Prólogo

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Testimonio de la perseverancia y la fe de esta valerosa mujer.

(A continuación encontrarás una transcripción precisa del testimonio de Bellamy Lovec)


Me han solicitado que relate cómo fue para mí vivir aquella experiencia, el ser robada de una forma tan cruel y misógina por un traidor a nuestro deber. Aseguran que mi testimonio será de invaluable ayuda, y yo anhelo brindar mi contribución. Supongo que no esperan escuchar más que horrores, pero la realidad es que en esa penosa situación se entremezclan sentimientos encontrados; ciertamente, tuve mis dudas en muchas ocasiones mientras estuve apartada de mi hogar, comunidad y familia. No obstante, debo admitir que muchos de los momentos de mi cautiverio estuvieron acompañados de una extraña satisfacción. Al haber crecido en una de las ciudades de Gondwana Libre, me hallaba sometida a muchas restricciones, pero logré vislumbrar la vida cotidiana de los traidores herejes y aprender cómo otros hermanos de nuestra familia religiosa enfrentan esas tentaciones inenarrables. Me aferre con uñas y dientes a mis creencias. Luche y vencí.

Afirmar que mi vida era privilegiada se quedaría corto. Nací y crecí en una cuna de oro, envuelta en un mundo perfecto. Esa pequeña ciudad solo había conocido la genuina felicidad, y yo creía ser su princesa. Jamás imaginé los sacrificios que se realizaban en aras de la felicidad material, ni concebí que mi propia familia, quienes me vieron nacer y me colmaron con cuanto pedí, me sacrificarían con tal de mantener esa fachada de dicha. En esa ciudad regida por el inmundo pecado, no hay espacio para la pureza, y mucho menos para una mujer, al menos por ahora.Para empezar, sé que muchas personas, especialmente mujeres que no se unieron de forma voluntaria a nuestra religión, pensarán que he sido insensata al desaprovechar tan insólita oportunidad. Pero fue un secuestro, sin más palabras que añadir. Puede que muchas romanticen su accionar, y lo comprendo, incluso yo llegué a creer que él me amaba. No obstante, mantuve mi cabeza fría y firme para poder resistir semejante tentación. Él fue cruel, sumamente cruel, al separarme de mi hogar y familia.

Por eso estoy tan feliz de haber regresado y poder colaborar con las autoridades para auxiliar a las jóvenes en mi misma situación, ayudándolas a escapar de una vida tan cruel, una vida llena de tristeza, y encaminarlas hacia una libertad que jamás podrá ser equiparada. La auténtica libertad. Pero bueno, es un sacrificio que acepté por el bien mayor.

Estoy completamente de acuerdo en que "Gondwana Libre," "Laurasia Libre," "Artismía Libre," "Rilindja Libre," "Varela Libre" e "Irmanía Libre" deben ser interpretados de manera diferente. Sí, admito que es horrible en gran medida, pero también es importante comprender que son pocos los países que poseen las Ciudadelas Libres. Por ello, aún estamos a tiempo de gestionar la invasión de una forma más piadosa, más equitativa para todos nosotros y menos traumática para nuestros futuros hermanos recién llegados. Para el mundo lleno de pecado, somos monstruos. Sus impíos gobernantes prometen y perjuran que bajo su mandato acabarán con nosotros, aduciendo que somos bestias salvajes sedientas de sangre. Y eso resulta curioso, ¿acaso fuimos nosotros quienes inventamos un supuesto gas venenoso producto de la radiación para provocar un suicidio colectivo que causó la muerte del 70% de la humanidad? ¿Acaso nosotros dimos pastillas que curarían un mal pero en su lugar acabo con millares de personas? ¿Acaso fuimos nosotros quienes inventamos una enfermedad para la población menguar? No, claro que no. Nosotros no iniciamos guerras por el agua, ni destruimos países con armas nucleares para dejar aislado un continente; ellos sí lo hicieron. Ellos son los verdaderos monstruos. Pero no se preocupen, ha llegado el momento de poner fin al pecado del mundo exterior. Ha llegado el momento de extinguir el horror de los reinos de barro y bronce. No se preocupen, de eso me encargaré yo. Ha llegado el momento de declararle la guerra al pecado que azota a la humanidad. Ha llegado el momento de sacrificar a los monstruos en honor a nuestros dioses.

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