Mi luz, mi oscuridad

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 NOTA DE AUTOR: 

Relato creado para un reto del perfil @WattVampiros inspirado en la canción.

A mí esta canción me inspira un profundo sentimiento de pesar, una dualidad de luz y oscuridad. Dolor por ser un monstruo queriendo ser bueno. Espero haber reflejado adecuadamente este conflicto interno.

Mi luz, mi oscuridad.

No hace tanto que el amanecer me está vetado, no hace tanto que he dejado de mirar cómo resbala el sol por tu cara y te hace arrugar los ojos de esa manera tan cómica que yo amo. No hace tanto, pero para mí cuentan como siglos los días que he dejado de despertar sintiendo tu cuerpo entre mis brazos.

La noche está oscura y fría, la calle llena de personas que vuelven del trabajo y van, presurosos, a sus hogares para reencontrarse con sus seres queridos. Aún hay algunas tiendas abiertas exhibiendo su brillante interior de maniquíes adornados con prendas finas. Veo deliciosas personas caminar de aquí para allá y yo bajo la mirada ante mi hambre indomable. Subo más el cuello de mi sobretodo y oculto mis manos en sus bolsillos. No quiero que vean mi piel, ni mis uñas, ni mi ser.

Inspiro hondo y siento el olor a lluvia en el aire. Es el predominante, aunque también hay otros aromas en la sinfonía que llega a mi nariz, pero los paso por alto mientras disecciono buscando el que me interesa. Y allí está, lo encuentro. Siento como se dilatan mis pupilas, los terribles colmillos brotan y se clavan en mi labio inferior. Inevitablemente, aspiro más profundo tu fragancia y me lleno de ti. Mi corazón, si es que hay algo en mí que pueda llamar así, tiembla empapado en tu recuerdo: tu cabello brillante y rebelde que te costaba tanto dominar en las mañanas luminosas de nuestro hogar, ese mohín que hacías al sentir mis manos demandantes rodear tu cintura. Tus besos húmedos, rápidos, mientras te alistabas para trabajar. Extraño el olor de tu café por las mañanas.

Aspiro nuevamente y siento tu perfume, Alicia, olor a humo y algo dulce que recién sé, es vainilla. Pero ese olor ahora está mezclado con el olor de otro, no es solo humo y vainilla. Ya no es puro.

Trato de tranquilizarme, de dominar el temblor de mis manos; el ansia de sangre, de sentirme hundiéndome en tu cuerpo fragante y suave, de tomar para mí la dulce melodía de tu corazón; beberme tus latidos hasta que tu vida sea mía.

¡Ah! ¡He encontrado tanto gusto en matar! ¡Cuánto placer sería tomar la vida de la que amo!

Mientras recreo la sensación, giro hacia una vitrina y puedo ver mi reflejo en ella y es monstruoso.

¡Soy un monstruo, Alicia!

Mis ojos, antes negros, ahora brillan como las llamas del infierno mientras fantaseo en tomar tu vida y dejo que el diablo que vive en mí tome por un momento el control. Estos dientes me dan una apariencia de ferocidad y es mi piel tan blanca que relumbra, fantasmal, en la noche. Veo mis manos de uñas largas, afiladas como el acero, temblar sin control.

Debo dominarme y decido caminar mezclándome entre la gente. Todos van aprisa tratando de evitar la lluvia que se aproxima. Nadie me presta atención y los pocos que lo hacen apartan rápido su mirada de mí. Su corazón les advierte que un demonio camina entre ellos.

Miro al cielo y veo la luna brillar débilmente, oculta en ocasiones por nubes grises, sucias de lluvia.

Camino y trato de no prestar atención al hambre voraz que atenaza todo mi organismo. Voy siguiendo tu olor, guiado por el rastro fragante de tu ser. Me sé de memoria el camino que tanto en vida transité y ahora muerto, sería capaz de regresar a él solo con pensarlo. Como todas las noches, desde hace dos años que me convertí en esto, regreso al que fue mi hogar. Detengo mis pasos frente al edificio de pocos pisos y miró todas sus ventanas iluminadas, pero solo una me interesa: la ventana del tercer piso que está a la izquierda, enmarcada por florecillas naranjas que tanto adoras cuidar. Subo y me oculto entre las ramas del gran samán que está en frente, y desde allí aguardo sintiendo crecer en mí toda la emoción de volverte a ver. Me siento como ante el estreno de una película largamente esperada. Y cuando apareces, tu esencia lo llena todo.

Tu hermoso pelo rebelde atado, tu piel canela con perfume de humo y vainilla, tu cuerpo suave y apetitoso y tus manos pequeñas que ahora tienen otro aroma diferente al mío.

Volteas hacia donde yo estoy, como si supieras que desde las sombras algo te acecha. Llevas uno de esos mechones rebeldes detrás de tu oreja y, nerviosa, escudriñas la noche.

Alicia, ¿aún aguardas mi regreso? Mientras te asomas al balcón y contemplas esa luna fría y distante ¿piensas en mí?, ¿queda algo de mí en ti, Alicia? Porque todo lo que queda en mí de humano es tuyo, mi amor. Este ser de las sombras, el asesino silencioso de ojos rojos refulgentes, desaparece al tenerte cerca.

No me dejes caer, ángel mío, en la desesperación de la oscuridad.
Secretamente sálvame, en silencio ocúltame, con tu amor bendíceme, pues soy un monstruo que ha perdido la gracia.

Cambié la luz de tu amor por la oscuridad de la vanidad y el poder. Porque esto que soy, yo lo elegí. Para siempre destinado a caminar en la noche, nunca más mi rostro verá el amanecer, pero cuando te contemplo, puedo ver la luz otra vez.

Te adentras a la habitación porque algo ha llamado tu atención, y como si lo supieras, como si me vieras, te asomas al balcón con ese que ahora es parte de tu fragancia y jamás será parte de la mía. Nuestro hijo busca en la oscuridad lo que tú le señalas: la sombra oculta en sombras, como si adivinaras que desde allí aguardo y espero tu bendición, ángel mío. 

946 palabras.

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