Capítulo 4

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Gabriela O'brien

El grito de Lydia seso y su rostro palideció. Todo el suelo de la casa está cubierto por los trozos de porcelana y vidrio de las decoraciones y ventanas.

Recobré mi postura recta observando todo el desastre. Cayendo en cuenta del problema en que nos hemos metido. La tía Maryse no sabe sobre el mundo sobrenatural que rodea a Beacon Hills, a mis amigos y a mí. Y, ahora este suceso la desconcentrara por conpleto.

Observé el pánico en Lydia. Y, a la tía Maryse retomar lentamente su postura recta.

—¿Qué sucedió?... —susurró la tía Maryse, desconcentrada.

Lydia buscó mi mirada con desesperación. Bajé corriendo los escalones restantes, hasta llegar aún costado de Lydia.

Los pasos apresurados de mamá se escucharon venir. Y, a los segundos apareció en nuestro campo de visión, luciendo notoriamente preocupada, con un par de hilos de sangre a los costados de su oreja, al igual que la tía Maryse.

¿Qué le diremos a la tía Maryse ahora?.

—Chicas, váyanse antes de que se haga tarde —ordenó mamá, dedicándonos una mirada.

Le miró preocupada.


—Vayan... —asintió con la cabeza, indicándome de que todo estará bien.

Asiento lentamente con la cabeza. Miré a Lydia y ella comprendió que era momento de irnos.

Salimos de casa a paso rápido, caminando hasta el auto de Lydia. Una vez dentro de este ambas soltamos un suspiro. Sin duda esto será complicado de explicar, ¿Qué se supone que le diremos a la tía Maryse?.

Sacudí mi cabeza.

Giré mi rostro para poder ver a Lydia quien aún sigue en shock por lo sucedido.

—¿Qué fue eso Lydia?. ¿Por qué salió tu grito de banshee?. ¿Predijiste la muerte de alguien de mi familia?. —la bombardeo con una pregunta tras otra.

Ella tan solo permanece en silencio, viendo a la nada

—Lydia —le llamo, tomándola de su antebrazo con suavidad.

Ella gira su rostro con lentitud, observándome aturdida, negando con su cabeza.

—No lo sé —logró pronunciar.

La miré confundida.

—Una sensación demasiado rara me invadió... Y, no pude contener mi grito —hizo contacto visual conmigo.

—¿Una sensación rara? —pregunté.

Ella asintió con la cabeza.

—Fue completamente diferente a cuando presiento una muerte, fueron miles de susurros en mi cabeza, y todos decían lo mismo —explicó.

—¿Qué decían? —la miré intrigada.

Lydia me miró fijamente.

—Poder Angelical —dijo en un aludido.

La miré en estado de shock. Es justamente lo mismo que mamá mencionó el día de ayer, ¿pero que significa?.

—¿Quién era esa mujer, Gabi? —me miró atentamente.


—La tía Maryse... —respondí, saliendo de mis pensamientos.

—¿Cómo le explicaran lo sucedido?.

—Algo se nos ocurrirá a mamá y a mí.

Lydia asintió con la cabeza.

—Mejor apresuremonos, Allison nos estará esperando —me abroche el cinturón de seguridad.

—Andando... —Lydia encendió el auto.

Decidimos olvidar lo sucedido y divertirnos este día. Lydia condujo por un par de minutos hasta llegar al centro comercial donde una Allison molesta nos esperaba.

—Creí que no vendrían —nos miró molesta Allison.

—Tuvimos un percance —le sonreí y Allison me la devolvió.

—Entremos, tengo varias ideas de conjuntos para comprar —Lydia comenzó a caminar hasta la entrada a paso firmé.

Allison y yo nos miramos para sonreír.

Pasamos de tienda en tienda probándonos ropa y accesorios, al igual que maquillaje y lociones. Cada una salió del centro comercial con más de diez bolsas. La verdad nos sirvió mucho para olvidar lo ocurrido en mi casa, le contamos a Allison lo ocurrido y está quedó igual de desconcertada que nosotras, sin poder comprender la situación.

Al finalizar las comprás nos dirigimos a la casa de Lydia, donde saludamos a sus padres para subir hasta la habitación de Lydia. Nos probamos las prendas de ropa que compramos mientras cantamos y bailamos al ritmo de la canción que puso Lydia en sus alta voces.

La tarde fue realmente divertida que nos hizo olvidar de todo lo estresante que nos ha envuelto, vimos unas películas y comimos palomitas que nos preparo la mamá de Lydia.

Al caer la noche comenzamos a prepararnos para dormir. Y, nos acostamos en la espaciosa cama de Lydia. Lentamente nos quedamos dormidas.

Abro lentamente mis ojos para frotarlos con lentitud, me siento sobre la cama con sumo cuidado de no despertar a Allison quien está en medio de la cama y Lydia quien está del otro extremo.

Estiro mi mano hasta el buró de noche de Lydia, que está de mi lado para tomar el vaso con agua que dejé sobre este.

Lo llevo a mi boca y tomo de su contenido.

Dejo nuevamente el vaso de donde lo tome y enciendo mi móvil para ver la hora.

3:26 a.m.

Me acomodo para volver a dormir pero ls puerta de la habitación de Lydia llama mi atención, está se encuentra entre abierta y nosotras la cerramos antes de acostarnos a dormir.

Ignoro ese hecho y me dispongo a dormir nuevamente, cierro mis ojos pero los abro de golpe ante un fuerte golpe.

Me siento sobre la cama observando todo el interior de la habitación con ayuda de la tenue luz de la luna, que se filtra por la ventana al interior de ña habitación. Todo parece estar en completo orden.

Mi mirada topa en un cuaderno fuera de nos habitación frente la puerta de está.

Retiro las mantas de mi cuerpo y bajo mis pies al frío suelo de la habitación, camino con cuidado de no chocar con algo y despertar a las chicas.

Camino hasta la puerta saliendo por está viendo frente mis pies mi cuaderno de dibujos.

Me agachó para tomarlo.

-Es mi cuaderno -trazo los garabatos en la portada con la yema de mis dedos.

Abro mi libro observando los recientes dibujos en este, quedando en shock.

Varios dibujos de la figura que fue trazada en el espejo del baño de la preparatoria, yacen llenando cada hoja del cuaderno.

Lo más extraño, es que no recuerdo haberlos dibujado.

Trazo los dibujos con la yema de mis dedos, dándome media vuelta para entrar a la habitación, pero varias hojas secas, tierra y ramas bajo mis pies me detienen.

Poso mi vista sobre mis pies viendo los sobre lo que parece ser el suelo de un bosque, elevo asustada mi vista viendo todo mi alrededor.

-La reserva de Beacon -murmuro aterrada.

El fuerte sonido de varias luces encendiéndose invaden todo el bosque, varias reflectores se encienden a mi alrededor formando un perfecto circulo.

Frente a mi yace un enorme tronco de árbol cortado.

Murmullos comienzan a escucharse a mi alrededor, diferentes voces murmurando las mismas palabras.

-¡El nementón!.

-¡El nementón!.

-¡El nementón!.

-¡El nementón!.

Suelto el cuaderno para cubrir mis oídos y dejar de escuchar todos esos murmullos.

El terror me comienza a invadir por completo.

¿Cómo llegue aquí?.

¿Por qué escucho estos murmullos?.

¿Qué es el nementón?.

Me muevo torpemente por todo el lugar, las plantas de mis pies son lastimadas por las hojas y las ramas secas.

Los murmullos comienzan a atraerme hacia el enorme tronco trozado, es como si algo me jalase hacia el, no tengo poder alguno contra mi cuerpo, actúa por si solo.

Al estar frente el enorme tronco me siento extrañamente atraída hacia este, alejo una de mis manos de mis oidos y la dirijo hasta el tronco.

Coloco mi mano sobre el áspero y helado tronco, en cuestión de segundos este desaparece al igual que el bosque en el que me encuentro.

Miro todo mi alrededor, enormes edificios llenos de luces, autos y algunos escasos árboles me rodean.

Esto no es Beacon Hills.

Miro detrás de mi viendo una vieja iglesia abandonada.

Estoy totalmente aturdida, desconcertada y aterrada, el frío viento de la noche choca contra mi cuerpo haciendo que tiemble por inercia, el short gris y la blusa blanca de tirantes, no me ayuda en mucho para calentarme.

Froto mis brazos para tratar de calentarme, escucho algunas pisadas de tacones y zapatos detrás de mi, por lo cual me giro.

Aparto mis mechones naranjosos de mi rostro que son movidos por el feroz y frío viento de la noche.

Dos chicos y una chica bajan de las escaleras del pórtico de la vieja iglesia al mismo tiempo con una excelente coordinación y un físico y apariencia increíble.

La chica quien trae puesta una peluca corta blanca y un conjunto de falda y top del mismo color que la peluca, siendo cubierta además por un largo abrigo negro, me mira sorprendida.

Esta frunció su ceño para detenerse en seco y colocar sus manos una frente cada uno de los chicos a sus lados frenando la caminata de ambos, ella les hizo un movimiento de cabeza y estos me miraron

Siento que mi corazón acelera descontroladamente ante sus penetrantes miradas.

Ambos chicos visten de negro, uno es rubio con heterocromía y el otro es pelinegro de unos hermosos ojos verdosos.

Se parece mucho a la chica de la peluca.

De los brazos y cuello de los tres chicos frente a mi logro apreciar que sobresalen varias marcas muy raras.

Los tres me observan fijamente.

-¿Tengo algo en el rostro? -llevo mi mano hasta mi rostro viéndolos confundida-. ¡Ah! -exclamo-. Seguramente es por como estoy vestida con este frío que hace, ¿cierto?

Los miro nerviosa.

Los tres se miran entre si, compartiendo una mirada de confusión.

¡Con una mierda Gabriela!.

Tal vez y sean traficantes de órganos y tu aquí haciendo les plática como si fuese lo más normal del mundo ver a tres chicos a puestos salir de una iglesia abandonada.

En especial en está estúpida y demasiado rara situación en la que estamos en vueltas.

-¿No son traficantes de órganos cierto? -pregunto nerviosa.

Me doy un golpe mental ante la estupidez que acabo de preguntar, como si me lo fuesen a decir.

-Ella tiene el don -murmura la chica lo suficientemente audible para escuchar.

¿El que de que?.

-¿Tengo el qué? -los miro aún más confundida si es que eso es posible.

-No es posible -farfulla con notable molestia el pelinegro.

-¿No estás viendo que es así? -lo mira amargamente el rubio.

Claro solo ignorenme.

-No tiene ninguna runa -el pelinegro vuelve a hablar-. Y parece no tener la menor idea de nada

¡Eso me ofendió!.

Una bocanada de aire sopla haciendo que vuelva a temblar ante el frío.

El rubio me mira fijamente para seguido quitarse su chaqueta negra y caminar hasta mi.

-¿Quién sale a mitad de la noche en un short y blusa de tirantes? -murmura con diversión acercándose a mi.

Él colocó la chaqueta sobre mis hombros.

Siento el calor emanar de está, al igual que el aroma de la colonia del rubio impregnada en está.

-¿Dónde vives? -el rubio cuestiona.

-¿Por qué debería de decirles? -los miro fijamente-. Ni siquiera los conozco

-Tienes razón -la chica se acerca hasta nosotros-. Soy Izzy, él es mi hermano Alec -señalo al pelinegro detrás de ella-. Y él mi otro hermano Jace -señalo al rubio frente a mi.

-Gabriela.

Pronunció.

Ellos sonrió.

-Un gusto Gabriela -sonrió ampliamente-. ¿Qué se supone que haces vestida así a mitad de la noche?, New York es peligroso a estas horas

¿Qué acaba de decir?.

-N-New York -tartamudeo.

-Si -ella asiente con la cabeza.


¡¿Cómo mierda es que estoy en New York?!.

-¿Cómo es que llegué aquí? -pregunto más para mi que para ellos.

-Como mierda lo sabríamos nosotros -dice con ironía el pelinegro-. Es una demente Jace, vámonos se nos hace tarde

-Aguarda -el rubio me miro.

Siento mi cuerpo empezar a temblar del miedo, puedo jurar que el terror se nota en mi rostro.

-Tranquila -la chica me toma de los hombros-. Entremos adentro y nos explicas que es lo que esta sucediendo, ¿te parece?

Asiento con la cabeza.

-No tenemos tiempo para esto -el pelinegro se opone.

-¡Alec! -la chicos reprendió a su hermano.

Este solo bufó frustrado.

Izzy tomo de mi ante brazo para comenzar a caminar hasta la iglesia, estoy tan confundida con lo que está sucediendo que lo último que me preocupa ahora es que realmente sean traficantes de órganos.

Jace se posicionó a mi lado derecho y puedo ver con más claridad esas extrañas marcas en sus brazos, pero una de ellas llama por completo mi atención, la misma marca que vi en el espejo de la preparatoria.

Llevo mi mano hasta está rozándola.

He igual que momentos atrás de un segundo a otro estoy nuevamente en el pasillo de la casa de Lydia, mi respiración es entrecortada y mis latidos están totalmente acelerados.

-¿Qué mierda fue eso?.

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