117 d. C; VISENYA TARGARYEN

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VISENYA TARGARYEN

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"Querida Rhaenys,

Rhaenyra dio a luz a una niña sana, la llamó Visenya. Daemon está más que feliz de poder tener una hija propia, supongo que convivir con Helaena, Baela y Rhaena encendió su deseo de querer una niña.

Todo está bien por acá, los niños se portan de maravilla, son unos ángeles. Aunque Aegon sigue arrastrando a sus sobrinos y hermanos en todos sus travesuras.

Siento que la carta sea corta, pero Daeron está demandando mi atención.

Con cariño,

Aemma Arryn."

—Mamá—Daeron llamó corriendo hacia su madre—¡Ermithor!

—¿Fuiste a volar con papá?—Aemma agarró a su hijo sentándolo en sus piernas.

Dragones—el niño dijo emocionado, sus ojos brillando como las estrellas.

—Supongo que te divertiste.

Las doncellas sonrieron con ternura al ver como la Reina besaba las mejillas del niño que reía disfrutando de las atenciones que su madre le daba. Helaena entró poco después con Aemond agarrado de su mano, el menor tenía el rostro rojo y un ramo de flores en la mano. Ambos niños fueron hasta su madre y hermano menor.

—Madre, te trajimos algo—Helaena sonrió soltando la mano de su hermano.

—Encontramos estás para ti—Aemond extendió las flores—, son bonitas como tu.

—Gracias mis niños—Aemma agarró el ramo y les sonrió a sus hijos—¿Terminaron sus clases?

—Tío Daemon dijo que estaba bien—Aemond se asomó en la mesa y extendió su mano para alcanzar una uva.

El niño logró alcanzar una uva y la llevó a su boca comiendo bajo la atenta mirada de su madre que no dejaba de verlo con ternura. Helaena, por su parte, se había sentado en otra silla y estaba bebiendo el jugo que una de las doncellas le sirvió. Los cuatro se quedaron comiendo fruta mientras esperaban a que Aegon apareciera, el mayor de los niños siempre tardaba en llegar así que no era novedad que solo faltara él en la mesa.

Aegon llegó poco después y se unió a su familia hablando sobre el entrenamiento. Después de que ellos comieran toda la fruta que querían Helaena se recostó con Daeron en la cama de su madre a tomar una siesta mientras Aegon y Aemond tomaban un baño. El menor de los dos fue el primero en dormirse mientras su madre le peinaba el cabello, pero Aegon dio más trabajo. El niño a pesar de tener sueño quería disfrutar de ser el único despierto para estar con su madre y Aemma solo podía sonreír a su niño.

—¿Podemos ir a volar después?—Aegon recostó su cabeza en el hombro de su madre. —Solo tu y yo, madre.

—Claro, mi príncipe—Aemma besó la cabeza de su hijo.

Cuando Viserys apareció se encontró a su esposa en el sofá con su hijo de diez años acurrucado como un bebé en sus piernas. Aemma estaba despierta y le sonrió cuando lo vio, haciéndole una seña para que guardara silencio.

—Acaba de dormirse—le susurró Aemma—, no quería moverlo por miedo a que despertara.

—Déjame llevarlo a la cama.

Viserys se acercó y cargó a su hijo que ni se inmuto al ser movido. Apenas lo dejó en la cama Aemond trepó su pierna sobre su hermano y Aegon lo abrazó, los dos más dormidos que despiertos. La Reina se levantó del sofá y suspiró acercándose a la mesa para servir un poco de jugo.

—Daemon dice que Aegon y Aemond son buenos con la espada—Viserys comentó acercándose—, parece que tendremos buenos guerreros.

—Mmh, están aprendiendo con Daemon, es normal que sean buenos—Aemma le ofreció la copa con jugo—. Hoy Aemond me trajo flores—señaló las flores sobre la mesa.

—Esos niños acabarán destruyendo los jardines si siguen arrancando las flores.

Ambos se rieron y voltearon a ver a sus hijos. Como estaban agradecidos de tener a esos cuatro ángeles en sus vidas.

"Querida madre,

El huevo de Visenya acaba de eclosionar, pensé que sería bueno dejar que tú fueras la primera en saberlo.

Estamos bien, los niños adoran estar en Dragonstone y Daemon disfruta de ser el señor del castillo, ya sabes como es. Ayer lo encontré escribiéndole una carta a papá, aunque lo negó, aún no se por qué sigue negando que extraña estar siguiendo a papá todo el tiempo.

¿Cuándo es el próximo viaje de Helaena al Norte? Me gustaría ir con ella para que Aegon y Viserys conozcan Winterfell. También quisiera ir al Valle con Aemond, después de todo mis hijos también son parte de la familia Arryn, sería bueno que conocieran el Eyrie.

Alicent y Laena me escriben constantemente, las dos están bien. Alicent me comentó que se irá de viaje con Laenor y Alyn en unos días, visitarán Essos. Laena, por su parte, dice que las casas cercanas a los Strong visitan seguido para ver a los dragones, ya te imaginaras. Me sorprende que Vhagar no se haya comido a alguien.

Espero poder visitarte pronto.

Te ama,

Rhaenyra Targaryen."

Silverwing era una dragona muy protectora, tanto de su jinete como de los hijos de la misma, por eso cada vez que alguno de los niños salía a volar ella tenía permitido ir con ellos. Aemma había ordenado que dejarán a la dragona sin cadenas así que podía ir y venir sin problema alguno. Por las tardes Aegon y Aemond siempre salían a volar juntos, el niño de siete años sobre su enorme dragón negro y el niño de diez con su joven dragón dorado. Algunas veces Helaena y su enorme dragona azul pálido los acompañaban, pero no eran muchas ya que la niña prefería estar con su madre.

Esa tarde el cielo de King's Landing fue decorado por cuatro colores diferentes. Caníbal, Sunfyre, Dreamfyre, y Silverwing volaban dando vueltas, la última sin un jinete. Sunfyre, siendo el más joven, se movía con rapidez y fluidez entre los dragones más grandes haciendo que Aegon se riera.

Muchos quizás pensarían que al ser el mayor Aegon se sentiría mal por no tener el dragón más grande entre sus hermanos, pero la verdad era que al niño le daba igual. Aegon amaba a Sunfyre, sobre todo porque había sido su hermana Rhaenyra la que le presentó al dragón cuando aún estaba en la cuna. Además, él prefería que sus hermanos tuvieran dragones grandes porque más dragones grandes significaba que podían proteger mejor a sus padres. Los cuatro dragones aterrizaron de regresó en la fosa un par de horas después, Aegon se bajó de su dragón y lo acarició con una sonrisa.

—¡No te comas a nadie!—escuchó a Aemond comandar a su dragón que gruñó—¡Ve!

El dragón negro extendió sus alas y volvió a volar, esa vez en dirección a las cuevas bajó la fosa.

Regresaré mañana, Sunfyre—el mayor acarició a su dragón—, te lo prometo.

Prometo que vendré más seguido—Helaena acarició a su dragona.

Silverwing sacudió sus alas y caminó de regresó al interior de la fosa, Sunfyre dejó salir un chillido y tanto él como Dreamfyre siguieron a la dragona con los cuidadores guiándolos a sus respectivos lugares de descanso.

—Príncipes—sir Harrold los saludo.

—Sir Harrold—Helaena lo saludó subiendo al carruaje.

Aemond y Aegon subieron después de ella, los tres usaron el corto viaje de regreso a la fortaleza para hablar de lo que harían el día siguiente y si su madre o padre los acompañaría a volar. Cuando llegaron a la fortaleza fueron llevados a sus habitaciones para que se dieran un baño antes de reunirse con sus padres para cenar. El primero en estar listo fue Aegon, el niño de diez años saltó por los pasillos hasta la habitación de su padre donde este ya estaba sentado en la mesa esperando por ellos y su madre que seguro estaba con Daeron.

—Padre—Aegon saludó caminando hasta su silla a la izquierda de su padre.

—Aegon—Viserys le sonrió a su hijo—¿Te divertiste hoy?

—Silverwing nos acompañó—el niño comentó con una sonrisa—, volamos por toda la ciudad.

—Quizás mañana pueda acompañarlos.

—¡Si!—exclamó emocionado.

En ese momento Aemond apareció, el niño asomó la cabeza por la puerta y no entró hasta que vio a su padre y su hermano mayor.

—Padre—saludó acercándose para sentarse junto a su hermano—¿Dónde está madre?

—Está cambiando a Daeron de ropa—Viserys respondió y Aemond asintió—¿Te divertiste con tus hermanos?

—Mmm, fue divertido—respondió el menor estirando su mano para agarrar una uva.

Helaena fue la siguiente en aparecer, la niña iba vestida de rosado y sonreía con felicidad, ella tomó asiento a la derecha de su padre. Mientras esperaban por Aemma y Daeron los niños le contaron a su padre más sobre su vuelo, los tres hablando casi al mismo tiempo haciéndolo reír porque casi no les entendía nada. Cuando madre e hijo aparecieron los tres guardaron silencio y saludaron con sonrisas encantadoras.

—Aegon no dejes las verduras—Aemma regañó a su hijo.

—Pero madre—el niño hizo un puchero.

—Cómelas—presionó su madre.

—¡Uva!—Daeron lanzó una uva hacia su hermano mayor.

—¡Hey!—Aegon frunció el entrecejo.

—Daeron, no juegues con la comida y no le lances cosas a tu hermano—su madre lo regañó—. Viserys, no te rías.

El Rey dejó de reírse enseguida, él sabía que era mejor hacerle caso a su esposa si no quería dormir con alguno de sus hijos. Ya había pasado antes, en más de una ocasión.

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NOTA:

Pequeño capitulo feliz porque se viene la parte buena de la historia, y por buena me refiero a que se viene la tragedia.

Adivinen qué pasará.

Por cierto, disculpen la tardanza y más si alguno de ustedes lee otra de mis historias. Estos días han sido difíciles para mi y hasta ahora me sentía lo suficientemente bien como para escribir algo.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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