El sadomasoquismo en Justine

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Justine o los infortunios de la virtud, obra del llamado Marques de Sade, es un texto polémico a más no poder por donde la veamos, junto a toda la obra literaria del autor, no por nada fue prohibida y censurada por la Iglesia católica junto al resto de sus obras. La novela nos narra sobre Justine, una joven que quedó huérfana y que hará de todo para sobrevivir en las calles del París del siglo XVIII, pero sin enterarse de todo el infierno en todo el sentido literal de la palabra que tendrá que pasar en toda la obra. La obra es polémica por contener muchas escenas de sexo violento, del llamado sadomasoquismo, además de escenas donde se presencian homosexualidad, tríos y orgias junto a toda clase de parafilias raras como coprofilia. Fue tan polémica en su época, que se dice que el propio Napoleón Bonaparte arrojo un ejemplar del libro a su chimenea, asqueado al leer semejante abominación según sus propias palabras.

A pesar de los detalles escambrosos nombrados, la obra conserva una gran originalidad respecto a otras obras de la época. El sadomasoquismo presentado en Justine no solo consiste en humillar, maltratar física y psicológicamente, forzar y abusar de una pobre e inocente joven que ha quedado huérfana y que no sabe dónde está su hermana y que trata de mantener su virtud por encima de cualquier otra cosa, también consiste en romper la cordura, inocencia, pureza y sensatez de la joven a medida que avanza la obra, en niveles demasiados bizarrescos, donde es sometida a diversas torturas y parafilias de todo tipo por diversos enfermos sexuales, todo esto con la condición que sus malévolos y macabros prestamistas obtengan su ansiado placer sexual, y que esta pueda sobrevivir en ese mundo, a costa de la pureza e integridad física y mental de la chica.

La sociedad presentada en Justine es una sociedad enferma y que esta maldita en más de un sentido, donde depravados sexuales se aprovechan de cualquier cosa inocente para obtener su depravado y extraño placer sexual, a coste de la cordura e integridad de una persona inocente, sea del género o edad que sea, no dudando en someterla a las más extrañas parafilias y torturas psicológicas como mentales con tal de obtener placer sexual, al punto de hacernos preguntar si la sociedad francesa del Siglo XVIII era así realmente o si solo es pura exageración de su autor. El sadomasoquismo siempre fue una característica común y que siempre se encontrara en toda obra de Sade, pero en Justine toma un nuevo enfoque aterrador y bizarro a la vez, que hace preguntarnos qué pensaba Sade al escribir la obra, o si estaba demasiado excitado o extasiado, o quizá las dos cosas, al imaginar cómo sería su nueva obra, que escribió justo lo que pensaba.

Donatien-Alphonse-François, mejor conocido como El Marqués de Sade, siempre fue una persona extraña, describiéndolo así sus compañeros y amigos que hizo en toda su vida, y a pesar de tener un carácter caballeroso y formal, Sade siempre tuvo gustos sexuales extraños, cosa que recalcaron muchas veces sus conocidos y amigos a pesar de la amistad forjada, incluso se le acuso de maltratar y violentar a una de sus esposas y una sirvienta, y de otros crímenes como homosexualidad, que era un crimen en ese entonces, pedofilia, zoofilia, etc., además de sufrir de constantes ataques de ira. Sea como sea, Sade creo una obra, bizarra, pero obra al fin y al cabo, que reflejaba claramente sus grotescos y extraños deseos sexuales en una sola pieza, plasmados esta vez en una joven inocente, aunque escribir la obra le costó pasar todo el resto de su vida en un asilo.

Justine es una obra que refleja lo podrida que puede llegar a estar una sociedad según Sade. Una sociedad que se aprovecha de la debilidad de algunos, para que otros obtengan placer a costa del dolor y sufrimiento de la persona, no importándoles si es una niña o una persona adulta, cosa no muy distante a nuestra sociedad y realidad actual, o la de diversos países aun retrógrados en el mundo, sobretodo en el mundo islámico, sin ofender a quien sea de esa religión. Aunque claro, Sade mejoro aún más su sadomasoquismo literario en los 120 días de Sodoma y sus obras posteriores, siendo Justine sola la punta de su bizarro y mórbido pastel. No por nada, Sade es el creador del sadomasoquismo, tanto literario, como real.

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