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Casa de los Aritzmendi

Aaron abrió la puerta de su casa cuando los vio por la ventana, ninguno de los dos los esperaban y se sorprendieron cuando los vieron.

―No van a creer lo que pasó ―emitió Nayra―, aceptó celebrar su cumpleaños, por eso traje el pastel ―se los mostró.

―¿Y ese cambio en ti? ―cuestionó su madre sorprendida.

―Nada raro, supuse que no iba a estar nada mal tener una breve cena con pastel para celebrar mi cumpleaños ―admitió Ander.

―Nayra... lo has sacado de su guarida, te felicito ―admitió Aaron con risas.

―Gracias ―dijo con risitas también.

La madre del abogado y ella prepararon algo para comer mientras los dos hombres y la bebé fueron a la sala para charlar. Agnes quedó en posición vertical abrazada al cuello de su padre y reposando la cabeza en uno de sus hombros al tiempo que Ander la sostenía de la cola y la espalda. Aaron le hablaba y su hijo escuchaba parte de lo que le estaba contando, solo le daba besitos en la mejilla que tenía al alcance y pensaba en lo que había pasado en su casa momentos atrás.

―¿Me estás escuchando? ―entrecerró los ojos al mirarlo.

―Sí, lo siento. ¿Qué era lo que dijiste al final? ―lo observó también.

―Olvídalo, ya te veo que no me vas a escuchar tampoco. ¿Te encuentras bien? ¿Qué es eso de que vinieron para celebrar tu cumpleaños y encima con pastel?

―Todo está bien, papá. Y fui yo quien le ofreció a Nayra venir aquí después de ir a buscarla al restaurante.

―Ah, ya me quedó todo más claro ahora.

Ander levantó una ceja.

―¿Qué está pasando entre ella y tú? Somos hombres adultos, podemos hablar con seriedad ―se inclinó hacia delante y apoyó los codos sobre sus muslos para unir las manos―. Y no me vengas con el cuento de que no pasa nada.

―No puedo decir nada delante de la niña.

―Tu niña duerme y solo tiene diez meses, no va a entender aún de lo que estemos hablando. No puedes negarme que algo sucede entre ella y tú. Tu madre me dijo que seguramente Nayra estaba cenando con un hombre, está más que claro que la fuiste a buscar por celos y lo de ahora es sospechoso.

―Hay algo.

―Eso se caía de maduro, era hora que nos lo dijeras.

―No me fue nada fácil, tengo una hija de la cual preocuparme.

―Sí, ya sabemos el cuento pero no me puedes negar que Nayra es ideal para ti, te saca lo estrecho que eres.

―Eso es cierto pero también me despierta otras cosas.

―No eres de madera, Ander. Es totalmente comprensible que sientas cosas por ella.

―Ustedes dos, vengan a comer algo que si no se enfriará ―respondió Brittany desde la cocina.

El abogado fue el primero en levantarse y dejó a su hija en la cuna portátil que estaba al lado de la cocina. En la mitad de la cena, Ander miró a Nayra cuando esta estaba hablando con su madre y se animó a decirles algo que hasta la joven se quedó petrificada.

―Nayra y yo estamos intentando tener una relación más sentimental ―confesó.

Brittany y la niñera lo miraron perplejas. Su madre porque lo sospechaba pero quedó sorprendida porque no esperaba que se lo dijera y la muchacha porque tampoco creía que Ander, el implacable, estrecho y mordaz abogado, abriría la boca tan pronto, pero se alegró por dentro cuando escuchó sus palabras.

―Me alegro mucho por ambos, ya era hora ―respondió con una enorme sonrisa la mujer―, ¿qué te hizo cambiar de opinión o decidirte a esto?

―Su cita de esta noche ―observó a Nayra mientras alzaba una ceja ya que la tenía frente a él.

―No me puedes negar que la mentira me hizo mucha gracia. Fue como engañar al profesor en un examen, haciendo trampa y copiándose ―dijo entre risas la argentina―. Y todo frente a tu nariz.

―En el momento no me hizo ninguna gracia tu mentira, estaba más cabreado que de costumbre.

―Celoso querrás decir ―acotó Nayra.

―También.

―Admite que te vuelvo loquito ―rio de nuevo.

―No te lo diré ―rio él también.

Un buen rato después de comer y acomodar todo, fue el turno de soplar las velitas y cortar el pastel. Al terminar de cantarle el feliz cumpleaños, Ander se inclinó a la joven para darle un beso en la boca al tiempo que sostenía a Agnes en brazos.

―Yo creo que intentar tener una relación no fue el verbo exacto ―respondió Aaron―, creemos que ya tienen una relación.

―No, la comenzamos esta noche aunque las personas alrededor nuestro y ustedes se dieron cuenta que sucedía algo más entre nosotros pero era lo que pensaban o por lo menos no en ese sentido ―expresó Ander.

Nayra cortó el pastel y la primera porción se la entregó a él, luego a los padres de él, y por último se sirvió para ella, que tenía en su regazo a la pequeña para hacerle probar el bizcocho de vainilla de a pequeños pedazos.

Una hora después, Nayra acostó a la niña en su cuna y regresó con los demás. Aritzmendi y ella se retiraron de la casa, se metieron dentro del coche y él condujo de vuelta a la residencia.

―¿Te apetecería ir a otra parte?

―¿Adónde tienes pensado ir? ―cuestionó ella.

―A algún lugar para beber algo, pienso que no estaría mal aprovechar los fines de semana libres, que son cada quince días, para salir.

―No lo veo mal tampoco, me parece una buena idea, por lo menos nos conoceremos más ―sonrió encantada.

―Creo que te gustará donde tengo pensado que vayamos.

Nayra no le respondió pero quedó entusiasmada con su respuesta.

🌻🌻🌻

ROOF on theWit

Ander y la joven llegaron al lugar tomados de la mano y él guio el camino hacia un rincón alejado de los demás y contra el ventanal para ver la ciudad. La ayudó a sentarse y el hombre se sentó a su lado.

―No creí que te sentarías a mi lado.

―Puedo ponerme frente a ti si te incomoda.

―No, no me incomoda para nada, fue sorpresivo, nada más —sonrió.

―¿Qué quisieras pedir? ―le preguntó―, ¿te gustaría probar algo con alcohol?

―¿Y despertarme al mediodía? ―cuestionó sorprendida.

―Un poco de alcohol no te hará nada, a lo sumo dormirás una o dos horas más. Y la niña no está, así que si quieres podrías probar un trago.

―Bueno... Como no tengo idea, puedes pedir por mí, el que menos grado alcohólico tenga.

―De acuerdo ―le respondió y él abrió la carta de jugos y bebidas.

―¿Qué tienes pensado después de esto? Es decir, ¿qué clase de puesto tengo a partir de ahora? No es por presionarte pero necesito saberlo. Yo estoy encantada de cuidar de Agnes.

―Lo puedes seguir haciendo pero dejaré de pagarte.

―Entonces me mantendré con el sueldo ahorrado mientras que empiezo a bordar para los demás.

―A propósito de eso. Mi madre me dijo que una amiga de ella quería hablar contigo por un cojín que quiere que le bordes, así que mañana o el lunes llámala y le pides el número para hablar con la mujer. Algo así es un buen pie para comenzar a ser conocida.

―Está bien, me agrada la idea. Me gusta también que no tengo que depender de ti para el dinero, no me siento sofocada.

Ander la abrazó por los hombros y la atrajo hacia él, dándole un beso en la sien. Nayra quedó sorprendida y lo miró para darle un beso en los labios. La argentina se separó de él, pidiéndole disculpas por lo efusiva que había sido.

―No pasa nada, tranquila ―le sonrió y le dio otro beso para hacerle saber que todo estaba bien―. Si vamos a conocernos y tener una relación sentimental, tenemos que dejar de lado las incomodidades y disculpas.

―Creo que tienes razón.

El chico que los atendió, anotó sus pedidos y volvió a la barra para entregar la orden.

🌻🌻🌻

Un buen rato después cuando la charla entre ellos era divertida, distendida y agradable, una mujer le arruinó la noche a Ander. La mujer era la madre de Agnes.

―Jamás creí que te encontraría aquí, parece que la pantera de a poco sale de su guarida ―dijo con sorna en su voz.

―Pearl... ―fue lo único que le dijo.

Nayra vio la expresión en el rostro de Ander.

―Me gustaría ver a mi hija ―escupió sin vueltas.

La mirada del abogado la fulminó.

―No estás en condiciones de pedir algo, firmaste los papeles que ambos sabemos, no puedes ver a la niña. Y si insistes, te enviaré una copia para que te refresque la memoria ―su voz y expresión fueron tajantes y soberbias.

―Ya que estamos los tres, me presento ―se dirigió a la joven―, Pearl, la madre de su hija... su exclienta ―sonrió con sorna para ambos―. ¿Y tú? ¿La de turno? ¿O trabajas en el antiguo oficio?

Nayra quedó indignada.

―¿Perdón? ―se excusó con burla―, soy su pareja, estable... y si te dice que te vayas, deberías irte, porque no vas a conseguir nada, ni mucho menos ver a una hija que desde el momento en que nació la abandonaste sin hacerte cargo de ella, no puedes venir a exigirle algo que jamás cumpliste. Tú y él firmaron unos papeles que estoy segura que fue la tenencia, o sea que... no estás en ningún derecho en reprocharle ni menos exigirle eso. Tú también estuviste de acuerdo en eso y firmaste sin dudar ―expresó mordaz y sin pelos en la lengua―. Ahora, si viniste y dio la casualidad que te lo encontraste y pretendes obtener algo más, pues vas a perder el tiempo, porque no está disponible y tampoco creo que tenga ganas de mezclarse contigo de nuevo ―sonrió sin mostrarle los dientes―, el bombón es mío y no lo comparto ―arqueó una ceja al mirarla.

Pearl apretó los labios de bronca.

―Te llamaré ―lo miró a él.

―No lo harás, he cambiado de número y por supuesto jamás te lo daré. Y desde ya te digo que te olvides de tu hija, no la quisiste cuando supimos que estabas embarazada, menos ahora te la dejaré ver, no quiero que tenga ningún vínculo contigo. Y por favor, vete.

Pasaron pocos minutos para que Ander la mirara y le hablara.

―Prefiero irme de aquí.

―Está bien pero que conste que esa mujer no debería afectarte en nada, tienes la tenencia de la niña, no puedo hacer nada por más que quiera.

―¿Cómo sabes o intuiste que firmó papeles y todo lo demás? ―cuestionó mirándola con atención.

―Tu madre me lo contó y no es nada difícil de deducir sabiendo que eres abogado y tienes tus modos de hacer ciertos papeles, como una tenencia.

―Qué intuitiva eres.

―Claro ―sonrió sin mostrarle los dientes.

Nayra se puso de pie y tomó su abrigo y la cartera. La joven quiso pagar por su trago pero él no se lo aceptó.

Salieron del bar a los pocos minutos y Ander le abrió la puerta del acompañante como un caballero. De regreso a la casa, el hombre le pidió disculpas por la situación que tuvo que presenciar y se alegró por la manera en cómo ella dirigió la conversación con aquella mujer.

Cuando entraron, lo hicieron a oscuras y caminaron hacia los dormitorios.

―Buenas noches ―aclaró ella.

―Descansa. Buenas noches ―le dijo y se acercó a la joven para sujetarla de las mejillas y besarle los labios.

―Tú también ―le respondió, separándose un poco de él.

Ander esperó a que ella entrara al cuarto y luego él se fue al suyo para dormir.

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