Retrato de la Amazonia en El Hablador

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Una de las obras principales de Mario Vargas Llosa, llamada el Hablador, nos traslada a uno de los rincones menos explorados y conocidos no solo del Perú, sino de toda Sudamérica, y Latinoamérica hablando generalmente, el Amazonas. La historia inicia y acaba con una fotografía de "un hablador" rodeado de indios machiguengas, pensando el narrador que este hablador puede ser su ex amigo Saúl, alias Mascarita por una gran mancha en su rostro, tras que adquiriera una identidad totalmente apegada a estos, primero estudiando derecho solo por darle gusto a su padre, pasando por la Etnología al sentir una profunda atracción por la nombrada tribu, a pesar de la clara oposición de su padre. Como consecuencia, Mascarita relata diferentes historias relacionadas con la cosmogonía y la mitología machiguenga.

Los machiguenga son una etnia que habita porciones de la Amazonía peruana al sureste del Perú, entre los departamentos del Cuzco en la sierra y de Madre de Dios en la selva peruana, en las cuencas de los ríos Urubamba, Picha, Camisea, Timpía y Manu, hablan el idioma homónimo que forma parte de las lenguas de la familia arahuaca, uno de los principales grupos lingüísticos de la selva peruana. Actualmente, tanto su gente como su idioma están en peligro de desaparecer por las constantes reubicaciones y deforestación del área.

A todos los habitantes del pueblo se les llama Tasurinchi en la novela, por el motivo que todos carecen nombre propio realmente, también se nombra a otros como los Seripigari, Kashiri, Kientibakori y los kamagarini. Todas sus vivencias e historias giran en torno a su vida, algunas le suceden a él directamente, otras le son contadas por los Tasurinchi. Historias como la del machiguenga que es picado en la punta del pene por un kamagarini, la de las luciérnagas, la del hierbero y la del machiguenga que se convierte en venado, todas son narradas por él, asignándosele así el nombre de "Hablador".

Como vemos, la amazonia peruana es el principal escenario de la novela, desarrollándose casi toda la trama principal en esta región, sobre todo cuando el llamado "Hablador" hace acto de presencia junto a los machiguengas al relatar sus historias. La novela de Vargas Llosa da descripciones muy precisas como curiosas sobre la tribu del lugar, principalmente por parte del Hablador, nombrándose varios elementos que componen la idea que se tiene de una tribu indígena, o lo también que se conoce como nación pequeña.

Una nación pequeña es una idea de los llamados Estudios Culturales, usándose principalmente para tribus o pueblos, generalmente indígenas, semi aislados o aislados totalmente, que están repartidos en uno o más países, como los machiguenga en nuestro caso. Entre sus características principales está el tener una identidad propia que se ha modificado solo parcialmente pero nunca de manera total, como pudiendo haberse conservado totalmente al no tener ninguna intromisión del exterior. Igualmente, deben tener un territorio, sea grande o chico, como repartido en varias partes, donde practiquen sus expresiones culturales y tradiciones.

Por ejemplo, diversas hierbas mágicas con varios usos, principalmente medicinales, dioses, diosecillos y seres fabulosos del panteón de los machiguengas como el Jehová Tasurinchi, que curiosamente guarda grandes parecidos con Jesucristo, abriendo la posibilidad que la tribu ya haya tenido un pequeño contacto con misioneros cristianos, y Gregor Tasurinchi, que se convierte en un insecto, los grandes ejércitos de los Demonios del malvado espíritu del mal Kientibakori, como un laberinto de ríos, para los machiguengas, cuyos nombres nadie recuerda. Todas estas características recuerdan mucho a la corriente literaria del Indigenismo, que representaba al entonces mundo andino de una manera muy similar a la Amazonía con los machiguengas, con seres mágicos y dioses poderosos, junto a entes demoniacos y lugares exóticos como fascinantes.

Obviamente, también están representados los partos, matrimonios y funerales de la tribu, especialmente esto último durante la llamada "Fiebre del caucho". La Fiebre del caucho fue un fenómeno social y económico que se desarrolló entre 1879 y 1912, y experimento un breve renacimiento entre 1942 a 1945. Ocurrió en los países sudamericanos con territorio amazónico como Perú, Brasil, Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela. Surgió con la extracción y comercialización del nombrado elemento. Es considerado actualmente un periodo neo colonizador, ya que atrajo riqueza y causo profundas transformaciones sociales y culturales en la amazonia, dando un enorme impulso a la modernización de varias ciudades selváticas como Iquitos en Perú, y Belém y Manaos en Brasil.

Sin embargo, este periodo también poseyó su lado oscuro, usándose a casi todas las tribus indígenas, como a los machiguenga en la obra, en mayoría de los casos como trabajadores forzados en condiciones infrahumanas, rayando en la esclavitud, haciéndose referencia de este hecho por parte de los machiguengas en la obra, llamándolo "El tiempo de la sangría de los árboles", no solo por el caucho que sale naturalmente de los árboles, que a simple vista parece sangre para cualquiera, sino por las muertes y posteriores funerales de varios de sus miembros como se mencionó anteriormente.

Concluyendo, la Amazonia en El Hablador es representada como un lugar místico y mágico, casi de un modo similar a los Andes en su momento bajo el Indigenismo y sus diferentes representantes, reflejándose en la cosmología y tradiciones de la tribu machiguenga, como representando bajo su visión el trágico periodo económico y social de la Fiebre del Caucho, que tomo la vida de varias de las personas de su tribu como de muchas otras, al llamarlo El tiempo de la sangría de los árboles, tanto al creer que los árboles sangran, como por los muertos de su tribu.

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