Día dos

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Después de que Shuhua tomara su jugo de naranja mezclado con el supresor se la pasó todo el día mirando televisión con un pequeño puchero en sus labios, siempre hacía eso cuando estaba muy concentrada haciendo algo. La alfa se encontraba a su lado con el celular en sus manos hablando con una compañera de clases preguntándole si podía pasar a dejarle las cosas que hicieran en clase durante la semana.

—Alfa... —la llamó apoyando su cabeza en su hombro.

Miyeon desvío la vista de su celular hacia Shuhua y sonrió.

—¿Qué pasa, cosita?

—Hambre.

—Ya veo, ¿quieres unas tostadas con dulce de moras y café? —preguntó y la otra asintió con la cabeza—. Muy bien, espera aquí.

Se levantó del sillón dejando su celular en la mesa y fue hasta la cocina para preparar una rica merienda para Shuhua y ella. Por lo que la chica le había dicho tenía que tomar los supresores cuando desayunaba, merendaba y cenaba, en la hora de merendar la pastilla tenía que estar entera y no disuelta como en el desayuno y cena, no entendió muy bien el porqué, pero lo haría de esa manera de todas formas.

También se dio cuenta de que Shuhua no hablaba mucho durante su celo, a ver, si es verdad que su amiga naturalmente era de pocas palabras, pero en su celo solamente decía palabras sueltas o frases muy cortas. Parecía una niña a pesar de tener 19 años, pero para Miyeon era lo más tierno que pudo haber visto, la surcoreana jamás la había visto en celo y era la cosita más adorable y abrazable que vio en su inútil vida de 22 años.

Estaba segura que no todos los omegas se comportan así cuando están en celo, otros eran algo violentos o enojones, otros que su lado sexual estaba más presente y así.

Una vez tenía todo listo la llevó hasta la mesa ratona y volvió a la cocina por el supresor y un vaso de agua, cuando la omega vio la pastilla automáticamente empezó a negar con la cabeza.

—No, no...

—Tienes que tomarlo, cosita —dijo dejando el vaso en la mesa.

—No, alfa, no —negó abultando sus mejillas.

—Tienes que hacerlo, abre la boca —demandó con una voz tranquila pero la omega volvió a negar—. Shuhua...

—¡No! —gritó y la ella soltó un suspiro.

Shuhua le había comentado que su omega era demasiado terca a la hora de tomar supresores si se los mostraban, se negaba y hacía berrinches para no hacerlo. Más de una vez Yuqi la obligó a tomarlo a la fuerza, ya que muchas veces la tuvo que perseguir por todo el departamento para que lo tome, claro que nunca llegó a golpes o algo parecido, simplemente la china la chantajeaba con no comprarle más pollo frito y la extranjera accedía a regañadientes.

—Bien, no lo tomes entonces —no pasaba nada si no tomaba el supresor que le tocaba a la merienda, ¿verdad?—. Pero después de cenar te vas a bañar.

La omega sonrió victoriosa y empezó a comer tranquila, el resto de la tarde se la pasaron viendo películas hasta la noche. La hora de la cena pasó y Miyeon estaba batallando con una omega berrinchuda que no quería meterse a bañar.

—¡Antes me habías dicho que sí te bañarías y ahora me dices que no quieres! —alzó la voz mirándola con el ceño fruncido y con las toallas en la mano.

—¡No quiero! —dijo cruzada de brazos sentada en su cama mientras le daba la espalda a la mayor.

—¡Shuhua!

—¡Ducha no!

—Eres peor que... Agh —soltó hastiada. Dejó las toallas a un lado y se acercó a Yeh, se agachó a su altura y la observó—. Cariño, ¿tú quieres que alfa esté triste? —ella negó con la cabeza—. Por que alfa se pondría triste si no te duchas, tienes que hacerlo así estás limpiecita y lista para dormir. Además, si lo haces te doy una recompensa, ¿quieres? —la omega asintió y Miyeon sonrió victoriosa.

***

Era lunes por lo tanto el segundo día del celo de Shuhua, después del baño la rubia cayó dormida al instante cuando su cuerpecito tocó el colchón de su cama. La recompensa que le prometió Miyeon fue un pequeño beso en el moflete de la menor, esto la hizo sentir bien ya que según su instinto estaba siendo una buena omega para su alfa.

Miyeon se encontraba triturando el supresor para mezclarlo en el batido de moras. Mientras revolvía, una muchachita con las mejillas rojas y cabello despeinado apareció a paso perezoso en la cocina, caminó hasta la alfa y apoyó su cabeza en el hombro de esta para ver lo que hacía.

—Mía —y para recordarle eso también.

Miyeon rió bajo y le entregó el batido dejando un beso en su frente.

—Claro, cariño, es tuyo. Ve a sentarte, ya llevo lo demás.

Shuhua le hizo caso y se dio media vuelta para caminar hasta el sillón con el sorbete en su boca degustando el sabor del batido, pues el mueble era más cómodo que las sillas de la mesa. Estaba por llegar, pero no contó con que sus piernas flaquearan y cayó al piso de rodillas manchando el suelo con la bebida.

Miyeon salió corriendo de la cocina al escuchar el estruendo, lo primero que vio fue a la rubia tirada en el piso y la bebida esparcida por el suelo. La observó con los ojos bien abiertos y cuando apenas cruzaron miradas... Shuhua empezó a llorar.

—No, no llores, cosita —se acercó y la tomó en brazos, levantándola del suelo—. ¿Te duelen las rodillas? —la más baja asintió con la cabeza escondida en el cuello ajeno mientras lloraba debido al dolor.

La alfa rodeó la mancha del batido del suelo y depositó a la omega en el sillón, esta no quería soltarse del cuello de Cho por nada y lloriqueó más cuando esta intentó separarse.

—Alfa... n-no —sollozó.

—No me voy a ir a ningún lado, pequeña —la calmó secándole las lágrimas—. Tengo que limpiar esto y luego haré otro batido, ¿bien?

Shuhua asintió y se soltó de la alfa, Miyeon no tardó en limpiar el desastre agradeciendo que el vaso no se haya roto en mil pedazos porque eso sí pudo lastimarla gravemente. Hizo otro batido y luego fue por una pomada para los raspones de sus rodillas.

Solo hubo un pequeño problema... se había olvidado del supresor.

Shuhua estuvo pegada a ella durante todo el día, pidiendo mimitos y caricias en su cabello, Miyeon sentía que se iba a desmayar de la ternura. Yeh jamás era así de cariñosa con ella a pesar de ser su mejor amiga, normalmente la azabache era la más cariñosa de las dos, cuando la abrazaba la omega se apartaba mientras se quejaba, pero ahora tenerla sentada en su regazo apunto de dormirse en su hombro era algo que nunca pensó que pasaría.

—Es mucho para mi corazoncito —murmuró mientras observaba como poco a poco la omega se iba durmiendo en su hombro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro