Epílogo. ¿Lo logramos?

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¡¡Hola, amores!! Aquí estamos :) Espero que os guste un montón el capítulo, sin duda es mi favorito y tenía muchas ganas de escribirlo. Si habéis llegado aquí es porque ya habéis leído el capítulo de cristy811994, ¡así que con este cerramos el círculo!


*Epílogo. ¿Lo logramos?*

(Orden de lectura: 2º)


Nevaba. Siempre nevaba aquí.

Pero no hacía frío. La temperatura era perfecta y el paisaje adquiría una belleza casi etérea con los copos blancos sobre el suelo. Cuando tocaban mi piel, se deshacían automáticamente sin rastro de esa sensación gélida que podría esperarse. Solo sentía un roce suave, una agradable y cálida humedad.

La había esperado durante años, o al menos eso sentía yo. Porque el tiempo no pasaba al mismo ritmo allí, un segundo podía equivaler a una semana y viceversa. Pero yo solo sabía que la había extrañado.

Nunca había sido justo con la princesa Hermione y llevaba mucho tiempo arrepintiéndome de eso. De todas formas, era consciente de que el momento llegaría, que podría sincerarme con ella y desnudar mi alma. Ahora no tenía nada que perder, tampoco nada que temer.

El enorme reloj situado en el muro de nuestros aposentos estaba parado, llevaba sin moverse desde que yo llegara allí. Aun así, lo miraba cada vez que caminaba frente a él. El castillo seguía siendo mi hogar, el lugar en el que yo me sentía completo. Por eso vivía allí aún. Quizás también porque estaba esperando que la princesa Hermione me encontrara, no quería marcharme muy lejos.

Lancé una última mirada al reloj de la pared, seguía sin moverse... pero algo me decía que ella estaba cerca.

Salí de esa inmensa habitación y recorrí los pasillos vacíos de mi castillo. No había un alma, pero yo ya estaba acostumbrado a eso.

De vez en cuando recibía visitas, mi padre pasaba temporadas junto a mí, tranquilo y estricto como siempre. Ni siquiera allí, en ese lugar, mi padre perdía su característica y regia severidad... pero ahora, sin preocupaciones, Lucius, parecía estar en paz. Eso me confortaba.

En algunas ocasiones vi a Theo. Al principio no se acercaba a mí, me observaba en la distancia y se marchaba del castillo con regularidad... pero siempre regresaba. La primera vez que se acercó a mí aún estaba furioso. Sabía que yo era el culpable de que él hubiera muerto... pero también era el causante de que yo estuviera allí.

Lloró cuando le conté que su padre le había mentido. Las lágrimas brotaron de su rostro, descontroladas, cuando le hablé de que la princesa Hermione era una bruja. Más aún cuando le confesé que era su medio hermana. Yo permanecí estoico ante él. En ese lugar no había dolor, no tenía por qué haberlo.

—¿Todo el mundo está aquí? —le pregunté a mi padre una noche en la que la nieve había remitido durante un par de días—. ¿Todos los que se fueron antes que nosotros?

—Sí —respondió mi padre.

Para mí él también era una eminencia en ese lugar, a pesar de no llevar allí mucho más tiempo que yo. Era como si él ya lo supiera todo.

Recibí la visita de la madre de Hermione una mañana. Olivia Granger, la antigua reina del mundo muggle, vino al castillo y me habló de su vida. Me contó su historia con Patrick Nott, algo que Hermione y yo ya habíamos descubierto. La mujer parecía atormentada, me dijo que no podría descansar hasta hablar con su hija y confesarle toda la verdad a ella: cómo Olivia siempre había sabido que Hermione era una bruja y por qué se había suicidado, asustada por lo que su hija iba a descubrir... La mujer despertó en mí una compasión que yo jamás antes había sentido hacia ella, consiguió que yo comprendiera la difícil situación en la que ella se había encontrado: tan asustada al saber que pronto se descubriría toda la verdad...

Olivia me prometió volver pronto a visitarme. Antes de marcharse, la mujer acarició mi mejilla con suavidad y me miró con un afecto que yo solamente había visto reflejado en los ojos de mi madre Narcissa. Por Merlín, cuánto la extrañaba allí...

—Gracias por protegerla —me dijo Olivia antes de marcharse—, lo que hiciste fue muy valiente.

Ahora yo estaba solo. Solo en mi castillo, o al menos eso creía, pero no me sentía abandonado. Ya lo he dicho, el dolor no existía en ese lugar, tampoco la Disidencia. Todos allí éramos personas, seres humanos con magia y sin magia que en algún momento habían sido traicionados, que habían sufrido tragedias y venganzas. Pero allí nada de eso importaba.

Supe que estaba cerca, más que nunca. Un nudo se estableció en mi garganta cuando, sin saber cómo ni por qué, de pronto sentí que la princesa había llegado.

Sabía lo que eso significaba: ella ya no estaba viva. Eso me apenaba, pues la amaba. Desde luego, habría preferido que ella permaneciera más tiempo en el otro lado, que alcanzara la felicidad en nuestro mundo... pero no era fácil. Nuestra realidad había sido tan dolorosa, tan horrible, que nada conseguiría reparar todo aquello que se habíamos roto.

Bajé las escaleras de piedra y caminé por los colosales corredores oscuros. Me estaba acercando a ella y ese presentimiento me guiaba.

La había extrañado tanto... las solitarias noches en ese mundo me habían resultado eternas sin ella.

¿Podríamos estar juntos ahora?

—Sí, Draco. Podréis —me había dicho mi padre cuando yo le había formulado esta misma pregunta mucho tiempo atrás.

La puerta que daba al inmenso jardín exterior estaba abierta y la nieve caía copiosamente, tiñéndolo todo de blanco. Yo aún no lograba entender que no hiciera frío, pero la temperatura era perfecta. Todo era hermoso a mi alrededor.

Entonces la vi.

Allí estaba ella, aún confundida. Miraba de un lado para otro como si no comprendiera cómo había llegado allí... yo mismo se lo explicaría todo, tal y como mi padre había hecho conmigo. Quizás ella lloraría al principio, quizás se alegraría al saber que no solo yo estaba allí, sino todos los demás. Incluso aquellos que se habían ido mucho antes de que nosotros hubiéramos nacido.

Era un buen lugar, era un lugar agradable.

—¿Príncipe?

Me detuve. La observé unos instantes, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Estaba tan bella como la primera vez, mucho más de lo que yo siquiera llegaba a recordar. Mi corazón latió con fuerza, como si estuviera vivo, aunque eso no fuera así. Entonces ella corrió hacia mí, con su vestido largo y oscuro agitándose mientras Hermione me miraba, emocionada.

Yo sonreí. Había esperado tanto tiempo para reunirme con ella...

Llegó a mis brazos de pronto, con un golpe violento y agradable. La agarré con fuerza y la estreché contra mi pecho.

Por fin podríamos estar juntos... ese pensamiento fue suficiente para conseguir que mi corazón desbocado dejara de latir unos segundos. Después de tanto tiempo, de tanta espera, había llegado el momento.

—Princesa —la saludé en un susurro.

Toqué su piel, tan suave como siempre había permanecido en mis recuerdos. Con una caricia, la acerqué a mí y besé de nuevo sus labios.

FIN


Muchísimas gracias por leernos. Ha sido super bonito escribir este fic con Cristy y me encanta haber salido un poquito de mi zona de confort. Si os ha gustado la historia, por favoooor hacédnoslo saber en vuestros reviews/comentarios y muchísimas gracias por todas vuestras palabras amables y los ánimos que hemos recibido en estos meses :) ¡Decidimos hacer una historia muy diferente al resto y esperamos haberlo conseguido!

Mil besos y nos vemos en nuestros otros Dramiones, ¡echad un vistazo porque tanto Cristy como yo tenemos un montón de historias!

En cuanto a mí, podéis encontrarme en redes sociales como vmcameron213 y en mi página de Facebook: "La estrella más oscura. Dramione".

¡Nos vemos!

V.

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