El castillo de Esmeralda, no es el más grande de la región, ni el más rico, pero es muy amado por la ciudad amurallada a su alrededor llamada Emerland.

Se puede ver que se abren las puertas de la ciudad, los ciudadanos salen a recibir a la familia noble que administra el lugar, los Runestone; regresan de la capital por la boda de la segunda hija con un príncipe, se los pueden ver orgullosos mientras avanzan por la avenida principal, saludando y recibiendo una gran bienvenida.

—ahí esta— un joven se trepa a un árbol para ver, observa a el cabeza de la familia está junto a su esposa, seguido de su primogénito y su cónyuge, y de última está quién roba su atención —Felicia—

La más joven de las hijas de su señor feudal, con su piel inmaculada y pálida, cabello dorado y largo hasta la cintura, con un hermoso vestido verdoso que representa su casa, y sin duda, la característica que la apodo la "bendita esmeralda" son unos ojos verdes que se creyó un rasgo perdido que poseían sus ancestros, algo que fue tomado como un milagro.

—ojala voltearas a verme— súplica al aire, en eso los Runestone entran al castillo Esmeralda, perdiéndose de vista —que pena—

—¡oye!— un anciano que lleva una pala lo llama desde abajo —¡deja de soñar despierto, Alan!—

—¿ah? ¡perdón, ya bajo!— salió de sus pensamientos para desender del árbol con gran agilidad, colgándose de las ramas y llegando al suelo como si fuera normal —perdon abuelo, yo solo quería verlos—

—je je je no sabes mentir, Alan— habla con sarcasmo el viejo —ya te dije antes, no te des ilusiones, Lady Lluvia está fuera de tu alcance, nuestra familia cría caballos y eso ni siquiera nos da suficiente riqueza para estar al nivel de la realeza—

—lo se— agacha la cabeza el joven.

—oye... anímate, que te presentaré a una señorita con la que harás grandes cosas—

—¿enserio, donde está, quién es?— se llena de expectativa.

—esta justo aquí, te presento a la señorita pala— le pasa el objeto.

—oh... ya la conocía, abuelo, muy gracioso— dijo con sarcasmo —¿qué grandes cosas haré con ella?—

—limpiar los establos por supuesto jajaja—

Con buen humor, ambos se dirigen a casa para seguir con la rutina diaria de siempre, sin saber que destino les espera, y que pronto dará un giro inesperado.

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