[Fic abandonado] Tengo otra familia

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Prologo

Era un día precioso afuera, las aves cantaban, las flores florecían, en días como ese, Albert gustaba de hacer los quehaceres pendientes en su hogar, no es que le gustara dejar muchos pendientes o que no le hiciese mantenimiento a su hogar, pero habían tareas que le gustaban más o menos dependiendo del clima, limpiar el garaje y hacer mantenimiento a su motocicleta era algo que requería que el clima fuese agradable y aquella maravillosa tarde de sábado era la ocasión perfecta.

Lori y Rita habían salido de compras, eso les llevaría la tarde completa, más conociendo la tormenta que podía ser su hija cuando se emocionaba, se reía entre dientes solo de recordar las cosas que había hecho en la escuela solo porque se molestaba o emocionaba demasiado, según sus maestros, era como si fuese 11 niños juntos, pero por esa tarde no sería su responsabilidad, dedicándose a su otro gran amor, su motocicleta.

El garaje ya estaba limpio y el vehículo se encontraba dispuesto justo en el centro del lugar, ya había destapado su cerveza y todo lo que quedaba era comenzar a instalar las piezas nuevas a la motocicleta, suspirando relajado trono su espalda y miro con agrado el ambiente.

- Hoy es un buen día para nosotros cariño.

Albert comenzó a caminar hacía el vehículo, de hecho, iba a tomar una de las piezas que tenia sobre un mesón cuando sintió como a su espalda alguien se ajustaba la garganta.

- ¿Hola?

El hombre se volteo, observando que frente a él había un chico, un adolescente, no podría tener más de 16 o 17 años, vestía casual con una gorra de lana, camisa holgada, jeans y zapatillas algo desgastadas, usaba lentes ópticos y cargaba una mochila de gran tamaño en su espalda, posiblemente un joven viajero nómada que vio la oportunidad de obtener algo, no lo juzgaba, hubiera hecho lo mismo a su edad pero tuvo algunos inconvenientes que se lo impidieron, por lo que volvió a dejar la pieza en el mesón y se relajo sobre este.

- Hola chico, ¿Qué necesitas?

- ¿Esta es la dirección de Av. Lincoln 1208?

- (Confundido) ¿Si?

- Ah, bueno, entonces... ¿Usted es Albert Smith?

Albert observaba al muchacho con suma extrañeza, no le sonaba de nada, era demasiado joven para ser un amigo que no había visto en mucho tiempo o algo similar, más precisamente el hecho de que le buscase directamente a él, quizás podía ser algún hijo de algún conocido o bien alguien que tuviese un recado para él, había hecho varias cosas en el pasado y conocía más gente de la que podía recordar, eso era un hecho, pero que le mandasen un recado así seguía pareciéndole extraño.

- Pues... si.

- Pues, genial, eh... ¿Tiene tiempo? Hay algo que necesito conversar con usted.

- Mmm... - Albert observo su motocicleta nuevamente, triste por saber que aquella linda tarde de sábado no podría hacer lo que quería por culpa del asunto que le fuese a plantear el joven, pues estaba seguro, lo presentía, sea lo que fuese que aquel joven le iba a arruinar su tarde mecánica. - Bien, vamos a dentro.

- No es necesario, si quiere podemos conversar aquí, no quiero incomodar a su... familia.

- No están, así que no te preocupes.

El adolescente asintió, ingresando ambos hasta acomodarse en la sala de estar, dejando el muchacho la enorme mochila en el piso mientras observaba curioso el lugar, algo que molesto ligeramente a Albert, no por el hecho que husmeara en su casa, sino por el hecho de que realmente quería seguir en el garaje arreglando su motocicleta.

- (Irritado) ¿Entonces?

- ¡Ah! Cierto, eh... bueno... esto es algo extraño de decir.

- Bueno, siempre se tiene que partir por algo, solo dilo y ya.

El muchacho se veía ligeramente indeciso, como si se hubiese arrepentido de estar en aquel lugar, en cualquier otra ocasión Albert no hubiera dicho nada y hubiera esperado a que este se decidiese, pero era su tarde de sábado haciendo algo que le gustaba, no quería esperar.

- Chico, vamos, ¿Qué tan difícil puede ser?

- Pues... sigh, señor Albert, mi nombre es Lysander, tengo 17 años y soy su hijo.

Albert miro fijamente al joven, congelado, sin reaccionar, casi hasta sin respirar.

- ¿Señor Albert?

- ...

- Eh... ¿Señor?

Los ojos de Albert se habían abierto tanto como era humanamente posible, algo que desemboco en una torpe risa.

- C..Chico, no se de que hablas.

El joven miro al anciano y suspiro, como si por primera vez se sintiera cómodo con la situación, riéndose secamente antes de sacarse su gorro, revelando un cabello blanco como la nieve.

- Creo que esto sirve como prueba.

- ¿Eres... peliblanco? P..Pero eso no...

- Soy albino de hecho, mi madre también lo era.

- Tú... madre... espera... una chica albina... n..no será... ¿Emily?

La sonrisa seca del muchacho ahora se volvió una mucho más natural.

- Sep, ella es mi madre, y ahora estoy mucho más seguro que usted es mi padre.

En ese momento la entrada de la casa se abrió, entrando dos mujeres rubias, una mujer de la edad de Albert y una niña de 8 años.

- ¡Cariño, se me quedo mi bille...! ¿Cariño? - Nota al muchacho peliblanco - ¿Hola?

- ¿Quién es el chico? Se parece a papá.

- Hola, mi nombre es Lysander, soy...

- ¡¡¡Ahh!!!

Antes de que los demás se repusieran del susto, Albert tomo al muchacho y se lo llevo corriendo al garaje, cerrando la puerta detrás suyo, pues en ese momento no le importaba nada, lo único que sabía en ese momento era una cosa...

- (Pensando) Estoy jodido.


Capitulo 1

Albert Smith, ciudadano norteamericano de 38 años, toda su vida la ha vivido en el país, nunca ha recibido alguna multa, paga sus deudas y declara sus impuestos a tiempo, cuando la gente de su vecindario lo ve solo piensan en un hombre energético que le gusta vivir una vida interesante, probando cosas y solo bajando la cabeza cuando se trata de su familia, nadie podría imaginarse algo que empeñase aquella perspectiva de él, o eso creía él antes de ver al muchacho que fácilmente había arrastrado desde la sala de su hogar hasta la cochera, observando de reojo que su esposa hubiese decidido no seguir investigando y hubiese partido rumbo al centro comercial, mirando de reojo por el pequeño cristal que la puerta tenía en dirección a su hogar.

Cuando pudo observar que su esposa e hija habían salido nuevamente con intención de salir al centro comercial, Albert finalmente pudo suspirar tranquilo.

- Uff, eso estuvo cerca.

- S..Señor...

El adulto miro al chico que tenia sujeto, notando finalmente que el rostro de este ya se encontraba en tonalidades moradas al sujetarlo desde el cuello, soltándolo en ese momento.

- ¡Ah! Perdón chico.

Fueron unos pocos minutos donde el muchacho intento recuperar el aire y el color normal de su pálido rostro antes de que pudiese incorporarse, tiempo que el adulto aprovecho para ir a buscarle un vaso de agua, cuando el adolescente ya había terminado su agua y finalmente el color había vuelto a la normalidad, este pudo hablar nuevamente.

- Creí que iba a morir.

- Lo siento, todo paso demasiado rápido, en todo caso, ¡¿Qué diablos ibas a decirle a mi esposa?!

- (Serio) Que mientras caminaba por la acera vi que teníamos el mismo color de cabello y como no había encontrado a alguien así no anciano antes comenzamos a conversar.

- Eso... es una excusa demasiado elaborada para ser improvisada.

- Venía con ese plan desde el comienzo, no quiero importunarle.

- ¿Importunarme? Ah... cierto, se supone que eres mi hijo.

- No lo noto muy convencido.

- Chico, si cada persona que encuentra a alguien con su mismo color de cabello pensase que son familia, sería mucha gente que tendría estos problemas.

- Si quiere podemos hacernos una prueba de ADN, no me molestaría.

- ¿En serio? Bien... entonces te veo el lunes.

- ¿Me va a sacar tan pronto?

- Niño, te conozco de hace menos de 10 minutos, casi me das un paro cardiaco, mi señora posiblemente me interrogue feo en la noche y de por si mi tarde ya fue irremediablemente alterada, ¿Qué esperabas que hiciera?

- No sé, quizás... intentar conocernos.

- ¿Y si resulta que no soy tú padre, tú madre solo te dijo eso para justificar algo y terminaste aquí quien sabe cuan lejos de tú hogar por una mera posibilidad?

- No creo que mi madre intentara hacer una jugada así, menos ahora.

- ¿Ah sí? Niño, tuvo toda una vida para contártelo y contármelo, literalmente no tenía idea de tu existencia.

- (Molesto) Eso fue una forma cruel de decirlo.

- ¿Y se supone que tengo que aceptar porque si que tengo un hijo de 17 años cuando esta mañana apenas si pensaba que quería cenar una hamburguesa?

Albert podía notar la molestia del chico, sus palabras estaban pesando sobre él y pese a la notable diferencia de físico, era posible que el muchacho intentase darle un golpe, de hecho, si fuese como él ya hubiera dado el golpe, todo era demasiado rápido y demasiado bizarro para su gusto, pero en vez de verlo caer en un arrebato de rabia, el chico simplemente soltó un enorme suspiro.

- Bueno, ¿Al menos me puedo quedar hasta que se demuestre que somos familia?

- ¿Qué tú estás sordo o qué?

- Confió en las palabras de mamá, y no puede negar nuestro parentesco, si resulta que la prueba es positiva usted habrá sacado de su casa a su primogénito cuando hace menos de 10 minutos casi lo ahorco hasta la muerte.

Ahora era Albert quien había perdido la firmeza en sus posición, pues no podía negar aquella posibilidad, Emily fue un capitulo en su vida mucho antes que Lori, su esposa, un amor joven y estúpido, si el muchacho había aceptado tan fácilmente ese nombre la posibilidad no era nula.

- Sabes usar las palabras chico.

- Gracias, entonces, ¿Al menos puedo quedarme la semana? Use todo mi dinero para llegar hasta acá.

- ¿No puedes pedirles dinero a tus padres?

- Técnicamente le estoy pidiendo a uno.

Ambos peliblancos se miraron fijamente con una expresión seria, situación que termino con Albert riéndose a carcajadas antes de darle una palmada en la espalda en un intento de calmar la risa que aquella ingeniosa respuesta le había dado, pero el manotazo fue lo suficientemente fuerte para tumbar al chico que observaba como su "padre" se reía.

- Jajaja, esa fue buena.

- Auch.

- Jeje... je... ¿Qué te paso?

- Usted... no importa, - Comienza a incorporarse - ¿Entonces puedo quedarme?

- Bien, pero necesito contactar a tú madre, quiero sacarme una duda antes.

- Eso no... no conozco el número del teléfono de mi casa.

- Sigh, bien, vere donde te puedo ubicar y ver qué demonios le diré a Lori, - Tono serio - Pero solo hasta que nos hagamos la bendita prueba, y no quiero ninguna insinuación sobre esto a mi familia, no quiero problemas.

- Entiendo, nada de comentarios hasta tener los resultados.

- Así es, ahora sígueme, creo que ya se dónde dormirás por estos días.

Albert se encamino hacía la casa, Lysander se quedó quieto por unos minutos, observando al adulto caminar, mirando de reojo su bolsillo de donde saco una arrugada carta, quedándose pensativo.

- ¡¿Vas a venir o quieres dormir en la cochera?!

- Ah, claro.

Simplemente metió su mano nuevamente en el bolsillo junto a la carta y encaminarse hacia el hogar.

Albert llevo al muchacho al sótano, improvisando una pequeña cama para el muchacho a quien dejo un momento para que se instalara, tiempo que Albert aprovecho para tirarse sobre el sofá y pensar sobre aquella situación, pero, sobre todo, pensar que podría decirle a su familia para que no se armara un caos.

Es cierto que el chico tenía más edad que lo que él tenia años de matrimonio, pero entre más lo pensaba más le sonaba a excusa barata y todo terminaba con Lori enojándose como nunca y si es que no pidiéndole el divorcio, llevándose a su hija y pensando en como todo su mundo se podría destruir con una sola frase, algo que no le dejo tranquilo hasta que su estómago le recordó que no había almorzado.

- Creo que aún quiero esa hamburguesa.

Pensó en salir del lugar, pero cuando ya estaba camino a tomar las llaves de su motocicleta recordó el "asunto" que estaba en el sótano.

- Sigh, cierto, el chico.

Encaminándose hasta el sótano pudo observar desde la escalera al muchacho recostado en su cama improvisada, leyendo una hoja de papel que tenia en sus manos, una carta probablemente.

- ¡Eh, chico!

El grito de Albert le asusto, guardando torpemente el trozo de papel en su bolsillo pero cayéndose de la cama en el proceso.

- ¿Estás bien?

- Si, si, si, solo me caí, nada grave.

- ¿Ok? En fin, iré a comer algo, el baño está en el pasillo, la primera puerta a la derecha, si quieres comer algo tienes las cosas de la cocina, solo no te lo termines todo y... ¡Ah! Si llega mi esposa y mi hija di que eres un sobrino lejano o algo así.

- ¿Entonces me va a dejar solo?

- Agradece que te voy a dejar vivir aquí algunos días.

- Vaya forma de tratar a su presunto hijo.

- Te estoy dando un voto de confianza al no sacarte de una patada de mi casa, mientras no tenga alguna prueba no te voy a reconocer, imagina si le creyera a cada persona que me dijese que somos familia.

- Mamá... me hablo mucho de usted señor Albert, desde que papá... no importa.

El muchacho no estaba encontrando las palabras para expresarse, como si estuviese improvisando toda esta situación y casi le hubiera encontrado de milagro, algo raro considerando que sabía la dirección precisa de donde se encontraba, pero no quería darle mucho peso al asunto, tendría que esperar al lunes para hacer las pruebas correspondientes y de ahí no tenía idea cuanto se demorarían, pero para bien o para mal, en su interior algo podía intuir, ni siquiera sabía explicarlo bien, pero ya sentía que algo no era normal cuando se quito la gorra y mostro ese cabello blanco, al final solo observo como el chico se acomodaba nuevamente y le daba la espalda, algo que Albert respondió volviendo a subir la escalera, pero después de 2 peldaños este se detuvo y se volteo nuevamente hacía el muchacho.

- ¿Has comido algo?

- No desde ayer, como le dije, usé todo mi dinero para llegar aquí.

- ¿Te... gustan las hamburguesas?

- Si, bueno, ¿A quién no?

- Bien, sigh, - Pensando - Espero no arrepentirme - A Lysander - Vamos a comer algo.

El chico se mostró reacio, pero tal como Albert hace unos minutos el estómago del muchacho sonó poderosamente.

- Para ser alguien delgado, ese estomago ruge como camionero.

- Ok, no he comido en 2 días, ¿Feliz?

- Esp... ¿2 días?

- Tenía que llegar aquí.

Algo no estaba bien, era evidente para Albert, pero lo mejor era aplicar aquella enseñanza que le dieron hacer tanto.

- Un problema a la vez Albert - A Lysander - Bien, vamos a comer algo, ambos morimos de hambre.

Ambos salieron en la motocicleta que iba a ser mejorada, la cual apenas y alcanzo a ser limpiada por el pensativo adulto mientras su acompañante, su supuesto hijo, se aferraba a él con toda la fuerza posible, era evidente para él que jamás se había subido a una motocicleta, pero no iba a recriminarle eso, de hecho, no le recrimino nada durante toda la velada, pues solo le llamo la atención que el muchacho pidió lo mismo que él, fuera de eso y conversación banales, nada más ocurrió, volviendo a casa poco antes que llegase nuevamente el resto de su familia.

Ese iba a ser el real desafío de Albert de ese día.

- Hola, me llamo Lysander, soy el hijo de un amigo del señor Albert, quería darme unas vacaciones por el país antes de ingresar a la universidad y se supone que papá se había contactado con el señor Albert para que me quedara aquí unas semanas, pero creo que no lo hizo jejeje...

Lori miraba fijamente al muchacho y su esposo, intercalando entre los rostros de ambos.

- Cariño, ¿En serio no te contacto?

- Créeme que fue tan extraño para mi como lo es para ti, pero al almirante Williams le debo muchas cosas, ¿Qué son 1 o 2 semanas de tener al chico aquí?

- Esto es... curioso... digo, no me habías hablado de él.

- Bueno, nunca fuiste muy amiga de que contase lo que viví en la marina.

- Es que eran unos salvajes.

- ¿Ves? ¿Cómo querías que te contara sobre el almirante Williams?

- Eso... tienes un buen punto, ¿Cuánto tiempo se va a quedar?

- (Simultáneamente) 2 semanas/1 semana.

Los dos peliblancos se miraron en ese momento, aunque Lysander pudo escuchar como el puño de Albert trono solo por empuñarlo furioso.

- ¿Ok? Voy a permitirlo pero tienes que seguir las reglas de esta casa, primero, nada de salidas nocturnas sin avisar, se que eres joven y todo, pero no te quiero ver llegar ebrio a esta casa, si lo haces mejor duermes en la calle o yo misma te saco a patadas.

- Me parece bien, en todo caso no me gusta el alcohol.

- (Sorprendido) ¿Qué adolescente no bebe al menos cerveza?

- (Curioso) ¿Uno... que respeta la ley?

Lori miro fijamente a su esposo, quien retrocedió levemente mientras sonreía.

- Segundo, en esta casa somos católicos, nada de religiones oscuras o cosas del diablo.

- Eh... consulta... hay canciones que me gus...

- (Imponente) Nada satánico, ¿Me oíste?

El adolescente asintió con la cabeza.

- Bien, tercero, Rita es una niña pequeña, la respetas y cuidas.

- Si me entero de que le haces algo a Rita... - Esta vez Albert si hizo crujir sus nudillos, lo hizo lenta y amenazantemente, llevándose Lysander instintivamente una mano a cuello mientras tragaba con dificultad.

- N..No se preocupen, la... la tratare como una hermana menor.

Aquella respuesta solo consiguió que Albert le diese una patada en el trasero, ni siquiera lo dudo, fue casi una reacción.

- ¡Auch!

- Mala broma chico.

- Papá se enojó, papá se enojó – Cantaba risueñamente Rita.

- ¿Podría dejar de golpearme? No me gusta la violencia en general y menos cuando está dirigida a mí.

- Mi casa, mis reglas niño.

- ¡Ajem! - Lori tosió con fuerza.

- Ok, nuestra casa. - Albert sintió por un momento como si un himno sonase en su cabeza, y eso le molesto.

- Así está mejor - A Lysander - Cumple con eso y no habrá ningún problema que te quedes, si quieres comer algo fuera de los horarios normales puedes asaltar el refrigerador siempre que no lo vacíes, los jueves y domingo es día de lavar ropa y ya, ¿Trato?

- (Pensando) Se nota que están casados - A Lori - Bien, acepto.

La expresión sería de la mujer cambio por una mucho más amable en ese momento.

- Eso me agrada, entonces iré a preparar la cena.

- Disculpé señora Lori, comí hace poco.

- Veamos, ¿Te pregunte si querías cenar?

- Eh... no...

- Perfecto, no tardare mucho.

Dicho eso, la mujer se retiro siendo seguida por su hija, dejando en soledad a ambos peliblancos.

- Ni siquiera me escucho.

- Y eso que no estás casado jajaja, mejor ve a descansar, mañana planearemos mejor como haremos esto, - Albert se le acerco considerablemente, mirándolo cara a cara - Nada de trucos, si me llego a enterar que haces cosas raras yo mismo me encargare de ti y mi deuda con el almirante Williams no te va a salvar.

- (Serio) Eso lo entiendo bien, no se preocupe.

- (Soltándolo) Bien.

Dicho eso, el adulto se dirigió al sofá y se sentó sobre este, mirando la televisión como si nada hubiese pasado, más incluso, como si él no estuviese allí, pero solo bajo la cabeza y se dirigió al sótano, pues, aunque no le agradaba, era el recibimiento que esperaba, incluso era uno mejor que el que esperaba, pues le habían alimentado y no le habían sacado a patadas, todo eso era ganancia en su situación, aunque... un poco de calor familiar le hubiera agradado más.

Pensó por un momento en sentarse junto a él a ver la televisión, ver si tenían algún gusto en común o forzar una conversación para convivir un poco más, pues su salida a comer había sido mayoritariamente en silencio y lo que hablaron fue en como ponerse de acuerdo para que su historia concordase, algo que ni siquiera había salido muy bien, por lo que una vez estuvo en su cama improvisada miro el cielo otra vez, metiendo su mano en el bolsillo para aferrarse a una vez más a ese trozo de papel, y pensar en que haría durante los próximos días.

- En serio te pareces mucho a papá.

- ¡Ahhh!

El repentino comentario de la niña fue suficiente para que este no solo diera un grito asustado, sino que cayese de su cama.

- ¡¿En que momento apareciste a mi lado?!

- Jijiji, solo quería preguntarte por que te pareces tanto a papá.

- Eh... bueno, soy albino, y los albinos somos así.

- ¿Cómo así? ¿Cómo papá?

- Sinceramente... no se si tú papá sea albino, digo, tiene el cabello blanco, pero su piel está un poco bronceada.

- ¿Bronceada?

- Un poco más oscura, ya sabes.

- ¿Y eso que tiene que ver?

- Pues que los albinos... ¿Por qué no mejor le preguntas a tu maestro de biología en la escuela?

- ¿Biología?

- ¿Sí? ¿Qué no tienes clases de biología?

- Tengo un maestro que enseña cosas de ciencia, pero no recuerdo que dijera algo sobre esa biología.

- ¿Qué edad tienes?

- Tengo 8.

- Ya deberías saber algo.

- Se que te pareces a papá.

- Eso no, no me refiero a eso.

- ¿Y de dónde eres?

- Soy de...

- ¿Era un lugar bonito? ¿Era divertido? ¿Manejabas tanques?

- ¿Tanques?

- Hablaron del tiempo que papá fue militar, estoy segura de que manejo tanques.

- No creo que...

- Oh, oh, oh, si vienes de otro lugar, ¿Eres un viajero?

- ¿Ah? Eh... algo así.

- ¿En serio? Asombroso, ¿Por dónde has estado?

- Bueno, en realidad no muchos lugares.

- ¿Has viajado por todo el país?

- No, aunque me gustaría.

- ¿Cuánto tiempo llevas viajando?

- ¿Eh? Bueno... fueron unos 4 días...

- Wooooooooow, ¿Tantos?

- Bueno, sí, vengo de casi el otro lado del país.

- (Sorprendida) Increíble... ¿Y no extrañas a tus papás?

Eso corto la intención de responder del joven, bajando la mirada para evitar la de aquella risueña niña.

- Si yo estuviera tantos días sin mamá ni papá, creo que estaría triste, mamá siempre me hace reír y papá siempre me protege, los amo mucho y no me imagino tenerlos lejos tanto tiempo, ¿Cómo se siente estar sin tus padres?

- ...

- Oye, ¿Y qué tal si...

- ¿Me puedes dejar solo un momento? No quiero hablar.

- Pero si solo quería...

- Por favor.

- (Apenada) Esta bien.

La niña se alejo lentamente, volteando varias veces para ver al muchacho, esperando que en algún momento le volviese a llamar, pero eso no ocurrió, el muchacho no se movió de nuevo hasta que la chica se marchó, dejándose caer sobre la cama una vez más.

Por esa noche, ni siquiera eso, por ese momento, él quería poder apagar su mente de todo, olvidarse de lo ocurrido, pero el sonido de la rechinante madera de la escalera le hizo saber que eso no podría suceder.

- Chico, oye, ¿Estás bien?

- ¿Ahora le importa?

- Se que Rita puede ser algo invasiva con sus preguntas y se notaba preocupada.

- No es algo de lo que quiera hablar en este momento.

- ¿Tiene que ver con tus padres?

- Le dije que no quiero hablar, solo pido eso.

Al ver aquella insistencia, Albert se sentó en una caja frente al muchacho, ajustando un poco su garganta en el proceso.

- Sabes, puede que fuese hace mucho, pero Emily en su tiempo fue alguien importante para mí, lo mismo el almirante Williams.

- Si era así, ¿Entonces por qué existo?

- Bueno, yo era joven... no sabía bien lo que estaba haciendo, seas mi hijo o no, no creo que seas tú el que deba sentirse responsable, incluso si el general se enteró... no creo que...

- Papá nunca se enteró.

- O sea... ¿Realmente él cree que estás aquí de vacaciones?

- Papá... ya no está.

Solo le tomaron unos segundos para procesarlo y entender lo que había ocurrido, pero cuando lo hizo prefirió mantener silencio por unos segundos.

- Lo siento chico.

- No se preocupe, se fue en paz, aunque siempre me llamo la atención que fuese tan mayor respecto a mí.

- ¿De verdad estás tan convencido que soy tú padre?

- ¿No lo sintió cuando me vio por primera vez? Yo si lo hice, fue casi instintivo.

- ...

- No se preocupe, haremos la prueba y una vez confirmado, me largo.

- ¿Eh? Espera, ¿Por qué?

- Usted no me quiere ni me necesita en su vida, yo solo quiero cerrar un ciclo en la mía, si realmente no lo soy, simplemente seré un chico confundido más que vio unos días en su vida y del que se olvidara pronto, si lo soy, tiene que pensar igual, solo que yo me sentiré más tranquilo.

- Chico, oye, no tienes que ser tan extremista.

- Je, ¿Qué le puedo decir? Soy hijo de un almirante de la marina.

Las palabras no pudieron fluir más de la boca de Albert, aquella frase había sido un cierre determinante para la conversación y al ver que el adulto no pudo continuar, Lysander solo se volteó y le dio la espalda.

Albert por el resto de esa noche no pudo sacarse aquel pensamiento de su cabeza, pues con cada minuto que pasaba, una nueva pregunta se comenzaba a alojar en su cabeza: "¿Y si es mi hijo?"

Si no lo era, tal como lo dijo, solo lo olvidaría, sería una historia curiosa que contarles a sus nietos.

Pero si lo era... ¿Qué haría?

Esa noche, Albert no pudo dormir.


- o - 


Esta era la anécdota de un amigo del trabajo, de su "pequeña travesura" cuando era joven e idiota, era bastante interesante así que decidí hacerla fic, pero bueno, volviendo al fic como tal, Lysander y Albert al final hubieran terminado encontrando un vinculo entre ambos, Lori se enteraría (eventualmente) y el muchacho aceptado, pero no legalmente ya que él se niega, puesto que consideraba al general y a la madre sus padres reales, aunque no le molestaría llamar a Albert "papá", cuando se resolviese todo él se marcharía pero no perdería contacto, y abría un epilogo donde conoce a sus sobrinos.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro