Cinco años después...

La que una vez fue una ciudad de asesinos, muertes y psicópatas, hoy era una ciudad tranquila donde sus habitantes podían vivir en paz. Wildwood había pasado por cinco años llenos de cambios y prosperidad, de aprendizaje. La ciudad vestía nuevas galas, muchos locales nuevos fueron abiertos, parques, restaurantes, bares, una completa renovación con el único objetivo de dejar atrás aquel pasado oscuro.

Uno de los sitios más famosos y que recibía muchas visitas era el gran parque creado en el centro de la ciudad. Ancianos, parejas, familias, iban en las tardes allí a disfrutar de la tranquilidad y la armonía de este sitio.

Aquella tarde en específico, una pequeña niña de cabello rubio y ojos azules con un hermoso vestido blanco, jugaba con las palomas cerca de la fuente que quedaba en el centro del parque.

Corría detrás de las aves para que empezaran a volar y reía a carcajadas divertida viendo como se asustaban y alzaban su vuelo. Y así correteaba una y otra vez sonriendo, hasta que sus piecitos no pudieron más y se sentó en uno de los bancos a descansar.

Miró a su mamá conversando con su tía a lo lejos, y su pequeño primito en el coche de color azul. Era tan pequeñito y lloraba mucho, ella no, era una niña grande y no le gustaba llorar.

—Hola —escuchó una voz y cuando miró a su lado, había un señor sentado en su banco.

Era alto y muy, muy blanco, sus ojos azules eran muy bonitos. Llevaba ropa negra y le sonreía, tenía una sonrisa maravillosa.

—No pedo hablar con extaños -le dijo al señor y puso su cara de niña seria.

-No soy un extraño -le dijo aquel señor -. Soy tu amigo.

-¿Amigo? -pregunto confusa y él le dijo que si con la cabeza.

-¿Cómo te llamas pequeña? -le preguntó.

-Daxie -respondió sonriendo, le gustaba mucho su nombre.

-¿Ese collar es tuyo?

Ella llevó la mirada a la pequeña cadena que colgaba de su cuello y el bonito cisne en ella, su madre se la había regalado para su cumpleaños.

-Mami me lo legaló.

-¿Cómo se llama tu mami? -el señor pasó una mano por su cabello.

-Aixa, mi mami es muy bonita.

El señor sacó de su bolsillo una pulsera de plata igual que el collar que Daxie llevaba, agarró su mano y la colocó. La niña miró emocionada el cisne que al igual que en su colgante tambien colgaba de la pequeña pulsera.

-Es mi regalo para ti Daxie -le dijo el señor.

-Glasas senor bonito -sonrió contenta.

De repente comenzó a escuchar las voz de su madre llamándola y cuando observó ella estaba de pie buscándola por el parque.

-Debo irme amiga, pronto nos veremos -el señor se puso de pie.

Pero Daxie había olvidado algo.

-¿Como te llamas? -le preguntó emocionada por tener un nuevo amigo.

-Dax amiga, me llamó Dax -le dijo y comenzó a alejarse.

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Hierba mala nunca muere

Bueno, bajen las piedras que Dax esta vivo, no es necesario que me maten.

Gracias, mil gracias a todas las personitas que le dieron la oportunidad a esta historia. Los llevo a todos en mi corazón.

Dax es el principio de muchas cosas y el empujoncito que necesitaba para hacer lo que me gusta y apasiona.

Espero que os haya gustado como a mi, y que os quedéis conmigo en todos los proyectos que me quedan por delante.

Hasta prontito...