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CAPÍTULO FINAL

Miré a mi madre. Me miraba a los ojos fijamente. La conocía a la perfección, estaba esperando a que le dijese algo lógico y pensado. Quería que dejase de actuar por impulsividad. Suspiré y la miré también fijamente.

—Entiendo tu posición —hablé—, pero tienes que entender la mía.

—Sé que no quieres volver a cambiar, Olivia, pero algún día teníamos que volver, y... ¿no crees que es mejor que lo hagamos cuanto antes?

—Ya... —aparté mi mirada y miré al suelo—. Pero no quiero que los Pogues se olviden de mi, mamá. No quiero volver a mi grupo de España.

—¿Y qué hago yo, Olivia?—Mi madre estaba al borde de las lágrimas—. ¿Me quedo aquí por tus amigos? ¿No ves en la posición que me dejas? Tu padre ha sido enviado a la cárcel de Madrid, por el amor de Dios, no estamos en una situación normal. No estoy con mi familia, con mis hermanas, mis padres. Necesito un apoyo a mi lado. No puedes hacerme esto por tus nuevos amigos.

—Ya lo sé, mamá—hablé comenzando a llorar—. Ya lo sé. No me voy a escapar ni te voy a obligar a que te quedes aquí, pero entiéndeme... yo... me da mucha pena irme. Sé que si algún día vuelvo aquí las cosas no serán igual que siempre.

—¿Y si volvemos para cada fiesta que haya? Cuando no haya clase.

Me encogí de hombros. Podríamos hacerlo, pero... ¿me recibirían con los brazos abiertos? ¿Se habrían olvidado de mi para entonces? No soportaría la idea de que una chica nueva hubiese entrado en el grupo y que ya no me quisiesen en él. Aunque, si lo pensaba bien, podría ser yo misma la que conociese a gente nueva y me olvidase de ellos. El solo pensar que eso me podía pasar hacía que me doliese la tripa.

—Volveremos en el día de Acción de Gracias, en España no hay —le dije a mi madre, alzando el dedo índice—. También vendremos en Navidad, al menos para Año nuevo. —ella asintió—. Y también vendremos en verano. Al menos un mes como mínimo.

—Te lo prometo.

Asentí, seria. Sabía que lo más posible era que esa idea no se cumpliese, pero al menos lo teníamos en mente.

Mi madre abrió sus brazos y anduve hasta ella para abrazarla. Ella estaba triste, su marido estaba en la cárcel. ¿Cómo iba a estar bien en un país que no era el suyo, cuando faltaba toda su familia? Aunque fuésemos sus hijos, no podía apoyarse psicológicamente en nosotros. No sería feliz en Outer Banks.

Pero eso no quitaba que en mi punto de vista fuese una mierda todo. Outer Banks siempre se quedaría en mi corazón. Nunca lo olvidaría.

—Venga, hay que salir ya—dijo mi madre, cuando sonó el pito del volante. Asentí y miré una última vez la casa, mientras mis hermanos bajaban las escaleras con las maletas que quedaban.

Joaquín puso su mano en mi brazo y lo apretó, como dándome ánimos. Le sonreí y le di un pequeño beso en su cabeza. Era la persona más buena que había conocido.

—Vamos, Oli—asentí y salí de la casa sin querer mirar de nuevo al interior.

En cuanto salí me sorprendí al ver a los Pogues, esperándome en el exterior. Estaban al lado de la furgoneta de mudanzas, que nos llevaría al aeropuerto junto con todas nuestras pertenencias. Estaban Sarah, John B, Pope, Kiara y JJ. En cuanto me vieron aparecer, los que estaban sentados se levantaron.

Me dirigí hacia ellos mientras mi familia se subía a la furgoneta. Antes de eso, Joaquín abrazó a todos, mientras que ellos sonreían y Pedro le chocó los cinco a todos.

—En realidad me gustabas como cuñado —le dijo a JJ, él rió un poco, y después mi hermano se alejó.

Llegué hasta ellos, y suspiré. En cuanto formé un puchero, Kiara y Sarah se dirigieron a mi rápidamente y me abrazaron. Las tres comenzamos a llorar juntas. Pronto noté más gente que se unía al abrazo, así que supuse que los chicos también estaban contribuyendo al apoyo físico y emocional que necesitaba.

—Prométenos que vendrás a visitarnos —dijo Kiara entre lágrimas.

—Os lo prometo—contesté yo, sollozando—. Vendré todo lo que pueda, os lo juro.

Cuando finalmente nos separamos, John B puso una mano en mi hombro.

—Gracias por ayudarnos, siempre te lo agradeceré —yo le sonreí—. Intentaste encontrarnos aún sin conocernos, eres una buena persona.

—No tienes nada que agradecerme.

—Has sido la mejor persona que podría haber entrado nueva al grupo —dijo esta vez Pope—. Kiara no se quejó en ningún momento.

Todos reímos, incluida Kiara, aunque tuviese la cara mojada por las lágrimas. Era un momento con un sentimiento agridulce. Estaba triste, pero infinitamente agradecida por haber vivido esa experiencia con ellos. A pesar de todo lo malo, recordaría mi estancia en Outer Banks como algo inolvidable.

JJ llegó hasta a mi y me abrazó con fuerza mientras lloraba. Yo cerré mis ojos mientras lo apretaba contra mi, aprovechando los últimos minutos con él. Me dolía el pecho y la cabeza. Odiaba sentirme así.

—Te quiero —me susurró con dolor—. Te quiero muchísimo.

—Y yo a ti, JJ—me dio igual que mi madre y mis hermanos nos estuviesen viendo, seguramente—. Te voy a echar muchísimo de menos.

—No te vayas. Te quiero tanto.

—Te juro que volveré—lo miré cogiéndolo de la cara y lo besé—. Te lo prometo.

—Ten —sacó un papel doblado del bolsillo de su camisa azul marino—. Léelo cuando ya estés en la furgoneta, ¿vale? Léela cuando empieces a olvidarte de mi.

—Eso no pasará.

—Tú léela, y haz eso. ¿Vale?

—Vale.

Él me dio un beso de nuevo y mi madre pitó desde la furgoneta, para que subiese. Todos nos dimos un último abrazo, llorando, y cuando nos separamos me dirigí hacia la furgoneta. Me apoyé en la puerta y los miré una última vez. Les lancé un beso desde donde estaba, y ellos se despidieron con la mano. Todos teníamos los ojos rojos e hinchados.

—¡Adiós!

Entré en la furgoneta y me senté en el asiento copiloto, al lado de mi madre. Ella me apretó la mano con una sonrisa triste y yo la miré de la misma manera. Arrancó y les lancé una última mirada a mis amigos, que se despedían con la mano. Puse mi mano en la ventana y no aparté la mirada hasta que ellos se convirtieron en un lejano punto y las casas los hicieron desaparecer.

No paraba de llorar, y apoyé mi cabeza en el cristal. Mis hermanos no sabían qué hacer. Mi madre decidió encender la radio y puso una canción de country movida para intentar calmar el ambiente.

Entonces decidí leer la carta. La abrí con las manos temblorosas y limpié mis ojos para poder leerla bien.

Olivia,

Esto sonará muy cursi pero creo que dadas las circunstancias es comprensible querer decirte todo lo que siento.

Tengo que decirte adiós, decirte adiós en un día tan triste como hoy. Después de todo los momentos que hemos vivido, aunque hayan sido en un periodo corto de tiempo. De los sentimientos que hemos compartido, no es fácil decirte adiós y ver, sin remedio, que ya no estás a mi lado. Tú, que consigues que todo tenga sentido, que con una sonrisa iluminas mi mundo y haces que todo, alrededor, parezca hermoso. Tú te separas de mi y dejas de nuevo mi corazón huérfano.

No es más que un momento de mucho dolor, quiero gritar que no te vayas y no me abandones. Sin ti, que me ilusionas, me encantas y me llenas de vida, ya no habrá nada ni nadie que consiga levantarme cuando lo necesite.

Pase lo que pase, Japo, yo seguiré esperándote, esperando que un día como hoy regreses y entres de nuevo en mi vida para decirme que no volverás a marcharte nunca más.

Pd; sí, John B y Pope me ayudaron a escribirla. Pero creo que así quedaría más bonita. Sabría que no te creerías que todo esto salía de mi cerebro.

Te quiero.

Reí a la vez que alguna lágrima traicionera caía por mis mejillas. Lo quería tanto.

—¿Estás bien?—me preguntó mi madre.

Vi en la ventana cómo pasábamos el cartel de Outer Banks, cuando entramos nos decía que éramos bienvenidos. Ahora nos despedía con tristeza.

—Estoy bien. —dije con sinceridad, intenté verlo todo de manera más positiva. —Estoy bien.

Quizá las cosas no salen siempre como esperas. Pero... la vida es muy larga, ¿no es así? Nunca sabes lo que te deparará. Yo tuve la suerte de vivir en Outer Banks, y de pertenecer al grupo de los Pogues. Tuve la suerte de conocer a JJ. Igual que tenía la suerte de tener la esperanza de volver a vernos.

—————

¡Hola! Llegamos al final! Pero no os preocupéis, falta el epílogo. ¿Habéis llorado? Si lo habéis hecho no os juzgaré, es normal. ¿Qué os ha parecido? Desahogaos, no pasa nada.

Todos querríamos vivir la experiencia de Olivia. Si os hubiera pasado todo esto pero os tenéis que marchar, ¿cómo habríais reaccionado?

Os recuerdo que tengo mi segunda novela, "Breezeblocks" en mi perfil. Es un fanfic con Rudy Pankow, así que... os animo a pasaros y leerlo. He subido el prólogo y el primer capítulo, estoy terminando el segundo.

Os dejo hasta la próxima actualización. Este no es un adiós definitivo. Cuando suba el epílogo os diré todo lo que tengo que decir, lo cual es bastante. Hasta entonces... ¡muchos besos!

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