ੈ♡˳Sueño hecho realidad- Parte única 🌻

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Hoy era el gran día, por fin había llegado ese momento tan crucial en su vida, por lo que un joven de cabellos largos azabaches no estaba esforzándose en lo más mínimo en disimular su intenso entusiasmo.

—Ya Jungkook-ah, relájate.

La voz de Seokjin, su hermano mayor fue lo que sacó de su ensoñación al menor que se encontraba en los asientos traseros del automóvil familiar de los Jeon.

—¿Cómo puedes pedirme eso Hyung? Estuve esperando este momento desde que terminé mi último semestre en la universidad.

—Lo sé, lo sé...

La sonrisa divertida del rubio no pasó desapercibida para el contrario que lo estaba viendo a través del espejo retrovisor.

—Te graduaste en la universidad más prestigiosa de Seúl en la carrera de administración de empresas, por lo que ahora estás volviendo a Daegu para hacerte cargo del negocio de los abuelos, y de paso, declararle tu amor a un bonito granjero de cabellos castaños.

—Sí. No lo niego, hyung. ¡Y a mucha honra!

Jungkook exclamó con latente orgullo, haciendo reír al joven que estaba en el asiento del piloto, mientras el recorrido a su destino se acortaba considerablemente conforme los minutos iban pasando.

El aspecto exterior del menor de la familia Jeon fácilmente daba impresión de que era un chico rudo, pues al vestir ropa oscura, que algunos tatuajes cubrieran su piel pálida, además de portar varios piercings en sus orejas, labio inferior y en su ceja, haría que cualquier prejuicioso le juzgará de esa manera.

Cuando la realidad era completamente distinta.

A sus veintidós primaveras el azabache seguía conservando un aura brillante, amigable y muy expresiva. Siempre fue muy educado, responsable, respetuoso y jamás se dejó manipular por alguien para que cambiará su forma de ser.

Porque él era feliz cómo era y jamás aceptaría perder su esencia para encajar. Usualmente muchos universitarios cedían a la idea de la gente hueca y superficial, los cuales les incitaban a hacer cosas que realmente no disfrutaban, por ejemplo: beber alcohol, fumar y no aprovechar las oportunidades que la vida les diera para salir adelante.

Y no es que le pareciera mal que de vez en cuando las personas se entretuvieran de la manera que más les gustará, porque también lo hacía, pero a su concepto cada momento de diversión tenía su tiempo. Sin embargo, esto debía ser una decisión propia y no sólo hacerlo para caerle bien a unos cuantos.

Por esa razón, cuando inició su etapa universitaria, muchos de sus compañeros le tacharon como el raro del grupo.

El típico friki que disfrutaba de los videojuegos en lugar de hacer cosas "cool". Pero la opinión de esa gente le daba igual, y le importó mucho menos cuando conoció a más personas con las que podía compartir de sus pasatiempos favoritos.

Porque podrían ser los excluidos del grupo de las personas populares, pero estaban contentos con la compañía y el vínculo de amistad que compartían entre ellos.

Y quizá dejar atrás a esos buenos amigos era lo que más pena le daba a Jeon al tomar la decisión de dejar el moderno Seúl para vivir en la zona rural de Daegu, siendo respaldado por sus progenitores.

Años atrás, en ese lugar fue donde pasó sus mayores aventuras en los verdes campos de sus queridos abuelos, en compañía de su hyung, el chico que se convirtió en su pareja y un tierno niño de piel canela que era el hermano menor del anteriormente mencionado.

Porque desde que Jungkook y Seokjin tenían uso de razón relacionaron a los hijos de la familia Kim como esas personas tan importantes en sus vidas que no querían perder por nada del mundo.

Se conocieron cuando Seokjin y Namjoon tenían aproximadamente unos ocho y siete años respectivamente, mientras Jungkook era un chiquillo de cinco y Taehyung apenas tenía seis años recién cumplidos.

Namjoon y Taehyung vivían a unos cuantos metros de la granja que poseían los abuelos Jeon, con los que vale recalcar muchas veces realizaban trueques cuando de vender sus productos a comerciantes de ciudades aledañas se trataba.

Sin embargo, los infantes pertenecientes a la familia Jeon solo podían compartir con los susodichos cuando iban de visita, ya fuera en las vacaciones de verano, de fin de año o en algún fin de semana en el que sus padres les dieran permiso para trasladarse de la ciudad al campo.

Lástima que como cualquier niño que en su infancia siente que no debe preocuparse por algo más que pensar en una nueva manera en la que divertirse o cumplir con sus estudios, el grupo de buenos amigos tuvo que despertar de dicha fantasía cuando los años empezaron a recordarles que no todo era color de rosa.

Los primeros fueron Seokjin y Namjoon, quienes debían dedicarse con más intensidad a sus estudios para garantizar su ingreso a buenas universidades. Cada uno tenía sus propias metas que cumplir, pero en un día de sus vacaciones de verano, ambos tuvieron el gusto de descubrir que el cariño que se tenían evolucionó a un sentimiento más fuerte como lo era el amor.

Ni siquiera vacilaron ante la idea de volverse novios, y cuando dieron la noticia, las dos familias estuvieron muy felices por ellos y su floreciente romance.

Aunque el sentimiento se multiplicó al doble cuando sus hermanos menores se enteraron, deseándoles mucho éxito en su noviazgo, porque nadie mejor que el castaño y azabache para saber de los sentimientos que mantenían entrelazados a los corazones de sus hyungs.

No obstante, la nueva pareja sabía que no sería fácil mantener una relación a larga distancia. Porque mientras Seokjin vivía su vida día con día en Seúl, Namjoon lo hacía en la tranquila Daegu. Y aunque gracias a la tecnología, tanto ellos como sus dongsaengs podían entablar conversaciones de horas y horas, ya fuera por mensaje o videollamada, no era lo mismo.

Nunca lo sería.

Por eso nadie se imaginó que el mismo destino sería capaz de otorgarles una oportunidad única en la vida al poder estudiar las carreras de sus sueños en la misma universidad luego de dos años de un noviazgo a distancia.

Los enamorados habían estado tan rebosantes de alegría cuando el correo electrónico con dicha información llegó a sus buzones de entrada. Motivo por el cual no se contuvieron de comenzar a planear una vida juntos a raíz de eso.

Ambos eran lo suficientemente independientes, tenían ahorros y contaban con el apoyo de su familia, por lo que no tenían nada que realmente los restringiera de ese deseo.

Así que, poco después de planear adecuadamente un futuro compartido, Namjoon y Seokjin empezaron a convivir bajo el mismo techo de un sencillo, pero acogedor departamento, mientras se embarcaban de la mano a su nueva aventura llamada universidad.

A la par que sus hermanos veían esa hermosa realidad desde lejos, sin tener el coraje suficiente para conversar acerca de los sentimientos que obviamente tenían, pero que por cuestiones personales no podían desarrollarse.

Ya que tanto Jungkook como Taehyung jamás serían iguales a sus hermanos.

¿La razón? Ninguno de ellos podría sentirse bien teniendo una relación marcada por la distancia sabiendo que sus sueños eran completamente distintos el uno del otro. Porque mientras el azabache deseaba estudiar una carrera universitaria, Taehyung no quería alejarse por nada del mundo de su adorada granja, ni de sus animalitos, mucho menos de sus preciados cultivos.

Porque en ellos se concentraba el amor más puro que sentía por la naturaleza y el legado de la familia Kim. La vida de campo era muy difícil, pero el joven de piel canela aprendió a quererla con sus pros y sus contras.

Por eso cuando se graduó de la preparatoria, desistió de la idea de irse a otra ciudad para empezar la universidad. Muchos de sus compañeros le juzgaron por esa decisión, pero el castaño tenía el carácter suficiente como para hacer valer su creencia de que podría defenderse en la vida sin necesidad de tener un título como respaldo.

Estaba más que consciente de que sería difícil.

Sin embargo, era muy trabajador, dedicado y obstinado cuando de cumplir sus metas se trataba.

Quizá existirían muchas lágrimas en el proceso, pero si al final conseguía mantener a su granja como una de las mejores de Daegu cualquier sacrificio valdría la pena.

Eso era lo que más le importaba y le impulsaba a no rendirse.

Y a día de hoy, toda su familia podría afirmar que fue la mejor decisión que su hijo pudo haber tomado.

Por ende, Taehyung estaba muy orgulloso de sí mismo.

No obstante, existía un vacío en el corazón del castaño que nadie más que un joven de ojos de ciervo podría llenar.

Su querido crush con el que fantaseaba el dedicarle las más dulces palabras o las más románticas canciones, pues en ese aspecto tenían gustos musicales iguales vale aclarar.

Un primer amor que sentía jamás podría olvidar por tratarse de su mejor amigo que tristemente vivía en la ciudad.

Tan lejos de él.

Al que no podía tocar, abrazar o besar.

Y cuando conseguía hacerlo era por un tiempo limitado gracias a las pequeñas vacaciones que el azabache se daba para visitarlo en su granja.

Pero lo disfrutaban en demasía, ya fuera jugando videojuegos, viendo películas o dando paseos en los amplios campos. Porque la conexión que experimentaron desde que eran un par de niños era imposible de ignorar o disimular.

El granjero tuvo varios momentos en los que quiso desistir de lo que parecía ser una relación sin futuro. Por más que en cada uno de sus intentos por enamorarse de alguien más, el joven terminaba comparando a cualquiera de sus potenciales pretendientes con el joven de cabellera azabache.

Y eso no era nada justo ni para los chicos interesados en su persona o él mismo.

Eventualmente dejó esa idea a un lado y priorizó su trabajo en la granja, ya fuera en las cosechas o en las demandantes ventas.

Por lo que Taehyung no se hacía ni una idea de que su platónico estaba a nada de hacerle una propuesta que cambiaría sus vidas para siempre.

🌻

Cuando Jungkook arribó a la casa de sus abuelos, después de que su hermano le diera un abrazo deseándole las mejores de las suertes, no perdió mucho tiempo en arreglar su equipaje. Como pudo acomodó algunas de sus prendas en los cajones y compartió una breve charla con los ancianos a los que quería tanto.

Después de recibir el mensaje que había estado esperando, se despidió de los susodichos tras ser cálidamente animado, para finalmente ir en búsqueda de su adorado castaño, pues conocía de sobra cuales eran sus horarios.

Esperando que no fuera demasiado tarde para concretar una resolución a sus reprimidos sentimientos.

Una hora antes, Taehyung estaba terminando de recoger algunas de las zanahorias que pensaba ir a dejar al puesto que su familia poseía en el mercado local para que sus padres se encargaran de venderlo como ya era costumbre. No teniendo la más mínima idea de que sus progenitores serían cómplices de la sorpresa que Jungkook le tenía preparada.

El joven de piel canela dejó las grandes canastas en su vieja -pero funcional- camioneta e ingresó a su casa para darse una ducha rápida con la que se quitaría el sudor acumulado por una mañana bajo el sol, con solo una pausa para almorzar un poco de kimchi preparado por sus queridos abuelos, quienes esa mañana habían partido a la casa de unos familiares para regalarles un poco de sus cosechas.

Por lo que se podría decir que su hogar estaba siendo cuidado únicamente por él.

Sin embargo, en la noche tendría que repetir el proceso, porque luego de dejar su carga de frescas zanahorias, volvería al campo a recoger la nueva cosecha de deliciosas fresas.

Y así sucedió, los señores Kim le agradecieron como siempre hacían por su gran esfuerzo, pidiéndole que volviera de inmediato a la granja.

Aquel pedido le pareció un tanto extraño por la manera tan insistente en la que los mayores se lo dijeron. Ya que sus abuelos ni siquiera se encontraban en su hogar como para que tuviera que estar mucho más al pendiente de volver pronto a casa. No obstante, el primogénito de los Kim prefirió no darle tanta importancia y hacer caso a lo dicho por sus padres.

A fin de cuentas, debía seguir trabajando hasta que el sol desapareciera por el vasto horizonte.

Poco después de que Taehyung desapareciera del campo visual de sus progenitores, la madre del castaño tomó su móvil y envió un mensaje de aviso al joven de piel nívea que estaba atento a su señal para emprender su trayecto a los terrenos que le pertenecían a los Kim.

Era ahora o nunca.

La mayor ventaja era que le quedaba my cerca, así que para el azabache no fue complicado llegar al lugar y comprobar que su chico de su sonrisa cuadrada ya se encontraba ahí, pues la camioneta estacionada a un costado de su hogar delataba ese hecho.

"Justo a tiempo".

Fue lo que Jeon pensó con auténtica ilusión, sintiendo sus manos picar por el nerviosismo.

El azabache se alentó internamente antes de ir con decisión hacia el joven de piel canela que diligentemente recogía las fresas de los arbustos que tenía a su disposición. Colocándolas en una canasta que al día siguiente se encargaría de llevar hasta el puesto del mercado.

Guardando algunas para hacer su deliciosa mermelada, la cual amaba comer con el pan que su madre adoraba preparar.

De solo pensarlo se le hacía agua la boca.

No obstante, antes de que pudiera continuar fantaseando con ese sencillo manjar de los dioses, el granjero vio de reojo como alguien se estaba acercando a paso rápido.

Cuando levantó el rostro para enfocar de quien se trataba, casi suelta las fresas que tenía en manos enguantadas por la impresión que le causó.

—¡¿Jungkookie?!

—TaeTae, hola. - Jungkook se ubicó a su costado, manteniendo esa sonrisa tan tierna que le recordaba a un conejito—. No sabes lo feliz que estoy de verte.

—Y yo, pero ¿qué haces aquí? —interrogó, quedándose con sus manos vacías al poner los frutos en la canasta a su costado—. No me lo esperaba para nada.

—Lamento no haberte avisado más antes, quería que fuera una sorpresa.

—Sin duda lo fue. No nos vemos desde hace aproximadamente tres meses. Ya me estaba haciendo a la idea de que nuestro reencuentro sería por las festividades de diciembre.

—Solo quise adelantar un poco las cosas—confesó, mientras llevaba su mano hacia el rostro ajeno—. Quiero abrazarte, pero ya sé que cuando estás trabajando no te gusta que lo haga...

—Justo comencé, así que no hay problema.

—¿Entonces puedo hacerlo?

—Antes de eso deseo que me digas la verdadera razón por la que estás aquí. ¿Acaso mi hermanito también está acá?

El rostro de su hyung se iluminó ante la idea. Por lo que Jeon no pudo evitar sentirse culpable por hacerle creer algo que nada tenía que ver con su inesperada presencia.

—No. Lamento decepcionarte Tae.

—Ya veo...

La desilusión fue inevitable.

—No me pongas esa carita—pidió el menor con un puchero, acariciando esa mejilla de pan que tanto deseaba besar—. ¿Ya te he dicho lo lindo que te ves usando esos sombreros de paja?

—Incontables veces—aseguró, rememorando que se había vuelto una costumbre por parte del azabache halagarle cuando los usaba. Aunque para Taehyung fuera de lo más banal porque siempre los usaba para protegerse del sol—. Y te lo agradezco, pero no me cambies el tema, Jungkookie.

—Lo siento, tu belleza siempre sabe cómo deslumbrarme.

—La belleza de un simple chico de campo.

—Del más hermoso chico de campo—aclaró, dedicándole la mirada más suave al granjero que tenía frente suyo—. Y no acepto opiniones distintas.

—Cada que vienes te pones más coqueto, ¿eh? —lo molestó, ladeando su cabeza por la caricia que estaba recibiendo—. A este paso deben de estarte lloviendo los pretendientes.

—No te creas. Y si hay alguien rápidamente le hago saber que no estoy interesado.

—¿Y eso por qué? Mereces que un alguien te dé mucho amor.

—Lo sé, pero no he tenido oportunidad hasta ahora de poder conversar con la persona que más me interesa que me corresponda.

—Oh, ¿en serio?

Que Jungkook afirmara aquello fue como un balde de agua fría cayendo directamente a su rostro. Porque el hecho de que él se mantuviera sin ningún interés romántico no impedía que fuera el caso contrario para el joven de cabellos azabaches.

Era imposible si se trataba de alguien tan encantador como él.

Eso sí, le dolería bastante cuando le presentará a su pareja, pues sabía sobra que desde ese momento ese tipo de complicidad coqueta que tenían debería desaparecer para no incomodar al susodicho.

Ya que por más que tuvieran ese tipo de jugueteo, eso no significaba que Jungkook le correspondiera.

—Sí, así que ya deberías decirle que me dé una oportunidad.

Jeon iba a por todas. Ya mucho tiempo se estuvo callando por lo que no dudaría más.

—¿Acaso lo conozco?

Su semblante triste cambió por uno de sorpresa. Su mente trabajó lo más rápido que pudo buscando a los candidatos. ¿Podría tratarse de Yugyeom o de Jieun?

¿Esos amigos que conocían desde hace tiempo porque sus familias también tenían terrenos en el sector?

Puede que sí, y si no era ninguno de ellos, no tenía la más mínima idea.

Sin embargo, por más confusión e incertidumbre que embargará el rostro ajeno, el tatuado tenía presente que seguramente la cabecita de Kim ya estaba elucubrando varias teorías que nada tenían que ver con lo que estaba confesando.

Su chico bonito siempre prefería hacerse ideas locas antes de analizar lo obvio, pero así lo amaba mucho.

—Lo conoces de sobra—Jeon alejó su mano, sorprendiendo al mayor que estaba muy a gusto sintiendo su tacto—. Pero por tu cara me puedo imaginar que estás más perdido que aguja en un pajar.

—Por favor ilumíname.

—Haré una cosa mejor.

El castaño le analizó intrigado por la confianza que desbordaba su voz. No obstante, su vista se dirigió del rostro de Jungkook hacia su mano que descendió hasta las fresas que estuvo recolectando antes de que llegara. Tomó una de ellas, llevándosela a la boca para darle un suave mordisco bajo la mirada atenta de su hyung.

—¿Qué...?

Y sin pensárselo dos veces, el azabache se inclinó lo suficiente para adueñarse de los labios de Kim. Fue un beso corto, pero preciso. Duró el tiempo suficiente como para que el sabor de la fresa se impregnará en los belfos de ambos.

Aunque Jungkook no creyera que el increíble sabor de la boca del castaño se debiera solamente al fruto rojo que comió.

Cuando se separó, el joven de piel nívea quedó muy satisfecho con el sonrojo que su atrevimiento había causado.

—Sí, en definitiva, es igual de dulce que una fresa recién cosechada.

—¿Yo soy tu interés romántico?

Por más que la pregunta estuviera de sobra, Taehyung quería asegurarse de sus palabras por más alborotado que se encontrará gracias a la mágica sensación de ser besado por el menor.

—¿Debo repetir el beso para que quede más claro?

—Tengo un plan mejor.

El granjero le sonrió ladino y se lanzó sobre él para atacarlo a besos. Jeon ni siquiera se quejó al ser víctima de los mimosos gestos por parte de su encantador hyung.

Sintiéndose pletórico por ser correspondido con la misma intensidad.

Sí, su sueño se estaba haciendo realidad.

Minutos después, cuando la luz solar se volvió tan molesta para la pareja, el tatuado ayudó a Taehyung a cargar la canasta con fresas y se dejó guiar hacia el hogar del susodicho para tener una conversación acerca de lo que sucedió entre ellos.

Disfrutando de la tranquilidad que le generó al castaño saber que contaba con el permiso de sus padres para pausar su trabajo gracias a la aparición de Jeon.

Cuando los viera les agradecería por ser los mejores padres del mundo.

El par de enamorados se sentó en uno de los sofás de la acogedora sala, siendo Jungkook el que explicara a detalle lo que sería su nueva vida en Daegu.

Kim no daba crédito a lo que escuchaba, pues jamás imaginó que el menor quisiera alejarse de la ciudad en la que nació y creció. Ya que, a palabras de Jeon, el ambiente en aquel lugar no se podía comparar al que tenían en la ciudad natal de Taehyung.

No obstante, se alegraba inmensamente de poder tenerlo a su lado a partir de ahora.

—Ya hemos esperado mucho. Y créeme que confió ciegamente en que podremos tener una linda relación, TaeTae.

—Yo también lo creo, Kookie. A fin de cuentas, ninguno de los dos se arriesgó porque no creíamos poder mantener una relación a distancia como nuestros hermanos.

—Exactamente, pero lo importante es que nuestros sentimientos no han cambiado ni con el pasar de los años.

—No podría estar más de acuerdo, cariño.

—Créeme cuando te digo que me acostumbraré muy rápido a los apodos lindos, osito.

—Recuerdo que así me llamabas cuando éramos niños. Es demasiado dulce.

—Como tú—Jungkook besó la frente de Taehyung y este lo abrazó con fuerza, acomodando su rostro en su hombro—. No sabes cómo le rogué al cielo para que no te enamoraras de nadie.

El menor aprovechó a dejar caricias en la espalda de su hyung, quien se sentía tan adormecido con ese gesto tan cálido.

—Sé que suena egoísta, pero quería confiar en que este sentimiento que nos rodeaba podría ser lo suficientemente fuerte hasta que nuestro momento llegará.

—Y llegó, de la manera más bonita e inimaginable—confirmó el castaño, sin querer moverse de ese cómodo lugar—. En serio me siento como en un sueño del que no quiero despertarme.

—Con la diferencia de que no vas a despertar, amor—. se separó un poco para levantar esa carita que se quería comer a besos, empezando por su nariz, pasando por sus mejillas y mandíbula hasta alcanzar su frente—. Gracias por permitirme disfrutar de la vida del campo que tanto te gusta, novio.

—Es un placer, Jungkookie. Pero...

—¿Pero?

—No recuerdo que me pidieras ser tu novio—bromeó y Jungkook palideció al instante como si hubiera visto un fantasma—. Solo estaba jugando, no te preocupes.

—Soy un tonto, perdóname TaeTae.

Jeon se disculpó, inundado por la vergüenza de ser tan despistado.

—Pero eres mi tonto, y no importa porque yo te lo puedo pedir también—aseveró, iniciando un fuerte contacto visual con el chico—. ¿Quieres ser mi novio Jungkookie?

—Me harías el más feliz del mundo—le guiñó un ojo con coquetería—. Claro que sí.

—Listo, entonces ahora permítele a tu novio reclamar los besos que deseó por tantos años.

—Será un honor, pero antes de eso quiero que recibas este regalo.

El tatuado sacó una cajita de terciopelo su pantalón, abriéndola bajo los orbes brillantes del mayor.

—No debiste, cariño.

—Claro que sí, con este presente pretendía pedirte que fueras mi pareja, pero ya que te me adelantaste...

—Te amo—soltó sin más, acelerando el corazón del azabache—. Eres lo mejor que me pasó.

—Yo también te amo, Tae. Prometo hacerte muy feliz.

—Nos haremos muy felices mutuamente, Jungkookie.

El mencionado asintió suavemente, recibiendo la mano del castaño para colocar la pulsera de plata con un dije de corazón en color verde que iba combinada con la suya que poseía uno en tono morado.

—Quedó perfecta.

- Como la persona que me la regaló—el mayor confirmó, robándole un beso a su conejito—. Ahora es mi turno.

Y el proceso se repitió, mientras Jungkook disfrutaba de sentir su muñeca siendo envuelta por el fino brazalete que su chico le estaba colocando.

—Esto simboliza la promesa de disfrutar de esta nueva etapa como pareja, Tae.

—Y también el poner todo de nuestra parte para hacerlo funcionar.

—Ya lo creo, amor mío.

Taehyung sonrió en grande por el apodo, provocando que el azabache también sonriera.

—Pero una promesa merece ser cerrada con un beso—dijo, haciéndole acuerdo del pedido que Kim hizo minutos antes—. ¿No lo crees?

—No solo con uno, con varios—admitió entusiasmado—. Así que ven por ellos.

El azabache ni corto ni perezoso tomó a su enamorado por las mejillas, atrayéndolo en un beso cargado de ese amor que por fin podían profesarse.

Sellando el juramento de un romance que nació en el campo y que con el pasar de los años continuaría fortaleciéndose gracias a los buenos sentimientos de parte de los involucrado.

Por lo que es de ser, será. Ya que desde niños inocentemente entregaron su corazón a la persona que los complementaba a la perfección.

Y aunque ambos tuvieron que esperar por varios años y estar separados por una larga distancia, ni siquiera eso les afectó, porque cuando hay amor verdadero el tiempo siempre sería lo de menos.

Fin 🌻

Gracias por leer, espero les haya gustado mucho esta tierna historia que nació de mi inspiración hacia un fanart que vi tiempo atrás. No olviden seguirme en mi cuenta de inkspired, donde subiré one-shots exclusivos de dicha plataforma, me encuentran con el mismo user de aquí. Nos leemos pronto, cuídense mucho. 

-Shiro🌙

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