por el librero de al lado, eso me había dado el tiempo para tomar un libro cualquiera de la sección de literatura clásica y así encontrármela en el preciso momento en que dobló la esquina.

—Aquí está— Con mi mejor sonrisa de "no oculto nada" le di el libro.

—"La princesa y el sapo". Que bonita historia, suelo leérsela a mis hijos en las noches...pero creí que llevaría "Don Quijote".

—Oh...sí, es que eso planeaba en un principio, pero luego vi este y no lo resistí— Bien, eso sonó convincente.

—Está bien. Enseguida se lo autorizo.

La seguí desde atrás hasta su escritorio, cuidando todo el tiempo que el otro libro no cayera de su escondite.

La señora Mónica selló el libro y me lo dio.

—Que lo disfrute, alteza.

—Gracias, Mónica. La veo pronto— Dicho esto me retiré tan rápido como pude, ya sentía que el otro libro se me caería de la espalda en cualquier momento.

☾☾☾

—Ay por favor ¿Y eso qué? ¿Qué importa?

Miré a Tatiana con una expresión desagradable. Cuando finalizaron las clases y Dimitri nos recogió les conté la situación tan rara que se había dado en la clase de historia y como había llevado prestado el libro de la biblioteca. Digo llevarlo prestado por que pienso devolverlo. Aunque ninguna de ellas parecía tener interés en lo que les decía. Tatiana creía que era una tontería y Mari, bueno...como la mayoría de las veces no decía nada.

A ellas les gustaba la historia casi tanto como a mí, creía que al menos les hubiera dado curiosidad la reacción poco natural de mi profesor, pero no. Nada.

 —Importa por que es como si no pudiera hablar al respecto y eso no es...— Tatiana me interrumpió.

—¿No dices que el hombre de por sí es un poco nervioso?

—Sí, pero...— Volvió a interrumpirme.

—Entonces no hay nada que discutir. Es la forma de ser, ya no le des más vueltas y mañana mismo devolverás ese libro... No vaya a ser que madre se entere que lo hurtaste.. La princesa Elaine robando un libro ¡Teniendo una biblioteca enorme en su residencia! ¡No! ¡Completamente impensable! Y sin mencionar que ridículo— Se sentía indignada pero de igual forma aprovechaba para burlarse, claro estaba.

—Solo devuélvelo cuanto antes...para no tener problemas— Fue lo único que dijo Mari en su habitual voz baja y tranquila.

La ignoré completamente y solo me dediqué a mirar por la ventana.

Nuestro reino era precioso y lleno de vida. Éramos como una ciudad escondida, estábamos en medio del bosque, siendo protegidos por una barrera de invisibilidad para que ningún humano pudiera vernos, solo los de nuestra especie podían y solo los que tenían asuntos en el exterior podían salir. Eso era lo que justamente hacía de mi precioso reino una jaula preciosa. Sentía que estaba atrapada aquí y mi único contacto con lo que había al otro lado de la barrera eran los licántropos que venían de fuera y en las fiestas de palacio contaban algunas anécdotas, que cabe agregar que esos eran los únicos momentos en los que no tenía que fingir interés en esas fiestas.

Cuando el auto empezaba a subir por una montaña me di cuenta que ya estábamos llegando al castillo y al estar frente a la puerta no fue Dimitri quien nos abrió la puerta, fue mi madre, luciendo bastante nerviosa y hasta me atrevería a decir que sus ojos parecían los de una loca. Parecía que hubiese pasado algo grave y quería que todas entráramos de una vez al palacio o si no nos arrancaría un brazo a todas de lo fuerte que nos estaba jalando.

—Váyanse inmediatamente a sus habitaciones. Los Arnaud están llegando. Apresúrense y estén listas para el té. Dicho esto las tres tuvimos que subir corriendo las escaleras.

Al llegar a mi habitación dejé mi bolso en cualquier parte, tomé el primer vestido que tuve a la mano en el armario, los zapatos y a la ducha.

Al salir sentía ganas de acostarme, pero claro, obligaciones. 

Me vestí, me maquillé de una forma muy vaga, pero lo suficientemente prolija como para no sufrir un regaño y solamente le puse algo de crema al cabello suelto. Listo, con esto debía bastar.

Bajé las escaleras hacía el comedor tan rápido como me fue posible, ligando algunas torceduras de tobillos pero nada que no pudiera disimular.  

El guardia frente a la puerta al verme abrió la puerta para mí, dejando ver un salón amplio, decorado con tonos cremosos y dorados, con una mesa larga de madera en el centro, acompañada de sillas del mismo material y terciopelo, pero no era eso lo que estaba viendo, toda la familia ya había llegado, solo faltaba yo. Y nuestros amigos los acompañaban en la mesa, dándome la espalda hasta que al percatarse de mi llegada se levantaron a hacerme una reverencia en forma de saludo.

Me disculpé por la tardanza, pero ellos no parecieron darle mucha importancia, simplemente estaban contentos...bueno, solo el matrimonio parecía estarlo, por que cuando llegué a saludar al hijo, ofreciéndole mi mano, éste la tomó pero solo me miraba como si fuera algo impresionante, como si no creyera lo que veía.

—Elaine....

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