4. Cuando enseñás a jugar

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Los parciales habían terminado y Darío aprovechó el tiempo libre de las vacaciones de julio para ponerse al día con sus videojuegos favoritos. Se puso los auriculares conectados al celular con música, tomó el control inalámbrico y abrió Dark Soul II en Steam. Recién lo comenzaba, había terminado el primero con mucha dificultad y esperaba que este estuviera a la altura a pesar de las reseñas variadas que había leído.

Cuando se encontró con que no podía pasar por una de las entradas de un árbol, sintió que alguien le tocaba la línea de la mandíbula con el dorso de los dedos y se sobresaltó. Alexis se había apoyado en su respaldo y le llamaba la atención.

—Tenés que saltar —le dijo y Darío oyó su voz apagada por el sonido de los auriculares. Se los quitó y se quedó mirando a su primo con el contacto aún picándole en la piel.

—¿Qué?

Alexis rio de su expresión aturdida y señaló el monitor con la misma mano que lo había tocado. Llevaba el pelo suelto, por lo que se le hizo extraño verlo sin su habitual moño.

—Que tenés que saltar, mijo.

Darío miró la pantalla chasqueando la lengua.

—Eh, ya lo intenté, no se puede.

—A ver...

Le quitó el control y él se sujetó las manos al sentir la electricidad recorriéndole los dedos. Se dijo que era solo el frío, mientras observaba a Alexis arrastrar el colchón inflable para usarlo de silla y sentarse a su lado. Frunció el ceño, con la lengua entre los dientes y la expresión de concentración total. Logró que el personaje saltara después de un par de intentos y se deshizo de los basiliscos que esperaban abajo, dejándolo justo detrás de un árbol protegido de las fechas de otro enemigo.

Darío no podía quitarle los ojos de encima hasta que Alexis volvió a entregarle el control. Se quitó esa sensación de torpeza de encima con un estremecimiento y volvió a concentrarse en el juego.

—¿También jugás? —preguntó, tratando de ignorar el cosquilleo en el estómago. Últimamente se sentía muy nervioso, por lo que lo había atribuido al estrés de los parciales, aunque ya que estaba de vacaciones no debería seguir sintiéndose así.

—Mi cuenta de Steam tiene más de doscientos juegos —alardeó—. Y ya me di vuelta los tres Dark Souls.

Soltó una risita ante la actitud sobradora de Alexis, pero por dentro le dolía que su computadora soportaba a duras penas el que estaba jugando, ni hablar del tres u otros que pedían más prestaciones. No dijo nada al respecto. Mientras pensaba en ello, las palabras en rojo HAS MUERTO aparecieron en la pantalla.

 —Tenía una PC master race, pero la terminé vendiendo... —dijo entonces Alexis después de unos minutos en silencio mientras observaba a Darío intentarlo una vez más. Evitó comentar que le había dicho a su tío que la vendiera para ayudar con los gastos del sepelio—. Cuando tenga plata y me vaya a alquilar me compraré otra para ponerme al día con The Witcher 3.

—¿Tenés los juegos?

—Seee. Y también me vi la serie.

Darío asintió indicando que él también, y señaló su estantería, la que colgaba encima de su cama.

—Yo tengo los libros.

—Uh, qué genial —exclamó Alexis levantándose y estirándose para agarrar El último deseo.

Se dejó caer en la cama de Darío y se puso a leer allí mismo. Su primo resopló y trató de concentrarse en el juego, pero tener a al muchacho tendido en su cama con una pierna flexionada, el cabello rubio tirado sobre su almohada y el libro en alto le pareció tremendamente sexy. Tachó ese pensamiento mientras saltaba de su silla y dejaba el juego encendido mientras salía del dormitorio y en consecuencia también de la casa. Se sentó en los escalones del porche con el viento gélido helándole las mejillas encendidas.

No sabía qué rayos le pasaba, pero esperaba que terminara pronto. 

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