Lock, el pura sangre, solo podía ver como caía junto Leowen sin remedio, había calmado sus nervios y al parecer el chico también, y todo gracias a la conexión que sentía con el chico, mas allá que una mera conexión típica de corcel y jinete, podría sentir sus pensamientos. Lock no necesitaba ni los gestos, ni oír la voz de Leowen solo oír el aleteo de su corazón y seguirlo.

—¿¡Pero como un pura sangre podía perder los nervios de esa manera, por un simple topo!?— no paraba de decirle Heart desde su cabeza.

Lock a veces odiaba tenerla ahí, en su cabeza, como una voz que le cuestionaba todo, pero que mas daba, precipicio abajo iban a morir los tres: el recién estrenado corcel del chico, el pobre chico y esa repelente voz que tenia en su cabeza. Era su fin o eso creían ellos justo antes de que una mezcla de lodo, roca y musgo los atrapara.

Aunque ellos no lo sabían Eraknor había conseguido su objetivo, y que fuera el Sagrädo que representaba el elemento tierra, había sido todo un acierto desde el punto de vista de Eraknor.

Lock, el pura sangre, abrió los ojos, no sabia cuanto tiempo había estado inconsciente, pero se alegro de ser el primero en despertarse y no por el contrario la vozecilla molesta que parecía haber conseguido calmar.

Esa alegría se esfumó al no notar a su lado a Leowen, y si notar toda cada una de sus lesiones: contracturas, huesos rotos y un dolor insoportable, cuando iba dejar que los dioses se lo llevaran, cuando iba a dejar de luchar por su miserable vida de una vez por todas, cuando iba a aceptar su destino, alguien le lanzo agua a los ojos.

—¡Kheraton! ¡Alhara! ¡despertad! no puedo llevaros conmigo el chico me necesita— dijo Lord Shoan Ignorosc poniendo su mano junto al pecho del Pura sangre. —Vamos Kheraton deja que ella te ayude, ya sabes como, cuidaros el os necesita.

Y así fue como nuestro pura sangre vio a Shoan marcharse por ultima vez.
Ya no se llama Kheraton ahora él se llamaba Lock y ella Heart no Alhara, juntos eran el sargento Lockheart así los llamo el chico y ellos se sintieron por fin bautizados,  por fin con identidad propia  como una propia unidad.

Nuestro Jinete de larga melena no vio nada de lo que siguió después de inmediatamente de verlos caer.
Bajo de su corcel, se recogió la melena con uno de sus recuerdos de su viaje y continuó ladera abajo, oyó algunos gritos, noto como la tierra temblaba bajo sus pies. Sintió la sensación del uso de magia, signo de que ese desastroso topo solo podía ser como no Eraknor, ya había distinguido su aura cuando emergió de la nada pero no le había prestado mucha atención al ver al chico de nuevo.

No podía parar de pensar en Leowen, estaba mas alto y se le veía sano, sin duda ellas lo habían cuidado bien, no podía remediar lamentarse haberse ausentado tanto tiempo, y removía en su interior muchas emociones verlo de nuevo. Pero debía encontrar a su hijo, porque si en las tierras de Alähba había averiguado el sexo de la criatura, y algo le decía que estaba cerca, que estaba a punto de encontrarlo y ahora ya no estaba solo, jinete y corcel volvían a estar unidos

En las sombras de los árboles nuestro jinete vio la silueta de un hombre que tras acariciar al sorprendente pura sangre cogió a Leowen y se fue corriendo. Cosa que agradeció a ese hombre y cuando estaba planteando seguirlo o no, no pudo evitar no apartar la vista de la increíble y sádica transformación que estaba sucediendo a unos pasos de él.

El pura sangre tenia ataques espasmódicos a la par que la sangre brotaba por todas partes, se oían crujidos terribles, sin duda procedentes de la rotura de huesos, no sabe bien como y cuando pero el jinete vio como emergió una silueta de una mujer joven cuando pudo verla claramente el pura sangre ya había desaparecido.

Se acerco, ella estaba completamente herida e apenas podía abrir los ojos. Nuestro jinete con un silbido llamo a su blanco corcel que emergió a los minutos de entre las sombras, cogió la manta y cubrió a la chica desnuda antes de cogerla en brazos y subirse a la montura de su corcel

Heart justo antes de perder el conocimiento y dejarse llevar por el balanceo de trote, oyó como el caballero que la tenia en brazos le susurraba:

—Tu secreto conmigo esta a salvo.

CRÓNICAS  DE ZEEHÏRO