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A pesar de que la lluvia había cesado y el cielo se había despejado un poco, se escuchaba el sonido de las gotas estampándose sobre el tejado, o el del viento revolviendo las hojas de los árboles. Sus oídos también apreciaron él silbido que hacía la cafetera sobre la estufa, poco a poco recobraba la conciencia y sus ojos se abrían con lentitud, aunque su vista aún no enfocaba con precisión, podía ver todo lo que la rodeaba, así que intentó incorporarse con lentitud sintiendo instantáneamente una punzada en su cabeza que la hizo frenar tal acción.
Despacio tomó su frente y de ella retiró un trapo mojado.
¿Cómo había llegado ahí? ¿Qué era ese lugar? ¿Quién la había ayudado?

—Despertaste—interrumpieron a su lado haciendo que girara la cabeza asustada—Tranquila, todo está bien—calmó aquel chico de cabello castaño oscuro y rulos levantando las dos manos rendido—No voy a hacerte daño.

—¿No estaba soñando?—soltó la chica desviando la mirada al recordar todo lo recién experimentado—No, no fue un sueño, mi tío, él.

—¿Estás bien?—cuestionó nuevamente aquel sujeto entrando de lleno a la habitación para acercarse a ella.

—¡Tengo que irme, debo correr, él, él no puede alcanzarme!—espetó con algo de desesperación en el tono de su voz—¡Debo irme! Estoy en grave peligro.

—¡Ey!—expresó tomándola por los hombros.

—¡No puedo dejar que me encuentre!—casi grito tomando al chico por el cuello con fuerza haciéndolo retroceder.

Él se mantuvo en silencio un momento, pasó saliva torpemente y con lentitud posó sus manos sobre las de la chica. Una ligera sonrisa de incredulidad se asomó.

—¿Quién?—cuestionó con el entrecejo fruncido—¿Quién es aquel que te está buscando?

—No lo sé—respondió ella dejando que una lágrima brotara.

—¡Ey, tranquila!—murmuro tratando de deshacer su agarre, tratando de tomar control de tan extraña situación—Sea quién sea aquel que te esté buscando, no va a hallarte aquí, este lugar es difícil de encontrar, estamos fuera del mapa—calmó con voz serena, pero grave—Y si eso llega a pasar, no voy a dejar que te lleven, ¿Está bien?

Otra punzada se hizo presente en su cabeza haciendo que la tomara y un quejidos se le escapara. Se sentía tan débil, tan exhausta.

—¿Duele mucho?—preguntó tomando nuevamente el trapo en manos para sumergirlo en el traste con agua fría que se encontraba sobre la mesita de noche.

—Es un dolor soportable—se limitó a responder abrazando las piernas a su pecho—Pasará en un rato.

—Cuando caíste, al parecer recibiste un fuerte golpe, pasaste mucho tiempo tirada bajo la fuerte lluvia, tuviste fiebre durante toda la noche—explicó dando suaves toques con aquel paño mojado sobre su frente.

—¿Durante toda la no...

Aquella peli negro guardó silencio al instante, observó con detenimiento cada acción realizada por el contrario, visualizó cada rasgo de su bella fisonomía. Observó su boca moviéndose al hablar. A sus ojos ser guiados por su actuar, contorneó su barbilla con sus ojos, tocó su cabello castaño sin tocarlo, aspiró su aroma, una fragancia de pinos y madera y tabaco.

—Pronto dejará de doler—le dijo brindándole una cálida sonrisa, sacándola completamente de ese trance en el que se había visto envuelta—Espero no te importe, pero tuve que sacarte la ropa mojada.

Sintiendo un calor recorriéndole las mejillas al instante, bajo la mirada hacia su cuerpo cubierto sólo por su ropa interior y una cobija color guinda tejida a mano. ¡Dios! ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Estaba muy avergonzada al respecto.

—Gracias—susurró sin poder corresponderle la mirada—Dijiste que pase la noche aquí. ¿Cuántos días...

—Tres días—le interrumpió sonriendo amistoso.

—No sé cómo podré a...

—No es nada—le contesto levantándose del borde de la cama—¿Tienes hambre?

Ella asintió.

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—Me gradúe de la universidad hace seis meses, siempre odie el ruido de la ciudad—explicó sirviendo kalguksu en platos hondos—Desde pequeño me pregunté cómo sería la vida en el bosque. Ya sabes, rodeado de cero preocupaciones, aire fresco y un silencio ensordecedor.

La chica se limitó a mirarlo todo lo que podía y escuchaba con detenimiento cada palabra que salía de su boca. Aquel joven era alto, guapo y delgado. En ese orden.

No mal entiendan, era bastante atractivo, si. Pero la belleza que poseía no era una común, su atractivo era distinto, deleitoso. Iba más allá de lo exterior.

—Así que decidí venir a vivir aquí, en la nada—continuó colocando ambos platos sobre la mesa—En el bosque todo es más tranquilo, escribo una novela así que la serenidad me ayuda mucho.

—¿De que trata tu novela?—preguntó tímida, parecía que aquel joven se esforzaba por hacerla hablar, lo menos que podía hacer era continuar la conversación.

Se acercó lentamente a la sopa que aún se veía, estaba hirviendo. Así que para enfriarla un poco, metió la cuchara de metal en el caldo.

—Es un romance—respondió aquel chico tomando asiento algo tímido—Puede sonar algo tonto. Pero, soy un chico amante de la literatura romántica y clásica.

—No, no es nada tonto—mencionó con rapidez haciendo que aquel chico sonriera nuevamente. Al parecer le encantaba hacerlo—También me gusta leer ese género, bueno, cualquier género en realidad.

—El protagonista es igual a mi, un chico solitario que vive en medio de la nada prácticamente—continuo más seguro de sí.

—¿Y ella?—se atrevió a preguntar mirándolo con curiosidad

—La cuestión es que...—divago tomando su nuca—Aún no encuentro la personalidad o físico de la protagonista. Sigo trabajando en ello—soltó divertido—Por cierto, ¿Estudias? Lo digo porque te encontré con tu uniforme aún puesto.

Mencionó cambiando de tema.

—Estoy en el último año de secundaria—se limitó a contestar.

—Vaya, no creí que fueras tan joven. Extraño la secundaria, era muy divertida—murmuró, pero al ver que ella no se veía cómoda con ese tema, decidió terminar—En fin, comamos, después deberías tomar un baño para evitar que te enfermes. Y finalmente debes descansar.

Aquella chica obedeció, pues su estómago le pedía a gritos comida, así que se llevó una cucharada a su boca. Sus papilas gustativas explotaron de placer al probar el primer bocado.

—Yo...aún no sé tú nombre—habló nuevamente el chico mirándola.

—Na Ra, Ong Na Ra—respondió tranquila.

—Un gusto Na Ra, yo soy Kim Taehyung.

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