♟PRÓLOGO♟

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Recuerdo perfectamente aquella noche de mayo. La lluvia no cesaba, relámpagos iluminaban el cielo y cada trueno hacía que mi cuerpo se sacudiese asustado. Las gotas caían en el parabrisas del coche y la humedad de la ventanilla evitaba que observase fuera.

Mamá iba al volante enfocada en el camino, su bolsa en el asiento de copiloto y el arma que usaba para sus trabajos sobresalía de un bolsillo. Aún llevaba la ropa que usaba para esos bailes en el escenario, mucho maquillaje y brillo por todo su cuello.

Estaba sentado en la parte trasera, gruesas lágrimas rodaban por mis mejillas. Sabía lo que iba a pasar, me abandonaría, siempre me lo decía, pero no pensé que llegaría a hacerlo, esa pequeña esperanza de que me quisiera siempre estaba ahí.

Cuando detuvo el coche frente a una casa enorme, quise llorar aún más y me aferré a mi conejo de peluche. Salió y me abrió la puerta, la lluvia mojándonos a ambos y su maquillaje angelical comenzó a correrse mostrando el monstruo que verdaderamente era. Caminó conmigo hasta la entrada de la casa y me empujó hasta la puerta, me dió una mirada de pies a cabeza y sonrió feliz por deshacerse de mi finalmente.

—Adiós para siempre enano —me dijo al dejarme en la puerta y marcharse sin mirar atrás.

Miré a mi alrededor con ojos llorosos, la noche ensombrecía los alrededores. La casa estaba alejada de la ciudad y rodeada de un espeso bosque, era muy grande y parecía que había Sido construída hacía muchos años.

Es perfecta para nosotros —susurró esa voz sombría en mi mente.

Sacudí mi cabeza, con manos temblorosas toqué el timbre y luego de unos minutos una mujer mayor salió; su pelo era blanco, debía tener por lo menos sesenta años, llevaba una falda olgada que cubría todas sus piernas, labios pintados de rojo y me miró con desprecio.

—Tú debes ser Dax —dijo con una voz ronca y asentí.

La señora me invitó a pasar y observé cada detalle del interior de la casa: la pintura de las paredes se veía dañada e incluso tenían hasta marcas de zapatos en ellas, habían unos muebles viejos de los cuales sobresalían unos alambres y el televisor era de esos en blanco y negro pocos usados en está época —aunque nuca tuve uno de esos siquiera—, en el piso había basura y la mesita del centro de la sala estaba cubierta de polvo.

Me pidió que la esperase en lo que iba a prepararme una de las habitaciones de la casa y asentí, no quería hablar y tampoco pensaba permanecer mucho tiempo ahí.

Somos peligrosos —volvió a hablar la voz y me di una palmada en la cabeza.

—Shhhh —le ordené que se callara.

En ese momento unos chicos salieron de una habitación, se quedaron callados al verme, uno de ellos le susurró algo al oído a otro y este se rió.

Lo sabía, se burlaban de mi.

Has que paguen, nadie puede burlarse de nosotros Dax —me susurró la voz.

—¡Cállate! —le grité.

Todos comenzaron a reírse diciendo que estaba loco, que los niños normales no hablaban solos y que me habían abandonado por eso. Mis ojos se humedecieron y comencé a llorar. Entonces uno de ellos agarró un huevo de los que había en una cesta y me lo lanzó.

—¡Es un loco! ¡Es un loco! —canturreaba y los demás lo seguían.

Todos agarraron huevos y comenzaron a tirarlos contra mi. Miré a la escaleras por donde la señora bajaba con una risa plantada en su rostro.

Eres débil Dax, mira como se burlan todos de ti —dijo la voz en mi cabeza.

—Tu habitación es la última del pasillo —me informó la señora y subí por los escalones rápidamente.

Entré en la habitación y la cerré de un portazo.

¡Es un loco! ¡Es un loco!

El canto se escuchaba una y otra vez en mi cabeza y comencé a golpearme para que parace pero seguía sonando una y otra vez.

¡Es un loco! ¡Es un loco!

Mi cuerpo estaba pegajoso por huevos, y comencé a rasparme los brazos con las uñas para quitármelo de encima pero no lo conseguía, solo logré dañar mi piel.

Me agaché en la esquina de la habitación con mis piernas flexionadas al frente y abrazándome a mi mismo con un brazo mientras con el otro me golpeaba la cabeza para parar los gritos.

—No estoy loco —me dije.

Si lo estás —me dijo la voz

—¡No estoy loco! —grité.

¿Por qué no me dejas salir? —preguntó—. Las cosas eran mas divertidas cuando me dejabas salir.

—Eres malo —respondí—. Eres...Tú...Tú eres un monstruo.

No, somos —me dijo—. Yo formo parte de ti, somos uno Dax.

—No, yo debo...

¿No recuerdas como nos divertíamos?

—Si

Yo no voy a abandonarte Dax, yo si estaré siempre.

—¿Lo prometes?

Lo prometo

De repente mis ojos se cerraron y caí en un profundo sueño.

[...]

Cuando desperté todo estaba a oscuras y en silencio. Estaba acostado en la cama que se encontraba en la habitación y me levanté rápidamente. Empecé a reírme porque sabía lo que iba a hacer y era divertido.

—Voy a matarlos —dije entre carcajadas.

De inmediato mis pies descalzos hicieron contacto con el piso y salí de la habitación. Bajé los escalones rápidamente y entré a la que había reconocido como la cocina, allí estaba, un cuchillo, lo tomé entre mis manos y subí rápidamente las escaleras. Todos dormían. Era el momento perfecto.

¡Es ahora! _dijo mi amigo en mi cabeza y asentí.

Abrí la primera habitación, ahí estaba el chico que me lanzó el primer huevo, dormido tranquilamente y su voz volvió a retumbar en mi cabeza.

¡Es un loco! ¡Es un loco!

De un salto caí encima suyo y se despertó asustado.

—¿Pero qué haces? —gritó y le estampé el cuchillo en un ojo.

Intentó gritar pero agarré una almohada y se la planté en la cara mientras sacaba el cuchillo una y otra vez por todas las partes de su cuerpo. Al cabo de unos minutos ya no se sentían sus gritos.

—No estoy loco —le dije mientras reía.

Mis manos se pintaron de un color rojo, su sangre.

Aburrido por no escuchar sus gritos me puse de pie y continué habitación por habitación, era divertidísimo, no me reía desde hacía tanto tiempo, mi amigo tenía razón.

Pero cuando llegué a la última habitación me detuve en seco al abrir la puerta. Había una niña, una chica de cabellos rubios que dormía pacíficamente.

¡Mátala! —me dijo mi amigo.

—No, a ella no —le dije—. Ella es un ángel.

Me giré y salí con mis pies delcalzos dejando un rastro de sangre por todo el piso. Era hora de largarme, buscaría más diversión. Pero antes de ello agarré un vaso de la cocina, lo llené con la sangre de uno de los chicos, tenía que escribir un mensaje porque la señora tenía que saberlo:

"Yo no estoy loco"








♟♟♟♟♟

Aquí nadie esta loco querido Dax.
Una probadita de lo que se viene
¿que os ha parecido?

Quería contarles que originalmente esto fue un relato que hice para un grupo de Whatsapp en el que soy miembro, era una dinámica y gracias al apoyo de las chicas de allí decidí crear una historia.
¡Así que gracias a este grupo por darme esta maravillosa idea♥!
También gracias a hjenja Ceci_RomeroH por todo su apoyo♥

Besitos Telepáticos
Nos leemos pronto!!!

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