En lo más alto del imponente manto celestial y al lado del Todopoderoso, las legiones de asiduos Ángeles se acoplan preparando sus tropas para las reiteradas batallas a suceder...

Desde el comienzo de los tiempos y años tras años, un despliegue de los más fervientes devotos y adoradores del Supremo, son guiados en batalla por un enardecido comandante conocido como el Ángel Rojo.

Nombre derivado de su pasión incontenible. Pasión que quema, arde y se consume en su vehemente devoción hacia el Señor.

Un Ángel de cabellos largos y renegridos, poseedor de una gran belleza absoluta.

Quién con sus tres pares de alas, condiciona al resto de la legión. Con su primer par oculta su bendecido rostro solo para ser admirado por Él, con su segundo par vuela comandando alto en los alrededores del trono, y con su tercer par encubre sus pies en muestra constante de su sumisión.

Y aunque nadie osa dudar de su certera convicción, él se plantea (algunas veces inconscientemente y otras no) si realmente es un devoto apasionado al cien por cien.

Porque ha percibido, más de una vez, ser llamado y evocado en su nombre como el salvador por alguna que otra criatura terrenal. Flanqueando sin desearlo y dejándose seducir ante ésta petición con alguna mísera parte de su mente. 

Porque él, fue creado con su propia personalidad, con cualidades como las de su Supremo y con libertad de elección. De modo que puede escoger entre hacer lo correcto o no...

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Paseando por los empíreos jardines del Reino mientras mi subalterno comanda los cielos, procuro de disfrutar del armonioso cántico del coro divino a espalda de mis alas, resonante y fragoroso que eriza mi piel a cada paso. 

Envuelto entre mis plumas como un suave capullo y sumido en mis cavilaciones mas profundas, recreo las evocaciones y mis equívocas decisiones de departir a unos arcángeles los suplicantes pedidos realizados a mi nombre. Ellos como tal, bajan a tierra para cumplir lo pactado, a veces fallan pero muchas otras no, corriendo grandes riesgos.

Pero eso no es mi fastidio principal, sino mi desdoro al sucumbir ante la tentación de ser yo, quién transite entre sus tierras... 

"Debo quitar esta errónea idea de mí cabeza, mi lugar es acá. Debo quemarme en Su Fuego buscando mi perdón por atreverme siquiera a pensar en algo así." 

La maldad se ha esparcido como un magno manto renegrido que ha consumido casi todo. Y cada vez más arduo se torna el trabajo. Ésta es la perfecta excusa estructurada en mi crisma, aún cuando sea por los cuatro costados veraz.

Los demonios parecen proliferar mutando aún mas poderosos, sobre todo por su líder en tierra.

Líder que se encuentra perfectamente camuflado como un desconocido humano.

Exhalando y dejando escapar todo el peso de mis memorias, observo el despejado y cautivante entorno tiñendo cada parte de mi etéreo cuerpo. Inspirando profundamente mientras medito en lo profundo de mi pensar.

¡Todo es tan magnánimo a mi alrededor! Necesito orar ardiendo de pasión y completamente estremecido, a fin de agradecer por permitirme morar venturoso aquí...

Bañandome así en su manto celestial hasta que escucho una firme voz a mi costado, voz que me saca de mi devoto momento.

—Comandante... El Supremo lo precisa — comenta con firmeza, uno de los soldados celestiales.

"Hasta aquí llegó el Ángel Rojo..." Se me cruza por mi difusa cabeza.

—Muchas gracias, enseguida voy. — Al observarlo proceder en retirada, me deslizo por los cielos desplegando mis grandiosas alas y surcando el hermoso jardín, en dirección a su Trono.

Mi cabeza da mil vueltas del <por qué> de mi llamado "¿Será que he sido muy obvio en las enmiendas angelicales?"

Sazonando mi castigo me preparo mentalmente para lo peor, ser descubierto debilitado y culpable... ¿Quizás, extensas jornadas de oración? ¿O un interminable ayuno?
¿O el no relevo de mi subalterno? Bueno, eso si ya fue extraño de por sí.

Al arribar a la zona del altar,
desciendo paulatinamente mientras reacomodo mis alas, descendiendo mi mirada y tomando mi posición.

—Mi Señor, aquí estoy. — Procuro envolverme en el halo que desprendo buscando un misericordioso perdón anticipado (de ser necesario).

Entonces, tañidos de omnipotentes trompetas suavizan el terreno del cuantioso anuncio venidero...

Se agrupan en secuencias, las formaciones de Ángeles y hasta las tropas comandada por mi subalterno.

"Esto es demasiado inusitado, sumado al hecho del designio de mi subalterno y el de darme tiempo de recreo, envuelve todo en un mantón extraño"

En estos momentos, presiento como "el gran Ángel Rojo se vuelve pequeño" Y solo puedo atinar a inclinar aún más mi cabeza.

"Quizás... ¿Debería enterrarla?"

Me saca de mis pensamientos, escuchar la benemérita voz de Nuestro Supremo.

—MI QUERIDO COMANDANTE...

Y me tiembla todo aunque no lo demuestre. 

—ÚLTIMAMENTE, LOS PEDIDOS DESESPERADOS DE AUXILIO Y SOCORRO RECAEN EN TÍ...

Definitivamente, ni la misericordia me salva.

—ASÍ QUE HE DECIDIDO... ENVIARTE A TÍ, ESTA VEZ, A LA TIERRA.

Y por un instante donde creí que recibiría mi mayor castigo dado que por siglos solo me quemé y ardí en oración me da la buena nueva.

—M-Mi Señor... ¿Bajaré yo, esta vez? — sorprendido y dubitativo, le consulto.

—ASÍ ES... MORARÁS ENTRE ELLOS. ADAPTANDO TU VIDA A LA DE ELLOS. TU NOMBRE SERÁ JUNGKOOK. Y TU MISIÓN: ATRAPAR AL DĀEVA...

ME PARECE QUE ESTE ÁNGEL, MÁS QUE SORPRENDIDO ESTÁ CONTENTO😏😆

BUENO, HASTA AQUÍ LO OMNIPOTENTE. AHORA SE VIENE LA TIERRA😏🤣

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LOS AMITO MUCHO❤