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En cuanto vi aparecer a mi madre en la puerta de la comisaría, me levanté apresuradamente y corrí a abrazarla. Ella me acarició el pelo mientras yo lloraba en su hombro.

Me aferré a ella como si fuese lo último que me quedaba. Necesitaba saber que alguien de mi familia me apoyaba y no me trataba como si fuese un cebo para alguien que podía delatarlo.

Entonces miré detrás de nosotras. Joaquín y Pedro se acercaban lentamente hacia nosotras, con caras confundidas. Se me había olvidado que tendríamos que contarles todo aquello a ellos también.

Me separé de mi madre y corrí a abrazarlos a ellos también. Joaquín comenzó a llorar desconsoladamente, ¿mi madre les habría contado ya todo? Si no, ¿por qué lloraría?

—¿Qué te pasa, enano?—Pregunté limpiándole una lagrima que caía sobre sus mejillas con pecas.

Él me miró con ojos tristes mientras sorbía.

—Pensaba que te habían metido en la cárcel.

Sonreí con ternura y lo abracé de nuevo para después darle un sonoro beso en la mejilla.

—Estoy aquí, estoy bien. No me voy a ninguna parte, ¿vale?

Miré a Pedro, él estaba serio, pero me dedicó una pequeña sonrisa. Era lo más cariñoso que él podía ser. Mi madre me puso una mano en el pelo, y me miró con cansancio, pero a la vez alegría de verme bien.

Me abrazó de nuevo. Al principio pensaba que era porque quería hacerlo para asegurarse de que estaba ahí, pero entonces me di cuenta de que lo había hecho para susurrarme algo.

—¿Lo han encontrado ya?

Se separó de mi y yo asentí lentamente.

Según lo que nos había contado la policía, mi madre llamó desde el móvil de unos vecinos, algo que mi padre no se esperaba porque no le entraba en la cabeza que otras familias pudiesen descubrir la familia podrida que podíamos tener. Les explicó que un Volvo negro llevaba a su hija secuestrada. La policía los siguió, pero otra patrulla dividió a John B y fue por eso que también nos siguieron.

Ahora estaban interrogando a Sarah y a John B por separado. Los siguientes éramos nosotros. Mi padre y Ward estaban también bajo custodia.

—Sentaos un momento —les ordenó a mis hermanos—, tengo que hablar con vuestra hermana.

Ellos obedecieron sin mediar palabra y se sentaron en uno de los asientos en la sala de espera. Pude ver cómo JJ, Kie y Pope hablaban con ellos. JJ me dirigió una mirada para ver si estaba bien y le sonreí.

—Pensaba que estabas de parte de papá —le expliqué a mi madre cruzándome de brazos.

—Me ofende si quiera que pensases eso —me dijo con expresión decepcionada—. Nunca haría nada que te pudiese dañar, ¿cómo te replanteaste eso?

—No se... —tragué saliva y miré al suelo—. Os oí hablar a papá y a ti sobre Ward y el oro, y cómo llevábamos tanto tiempo sin hablar ni con la relación de siempre pensaba que ya no me querías como antes.

Mi madre colocó su mano en mi mejilla, para acariciármela. Me miró preocupada.

—Nunca te dejaré de querer. ¡Por dios, Olivia! Eres mi hija, maldita sea. ¿Cómo has podido pensar eso? Es para que me enfade yo.

Suspiré. Ella tenía razón, pero todas las pruebas habían indicado que ella estaba de su parte.

—¿Por qué no me ayudaste cuando papá me dio esa bofetada y te llamé del despacho?—le pregunté con tranquilidad, intentando no alterarme—. O cuando me encerró en la habitación. Estuve allí todo el día y ni siquiera pasaste a verme.

—Papá nos dijo que estabas mala del estómago y que no querías ver a nadie —me explicó con obviedad. Yo trataba de estar tranquila pero ella estaba alterada—. Como tú has dicho, hacía tiempo que no nos contábamos cosas, y pensaba que me ignorarías. ¡Escúchame, Olivia! te repito que si te pasa algo me muero yo, ¿vale? Deja de actuar como si estuviese en tu contra. Me parece un sinsentido.

Apreté mis labios y me eché a sus brazos de nuevo. En ese momento, un policía salió de una sala y nos miró.

—Olivia Díaz —dijo en voz alta, mirándome. Me separé de mi madre—. Necesitamos hablar contigo.

Sarah y John B no habían salido de su sala.

Mi madre apretó mi mano para darme fuerzas, y al pasar por los asientos, JJ cogió mi mano y también la apretó, para después depositar un beso en ella. Luego asentimos a la vez con la cabeza, y me dirigí hacia la sala.

En cuanto entré, divisé cuatro policías. Todos estaban sentado en la parte de la mesa que daba a la pared. En la otra cara de la mesa estaba una silla, me indicaron que me sentase ahí.

Suspiré e intenté calmarme. Tenía que parecer segura de lo que decía, aunque no tuviese nada que ocultar. Era como un mecanismo de autodefensa o algo así, pensaba que sacarían cualquier cosa para que yo pareciese culpable. O que culparan a John B de algo.

—Buenas tardes, Olivia —me dijo el sheriff.

—Hola.

—Cuéntanos todo. Luego empezarán las preguntas.

Asentí y junté mis manos.

—Llegamos a Outer Banks hace un mes —comencé a explicar lo más tranquila que pude—. Mi padre nos dijo que había encontrado un trabajo aquí que nos haría ganar más dinero que antes, por lo que nos mudamos. Comencé a juntarme con Pope Heyward y sus amigos, y ellos me hablaron de la desaparición de su mejor amigo John Routledge y de su novia Sarah Cameron. Entonces todos empezamos a investigar y a buscarlos para encontrarlos de cualquier manera. En medio de toda esa búsqueda descubrí que mi padre trabajaba con Ward Cameron, quien mis amigos me habían dicho que les robó el oro que ellos habían encontrado del Royal Merchant. Lo llevó a Las Bahamas y cuando John B intentó evitarlo, la sheriff Peterkin intentó arrestar a Ward por el asesinato del padre de John B. Pero Rafe Cameron la disparó y cuando John B huyó para no ser disparado también, ellos aprovecharon para culparlo del asesinato.

Ellos me miraban atentamente. No estaban poniendo caras raras ni expresiones que expresaran que no me creían. Me sentí más cómoda hablando cuando vi que alguno de ellos asentía lentamente, como creyéndome e incitándome a seguir hablando.

—John B escapó en el barco de JJ Maybank con Sarah Cameron cuando comenzasteis a perseguirlo por ser el supuesto asesino. Yo espié a mi padre al llegar a la isla y cuando se enteró de que lo había descubierto, me encerró en la habitación. Escapé para contárselo a JJ, pero Rafe y Barry, un camello, nos secuestraron para sacarnos información para descubrir dónde estaba John B y que no los delatara. Todo ideado por mi padre, como ellos me dijeron. Cuando fuimos rescatados por nuestros amigos, JJ y yo nos resguardamos en la casa de la señora Crain y poco después volví a casa de mis padres en cuanto me enteré de que Sarah estaba dispuesta a contaros todo. Ahí fue cuando me metió en el coche y me obligó a casi montarme en un avión que nos llevaría a Las Bahamas a los dos y a los Cameron. Y hasta aquí la historia.

El sheriff me miró mientras tocaba con delicadeza su bigote, mientras que una policía terminaba de escribir cosas en un papel.

—¿Qué día llegasteis aquí exactamente?

—Creo que...—calculé—, más o menos el dos de julio o algo así.

—¿Cuándo te enteraste de lo de tu padre?

—No sé la fecha exacta, pero diría que dos semanas después o cosa así.

—¿Por qué no nos avisaste?

—Porque es mi padre —expliqué con obviedad—. Sabía que colaboraba con Ward, pero nunca pensé que me haría daño.

Eso le pareció una respuesta coherente, ya que pasó a la siguiente pregunta y no me dirigió una mirada rara o algo por el estilo.

—Dices que ese tal Barry y Rafe Cameron os secuestraron a JJ y a ti, ¿no es así?—asentí—. Bien, ¿podrías decirnos dónde está el lugar al que os llevaron?

—Está a las afueras de la isla, creo que tienes que pasar el cartel de bienvenida. Es una casa de madera apartada.

—¿Cuánto tiempo os tuvieron allí?

—Una noche.

—¿Y cuándo llegaron John B y Sarah?

—Yo no los había conocido en persona, pero los conocí el mismo día que nos rescataron de esos dos. —expliqué cada vez más cómoda hablando. Me estaba haciendo preguntas fáciles, pero que te delatarían si estuvieses mintiendo—. John B fue el que me sacó del coche de Rafe.

—De acuerdo —habló la mujer que estaba apuntando algo en un papel—. Creo que esto es todo de momento, ahora tenemos que hablar con Kiara Carrera. Olivia, te llamaremos más tarde. Ahora puedes irte a casa.

Asentí y les agradecí para después salir de allí. Ni siquiera pregunté por mi padre. No quería saber cómo estaba. Por mi como si le estaban pegando.

En cuanto salí, le dije a Kie que le tocaba a ella y se despidió nerviosa para entrar allí. Incluso siendo inocentes estábamos que nos moríamos de los nervios.  JJ se levantó y me abrazó. Puse mis manos en su cuello y le di un pequeño beso.

—Se van a casar —le contó Pope a mi madre.

JJ y yo nos dimos la vuelta con los ojos muy abiertos para mirarlo mal. Mi madre tenía la boca abierta, creo que le llegaba hasta el suelo. Fue como una mirada de sorpresa mezclada con desagrado.

—¿Que qué?—preguntó.

—Mamá...

—¡Tienes dieciséis años! ¿Estás loca?

Se puso a desvariar y no paraba de hablar. No me dejaba explicarme.

—¡Mamá!—Grité finalmente, para callarla, y terminó cerrando la boca—. No es así. No le creas.

—Lo habéis dicho antes en el coche —Pope se encogió de hombros, sabiendo que estaba liándola pero bien.

—¡Ha sido por la adrenalina!—expliqué gritando—¡Tenemos dieciséis años! ¿En serio nos tomáis en serio?

Mi madre negaba con la cabeza con los ojos muy abiertos y las manos en una posición de diva, igual que si se tratase de Kris Jenner hablando con una de sus hijas.

—No es por nada —dijo mirando a JJ—. Eres muy guapo. Solo creo que estáis como una cabra los dos.

—¡Mamá!

Joaquín comenzó a reír junto con Pedro, señalándome y burlándose de mi. Me crucé de brazos rodando los ojos y bufando. El móvil de mi madre comenzó a sonar y se levantó para contestar.

—¿Qué le has metido a este chico para que se fije en ti?—preguntó Pedro con una sonrisa socarrona.

—Más bien qué le ha metido él... —susurró Pope y todos comenzaron a reír, incluido JJ, menos yo.

—¡Pope!

Me puse roja de la vergüenza. No quería hablar de eso y menos con mis hermanos. Era simplemente asqueroso, repugnante. No quise ni mirarlos a la cara. Quería que Kiara saliese ya de esa sala.

—Madre mía, esto lo tiene que escuchar mamá después —comentó Pedro.

—Vas a morir —le dije entre dientes, con odio.

—¿Y yo qué te he hecho a ti?

—¡Es obvio! ¡Nacer!

Pope me dijo que me calmara y tuve ganas de tirarle un lápiz al ojo. Pedro siguió picándome y molestándome. Y me enfadé más aún cuando JJ se unió a ellos.

—Ven aquí —le dije a Pedro con enfado.

—¿Por qué?

—Solo acércate.

—No —negó con la cabeza con una expresión asustada—. Me vas a pegar.

Yo sonreí frunciendo el ceño, como si no entendiese de qué hablaba.

—No, ¿por qué dices eso?—dije con la voz más dulce que pude sacar.

Los cuatro chicos me miraron un poco asustados, sabiendo que estaba pasando de la fase enfadada a vengativa.

Iba a decir algo más cuando John B y Sarah aparecieron en el pasillo, con las manos juntas. Corrimos hacia ellos y nos abrazamos. Kiara salió de la sala, y sin decir nada, nos abrazó también. John B estaba fuera.

—Nos creen —habló John B después de dos minutos, sonriendo—. Me han soltado. Tenemos un juicio en una semana, pero creen que saben más o menos el veredicto ya. Me dejan salir con policía que me vigile hasta que el juicio termine.

—¡Eso es increíble!—exclamó Pope, emocionado.

—Sarah y Olivia tienen que hablar también. Los demás sois voluntarios, ellas tienen que hablar sí o sí.

Sarah y yo nos miramos, asintiendo. Sabíamos que era algo difícil, pero lo haríamos. Era necesario, y justo.


Después de una hora, mi madre y mis hermanos fueron a casa. JJ y yo decidimos dar una vuelta por la playa con los demás. John B se tiró al mar, como si nunca lo hubiese visto, con sabor a libertad. Sarah también se tiró al agua con él. Sonreí al verlos así.

—Pensaba que nunca volveríamos a estar así —comentó Kie mirándolos, con orgullo.

Pope sonrió y pasó su brazo por los hombros de su chica. Ella apoyó su cabeza en el hombro de Pope.

Yo miré a JJ. Él me miró alzando una ceja.

—¿Nos bañamos?

—El primero en llegar gana.

—¿Y el que pierda, qué tendrá que hacer?

—Eso ya lo pensaremos.

No lo pensamos ni dos segundos y nos levantamos para quitarnos la ropa y correr hacia el agua.

JJ me hizo la zancadilla, pero agarré su tobillo. No conseguí que cayese a la arena, pero me arrastraba. Finalmente, JJ llegó al mar entre risas y después me echo agua a la cara.

—¡Idiota!

—¡Japo!

Acabó levantándome del agua, y me apartó el pelo de la cara. Cuando vi que se acercaba para besarme, me acerqué, para después sonreír y empujarlo hacia atrás. Cayó al agua y miré a Kie, que levantaba su pulgar en señal de aprobación.

—Eres odiosa —me dijo cuando se levantó.

—Cállate.

—Cállame.

Entonces no me pude resistir y le acabé besando yo. John B comenzó a abuchearnos por detrás mientras Sarah reía y lo regañaba.

Me gustaba estar así. No quería que las cosas cambiasen.

——————

¡Hola! No tengo ganas de decir mucho, me he quemado tomando el sol en mi terraza y estoy de mala leche. Pero tenía que subir el capítulo ya!!! No tengo mucho que decir, nos acercamos al final de la novela! Espero que os este gustando. Muchos besos!

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