19. Primera ceremonia

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- Os iusti meditabitur sapientiam,
Et lingua eius loquetur indicium.
Beatus vir qui suffert tentationem...

La música clásica suena en la Casa Roja, yo estoy sentada en el suelo mirando como el fuego de la chimenea se consume. Elisa estaba sentada frente a mí, con Lyna haciéndole unas hermosas trenzas en su rizada cabellera. Algunas ya se habían ido a dormir. Era una obligación hacer una pre-ceremonia en donde nos aislaban en una cabaña en el bosque, sin electricidad o cosa similar, debíamos conectarnos con la naturaleza, unir nuestras almas a nuestros señores y dejar ir nuestros lados pecadores. Livia aparece por el pasillo con un vestido largo y blanco, a pesar de tener la edad Casadera Livia parecía ser muchísimo más joven.

Todas tenemos un vestido blanco de manga larga cuya falda llega hasta más abajo de los tobillos y más arriba de los dedos de los pies. Livia se sienta en uno de los sofás individuales y toma una flor de una canasta llena de flores, las empieza a unir creando una trenza floral, hasta que hace una corona, luego la coloca en una pequeña fuente que hay en ella casa, dejándola flotar junto con las demás coronas que ya había hecho. Luego repite el proceso, creando corona de flor tras corona de flores, es una tradición: la más joven nos hace dicho adorno para el día siguiente, en señal de respeto a sus mayores.

Mañana se haría la celebración de la pureza, todas llevábamos vestidos blancos, sin mancha o arruga, como símbolo de pureza, la corona de flores como símbolo de feminidad. Allí bailariamos y todas nosotras seríamos unas danzarinas que bailan alrededor de un árbol marchito, para poder demostrar nuestra belleza.

Las coronas navegan con suavidad y elegancia en el agua. El cielo es azul oscuro y las estrellas brillan con ferocidad, me levanté del suelo y me acerque a la ventana, mirando la Luna, la majestuosa Luna, tan hermosa y tan imposible, tanta belleza pero es imposible poseerla, ojalá pudiera arrancarle su belleza y hacerla mía.

- Pero lamentablemente eres la única a la cuál no puedo dañar o marchitar - giró mí cabeza hacía las chicas las cuales me miran aterradas desde la sala, Livia, Elisa y Lyna salen corriendo dejándome sola allí, no era algo anormal, siendo sincera ya estaba acostumbrada a que las personas huyeran de mí con solo mirarlas.

Ellas eran inteligentes, sabían que era mejor para ellas. Alejarse de mí, antes de que decidiera poseer su "belleza" o lo que queda de ella. Soy abstracta, por ello no puedo soportar la belleza directa. Claro, que no puedo cometer los mismos errores del pasado.

Cuando estoy lejos de casa, cada vez que cruzó la puerta me comportó como ellos quieren que actúe, sé que es engañoso, pero no tengo opción, ellos no pueden regalarme o algo similar, pero sus miradas son terribles, con solo una mirada mis padres pueden darme a entender que me he equivocado y que he de pagar las consecuencias, siempre son duras las consecuencias.
Pero cuando hago todo aquello que ellos esperan que haga, puedo irme a la cama y dormirme sabiendo que hice lo que me pidieron, que di lo mejor de mí.

A veces anhelo mucho la vida mundana de las mujeres lejos de esta ciudad, de todas las ciudades libres. En los vídeos nos muestran crueldad y libertinaje, pero ellas tienen algo que yo nunca tendré: libertad.

Me colocó en mí lugar indicado sujetando un pedazo de tela blanco, Elisa sujeta uno rosado, Livia uno rojo y Lyna uno negro, las demás toman su posición y su tela respectiva: y bailan, simplemente bailan. Con la mirada de todos en nosotras empezamos a cantar cuando el arpa y el clavicordio empiezan a sonar, después musamos cuando suena la zanfonía y volvemos a cantar cuando empieza sonar la guitarra, y la flauta dulce.

- Quién puede decir donde va el camino.

Primer verso: un giro.

- Donde fluye el día solamente el tiempo y quién puede decir si su amor crece.

Segundo verso: dos giros.

- Como su corazón eligio Solamente el tiempo, quién puede decir: porqué sus suspiros del corazón.

Tercer verso: tres giros y un salto.

- Como su amor vuela, solamente el tiempo lo dirá, porque él es el único testigo de la eterna Verdad.

Cuarto verso: cuatro giros y cuatro saltos.

Cantamos todas girando alrededor del árbol marchito enrollando los listones de colores alrededor de el. Sé que este árbol es la analogía a un miembro masculino, más conocido como pene. 35 vírgenes danzan alrededor de el, bajo la mirada morbosa de los hombres. Doy un giro más y me dió cuenta de mala forma de pensar, no debo criticar las tradiciones, todo es culpa de Gyula, él me está haciendo dudar, eso es algo imperdonable, debo confesar mis pecados a nuestro líder, de esa forma seré perdonada, pues he cometido uno de los peores pecados de mí vida.

La duda no es aceptada.

La duda es debilidad.

Nunca bajo ninguna circunstancia debo dudar de mis señores.

Aún así algo malo estaba pasando, no podía sacarme de la cabeza el día del nacimiento, ¿De dónde salió ese bebé? ¿Por qué debían proteger el sótano? Tenía una teoría, quizás secuestraron a una mujer embarazada y le quitaron a su bebé pero no quería sacar conclusiones incorrectas y sin base alguna, no era justo de mí parte criticar de una manera tan cruel a mis compañeros de fe. La danza término y todas nos dispersamos, llendo a distintos lugares con nuestras familias, cuando llegue a la mía sentí que algo no era normal, que algo estaba mal, no fue hasta que noté la mirada de Gyula al otro lado del inmenso jardín, al inicio del bosque que lo recordé: huir con él.

Huir de aquí.

¿Era eso lo que quería? ¿Con ello obtendría libertad? No lo sabía, pero era posible, muy posible, pero...¿Qué obtendría Gyula de esto? Si algo he aprendido en mis 17 años de vida es que nada, absolutamente NADA es gratis, todo tiene una consecuencia. Acaricié las ásperas cicatrices en mí muñeca, todo tiene un precio, todo.

- ¡Oh! ¡Cariño! - mamá me abrazó y lleno mí rostro de besos -. Estoy tan orgullosa, ¡Parecías una princesa!

- ¡Bailas de forma mágica! Te veías tan bonita - Whitney sonreía soñadora, yo era igual a su edad, deseando y esperando mí momento de ser mujer, y ya estaba cerca - ¿También seré así de bonita cuando sea mí primera ceremonia?

- Claro, cariño - mamá tomó a Whitney de la mano -, en este mundo no existe mujer más hermosa que mis hijas.

- ¡Basta, mamá! ¡Me haces sonrojar! - Liana se sujeto las mejillas sonriente.

Todo era tan feliz que ya casi había olvidado todo lo malo.

- Claro - sentí unas manos rodear mí cintura y unos labios presionar mí mejilla - tú eres más bonita, para mí.

Bastián, siempre tan amoroso, tenía tanta suerte de tenerlo. Él era tan masculino, tan protector, tan amoroso. Tome sus manos, repasando con mi dedo de unión la cicatriz que tenía en ella, mismas que yo tenía en mis muslos y muñecas, ambos la obtuvimos de una forma similar, la misma noche, la noche más oscura de mí vida: sin luna o estrellas, solo oscuridad un bosque con rocas afiladas, demasiado afiladas; él apretó mis manos y besó mí frente, ambos superamos una prueba mortal, una prueba por nuestro amor; el precio fue doloroso pero nunca me arrepentí de haberlo pagado, dudo que él lo haga.
Me fucioné a él en un necesario abrazo, inhalando su aroma, el mismo de aquella noche; aceite de vainilla, ese olor era capaz de calmarme, porque sabía que era su olor, el de mí eterno e imposible amor. Abrí mis ojos aún pegada al pecho de mí amado y vi a Gyula observando desde la oscuridad de los árboles, se veía tensó, como si esperará algo pero debería estar haciendo otra cosa, como si estuviera retrasado a ir por algo; no pude evitar pensar en el conejo de Alicia en el país de las maravillas, la misma expresión de impaciencia, casi podía oírle decir << Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde! >>.

- Bastián - susurré en su oído.

- ¿Sí? - respondió él aflojando su agarre a mí cintura, respirando entre mí cuello y mí mejilla.

- Déjame ir un momento - al instante su agarre aumento -. Quédate con mamá, id vosotros a tomar la merienda, yo me uniré después, lo prometo.

- ¿Se puede saber a dónde pretendes ir?

Demandó saber él.

- Sólo quiero caminar un poco, estoy mareada.

- ¿Y con el permiso de quién pretendes retirarte? - sonreí soltando su espalda y deslizando mis manos bajo sus fuertísimos brazos, brazos en los que siempre me sentí segura, lo tomé de las mejillas, no me importaba las miradas que atrajeramos, éramos prometidos, no era ilegal.

- Con el permiso de mí futuro esposo, claro.

Él se relajó pero no sonrió y con un movimiento de cabeza me dejó ir. Le dí un beso en su fuerte y firme barbilla antes de irme. Caminé por el bosque, poniéndome nerviosa con cada paso, era inevitable que algunos oscuros recuerdos aparecieran en un lugar de tan mala pinta.
Cuando me adentré al bosque me encontré con Gyula a unos pocos kilómetros de la fiesta, estaba recostado en un árbol, con una navaja afilando una rama, coloqué mis manos tras mí espalda en señal de respeto y me quedé callada esperando.

- No hagas eso - sus palabras me tomaron desprevenida -, no debes mostrarme respeto - él no levantó la vista de su navaja.

- Lo siento, es un hábito adquirido.

Él me ignoró y sin avisar lanzó la navaja, dejé de respirar cuando el viento paso a toda velocidad al lado de mí rostro, la navaja pasó y finalmente se enterró la cuchilla en un tronco tras mí cabeza, yo me quedé helada y Gyula por fin me miró.

- ¿Estás lista?

Aún sin respirar respondí:

- ¿Lista para qué?

Él me miró como si fuera el ser más estúpido del mundo.

- Para irte.

Irme.

¿Estoy lista? No, no lo estoy, pero siempre le digo a Nicolette que debe hacer algo inesperado, algo impredecible, ¿Qué clase de ejemplo daría si yo misma no cumplo mis consejos? Giré la cabeza y vi a mí familia al inicio de bosque, mamá me miraba disimuladamente al igual que Liana, Bastián tomó una copa de Champagne y mientras la bebía asintió disimuladamente. Me giré hacía Gyula.

- Sí, estoy lista.

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