La heredera

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En la fiesta

- No te entiendo – le dijo Lauren a Valentina. Las dos estaban en la barra esperando a que le trajeran sus bebidas.

- ¿Qué cosa no entiendes? - preguntó de mal humor

- Vienes a esta fiesta para castigar al bomboncito y te la pasas mirando a la entrada esperando a que Juliana llegue a buscarte – Demasiado obvia rubia

Valentina no se atrevió a contradecirla, sencillamente apoyó los codos en la barra y puso su cabeza entre sus brazos – ¿Por qué carajo no puede pedirme perdón? ¿Por qué no puede ser sometida como tu y venir arrodillada rogando que la perdone? – estaba enojada

- ¡OYE! – Lauren no iba a aceptarlo – No me arrodillé – pero casi. La desesperación de la rubia le hizo saber que no estaba para bromas – V, escucha – le acarició la espalda – El bomboncito es así. Cuando le dijiste que ibas a salir sin ella, le tocaste la fibra de los celos, y lo sabes bien – la rubia sabía.

- Lo se Lolo, lo se – se compuso para recibir la copa de vino blanco que le acercaba el barman – pero realmente pensé que después de la primera noche no iba a aguantar, que iba pedir perdón y todo lo demás. La extraño, la quiero aca conmigo. – ambas volvían caminando hacia el lugar que había elegido Camila para bailar, procurando no chocar con la gente que bailaba alrededor de ellas.

- Toma tu tequila amor – Lauren le daba la bebida a su esposa.

- ¿Crees que puede llegar a venir? – Camila le consultaba a su amiga que estaba mirando de vuelta hacia la entrada

Valentina se encogió de hombros – Probablemente está viendo la forma de esconder más maldita pornografía dentro de algún lugar raro como... no se - tomó de su copa – como las pesas del gimnasio o algún estúpido lugar que yo no frecuento seguido... ¡Dios! ¡Detesto a la maldita Jesica Larsson! – Valentina se estaba descargando - ¡Detesto a cualquier mujer con la que mi esposa quiera acostarse que no sea yo! - seguía – Es más... Brindo por ya no ser deseada por mi mujer – Valentina levanto la copa haciendo que Camila y Lauren se miraban.

- ¡Demonios! – Alguien chocaba con Valentina haciendo que tirara su vino blanco al piso - ¿Acaso no miras...? – Una cara conocida para la rubia - ¿Doctor? – una de las pesadillas de Juliana aparecía en la fiesta

- ¡ Valentina! ¡Lo siento! – la reconoció – No te vi, discúlpame – secaba a la rubia con su mano aprovechando a tocarla. El hombre miró para todos lados – No veo a tu esposa aquí – le dijo, parecía contento.

- No vino conmigo – Valentina no pudo evitar pensar que a Juliana no le gustaría nada ver a este tipo con ella.

- ¿Te dejo sola? ¿A ti? ¡Que locura! ¿Acaso no sabe que clase de mujer tiene a su lado? – empezaba el coqueteo descarado. La fotógrafa no pudo evitar sentir ganas de golpear al doctor por atreverse a hablar de su mujer.

- Creo que voy a volver con mis amigas – Valentina estaba incomoda – Nos vemos luego – quiso irse, pero una mano en su brazo la detuvo

- Solo baila conmigo una sola canción – la rubia quería negarse – por favor – después de todo solo era un baile ¿cierto? – la fotógrafa volvió a mirar a la entrada. No señales de su esposa.

Pues si Juliana se divierte sin ella, Valentina no podía ser menos, le dio la mano al doctor – Un baile no se le niega a nadie – le dijo y se dejó guiar al centro de la pista.

- Esto no le va a gustar nada a Juls – Camila bailaba con su esposa y seguía de cerca a Valentina.

- Esperemos que no se entere – Lauren pensaba igual que su mujer.

En la puerta del departamento de Bella

- Por favor déjeme pasar – Anne le rogaba la portero – Solo quiero hablar un minuto con ella, por favor... por favor... por favor – insistía – Usted me conoce, he venido ciento de veces... Bella es mi novia por el amor de Dios – se estaba desesperando.

- Lo siento jovencita – le decía el hombre mayor – La señorita Bella prohibió expresamente su entrada – agregó - ¿Por qué no prueba hablarle por el portero? - preguntó el señor apiadándose de la cara de la chica.

Anne giró los ojos - ¿Cree que no lo he intentado? – desde que llegó al edificio había estado apretando el maldito botón, pero cada vez que Bella escuchaba su vos, sencillamente parecía que el aparato se desconectaba – Ni siquiera me atiende el condenado portero – dijo

- Tal vez no esté – como se nota que Bella era parte de las personas que le pagaba su sueldo, no paraba de defenderla.

Un chico y una chica con cara conocida para Anne se acercaban al portero – Un cemento... yo los conozco... - la cara le era familiar, y precisamente llamaban al departamento de su novia, o al menos ella seguía creyendo que lo eran

- Hola – la voz de Bella salía del portero

- Somos Sophie y Richard – Anunció la chica

- Pasen - un ruido salía de la puerta haciendo que los chicos pudieran abrirla y pasar

Las ideas empezaban a surgir en la cabeza del perezocito – Esta bien – le dijo al hombre – voy a intentarlo de nuevo – caminó al portero y tocó el timbre del departamento.

- ¿Quién es? - ¡Demonios! Tendría que haber pensado un nombre antes de tocar

- Eeeee...

- ¿Quién? Lo siento, no entendí – Bella pensó que le habían dicho algo

- Eee... Hermione... - dijo insegura – Hermione Granger – agregó lamentándose de ser tan obvia

- Se que tu libro favorito es Harry Potter Anne – le dijo su chica a través del portero

- Bella, por favor, quiero hablar contigo... por favor... tienes que perdonarme...

- Vete a tu casa Anne... estoy ocupada – la voz no sonaba muy divertida

- Es solo un segundo – insisitió - no tienes que dejarme subir, puedes bajar tu si quieres... por favor Bella... por favor – pidió

- Estoy con gente – No daba el brazo a torcer

- ¡Demonios Bella! ¿Qué carajo tengo que hacer para poder hablar contigo? – esa actitud no la iba a ayudar – Bella... Bella – volvió a tocar el timbre - ¡BELLA! – ya nadie respondía - ¡CARAJO! – dio un golpe en la puerta para luego apoyar su espalada en ella y sentarse. No se iba a dar por vencida, si era necesario iba a pasar toda la noche allí.

- Espero que a mami Juls le este yendo un poco mejor – pensó para sí misma.

En la entrada de la fiesta

- ¿ACASO NO SABES QUIEN SOY YO? – El pedido del perezocito no se cumplia, una morena alterada peleaba con uno de los guarda espaldas de la fiesta que custodiaba la puerta – SOY JULIANA VALDÉS... Y MI ESPOSA ESTA EN ESTA MALDITA FIESTA – decía

- Se quién es usted – la calmó el tipo – Pero aunque fuera el mismísimo presidente, no puedo dejarla pasar si no está en la lista – para eso le pagaban –Además con ese atuendo – Juliana no había frenado para cambiarse, seguía con su ropa de entrenamiento – vestida así no creo que pueda pasar tampoco – aseguró el guardia

- ¿Cuánto quieres? -Juliana se acercaba a el y le susurraba, una coima siempre solucionaba la cosa – Dímelo – insistió - ¿Cuánto quieres? Puedo pagarte el doble de lo que cobras por estar aquí – estaba dispuesta a cualquier cosa

- Ahora está buscando que llame a la policía – le dijo el hombre musculoso

- Escucha – empleó otra estrategia poniéndole una mano en la espalda – Necesito recuperar a mi mujer ¿SI? y para eso necesito que me dejes entrar – agregó

- Me encantaría poder ayudarla... soy una gran admirador suyo – Juliana pensó que tenía esto en el bolsillo – Pero no puedo arriesgarme a perder mi trabajo – tenía razón. La morena respiró hondo pensando algún otro tipo de solución,.

- ¿Juliana? – una voz llegaba a salvarla tal vez

- ¿Spencer? – la morena pudo identificar a la actual entrenadora de porristas de su equipo y del masculino - ¿Cómo estás? -preguntó amablemente

- Pues yo muy bien, pero tu pareces estar pasándola mal - señaló al guardia - ¿Algun problema? – Por el look de Juliana no parecía muy preparada para la fiesta

Juliana miró mal al hombre – Pues si – dijo – Como ves, no me dejan pasar – contó – Sólo quiero hablar con Valentina y listo – dijo

- Pero eso no es problema – era la voz salvadora sin duda – Mi mejor amiga organizó esta fiesta, la llamo y hago que pases, dame un minuto – Gracias a Dios por las porristas.

Mientras tanto en la puerta del departamento de Bella

- ¡Auch! – la cabeza de la joven había dado contra el piso - ¡Qué demonios! – sin darse cuenta, y sin saber porque la puerta se había abierto. Anne miraba a todos lados buscando el culpable. No tuvo que buscar mucho porque el portero se le acercaba sonriendo.

- Escucha – le dijo el hombre – Espero que si la señorita Bella hace que me despidan, me ayudes a encontrar trabajo – le dijo el hombre guiñándole un ojo

- ¡Gracias! ¡Gracias! ¡Gracias! – Anne abrazaba al hombre de la alegría

- No pierdas tiempo y ve por tu chica – la alentó el hombre – No te olvides que yo no vi nada – distraído se iba caminando para la otra punta. Anne no perdió tiempo y subió las escaleras de dos en dos. Esta vez no se le iba a escapar.

En la fiesta

- ¿Estás bien? – Juliana entraba al lugar con la compañía de Spencer. El cuello de la deportista iba de un lado al otro buscando a su esposa - ¡JULIANA! – insistió la ex porrista captando la atención de la morena

- Disculpa Spencer... es sólo que... quiero encontrar a Valentina cuanto antes – le dijo

- Voy a buscar algo de tomar – dijo Spencer

Juliana asintió sin parar de buscar entre la gente hasta que algo llamó su atención - ¡Lauren! ¡Camila! – vio a la pareja bailando cerca de ellas. Ambas se dieron vuelta y apenas vieron a Juliana sus caras se desfiguraron sincronizada mente.

Juliana caminó desganada hacia ellas, atravesando el gentío. Avanzó con temor, la cara de sus amigas no podía significar nada bueno. Apenas alcanzó a la pareja, y antes de poder preguntarles sobre su esposa, enseguida supo que su recelo no era infundado. A metros de ellas estaban Valentina y el doctor ese bailando como si nada. Valentina usaba su sonrisa, la sonrisa que le pertenecía a Juliana y se la regalaba a ese tipejo como si nada. De vez en cuando el doctor se le acercaba al oído para decirle algo y Valentina escuchaba atentamente. Aun así Juliana no pudo dejar de admirar lo hermosa que estaba su mujer con ese vestido y lo perfecto y sensuales que eran sus movimientos al bailar. Un mechón de cabelló se le había soltado del peinado y caía rebeldemente sobre la cara de la rubia. La deportista rezó porque el hombre no fuera el que se lo arreglara.

- Juliana – Lauren se le acercó – Te pido que te quedes tranquila – la conocía a la perfección. Más de una vez la vio golpear paredes por los celos que le ocasionaba ver a su rubia con otras personas.

- Estoy temblando – le confesó la morena. Lauren vio los puños apretados de la chica.

- Quédate con nosotras Juls – apareció Camila – por favor – no quería problemas entre sus amigas.

- No puedo creer que me esté pasando esto otra vez... ¡Detesto a ese tipo! – la ira la iba consumiendo

- ¡JULIANA! – Spencer se acercaba con una botella de coca cola ligth entre sus manos.

Valentina giró la cabeza hacia donde había escuchado el nombre de su mujer y la descubrió recibiendo la gaseosa de las manos de la entrenadora de porristas. Su mujer estaba siendo atendida por otra que no era ella. SU mujer. Sus miradas se tocaron, se encadenaron, se entrelazaron. En el poco espacio que las separaba, lleno de personas, de ruidos, de luces, solo ellas eran conscientes de la presencia de la otra, como si lo demás se hubiera desintegrado, como si la fiesta se hubiera vaciado.

Cuando pasó el segundo de aturdimiento y Juliana volvió a prestarle atención al cuerpo de Valentina moviéndose cerca del doctor, la morena volvió su rostro al de Spencer que en este momento trataba de decirle algo, incluso se rio de uno que otro comentario que hizo la mujer. Juliana se empeñó en que su exterior no mostrara la locura que le ocasionaba ver a su mujer bailando con ese tipo. "¿Qué demonios haces con el Valentina? ¿Por qué carajo dejas que te agarre la mano, mi mano?" Pensó la deportista. Juliana se mantuvo quieta en el lugar, en tensión, sus puños estaban más apretados que nunca.

La indiferencia de la morena hizo que Valentina casi perdiera la respiración. Sintió una puntada en el estómago, como si alguien le hubiera pegado, en nada ayudaba que la mujer que llevaba años tratando de tirarse a su esposa, estuviera susurrándole cosas al oído. Unas manos se posaron sobre sus hombros exigiéndole que volviese. La familiaridad del rostro del doctor la ayudó a recomponerse

- ¿Estás bien? – le preguntó el doctor

Valentina asintió - ¿Quieres que nos vayamos a sentar? – le preguntó aun no percatándose de la presencia de Juliana.

La rubia volvió a ver como Juliana se reia de algún comentario estúpido de la ex porrista y aceptó el ofrecimiento del doctor. Cuando quiso darse cuenta, el doctor la agarraba de la mano y la guiaba entre la gente.

Juliana no conseguía entender ni una sola palabra de las que estaba diciendo Spencer, lo único que quería era mandar a la chica al demonio, acercarse al doctorcito, darle un buen golpe y llevarse a su mujer. Quería sostenerla, besarla, olerla.... Necesitaba disfrutar de los labios de Valentina sobre los suyos, necesitaba la piel de su mujer sobre la de ella...urgente.

Un movimiento del doctor la alertó de que el tipejo iba a aprovechar el momento. Juliana estaba segura que podía oler las ganas que el hombre le tenía a su mujer, cuando vio como le agarraba la mano a la rubia para llevársela, corrió a Spencer y no le hizo caso a los intentos de frenarla de sus amigas. Caminó rápidamente hasta Valentina sin detenerse. Cruzó el lugar como una flecha. Lauren y Camila la seguían con la mirada.

- Espera... Necesito volver... - Valentina frenó al doctor, sabía que esto le iba a hacer daño a su mujer – Necesito volver... - una voz más que conocida la frenó

- Valentina – era Juliana

La fotógrafa se dio vuelta para encontrarse con la mirada de Juliana. La deportista se veía intimidantemente enorme. Valentina la conocía enfurecida y en cierta forma le tenía miedo cuando sus párpados le cerraban los ojos, el entrecejo se le arrugaba y las fosas nasales le palpitaban. La rubia se quedó quieta mirándola. La estudió sin darse cuenta, de la cabeza a los pies. A pesar de estar rodeadas de muchas personas vestidas de fiesta, a Valentina nada le parecía más excitante que ver a su mujer en su ropa deportiva. El corto y suelto short que dejaba ver sus esculturales piernas y la musculosa negra ajustada que le destacaba sus marcados brazos. Las piernas de Valentina temblaban ante la visión de los tatuajes de su mujer, ni hablar de que su mente empezaba a recitar el tatuaje que ella misma había hecho poner en la espalda de su chica.

- Ven un momento – Le ordenó Juliana - Quiero hablar contigo – insistió.

- ¿Por qué? – la testarudez de Valentina hablaba por ella. A la rubia le dio vergüenza hacer esa pregunta.

Debido a que Valentina no reaccionaba, Juliana la agarró del brazo y tiró de ella haciendo que Valentina protestara

- No creo que Valentina quiera ir contigo – se metió el doctor

- No se meta entre mi mujer y yo doctorcito – lo paró en seco

- No merece ser tu mujer si la dejas sola en lugares como este – el doctor se la estaba buscando.

Juliana giró y soltando a Valentina se fue hacia el – Le aseguró que Valentina es mi mujer y nadie la merece más que yo – Juliana estaba que ardía

- Por favor – Valentina se metió sosteniendo a Juliana

- Tal vez quiera evaluar otras opciones – ahora si. Ya la había colmado.

- No te acerques a ella – le advirtió Juliana

- ¿Y si me acerco que? – el doctor provocaba

- Juliana... por favor... bebe – Valentina sabía de lo que era capaz

La voz de su mujer la frenaba. Juliana dio media vuelta y agarrando a Valentina la arrastró hacia donde estaban sus amigas con una rudeza que hizo reaccionar a la rubia

- ¡Suéltame! – le exigió Valentina. Su orden se mezcló con el ruido de un golpe en seco y el quejido de su mujer. El doctor había alcanzado a empujar a su esposa. Lauren alcanzó a agarrar a la rubia que había quedado desplazada cuando Juliana la alejó para irse contra el doctor que había iniciado la pelea.

Rápidamente varios guarda espaldas llegaban a paralizar la pelea agarrando a cada uno de ellos

- Déjenme – Juliana forcejeaba – Ese tipejo me tiene cansada. Es hora de que sepa quién es la mujer de Valentina – peleaba con los hombres que la sostenían. De tanto luchar alcanzó a soltarse y se fue directo a buscar al tipo. – Oiga Doctorcito – lo llamó ¡PUM! llegó a pegarle una piña al doctor - ¡VALENTINA ES MIA! ¿ME OYES IDIOTA? MIA – aclaró resisitiendo las ganas de patearlo.

- ¡JULIANA! – gritó Valentina. La morena apretó los puños dañados para frenar el impulso de voltearse a mirarla. Se dio media vuelta y caminó hacia la salida. Antes de salir miró como Valentina se había acercado al doctor que sostenía apretaba su sangrienta nariz, para dirigirle unas palabras. Sin demorarse más se fue por donde entró. No tendría que haber venido.

En el departamento de Bella

A medida que se acercaba al departamento de su chica, escuchaba más ruido. Justo lo que Anne necesitaba para hablar con ella, mucha gente y mucho ruido juntos. Genial - ¡Toc! ¡Toc! ¡Toc! – golpeó la puerta varias veces y esperó

- ¿Quie...? – Bella en vivo y en directo - ¡Anne! – la joven Valdés Carvajal detectó una sonrisa dibujada en alguna parte de la cara de su novia cuando la vio - ¿Qué haces aquí? Te dije que te fueras a tu casa – intentó cerrar la puerta pero Anne se lo impidió, no podía dejar pasar esta oportunidad

- No me voy a ir a ningún lado hasta que no me dejes hablar contigo – le dijo

- Ahora no Anne – dijo abriendo la puerta para que la chica viera la habitación llena de gente que reconocía como los antiguos compañeros de universidad de Kara y su novia

- No me interesa – el perezocito estaba más fuerte que nunca – Diles que se vayan – presionó

- No puedo echarlos – Bella pensó que su chica se estaba volviendo loca

- Bien... - la rubia entró del todo al departamento – lo hago yo entonces – dijo - ¡HOLA TODOS! – Habló en forma general – LO SIENTO MUCHO PERO LES VOY A TENER QUE PEDIR QUE SE VAYAN – anunció.

Protestando, la gente miraba a Bella. La castaña no quería echarlos, pero no podía evitar querer quedarse con su chica a solas. La forma en que Anne se estaba desenvolviendo le estaba haciendo cosas en su interior – HAGANLE CASO – dijo

....

Uno por uno se fue despidiendo de la chica sin dejar de mirar mal a la más joven de las dos

- Cualquier cosa me llamas – le dijo el último de sus amigos

- No te preocupes que yo la voy a cuidar bien -llegó Anne por detrás para terminar de sacar al chico y cerrar la puerta.

- Anne yo... - Bella no pudo terminar porque tenía la boca de la joven sobre la de ella, con las pocas fuerzas que tenía la alejó – No... no... esto no es así, no funciona así. Tu no puedes hacer las cosas que hiciste y después rogar perdón como si nada – le dijo

- Bella por favor – Anne tomó sus manos –Me equivoqué, lo reconozco – aceptó – Pero necesito que me perdones, porque no aguanto más tu indiferencia, te necesito porque... porque...

- ¿Por qué qué? – presionó Bella

- Porque... porque te amo ¿De acuerdo? Y porque si hice esas cosas fue porque tenía miedo de no ser suficiente para ti, de no saber que hacer contigo...

- Tengo miedo – confesó Bella de repente – Tengo miedo y estoy desconcertada – dijo – Nunca había sentido por nadie lo que siento por ti – le dijo agregando una sonrisa- Pero yo también te amo – la miró y sintió como el cuerpo de Anne se acercaba aun más – Te amo y no me importa si el miedo no me deja hacer más... simplemente quiero sentirlo y listo – dijo.

- Te amo – volvió a repetir el perezocito – No puedo dejar de pensar en ti. Sueño contigo – abrazó a su chica – Me encanta tu perfume - le dijo oliendo su cuello

- Lo dices porque me lo regalaste tu – se rió Bella

- Amo tu sonrisa – le dijo despegándose de ella – Quiero que sonrías siempre. Quiero hacerte sonreír a cada segundo. Quiero hacerte feliz – Anne estaba hecha toda una mujer – No se por qué, pero ese quiero que sea el sentido de mi vida, quiero hacerte feliz y quiero...

No pudo seguir hablando porque Bella la había apretado contra la puerta para besarla, no con suavidad, sino con una pasión casi desesperada

- Quiero hacerte el amor – le dijo Anne apenas Bella dejó que se separaran

- Te deseo – le dijo Bella

- Dímelo de nuevo por favor – pidió la joven

- Te deseo mi amor, quiero que hagamos el amor – de esa forma le estaba agradeciendo por no haberse dado por vencida con ella

Sin dudarlo, la joven agarró la mano de Bella y la llevó hasta su habitación. Apenas entraron volvió a besarla y sin demora alguna puso sus manos por debajo de la remera de su novia para acariciar su espalda. Poco a poco Bella fue cayendo en la cama.

Anne frenó el beso cuando se aseguró que Bella estaba recostada. Agarró el rostro de su chica y miró profundamente en sus ojos – Dilo de nuevo – pidió – Quiero escucharte – agregó.

Bella se demoró perdida en los ojos azules de la rubia – Quiero sentirte dentro de mi – susurró

- Bella... - Anne exclamó un susurró ahogado. Se sintió torpe e inexperta. Pero ese no era el momento para sentirlo y Anne lo sabía, estaba preparada para esto, lo sentía adentro de ella. Sabía lo que tenía que hacer.

La joven empezó a desnudar lentamente a su chica. Se agachó para empezar por sus botas y las medias. Le admiró los pies largos y delgados con sus uñas pintadas de un suave rojo. La excitaba la feminidad de su chica. Besó sus tobillos antes de desajustarle el cinturón para bajarle sus jeans y dejarla solo con su ropa interior. Las manos no muy grandes de Anne recorrieron cada centímetro de las piernas de Bella, primero sus pantorrillas y después sus muslos, y se detuvieron a centímetros de la entrepierna. La mayor hizo todo lo que pudo para callar un chillido de frustración y bajo su mano para palpar su centro, como si buscase calmar un dolor.

- ¡NO! – la frenó Anne y le sacó la mano – Eso es solo para mí – ordenó – Después – prometió.

Subió para enfrentarla. Le desabrochó la camisa con una lentitud que exasperó a Bella. Sus manos se aferraban sobre las de Anne sin conseguir apresurar la acción que estaba llevando a cabo la más joven. La joven Carvajal agarró su propia remera y tiró de ella para sacársela quedándose solo con su corpiño. Antes de poder hacer nada, Bella se estaba arqueando y estaba gimiendo cuando la punta dura, caliente y húmeda de la lengua de Anne se le clavó en el ombligo. Le recorrió todo el centro de su panza, subió por el camino de sus pechos y siguió hasta su mentón. Anne disfrutaba de la suavidad del la piel de su novia.

- Levanta la espalda para que pueda desabrocharte el corpiño – le pidió al odio.

Bella hizo caso y Anne soltó la prenda. Sin perder tiempo cubrió los pechos de su chicas con ambas manos, los tocó, los masajeó mientras sonreía como Niña que había descubierto un juguete nuevo, satisfecha, por el modo en que su novia se contorsionaba y gemía. La boca de Anne atrapó un pezón y lo succionó, mientras el otro era objeto del juego de sus dedos. Bella arrugaba la sábana con la mano izquierda y clavó los dedos de la derecha en la cabeza de la joven Valdés Carvajal para que se acercara más a su pecho, para obligarla a unirse con ella.

- ¡DIOS! – gritó la mayor de las dos. Anne había aprovechado lo distraída que estaba Bella por las caricias en sus pechos, y había metido una de sus manos bajo la ropa interior inferior para acariciarle la entrada de su parte más intima. -¡Anne! – imploró, estaba siendo insoportable.

Se desesperó cuando la vio incorporarse delante de ella. Anne se apresuró para desnudarse, quería estar en igualdad de condiciones que su chica. Anne sonrió cuando vio a Bella levantar una ceja al ver sus pechos desnudos. La rubia se acostó sobre ella logrando el contacto entre sus pechos

- ¿Te gusta lo que ves? – le susurró al oído

- Si – suspiró Bella – Mucho – agregó

- ¿Todavía me quieres dentro de ti? – preguntó provocando

- ¡Si! ¡Ahora mismo por favor! ¡Ahora amor! – no pudo terminar de suplicar. Anne entró en ella con un impulso decidido. Mucho esfuerzo no necesito por la humedad que tenía el centro de Bella. Ambas parecieron congelarse, Bella con la cabeza hacia atrás, la boca entre abierta y los párpados bajos y relajados. Anne con la espalda arqueada y el cuello en tensión – Te amo – le dijo la joven para después empezar a mover sus dedos con ritmo. La fuerza que usaba, hacia que Bella se fuera desplazando por la cama, la joven Valdés Carvajal estaba como loca. Para colmo, los gemidos de su chica parecían provocarla aun más. Empujó de nuevo hasta que un dedo no le pareció suficiente y al grito de "más" de su novia agregó otro más. Estaban tan pegadas que parecían una sola.

- Te amo – esta vez fue la castaña la que lo decía – No te detengas – no tenía idea como sabía Anne lo que estaba haciendo, y para ser sincera, si lo había aprendido de la porno, en este momento estaba muy agradecida - ¡DIOS! ¡ANNE! – La joven seguía con toda su energía empujando sobre ella.

- Mírame Bella – pidió – Mírame – repitió. Anne seguía moviéndose en ella y Bella hizo lo que pudo para no sacarle la vista de encima. Cada vez lo sentía más cerca.

Apenas Bella sintió el orgasmo de su novia, se enamoró de su cara, de sus gritos, de sus gemidos. Definitivamente podía acostumbrarse a esto.

- Eres espectacular – le dijo la mayor – Eres... eres... ¡Dios! – no sabía como explicarlo – Eres todo – concluyó

- No podía dejar de mirarte – le confesó Anne – tus gemidos me pusieron la piel de gallina. Cuando te sentí contrayéndote en mis dedos, me sentía en el cielo – todo era nuevo para ellas.

- Anne – suspiró Bella de nuevo excitada – Te amo – se reincorporó en la cama para besarla

Cuando se separaron pudo ver el deseo en la joven Carvajal. Había despertado un monstruo y Valentina ya le había advertido de esto

- ¿Vamos de nuevo? – preguntó la jovencita. Menos mal que el baño de Bella tenía llave.

En la salida de la fiesta

Por fin la morena había salido del gentío, de la estúpida fiesta, de la condenada marea de gente que se le quedó mirando cuando golpeo al estúpido doctorcito ese. Su mano estaba dolorida y en lo único que podía pensar era en su mujer consolando al cabrón ese. Se tuvo que apoyar un momento en una de las paredes de los edificios contiguos al lugar.

- ¡JULIANA! – Abrió los ojos para recibir la furiosa mirada de su mujer, lejos de acobardarse mantuvo los ojos sobre los de ella. - ¿QUE DEMONIOS HACES? CASI LE PARTES LA NARIZ – no era momento para reprocharle eso

- PUES QUE MAL, PORQUE SE LA TENDRIA QUE HABER PARTIDO – contestó – Además te tiene a ti para que lo atiendas ¿Porqué no estás con él? Anda, ve y consuélalo – el veneno salía de la boca de la morena.

- No digas estupideces ¿Quieres? – Le contestó Valentina – Era mi deber quedarme allí, pero apenas te vi salir corrí hacia acá – le daba explicaciones – Déjame verte la mano – intentó agarrársela pero Juliana no se dejó. Valentina giró los ojos ante la testarudez de su mujer – QUE ME DEJES VER TU MANO TE DIGO – sin esperar la agarró de vuelta.

- ¡Auch! – se quejó la morena cuando Valentina la tocó

- No seas exagerada – su esposa podía ser una chillona cuando quería - ¿A qué viniste? – le preguntó.

- No es obvio – le habló sin mirarla – A buscarte – sentenció – A pedirte perdón. A decirte que tienes razón, que soy una estúpida por no pensar en cómo puede afectarte a ti que yo vea esas estúpidas películas y esas condenadas revistas – Valentina escuchaba mientras examinaba la mano de su mujer y sonreía por lo bajo

Juliana retiró la mano rápidamente – Ya te puedes ir a seguir moviéndole el trasero al doctorcito – le dijo. Valentina volvió a reir, iba a seguirle el juego a la celosa esa.

- De acuerdo. Me voy a moverle el trasero – dijo – Después de todo no sacó la vista de él en ningún momento, estoy segura que le va a encantar tenerlo cerca de nuevo – Giró para marcharse, y Juliana la sujetó por la muñeca y arrastró hacia el callejón de la vuelta, Valentina lo permitió porque no quería, no deseaba separarse de su mujer. La sombra y la noche las cubrían

- Detesto que ese tipo se crea con el derecho a mirarte, a tocarte, a siquiera pensar que puede llegar a tener una oportunidad contigo – le dijo la morena con rabia - ¿Con que derecho lo hace? – dijo fuerte.

- Basta Juliana, con ningún derecho lo hace – la calmó – En todo caso yo debería preguntarme lo mismo con esa tipeja de Spencer, nunca pierde oportunidad para tratar de seducirte – dijo.

- Sin embargo no te afectó ni un pelo verme con ella – soltó la morena – Ya no te intereso – sentenció Juliana.

Valentina bajó la mirada sosteniendo la risa ante los pucheros de su mujer. Se enfocó en el escote de su chica. Se imaginó rozando los pezones erectos y marcados a través de la musculosa de Juliana, y a las palpitaciones de su pecho se le sumaron las de su parte intima, que se convirtieron en un filosa punzada cuando las manos de Juliana le rodearon el cuello y sus pulgares le ejercieron presión en la barbilla para exigirle que la mirara.

- Si te intereso – le dijo segura Juliana – te intereso porque te gusta verme así celosa y enojada, te gusta que me agarre a trompada con cuanto tipo o tipa te mire o siquiera se atreva a olerte – le dijo

Valentina profundizó la mirada y esta vez no evitó que su sonrisa saliera – Me encanta – confesó.

Juliana sonrió también – Solo con mirarte me pongo como loca, no te das una idea de lo mojada que me pone volver a tocarte... Dios mío, Valentina, me vuelves loca – suspiró cerrando los ojos – Fue una semana eterna, te extrañe demasiado - Juliana se inclinó para besarla pero Valentina corrió la cabeza. Juliana intentó atrapar los labios de nuevo pero Valentina volvió a esquivarla.

- No – susurró la rubia – no quiero – Quería aguantar, quería hacer sufrir a su mujer la espera que ella también tuvo que sufrir

- ¿Por qué no? – le susurró la morena, y sus manos se ajustaron a la cintura de Valentina y le pegaron la pelvis a su centro - ¿Ya no te excito? – preguntó

- Un poco nada más – mintió haciéndose rogar. Juliana lo sabía

- ¿Acaso quiere que vaya a llamar al imbécil del doctor ese? – dijo provocando la morena

- Deja – Valentina intentó soltarse de su mujer – Ya lo voy a buscar yo – le dijo

El mecanismo de Juliana se volvía a encender. Aprisionó a Valentina contra la pared, le envolvió la cintura con su brazo izquierdo y le sujetó la mandíbula con la mano derecha haciendo que sus labios sobresalieran.

- Ni se te ocurra – le advirtió Valentina que seguía echándole leña al fuego, su voz salía distorsionada.

No se trató de un beso, sino más bien de un asalto violento en el que la boca de la rubia desapareció dentro de la de Juliana. Literalmente se la devoró, e inició un juego suave que camuflaba la fiereza que logró que Valentina abriera sus dientes y la dejar entrar. Se produjo un cambio en la respiración de ambas cuando la lengua de Juliana penetraba la boca de Valentina iniciando una lucha con la lengua de la fotógrafa. Juliana le hurgó cada recoveco que le confería la autoridad de ser dueña de esa mujer. Le succionó la lengua como lo hubiera hecho con un pezón y se introdujo profundamente en su boca hasta saber que la ahogaba. Supo el instante en que Valentina se rendía y se entregaba a ella, y la bestia volvió a ser dueña de su ser cuando las manos de su rubia le atraparon la nuca. La reacomodó en sus brazos, y le besó en cuello, y le dibujó las líneas de las orejas con la punta de la lengua hasta que la boca de Valentina salió a buscar la de ella.

El ruido de los autos que pasaban por allí, las voces de gente cercana e inclusive la música que se alcanzaba a oír de la fiesta, no bastaban para silenciar los gemidos de Valentina ni la respiración agitada de la morena.

Juliana metió su mano por abajó del vestido de Valentina y la deslizó bajó la ropa interior de algodón hasta lograr apretarle el trasero, no pudo evitar pensar lo cerca que había estado el doctorcito de el trasero de su mujer, de SU trasero. Odio a Valentina con la misma intensidad que la amaba por permitirle a ese imbécil que la mirara. Hundió la mano en la hendidura de su trasero y la acarició una vez más, una y otra vez, hacia atrás y hacia adelante, con suaves tirones. Valentina se convulsionó contra el pecho de Juliana, había sido atacada por una descarga eléctrica, echó la cabeza hacia atrás, gritó y, de manera mecánica, como si estuviera por caer de espaldas se agarró con una mano del cuello de su mujer y con la otra logró clavarle las uñas en la espalda. Juliana agarró la mano que estaba en su nuca y la empezó a besar, a calentarla, a rozarla con los labios.

- ¿Qué fue eso? ¿Un orgasmo? – le preguntó Juliana orgullosa

Valentina asintió apenas, agitada, pasmada, aturdida a causa del placer. Juliana le tocó la palma con la punta de la lengua y Valentina retiró la mano para ponerla en el hombro de su mujer.

- Júrame – le exigió la morena – que solo conmigo has temblado así.

Como Valentina se había quedado en el silencio, con los ojos cerrados, lo labios empalidecidos y su respiración cambiante, Juliana continuó bajando su mano hasta alcanzar el centro húmedo de la rubia. Valentina hizo hacia atrás su cabeza hasta dar con la pared y se quejó débilmente. Juliana, sin pestañear, soltó una risita sarcástica y la penetró con el índice y el mayor, mientras dibujaba círculos con el pulgar sobre el clítoris hinchado de su rubia.

La fotógrafa gimió, más bien parecía un lamento, no podía resistirse a su mujer y, su pelvis inició un vaivén sobre la mano de la morena. Sollozó cuando Juliana detuvo los masajes para hablarle de nuevo sobre los labios

- ¿Quién te calienta como yo? – la increpó, y, con tal de que siguiera frotándola le confesó la verdad, cayendo fácilmente en la lengua de Juliana

- Nadie – contestó honestamente Valentina

- ¿Hay alguien que te haya tocado así? – otra pregunta que generaba más desesperación

- POR FAVOR – suplicó, y Juliana volvió a penetrarla con los dedos y a besarla, hasta que sacó la lengua de su boca y la mano de su centro para causarle a la rubia una nueva frustración

- ¿Quién es la única que te calienta? – insistió

- TU – respondió sin dudar

- Dilo de nuevo, con mi nombre ¡DILO! – presionó

- Tu Juliana, tu eres la única que me calienta – dijo como pudo.

- Otra vez – volvió a pedir

- Juliana, tu eres la única que me pone así – le aseguró

Valentina no era consciente del chantaje que estaba viviendo, solo quería que Juliana volviera a tocarla otra vez

- ¿Qué significo para ti Valentina? – le preguntó la morena más tranquila, mientras arrastraba su boca por el rostro de su chica, aun por la nariz donde depositaba pequeños besos para marcarle su contorno.

- Eres todo para mí – le dijo

Los labios de Juliana se separaron en una sonrisa triunfal, le gusto que lo dijera así. Retomó las caricias y el movimiento de sus dedos dentro de ella con lentitud intencionada hasta conducirla a la desesperación.

- ¡POR FAVOR JULIANA! – hablaba una desesperada Valentina

- Si mi amor, si – Juliana no la iba a hacer esperar más.

No tuvo mayor dificultad en aliviarla. En pocos segundos Valentina perforaba el silencio del callejón con chillidos agudos y sostenidos que Juliana deseaba que llegaran hasta los oídos del estúpido doctor ese.

Valentina quedó quieta, con su frente apoyada sobre el lado del corazón de Juliana. La firmeza del cuerpo de la morena y la dureza de sus músculos eran reconfortantes. Las manos de la morena que la mantenían en pie, aun la excitaban solo con transmitirle calor y poder. No quería mirarla a la cara, aun después de años de matrimonio y de millones de cosas vividas, aun le daba vergüenza haber hecho estas cosas en un callejón.

- No vuelvas a decirme que no te excito – no lo podía soportar.

Valentina no podía hablar, prefirió dejar suaves y delicados beso en el hombro de su mujer que le transmitiera todo lo que quería decirle. Sin perder tiempo, la morena alzó a su mujer y se la llevó hasta su auto. Aun no terminaba.

Al Día siguiente

Juliana estaba encerrada en el baño de su habitación esperando a que alguna de sus hijas se despertara para venir a rescatarla cuando su celular empezó a sonar "perezocito llamando"

- Hola Ann – contestó - ¿Llegaste a casa? Porque necesito que me saques del baño – le dijo

- Hola mami – respondió – lo siento mucho pero no voy a poder ayudarte – le dijo

Juliana frunció el ceño - ¿Y por qué no? – le preguntó, no quería pasar mucho tiempo encerrada

- Porque para eso, primero vas a tener que venir tu a sacarme del baño de Bella – confesó

- ¿En serio? – Juliana sonrió orgullosa de su hija

- Sip – contestó riendo la jovencita – Y ¿Soy o no soy? – le preguntó a su madre curiosa

- Si perezosito... definitivamente eres LA HEREDERA – confirmó

Mientras madre e hija seguían esperando por su rescate, Valentina recibía un mensaje de Bella "Gracias por recomendarme las pastillas. No puedo ni caminar"

Bella recibía la siguiente respuesta "Ve acostumbrándote. Una vez suelta, la bestia no para. Y al parecer la mini bestia tampoco"

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Perdón por el susto que les Di, este capítulo es gracias a Nara_BM ella me dio la idea de subirlo ahora!!!!

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