Capitulo 6

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Un departamento muggle en el centro de Oxford. Pensar en que Tom Ryddle tenía entre sus posesiones algo tan no mágico era realmente sorprendente para Eva, quien sabía de la aversión que su señor tenía para con los no magos. 

El lugar era amplio, con dos habitaciones grandes y elegantes. A pesar de ser muggle, Eva reconoció que los muebles del lugar eran realmente costosos, por lo que se pregunto internamente de donde había conseguido dinero si se supone que era un huérfano. 

Aunque el lugar era muy elegante, Eva no pudo dormir las siguientes noches. Había matado a un niño y todas las noches lloraba silenciosamente hasta quedarse dormida, pensó que nunca podría olvidar el rostro de aquel infante, mirándola aterrado y desesperado, deseando un poco de compasión de su parte.

—Buenos días, Eva.—saludó Tom a la mañana siguiente, entrando a la cocina y encontrándose con que la joven estaba sirviendo el desayuno.— Cocinas bien. 

—Gracias. Me gusta la cocina, mi señor.—dijo Eva sirviéndole café.

Durante un rato no dijeron nada, solo se dedicaron a comer y de vez en cuando Eva le servía un poco más a Tom, quien muy en su interior reconoció que Eva cocinaba deliciosamente. Nunca había probado cosas tan ricas como aquellos platillos.

—Cuando descubrí que era descendiente de Salazar Slytherin, lo primero que hice fue ir a Gringotts.—comentó Tom al terminar de desayunar— Para mi alivió, casi toda su fortuna aún estaba intacta, pues para acceder a ella, Salazar puso una única pero complicada clausula: demostrar ser un verdadero Slytherin en todos los ámbitos, no solo consanguíneamente. Yo he sido el único que ha podido demostrarlo, y por ello ahora su fortuna es mía.

»En un principio quise comprar algún lugar opulento, pero despues considere que era mejor tener un lugar donde nadie creería que estaría, el mundo muggle. Nadie creería nunca que estoy aquí, en especial Dumbledore. Eso es lo que hace este lugar tan especial y seguro, y ahora solo dos personas lo conocen, tú y yo. Nadie más.

—¿Ni siquiera Theo?—pregunto Eva.

— Ni siquiera Theo.—respondió Tom.

Eva no dijo nada y Tom no esperaba que lo hiciera. La muchacha estaba preocupada, llevaban una semana en aquel departamento y aún recordaba como cuando llegaron, ella se había enterado sobre la verdad detrás del desconocido pasado de su señor, y ahora que conocía dicho pasado, temía porque el joven cayera en la locura. Si bien era cierto, Tom Ryddle tenía una enorme inteligencia y autocontrol, Eva temía que esta vez no fuera suficiente para que se controlara y no podía culparlo.

Nunca había vivido algo como eso, pero Eva entendía que era difícil tener que digerir tanta información. Saber que su madre tuvo una vida tan difícil, al grado de querer huir con alguien que no la amaba y por eso lo embrujo; y por sí fuera poco, morir sola en algún lugar despues de dar a luz. 

Pensó en Merope Gaunt, la madre de Tom, y se cuestionó internamente sobre lo que pensaría la mujer de ver que su hijo era idéntico al hombre que la abandono y que estaba a punto de convertirse en un mago oscuro más poderoso de lo que fue Grindelwald. ¿Estaría orgullosa de lo que su hijo estaba consiguiendo o estaría muy aterrada de ver el monstruo que parecía ser?

—Arréglate. Iremos a Londres Muggle a investigar sobre mi madre.

—Pero, mi señor, no sabemos ni donde falleció.—comentó Eva.

—Yo si lo sé.—replicó Tom.

Media hora despues, ambos jovenes salían del departamento enfundados en unas gabardinas negras y se aparecieron a las afuera de un orfanato. El edificio era cuadrado, rodeado por una verja alta. Se notaba descuidado pero extremadamente limpio. Eva miró a los lados, temiendo que algún muggle los hubiera visto, pero se dio cuenta que estaban en una calle muy pobre donde no pasaba nadie. 

—Escucha atentamente lo que haremos.—dijo Tom, jalándola lejos de las ventanas del orfanato.— Bajo cualquier excusa entrarás al orfanato y pedirás hablar con la directora, la Señora Cole. Oblígala ir hasta su despacho y una vez ahí, encárgate de sacarle toda la información posible sobre mi madre. 

—Pero, ¿y usted, mi señor?—pregunto Eva.

—Compre una capa de invisibilidad hace unos días, estaré cerca de ti. Ahora, vamos.

Dicho esto, se coloco la capa encima, desapareciendo y Eva camino hacía el orfanato con nerviosismo. Al llegar a la puerta toco dos veces, sin estar realmente muy segura de como proceder. La puerta se abrió y mostro a una muchacha de algunos años más grande que ella.

—Buenos días, ¿qué desea?

—Buenos días, yo...—Eva trago grueso.— Quisiera hablar con la Señora Cole, soy una...escritora. 

—¿Escritora?—la mujer enarco una ceja en alto.

—Sí.—asintió Eva.

—De acuerdo.—la miró con desconfianza.— espere aquí.

La puerta volvió a cerrarse y al cabo de unos minutos, volvió a abrirse. La mujer la dejó entrar y la guio hasta un despacho al fondo, cruzándose en el trayecto con algunos niños que corrían. En la opinión de Eva, los niños parecían muy sanos. Tocaron la puerta del despacho y abrieron la puerta.

—Directora, aquí esta la joven que le dije.—dijo la mujer entrando al despacho.

—Sí, sí. Esta bien, retírate Martha.—pidió la otra mujer, más grande de edad y más delgada, con un aspecto nervioso y facciones afiladas con prominentes pómulos. La otra mujer cerro la puerta, dejando dentro a Eva y a Tom, a quien sentía cerca de ella a través de la capa.— Soy la Señora Cole, Directora de este orfanato, un placer. Me dijo Martha que usted es una escritora, ¿qué desea aquí?—preguntó.

A Eva le quedo claro que la mujer era alguien agudo y perspicaz. Miró a su alrededor con fingida calma y mientras tomaba una hoja de un escritorio, saco su varita disimuladamente. 

—Soy Sam Thomas, escrita. Tome. —dijo Eva extendiéndole la hoja vacía. Los ojos de la mujer se desenfocaron y volvieron a enfocarse al examinar la hoja.

—Veo que está todo en orden. Hum...¿le apetece un vasito de ginebra?

—Gracias.—aceptó Eva, removiéndose incomoda en el asiento que había tomado. La mujer lleno dos vasos con generosidad y vació el suyo de un trago, demostrando que no era la primera vez que bebía ese tipo de licor. 

—¿Qué puedo hacer por usted?—pregunto con una sonrisa.

—Verá...yo...am...—sintió la presencia de Tom detrás de ella y carraspeo.— Estoy creando un libro de compila muchas historia de mujeres que dejan a sus hijos en orfanatos y he estado siguiendo la historia de una mujer llamada Merope Gaunt, mis investigaciones me hacen creer que aquí llego y dejó a su hijo. 

—No conozco a ninguna mujer con ese nombre.—dijo la señora Cole con tranquilidad y Eva se sintió desfallecer. Sintió a Tom removerse dentro de la capa y ella intento controlarse.

—Hum...bueno, según lo que he investigado su hijo se llama Tom...

—...Ryddle.—completo la señora Cole casi de inmediato con una mirada sombría.— Sí, se quien es, nunca supe el nombre de su madre. El mocoso ya no esta y doy gracias a Dios por ello.

—¿Podría contarme algo acerca de su historia? Según investigue, nació aquí en el orfanato, pero no supe más de su madre. —Pidió Eva suavemente y la mujer asintió, volviendo a servirse un trago. 

—Así es.— confirmó la mujer.— Lo recuerdo perfectamente porque yo también acababa de llegar a este lugar. Era Nochevieja; nevaba y hacía mucho frío. Una noche muy desapacible...una muchacha no mucho mayor que yo subió los escalones tambaleándose, no era la primer mujer que llegaba así. Claramente la acogimos y tuvo al bebé al cabo de una hora. Y al cabo de otra, la pobre murió. 

—¿No dijo nada antes de morir?

—Pues sí.— siguió bebiendo.— Recuerdo que me dijo: «Espero que se parezca a su papá» y no le miento. Bueno, era comprensible que quisiera eso, pues no era ninguna belleza. Luego dijo que quería que se llamara Tom, como su padre, y Sorvolo, como el padre de ella. Si, ya sé que es un nombre muy raro, ¿verdad? Pensamos que quizá la chica provenía de algún circo. Dijo también que el apellido del niño era Ryddle. Poco después murió sin haber dicho nada más. Llamamos al niño como su padre había querido, pues eso parecía haberle importado mucho a la pobre. Nadie vino nunca a buscar al niño. Era muy raro, se acaba de ir este año. Siempre molestando y torturando a los demás...un monstruo...

—¿Y dónde quedo el cuerpo de la madre?—la interrumpió.

—En el cementerio local. Le pusimos Sra Ryddle porque no sabíamos su nombre.—respondió al señora Cole.

—Muchas gracias, creo que es todo.—dijo Eva y sin disimulo, levanto la varita y dijo:— Obliviate.

Al salir del orfanato, Eva camino en silencio por las abandonadas calles hasta que Tom se quito la capa y se coloco junto a ella. Se detuvieron y se miraron a los ojos, Tom extendió una mano a Eva y hasta la tomo. La sensación de aparecerse recorrió su cuerpo y al abrir los ojos vio que estaban detrás de un árbol en un amplio y algo tétrico cementerio.

—Tendremos que leer todas las lapidas.—dijo Eva.

—Vamos.—ordenó Tom.

Buscar la tumba de Merope Gaunt era como buscar una aguja en un pajar, prácticamente imposible. Había cientos de lapitas en aquel cementerio y buscar la de Merope estaba resultando frustrante y tedioso. Antes de darse cuenta, ya llevaban casi todo el día ahí, pues el sol se escondió y los rayos de la luna era lo unico que los iluminaba.

Debido a la falta de luz, Eva tropezó con una enredadera y cayo de bruces al suelo, raspando sus rodillas y soltó un quejido de dolor debido a que su codo había impactado con la esquina de una lapida. Se sentó con dolor en el pasto y sobó sus heridas, miró la lapida frente a ella y sonrió.

—¡Aquí!—exclamo Eva contenta, levantándose de golpe.

Escucho los presurosos pasos de Tom y pronto lo vio llegar a su lado. Ambos contemplaron la tumba vieja y descuidada que recitaba "Sra. Ryddle, 31 de Diciembre de 1926". El silencio embargo el lugar y segundos despues, Tom se inclino un poco hacía la tumba.

—Aquí yace la mujer que creo un monstruo, supongo que el anciano loco de Dumbledore al final si tiene algo de razón, alguien nacido bajo la concepción de la amortentia nunca será capaz de amar.

—¿Porqué?—pregunto Eva, de pronto, y él la miró con una ceja arqueada. 

—No fui producto de ese nacimiento, por eso soy incapaz de amar. Dumbledore me lo dijo y cree que esa es mi mayor debilidad.—explicó con desdén.— Anciano estúpido.

—Yo no creo que eso sea verdad.—dijo Eva y el la miró fijamente. Se removió incomoda y bajo la mirada.— Yo...con todo respeto, siempre he considerado al profesor Dumbledore como alguien muy sabio y poderoso. También creo que si es verdad que el amor es la magia más poderosa.— Tom hizo un sonido de desaprobación, pero la dejo continuar— y comprendo su punto pero, no es verdad, quiero decir, mis padres se odian, en mi procreación solo pudo haber deseo carnal.

»Lo que quiero decir es...que el hecho de que su concepción haya sido bajo los efectos de la amortentia, no lo imposibilita de amar. Quiero decir...nadie que haya sido tan amado, protegido y esperado durante el embarazo podría ser incapaz de amar. Su madre lo amaba. 

Tom no dijo nada, solo contemplo en silencio como Eva sacaba su varita y hacía aparecer muchas radiantes flores rosas en la tumba de su madre. Ambos se quedaron ahí, contemplando la escena y las campanas de la iglesia cercana resonaron, así como los fuegos artificiales explotaron en el cielo.

—Feliz navidad, mi señor.

—Tom.—la corrigió y lo miró confundida.

—¿Perdón?

—Puedes llamarme Tom. 

Volvieron a guardar silencio. Eva estaba muy sorprendida, pero intentaba no demostrarlo. Los fuegos artificiales volvieron a explotar en el cielo.

—Feliz navidad, Eva.

En algún punto, cuando volvían al departamento, Tom no pudo evitar pensar que su mejor decisión había sido haber hecho a Eva su mujer. 


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro