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—Entonces... realmente te vas a casar, ¿no es cierto?

Eris miró a James a través del reflejo del espejo mientras ella terminaba de cambiarse. Potter estaba acostado en la cama, cubierto de su abdomen hacia abajo únicamente con una sábana blanca. Su mano izquierda detrás de su cabeza y en su mano derecha sosteniendo un cigarrillo que ya iba a la mitad.

—Sí. En dos meses —terminó de ponerse toda la ropa y se acercó a James para quitarle el cigarro de la mano y darle una bocanada.

James rodó los ojos mientras un bufido escapó de sus labios. La chica le regresó el cigarrillo pero él ya no tenía ganas de fumar y lo dejó en el cenicero que estaba sobre la mesa de noche.

—No puedo creer que enserio te casarás con el imbécil de Rabastan. Él y su hermano son la peor escoria de este mundo —se acomodó en su lugar.

Eris se alejó hacia la cómoda que estaba al otro lado de la habitación. Allí estaba su sortija de compromiso junto con sus demás accesorios. La sortija la dejó al último.

—Sabes por qué lo hago.

Aunque ella no lo vio, James volvió a poner los ojos en blanco, le irritaba hablar de ese tema, pero era él quien siempre lo sacaba. Aunque no tenía ningún derecho en molestarse. Su relación se había mantenido en secreto por acuerdo mutuo y Eris nunca le reclamó que él siguiera con Lily mientras tenían sus encuentros.

—Eris, sabes que tu hermano es mi mejor amigo... pero él es lo suficientemente mayor para cuidar de sí mismo. No deberías preocuparte por alguien que no se preocupa por ti. Él realmente te odia y ambos sabemos que malgastará el dinero que le des.

Dio media vuelta para mirar al hombre en la cama.

—En serio quisiera que no me importara mi hermano... pero es mi hermano. Mi sangre. Y no podría dejarlo en la calle. Tú te vas a casar con Lily en algún momento, cuando te sientas listo —James se estremeció ante la mención de su novia. No estaba seguro de que realmente se casaría con ella. No le encantaba la idea del compromiso— y Sirius no tiene ni la menor idea de qué hará con su vida. Si no le doy una buena cantidad de dinero, se morirá de hambre en menos de un mes. Y ambos sabemos que no lo podrás tener en tu casa para siempre.

James se quedó con la mirada perdida por un momento. Un silencioso suspiro escapó de sus labios antes de volver a tomar el cigarrillo para darle una profunda bocanada. Lo volvió a dejar y miró a Eris, quien ya estaba completamente lista para marcharse.

—La única manera de que me case con Lily sería porque estuviera embarazada.

Eris puso los ojos en blanco pero dejó ver una sonrisa divertida mientras negaba.

—Tu problema, James, es que tiene miedo de estar solo. Por eso sigues con ella aunque nosotros sigamos teniendo estos encuentros.

Potter casi suelta una risa, pero sabía que Eris tenía razón. Entonces se levantó de la cama, buscó su ropa interior que había arrojado por algún lugar la noche anterior y una vez medio vestido, se acercó a Eris. Colocó sus manos en sus mejillas y sus pulgares comenzaron a dejar suaves caricias sobre sus pómulos.

—Supongo que ya no nos veremos más.

Ambos se miraron directamente a los ojos.

—Desde hace tiempo debimos decirnos adiós, James. Fue un error que lo nuestro continuara por tanto tiempo.

Potter no se contuvo más y unió sus labios con los de su contraria en un beso muy suave y lento. James sabía exactamente el tipo de beso que le gustaba a Eris, sin embargo, ella fue la primera en retroceder con la respiración ligeramente entrecortada. Ambos cerraron los ojos y unieron sus frentes.

—No quiero decirte adiós —murmuró James luego de un momento.

Eris sonrió sólo un poco sin abrir los ojos. Tampoco quería decirle adiós y aunque no le importaba que su relación fuera "incorrecta", Rabastan era su única salvación. Con Regulus desaparecido y con Sirius borrado del árbol familiar, no quería seguir decepcionado a sus padres o causarles un infarto.

—James —dijo en tono de advertencia— los dos sabemos que esto no tiene futuro. Estás engañando a Evans y tienes una maldita suerte de que ella aún no nos haya descubierto. Nos divertimos y es suficiente. Ahora es tu turno de arreglar las cosas, tienes la oportunidad de formar una familia y ser feliz.

Finalmente se separaron y se miraron directamente a los ojos. Ambos tenían lágrimas acumuladas pues sabían que una vez que Eris abandonara esa habitación, jamás volverían a cruzar sus caminos.

—Te amo, Eris —murmuró.

La chica se paralizó ante el sonido de esas palabras. Rogaba por haber escuchado mal. No pudo haberlo dicho enserio. Jamás las había pronunciado desde que intercambiaron su primera carta.

—No vuelvas a decir eso —una lágrima casi se desliza por su mejilla pero rápidamente la limpió con su mano.

"Yo también te amo", era lo que quería decir, "huyamos". Pero no lo dijo.

—Eris —dio un paso al frente pero ella retrocedió— lo digo muy enserio. Si quieres... si quieres podemos huir juntos tú y yo. Nos iremos del país. Haremos una vida e iniciaremos de cero. Sólo los dos.

La chica sintió cómo los latidos de su corazón se aceleraban con cada palabra. Ya había abandonado su sueño de convertirse en auror y ahora tenía que decirle adiós al hombre que amaba. ¿No podía ser feliz por una vez en su vida?

—Estás demente, Potter —su tono fue bastante divertido a comparación de cómo se sentía su corazón.

Él sonrió mostrando los dientes. Parecía extrañamente entusiasmado.

—Sí. Y no me importa —volvió a tomarla de las mejillas— te amo, Eris Black. Te amo. Te amo. Te amo —comenzó a gritar.

Ella sonrió un poco, contagiada por la felicidad de James. Pero fue ella misma quien decidió cortarse sus alas. Tragó saliva con dificultad, buscando la fuerza que necesitaba para rechazar la oferta de Potter.

—James —alejó las manos del chico y ella puso sus propias manos en las mejillas de él— eres un hombre asombroso, pero sólo tienes diecinueve y yo veintiuno. No tenemos ni idea de nada en la vida y con una guerra tan próxima... no creo que quieras dejar a quienes amas a su suerte.

No había pensado en eso. Estaba tan emocionado por la idea de huir con ella que no pensó en nada ni en nadie más. El amor que sentía lo estaba cegando pero tenía razón. Abandonar todo lo que tenía era una idea terrible.

—Pero... —

—No, James. Aún tienes a Lily y a tus amigos. Más que nada en el mundo quiero que seas feliz —le dio un rápido beso— pero es momento de que nuestros caminos se separen. Sólo te pido que te asegures que Sirius siga vivo un poco más.

Aunque eso último fue una pequeña broma para aligerar el ambiente, en realidad no funcionó. Eris se separó de James, tomó su abrigo que descansaba en el respaldo de una silla y su varita, que guardó rápidamente. No podía quedarse más tiempo o todo se haría más complicado.

—Espera —Eris estaba a punto de abrir la puerta. Miró detrás de ella, donde James tenía ojos de cachorro abandonado. Aunque era un poco gracioso tomando en cuenta que sólo vestía su ropa interior.

—James... —iba a decirle que simplemente la dejara ir sin mirar atrás, pero sus palabras quedaron atoradas en su garganta cuando vio la sortija en la palma de su contrario.

Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas y esta vez no fue capaz de limpiarlas. Se sentía tan conmovida, una intensa calidez golpeó su pecho. Por un segundo, deseó que esa sensación fuera eterna.

—Quiero que lo tengas tú. Era de mi madre y le perteneció a mi abuela y quiero que seas tu quien lo tenga ahora.

Lo dudó por un momento. ¿Debía tomarlo? ¿Debía simplemente dar media vuelta e ignorar todo?

—James... —comenzó a negar con la cabeza.

—Por favor. No nos volveremos a ver jamás y quiero que tengas algo que te recuerde a mi. Algo que te recuerde que siempre te amaré sin importar nada.

Se acercó a James para tomar el anillo. Lo miró con una sonrisa y sin decir una palabra más, se fue de aquella habitación.

Después de ese día, se volvieron a ver una última vez, diez meses después. Eris había quedado embarazada pero no podía quedarse con el bebé por su propia seguridad. Nadie lo sabía, nadie en todo el mundo lo sabía más que ella, James y Lily. Potter se quedó con el niño, jurando que lo protegería con su propia vida e incluso se sorprendió de que Lily lo aceptara con los brazos abiertos. Eris les estaría agradecida el resto de su vida, sin embargo, nunca podría acercarse al niño o de lo contrario lo pondría en un gran peligro.

En la boda de James, casi un año y medio después, el hombre había invitado a Eris con la esperanza de verla de nuevo pero eso no sucedió. Cuando Harry cumplió cuatro meses, le mandó algunas fotos para que tuviera algunos recuerdos de su hijo, Eris estaba verdaderamente feliz por James y le encantaba ver qué su pequeño Harry era igual de feliz. Cuando Eris se enteró de la muerte James, destrozó una habitación completa y lloró por días. A veces se preguntaba cómo hubiera sido su vida si aquella ocasión hubieran huido juntos. Lamentable era algo que jamás descubriría.

Todos creían que Harry era hijo de Lily, tenían cierto parecido, pero cuando ambos murieron, deseó con mucha intensidad tener a su pequeño en brazos. Deseaba decirle que todo estaría bien y que su madre lo protegería siempre.

No lo hizo. Tal vez era muy cobarde en ese momento para hacer algo al respecto. Incluso tal vez en el presente lo seguía siendo. Jamás le diría a Harry la verdad. Ni a Harry ni a nadie. Era un secreto que planeaba llevarse a la tumba.

🌙

—Harry, te llegó un paquete —observó Ron, viendo a Hedwig aterrizando a su lado.

Harry miró con curiosidad a su ave. Era realmente extraño que recibiera cartas por lo que era aún más extraño que recibiera paquetes fuera de la época navideña. Tanto Ron como Hermione observaron a su amigo mientras abría el paquete. Era pequeño, probablemente de menos de diez centímetros de largo y cinco de ancho.

—Es de Sirius —comentó al ver el remitente de la carta. Leyó con rapidez y luego sacó un segundo cajita, esta era más pequeña y de color negro— dice que encontró esto entre sus cosas. Era de mi padre y antes lo tuvo su padre y su padre —abrió la caja más pequeña y los tres miraron con maravilla la hermosa sortija.

—Es preciosa, Harry —comentó la castaña mirando con una sonrisa.

—¿Creen que le perteneció a mi madre?

—Creo que si la tenía Sirius, no es posible. Tal vez Sirius era el encargado de llevar la sortija y sin querer la perdió.

Los tres rieron.

—Es tu primera reliquia familiar, Harry. Se la puedes dar a tu futura esposa y si algún día tienen un hijo, se la podrá dar a su esposa.

Harry siguió mirando el anillo con una pequeña sonrisa. No había tenido algo que le perteneciera a la familia Potter, además de aquella capa de invisibilidad y ahora mismo no podía estar más contento. Le daría las gracias a Sirius cuando tuviera la oportunidad. Cerró la cajita para guardarla y seguir desayunando.

Por otro lado, Eris miraba fijamente la foto donde Harry había cumplido un año, Sirius cargaba al niño y James estaba a su lado riendo. Los tres estaban verdaderamente felices. Pero ella solo podía sufrir en silencio, ya había perdido a tres hijos.

Ella también sonrió pero rápidamente guardó la foto en su cajón al escuchar que alguien se acercaba.

Rabastan abrió la puerta de su habitación y ella lo miró con molestia.

—Al menos podrías respetar mi privacidad —se puso de pie para acercarse al recién llegado.

—Te necesito abajo, van a traer algunas cajas con artículos.

—¿Y?

Rabastan rodó los ojos pero se recordó a sí mismo que debía controlarse.

—Eris, mi amor. Necesito de tu ayuda para acomodar las cajas de los nuevos artículos. Sólo diles dónde poner todo mientras yo reviso que todo esté intacto.

—Sabes que nada de eso es mi problema.

—Dejaré que te quedes con todo lo que quieras.

Sonrió satisfecha.

—Todo lo que yo quiera —comenzó a caminar fuera de la habitación con Rabastan siguiéndola de cerca.

—Y dile a tu guardaespaldas, el niño lobo que sirva de algo y vaya bajando las cajas etiquetadas al sótano. Es un cargamento bastante grande.

Sacudió la mano por sobre su hombro sin molestarse en mirar hacia atrás. No tenía ganas de discutir y además quería despejar un poco sus pensamientos. Se sentía nostálgica luego de aquel recuerdo de James y Harry. Sólo le quedaba mirarlo de lejos y seguir viéndolo crecer. Aunque siempre prefirió nunca cruzarse en su camino.

Al menos ahora podía escoger más artículos para la decoración de su hogar o nueva joyería para modelar en los eventos importantes. Fue en busca de Remus antes de dirigirse a la sala.

—Hoy aprenderás un poco sobre el negocio —le había dicho mientras bajaban por las escaleras— pon mucha atención y si tienes suerte, podrás robarle el negocio a Rabastan. Es momento de que aprendas a generar tus propios ingreso.

Remus no estaba muy seguro de a qué se refería pero asintió.

—Entiendo. ¿Qué debo hacer?

—Rabastan guarda una libreta llena de nombres, si tienes la oportunidad de tenerla alguna vez en tus manos, memoriza todo lo que puedas. La mayoría son su proveedores. Afuera hay un par de camiones repletos, has algunos amigos. Ellos son tu fuente más cercana a todo este negocio. Empieza por cosas pequeñas y yo te enseñaré a vender todo el mercado negro. Las subastas son solo para los objetos más valiosos.

—Parece que tienes mucha experiencia en esto.

Eris dejó ver una sonrisa muy complacida.

—Cariño, llevo en el negocio desde que tenía quince. Sólo presta atención y trata de pasar desapercibido mientras consigues información.

—De acuerdo. Tú mandas.

—Buen chico.

Sonrió ante el halago. Tal vez iniciar en el negocio era una buena idea, cuando todo acabara necesitaría una fuente de ingresos y los artículos malditos parecían ser una excelente opción. Poco a poco le quitaría a Rabastan absolutamente todo.







Les recuerdo que subí un tiktok sobre este capítulo, por si no lo han visto y gustan ir a verlo <3

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