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—Definitivamente es mejor que los hotcakes—habló Kara aún masticando el trozo de pastel de naranja recién hecho—¿tú lo hiciste?





—Si, es receta de mi abuela.





Bernadette sonrió mirándole tan contenta probando la especialidad de la casa, sentada enfrente suyo en la mesa. Mantenía el rostro encima de la palma de su mano y la cabeza ligeramente ladeada. El bullicio de la gente entrando y saliendo estaba como segundo plano.





—La dueña del lugar, supongo—siguió la conversación absteniéndose por un momento de comer. Ella asintió—otra razón más para no quedarme en Gótica. 





—¿Gótica?—frunció el ceño sin poder esconder su curiosidad.





—Visitaba a un amigo pero...la verdad es que me gusta más aquí—le miró directo a los ojos apenas curveando la comisura de sus labios.





Bernadette estaba prácticamente hipnotizada por su simple presencia. No sabía cómo interpretar ese comentario acompañado de un gesto tan sugestivo como aquel.





—Te he visto casi diario en las noticias—logró articular luego de unos segundos sentándose derecha en la silla metálica.





Kara volvió a tomar el tenedor plateado entre sus dedos antes de seguir la conversación.





—No puedo evitarlo. Ustedes los humanos tienen muchísimos problemas—con la otra mano sostuvo el vaso de cristal con malteada para beber un poco—aunque la comida no es uno de ellos.





—Humanos—repitió la castaña sin entender el uso de la palabra además de que el ruido no ayudaba.





—Humanos—le confirmó sin pena o gracia alguna. Bernadette los ojos sin siquiera saber cómo preguntarle más al respecto, gesto que notó—hay muchas cosas sobre mí que quizá no te gustaría escuchar.





—¿Es una amenaza o una invitación?





—Como quieras tomarlo.





La joven se quedó en silencio por un momento. No le tenía miedo pero tampoco estaba muy segura de su respuesta.





—¿Tiene que ver con Lex Luthor buscándote?—Kara ladeó la cabeza al escuchar aquel nombre—subamos a mi departamento...bueno, si quieres.





Tras avisar a los demás que tenía que atender algo privado se tomaron el tiempo de ir a dicho lugar. Ambas tomaron asiento en el sofá frente a la televisión apagada y Bernadette le habló con lujo de detalles la visita que tuvo del excéntrico empresario en la universidad. No tenía sentido para ninguna de las dos que estuviese en su radar y tampoco se tragaban lo de ser agradecido.





—He leído su nombre en publicidad por la ciudad ¿porqué de repente se interesaría en mi?





—El año pasado presentó una nueva vacuna usando un traje rojo espantoso así que para cosas de raros, creo yo—se encogió de hombros—hay muchísimos en todos lados, lo que me hace pensar en algo.





—¿En qué?—sus ojos cafés no se separaban de ella, esperando atenta a escuchar su idea.





—Si vas a continuar salvando traseros humanos, lo que sea que signifique eso, es buena opción esconderte cuando no uses tu capa—mantenía una pierna encima del sofá doblada para verle frente a frente—piensa en Batman. Nadie sabe quién es debajo de esa máscara y perfecto delineador negro. Puede ser algo sencillo...





Se levantó para ir al mueble de la televisión y comenzar a hurgar en los cajones. Allí mantenía de todo: cables, maquillaje que había olvidado que compró, juguetes, broches para el cabello.





—¿Nadie sabe que Bruce Wayne es Batman?





Bernadette se detuvo en seco sosteniendo un estuché color gris, ni siquiera parpadeó cuando se dio media vuelta para verla.





—¿BRUCE WAYNE ES BATMAN?





—Si. Creí que era obvio.





Sacudió la cabeza un poco inhalando y exhalando profundo mientras asimilaba la revelación que entre más pensaba más tenía sentido. Era la respuesta más buscada escondida a simple vista, era la razón por la que su idea funcionaría.





—¿Estás bien?—le preguntó algo divertida por su reacción.





—Siento como si supiera el secreto supremo de la existencia humana—empujó con la cadera el cajón para cerrarlo—y creo que ese es un ejemplo de la magia de esconderse.





Volvió a su lugar en el sofá tomando la misma posición que antes donde abrió el estuche ofreciéndole lo que tenía dentro como si fuese una especie de tesoro: unos lentes de armazón negro descansaban dentro. Kara los sacó para probárselos.





—¿Y bien?—le preguntó acoplándose al nulo aumento de los cristales que reflejaban ligeramente las luces.





Bernadette se acercó lo más posible para acomodar los mechones de su cabello que quedaron torpemente bajo el agarre del plástico así como apartándolos de su campo de visión. Cuando terminó observó cómo sus rasgos cambiaban de manera muy sutil pero lo suficiente para despistar. Y lo suficiente para tenerla perdiendo la noción del tiempo apreciándolos.





Kara estaba al tanto de ello. Pero tampoco se atrevía a romper el momento que le dio la oportunidad de notar las leves pecas de su piel bronceada, la manera en que sus largas pestañas enmarcaban el par de ojos brillosos y sus labios cubiertos de pequeños brillos junto a un color rosado muy leve. Incluso la pregunta de a qué sabría su labial rondaba por su mente incitándola a acercarse un poco más y más...





El sonido de una sirena a toda velocidad hizo a ambas mirar por la ventana notando el fugaz brillo bicolor de más de un vehículo. Era una persecución en curso.





Kara se levantó yendo en dirección a dicha parte del departamento siendo seguida por Bernadette. Ambas terminando en el descanso de las escaleras metálicas de servicio que daban al callejón oscuro detrás del edificio.





—Antes de que te vayas—se cruzó de brazos estando detrás suyo—¿cómo puedo encontrarte de nuevo?





—Ya te encontré a ti dos veces—le dijo girando la cabeza en su dirección—una tercera será mucho más fácil.





Y antes de que pudiera debatir se fue.





—O quizá un número de celular nos ahorre mucho—murmuró suspirando.

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