Adrian y Amy caminan en silencio hasta el auditorio de la escuela. Después de que ambos se abrazaran y reconocieran el cuerpo del otro, no pudieron dejar de sentir cierto fulgor en el pecho. Se trataba de punzadas en el corazón, como si de repente algo estuviera naciendo dentro de ellos, algo muy especial y único. Algo así como el amor.

Lo cierto es que desde que Adrian se enteró que Amy estaba enamorado de él, no pudo evitar sentir curiosidad por ella. Sobre todo porque quería saber quién era aquella chica que se escondía detrás de su cuerpo y de esa sonrisa hermosa. Sin querer, Adrian estaba empezando a abrir su corazón de una manera que jamás hubiera imaginado. Pues, ¿por qué querer a Amy? No lo sabía, y por eso llegó a la conclusión de que el amor no es algo que se explique.

Aún con cierta incomodidad, Adrian y Amy se adentran al auditorio para iniciar con aquel dichoso ensayo. Como ellos bien lo saben, necesitan hacerlo excelente si es que no quieren reprobar con la señorita Parks.

Así que cada uno llega al almacén y toma el instrumento que sabe tocar. Amy lleva con mucho cuidado el chelo hasta el escenario y Adrian toma la guitarra para comenzar a afinarla. Ambos se dan cuenta que al estar en el cuerpo del otro, sus manos son diferentes y en cierto punto un poco torpes con lo que están haciendo. Pero cuando se acostumbran a la situación ambos se quedan en el escenario para mirar todas las sillas.

Amy comienza a sentir un vacío en el estómago, ese es el vacío que siempre tiene cada vez que sube a un escenario. Por el otro lado Adrian se siente muy emocionado por pensar en tocar frente a tantas personas. Ambas almas atolondradas buscan la paz a través de sus instrumentos.

—¿Estás lista? —pregunta Adrian mientras mira fijamente a Amy. Claro que eso provoca que sus manos comiencen a sudar un poco, pero las agita para que el aire seque las diminutas gotas de agua que llenan de rocío sus manos.

Amy medita por unos momentos en esa pregunta, ¿de verdad está lista? Hace mucho desde que ella no toma un chelo, así que comienza a sudar. Y no ayuda nada el hecho de que las luces calientes del escenario comiencen a pagarle factura. Por lo cual decide sentarse en la silla que ha traído y se acomoda el chelo entre las piernas.

Tarda unos cuantos segundos en comprobar que el chelo esté afinado y Adrian se da cuenta que ella esquiva su respuesta. Incluso nota la fina capa de agua que comienza a salir en su frente.

Adrian no puede evitar sonreír al darse cuenta de lo concentrada que está Amy con su chelo y una sonrisa boba sale de sus labios. De repente Amy eleva la mirada y descubre al chico observándola fijamente. Los nervios le aumentan pero sobre todo las mariposas en el estómago. Por un momento piensa que ha olvidado tocar el chelo pero sacude la cabeza evitando esa idea.

Así que, para poder concentrarse y no arruinar este momento, Amy cierra los ojos y piensa bien en lo que está a punto de hacer. Cuando siente que su cuerpo está dispuesto a provocar una nota musical, lanza un suspiro y le devuelve la mirada a Adrian.

(Escuchar canción en multimedia)

—Ahora sí estoy lista —sentencia con el corazón latiéndole a mil. La emoción de tener a Adrian y un chelo cerca de ella la hacen sentir muy feliz, incluso regocijada.

Así es como ella comienza a deslizar las cuerdas entre sus manos provocando que todo el lugar se llene del bello sonido de su chelo. Desde la primera nota Adrian se da cuenta de que la piel se le eriza. Cada movimiento y desplazamiento hacen que los oídos de Adrian se sientan en el cielo. Simplemente es algo hermoso, es algo excelso.

Su atención se ve aún más clara cuando deja cualquier pensamiento de lado y se concentra en lo que está haciendo Amy. El movimiento de su muñeca y dedos hacen que Adrian note que su corazón se acelera. La música tiene ese efecto, y sin duda puede unir cualquier corazón.

Tanta adrenalina se acumula en las piernas de Adrian que comienza a caminar al rededor del escenario, deteniéndose en puntos muy específicos, sobre todo frente a Amy para ver lo que está haciendo. Y cuando llega a su lado, el chico se queda viendo embobado a la rubia.

Él había escuchado antes el sonido de un chelo, pero esta ocasión era algo diferente, era como si todo se detuviera. Era como si el mundo solo fuera de ellos dos. Por un momento siente que está flotando en el vasto universo.

Cuando Amy termina él no puede evitar sentir un vacío en el corazón. Aquellos minutos para él fueron como estar en un trance. Y sin pensarlo muy bien comienza a aplaudir frenéticamente.

En el momento en el que Amy se da cuenta de lo que está pasando, sus mejillas se quedan más que ruborizadas. Saber que a Adrian le ha encantado su música la hace sentir muy especial y sobre todo feliz.

—¿Cómo Amy? ¿Por qué nunca habías tocado para mí? —pregunta Adrian mientras ve a la chica que ahora vive en su cuerpo.

—Porque nunca me lo habías pedido —explica ella con una sonrisa. Le encanta ver a Adrian confundido, pero sobre todo adora verlo reír.

Ambos se miran fijamente y es en ese momento cuando algo diferente ocurre, es como una explosión, es como si de repente el aire se llenara de un perfume. Adrian comprende que su corazón comienza a pertenecerle a una chica rubia muy adorable que vive justo a su lado. Adrian por fin ve a Amy Callum, la chica con la que casualmente tuvo que cambiar de cuerpo. Él ve a una chica hermosa que incluso sabe tocar el chelo. Y lo único que sale de sus labios es un por qué, uno que se sostiene en el aire y que llega a los oídos de Amy.

—¿Por qué qué? —pregunta ella mientras se acomoda en la silla. Cuando sus palabras inundan los oídos de Adrian se da cuenta de que ha hecho esa interrogante en voz alta.

Adrian trata de dejar a un lado el hecho de que se ha puesto nervioso pues él quería saber por qué de repente comenzaba a sentir cosas por Amy. Así que cambia el tema.

—¿Por qué escogiste el chelo? —dice para evitar la embarazosa pregunta que primero le vino a la mente.

—Porque todos aman el piano, el violín y la guitarra. El chelo es un instrumento muy hermoso y poco valorado, aunque es enorme y un poco tosco, es un instrumento excelso. Puedes tocar cosas preciosas. —La respuesta de Amy no convence a Adrian pues se da cuenta que mueve las manos muy nerviosa.

—¿Es en serio? —Esa pregunta le cuela muy profundo a Amy, sin querer el chico ha tocado fibras muy sensibles.

—La verdad no Adrian, esa no es la razón. Pero supongo que aún no estoy lista para esa historia. Ya te dije que tengo el alma rota y el chelo me lo recuerda cada vez que lo toco. —Las lágrimas se desbordan de los ojos de Amy y Adrian se siente mal por haberla hecho llorar.

Lo que Adrian no sabe es que Amy tiene un secreto. Uno que la ha marcado desde el momento en el que existió. Es un secreto que explica por qué Amy nunca menciona el nombre Claire.

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Nota de la autora:

Lo prometido es deuda. Aquí les presento la segunda parte de este capítulo. No saben lo hermoso que ha sido este capítulo. Me encantó, simplemente me imaginé entre las gradas escondida viendo a estos dos teniendo un momento así de hermoso.

De verdad que esta historia es muy importante para mí y el compartirla con ustedes me fascina. Gracias por todo.

Canción: The Swan– Saint-Saëns