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Kara abrió los ojos lentamente cuando la calidez de la tenue luz del sol comenzaba a tocarla. Le tomó unos segundos darse cuenta de dónde estaba y cómo llegó allí luego del enfrentamiento contra Zod. A su propio ritmo se sentó en la orilla de la cama bajando la mirada a su abdomen, a la rasgadura en su traje.

Con la intención de salir de la pequeña habitación se levantó. Pero tampoco quería perder la oportunidad de curiosear. Observó los pósters cubriendo casi toda la superficie blanca de las paredes, las repisas con decenas de libros y figuras de colección cuyas siluetas desconocía. Frunció el ceño cuando los sonidos del exterior se volvieron más abrumadores pero el olor dulce proveniente del otro lado de la puerta fue tomado como una señal para cruzarla.

El televisor frente al sofá estaba encendido en un canal con dibujos animados. A un metro de distancia estaba el comedor y cocina donde encontró a la castaña de espaldas al estar preparando algo en la estufa.

Bernadette dio un pequeño brinco del susto al verla a su lado sin escucharle acercarse. Llevó su mano libre al pecho de la impresión.

—Buenos días—le dijo sonriendo un poco apenada por su reacción anterior—no quise despertarte...

Ladeó la cabeza entrecerrando los ojos al notar que la herida había cicatrizado. Kara se dio cuenta en donde tenía su atención.

—¿Qué son?—preguntó evadiendo el tema, señalando con la mirada el sartén.

—Hotcakes—levantó el delgado pan para servirlo en un plato junto a los demás—escucha, sé que no soy la mejor cocinera pero...creo que no me salen tan mal.

Le veía dividir en dos platos los que estaban listos para después seguirle a la pequeña mesa que usaba de comedor, allí estaban ya los vasos y cubiertos listos. Se quedó de pie junto a la silla aún con los ojos encima suyo cuando fue al refrigerador por una caja de jugo.

—Sólo tengo de manzana ¿te gusta?—movió un poco la caja camino a tomar la silla enfrente suyo, espaldas a la ventana donde el sol iluminaba.

—No lo sé—respondió imitando su acción al sentarse, teniendo su debido plato.

—Bueno—quitó la tapa para servirle—ya lo descubriremos.

—Eres muy amable. ¿Porqué?—ahora sostenía el tenedor plateado en su mano, mirándole confundida ante la pregunta—pude haberte matado.

—Pero sigo viva—partió un pedazo de su hotcake—y sé que no preguntaste pero mi nombre es Bernadette.

—Kara.

Kara. Repitió mil y una vez ese par de sílabas en su mente como temiendo a olvidarlo. Después de presentarse no dijo nada más, en vez de eso comenzó a desayunar con la atención en la televisión. En los dibujos animados podía apreciar a un gato azul y su amigo pez de color naranja ¿en cambio Bernadette? Estaba más atenta a su perfil sin defecto alguno.

—No eres de por aquí ¿verdad?—preguntó recargando el rostro entre sus manos que a su vez se apoyaban en la mesa. Negó sin mirarle—te vi en las noticias. Nos salvaste del señor alienígena.

—Hizo todo ese desastre por mí—dijo bajando la mirada al plato—es lo menos que podía hacer.

—En ese caso me gustaría agradecerte en nombre de todo el mundo.

Kara dirigió sus ojos a los de ella frunciendo levemente el ceño. Bernadette tenía grandes ojos cafés enmarcados por mechones de cabello cayendo a los lados de su rostro y una expresión sincera.

—¿Cómo dijiste que se llamaba esto?—cambió de tema refiriéndose a lo que comía.

—Hotcakes.

—Gracias por los hotcakes—se levantó de la silla confundiéndola—debo irme. Mi...amigo debe estar preguntándose donde estoy.

—Puedo llevarte—ofreció imitando su gesto y siguiéndola sin saber exactamente a dónde iba—tengo un auto y GPS en mi celular.

La de capa no dijo nada hasta detenerse frente a la ventana junto a la televisión.

—No es necesario. Adiós, Bernadette.

Y en un abrir y cerrar de ojos le vio desaparecer por el marco de madera que daba al callejón. La mencionada se quedó quieta, suspirando por lo que acababa de pasar. Reconocía que era torpe socializando pero se odiaba por no haberle preguntado más como por ejemplo un contacto. Ahora sólo quedaba verla de nuevo en las noticias.