135 d. C; AEMMA Y VISERYS

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ANTES DE LEER

Aegon y Coryanne tienen dos hijos: Kalea y Baelon.

Aemond y Emery (su esposa, hija de Rhea Royce) tienen un hijo: Maelor

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AEMMA Y VISERYS

"Querida tía Jeyne,

Le escribo para avisar que mis hermanos y yo decidimos quedarnos en casa un par de días más, la salud de mis padres no ha mejorado y creímos mejor quedarnos con ellos. De igual forma, esta carta es una invitación a la fortaleza, sé que madre estaría feliz de verla después de tanto tiempo. Sé que teníamos planes que poner en marcha, pero esto es más importante que nada en estos momentos.

Emery y Maelor se quedarán conmigo, la celebración número tres de Maelor se está acercando y queremos celebrarlo en familia. Por eso es pero que considere visitar.

Estaré en contacto,

Príncipe Aemond Targaryen, hijo del Rey Viserys I Targaryen y la Reina Aemma Arryn, heredero del Valle de Arryn."

"Querida Coryanne,

Lamento comunicar que no podré visitar Dorne en los próximos días, la salud de mis padres no mejora y creo que lo mejor será quedarme junto a ellos, pero si lo deseas puedo enviar a Kalea y Baelon para que tu padre pueda verlos.

¿Cómo estás? Espero que estés bien. Los niños te extrañan, y yo también, desean que regreses pronto, y yo también.

Te ama,

Aegon. y Kalea. y Baelon."

"Mi amor,

¿Cómo se están portando los niños? ¿Te dan problema? Espero que no. ¿Cómo estás? ¿Y los niños? ¿Tu prima?

Acá todos están bien, incluso veo a mis padres un poco mejor. Estoy esperando con ansias que llegues, no sabes cuanto te extraño, incluso Dreamfyre te extraña. Por eso estoy enviando el mensaje con ella, pensé que quizás te atreverías a regresar con ella.

Aemond me pidió que te pidiera pasar por el Valle, al parecer Lady Jeyne también vendrá de visita así que creímos oportuno que lleguen juntos.

Te ama,

Helaena."

"Rhaena,

Por fin encontré el broche de Jacaerys, estaba debajo de mi cama, lo devolveré en cuanto regresen. ¿Si van a regresar? La tía Rhaenys llegó ayer con el primo Laenor y la tía Alicent. Daenera y Alyn son los únicos a los que puedo molestar, Kalea, Maelor y Baelon aún son muy pequeños para eso. Aunque el tío Daemon disfruta corrompiendo sus mentes inocentes...¿Recuerdas cuando nos hacía eso?

Recuerdos que quisiera olvidar.

Saluda a todos de mi parte.

Con cariño,

Daeron."

El sonido de algo rompiéndose hizo que Aemond girara con rapidez, casi perdiendo el balance por un segundo. Para su sorpresa, no realmente, Kalea estaba de pie frente a un plato roto, la niña apretó los labios y levantó la cabeza encontrándose con los ojos de su tío. Junto a él Aegon dejó salir un suspiro y se movió para ir con su hija que ya tenía un puchero y sus ojos de yo no fui. Con una mirada rápida alrededor del salón Aemond se aseguró que su hijo no estuviera causando problemas.

—¡Pero si no es mi primo favorito!—Rhaena apareció de la nada y se lanzó sobre Aemond.

—Buenas tardes a ti también, prima—el mayor puso una mano en la cabeza de la menor y la alejó de él. —¿Dónde está el resto del ejército?

—Ni idea, nos separamos después de saludar a los abuelos—la menor apartó la mano en su cabeza de un golpe.

—¡Mi gemela favorita!—Aegon se acercó a ellos y pasó un brazo por los hombros de Rhaena.

—Me confundes con Baela—Rhaena lo empujó con su hombro, pero no se alejó.

Lucerys llegó poco después con Baela y Daenera, después de ellos poco a poco los primos se reunieron formando un gran círculo en medio del salón. Desde la mesa principal Rhaenyra los observaba mientras ellos reían y hablaban de las travesuras que hacían de niños, una sonrisa creció en el rostro de la heredera y lágrimas se formaron en las esquinas de sus ojos, tener a toda su familia reunida se sentía como una bendición y ella no dejaba de agradecerle a los dioses todas las noches por la oportunidad de verlos juntos.

Estaba tan concentrada en ellos que no se dio cuenta que una doncella llegó a su lado hasta que tocó su hombro, cuando levantó la mirada se encontró con los ojos de Morana que le sonrió antes de inclinarse para avisarle que sus padres querían verla. Ella le agradeció con una sonrisa y se levantó llamando la atención de todos. Con pasos firmes fue hasta el grupo en el que estaban sus hermanos y agarró el brazo de Aegon.

—Madre y padre desean verme así que estás a cargo—el menor asintió—, si se sienten bien cuando termine de hablar con ellos mandaré a los llamen—miró al resto de sus hermanos que asintieron.

Sin decir nada más salió del salón. Cuando llegó a la habitación de sus padres solo unas cuantas velas estaban encendidas y por un segundo dudo que estuvieran despiertos, pero a medida que se acercaba a la cortina más podía escuchar los susurros que provenían de la cama. Con cuidado movió la cortina y sonrió al ver a su madre sentada, viéndose un poco mejor que antes.

—Nyra—su madre le sonrió—. Viserys, Rhaenyra está aquí.

—Rhae...nyra—Viserys levantó una mano hacia ella que la tomó mientras se sentaba junto a él—, hija...

—Estoy aquí, papá—se inclinó y besó la mejilla de su padre—. ¿Cómo te sientes? ¿Tomaste tu medicina?

—No...quería...no...

—Quería hablar contigo sin tener la mente nublada—Aemma puso los ojos en blanco—, apenas termine tiene que tomarla.

—Serás...una gran reina...mi niña...estás lista, siempre...lo estuviste—Rhaenyra sintió una lágrima bajar por su mejilla—. Tus hermanos...

—¿Quieres que vengan?—preguntó con la voz temblorosa, su corazón encogiéndose.

—Por favor—pidió, suplicó, Viserys.

Rhaenyra se levantó para cumplir el deseo de su padre, en la puerta le pidió a sir Harrold llamar a sus hermanos antes de regresar a la cama con sus padres. Ella se mantuvo en silencio escuchándolos hablar sobre su infancia y adolescencia, la mayoría eran travesuras que hacían con Rhaenys y Daemon. Sus hermanos aparecieron un par de minutos después, los cuatro tenían expresiones preocupadas en el rostro que desaparecieron apenas pudieron ver a sus padres y hermana mayor.

—Mis niños—Aemma los saludo con una sonrisa.

—Hijos...—Viserys sonrió a medias—no saben...lo feliz que me hace verlos...

—¿No has tomado tu medicina?—Helaena tomó la copa y la revisó.

—Quería hablar con nosotros primero—respondió Rhaenyra—, aunque creo que mejor se hubiera tomado la medicina.

—Debió tomarla—Aegon se cruzó de brazos—. No puedes saltarte las cosas así, padre.

—Quién lo diría—Aemma dejó salir una risa—, los hijos mandando a los padres.

Los cinco arrugaron el rostro cuando su madre comenzó a toser. Daeron, que estaba más cerca de la mesa, sirvió un vaso con agua y lo acercó a su madre.

—Bebe—le pidió.

—Hijos...estoy orgulloso—Viserys intentó acomodarse y enseguida Rhaenyra y Helaena se movieron para ayudarlo—. Gracias, mis niñas—ambas sonrieron. —Han crecido para ser grandes hombres y mujeres, buenos padres...los amo más que a mi vida.

—Nosotros los amamos por igual—Aemond murmuró con una sonrisa débil—, fueron los mejores padres de todo Westeros.

—Incluso de Essos—Daeron añadió.

—Mis niños—Aemma se movió y recostó la cabeza en el hombro de su esposo—. Nuestros niños crecieron tanto, Viserys.

—Mmh, aún recuerdo cuando...intentaban correr desnudos por los pasillos...

—Eso es algo que Aegon haría—comentó Daeron.

—¡Hey! ¡Tú también lo hiciste!—el mayor lo empujó.

—Los cuatro lo hicimos, Helaena fue la única que nunca lo intentó—Rhaenyra miró a su hermana.

—La única sana de la familia—Helaena sacudió una mano.

Risas llenaron la habitación, acompañadas de varias quejas y uno que otro insulto cariñoso. Después de asegurarse que su padre tomara su medicina los cinco se despidieron y se movieron hacia el recibidor donde se sentaron frente al fuego hablando en susurros. Se suponía que debían regresar con sus respectivas familias, sobre todo Aegon que estaba al cargo de sus hijos, pero los cinco se quedaron dormidos sin querer.

Detrás de la cortina Aemma aún estaba despierta, sus ojos puestos en el techo, la mujer sonrió al no escuchar las voces de sus hijos que se habían dormido dónde estaban. A su lado, Viserys se despertó, aunque solo había dormido por unos cinco minutos, el hombre giró la cabeza para verla y ella se movió para poder verlo mejor. El mayor levantó una mano y acarició la mejilla de su esposa con cariño, no hubo necesidad de que lo dijera para que ella entendiera lo quería decirle. Te amo, siempre te voy a amar. Con algo de esfuerzo Aemma se acercó más a su esposo y besó su mejilla. Te amo más que antes. Sus ojos se encontraron y ambos sonrieron, satisfechos con la vida que llevaron a pesar de los errores. Viserys fue el primero en cerrar los ojos, su mano aún acariciando la mejilla de su esposa, Aemma cerró los ojos sintiendo las lágrimas bajar por sus mejillas. Cuando la mano dejó de acariciar su mejilla Aemma subió su mano para sostener la de su esposo, un sollozo se le escapó, quería llamar a sus hijos, pero no se atrevía. El dolor era insoportable, tan insoportable que le rogó a los dioses que se la llevaran en ese momento porque no sabía cómo iba a vivir sin él. No se atrevía a vivir sin él a su lado.

Daemon y Rhaenys entraron en la habitación con todo el silencio que podían tener, ambos sonrieron al ver a los cinco cuerpos dormidos en el suelo y siguieron hasta la cortina. Fue Daemon quién movió la cortina y su cuerpo se congeló en su lugar, Rhaenys tuvo que rodearlo para ver qué había causado la tensión en el cuerpo de Daemon. Ambos contuvieron la respiración, pero Rhaenys se movió primero que él y se acercó a la cama. La mujer se cubrió la boca con una mano y cerró los ojos dejando que las lágrimas cayeran, Daemon tuvo que dar un paso hacia atrás para recobrar la compostura.

El menor de los cuatro tomó varias respiraciones profundas y trató de calmarse, pero el dolor en su pecho no lo dejaba respirar. La visión se le nublo y el mundo comenzó a caérsele encima. Su hermano se había ido. Su hermano y Aemma. Hace años había hecho todo lo posible para salvarlos y ahora no había podido hacer nada, no pudo salvarlos.

—¿Tío Daemon?—una voz llamó detrás de él.

El mayor se rehusó a contestar, ni siquiera se giró para ver a su sobrina. Helaena miró a su tío esperando algo, lo que sea, pero al no obtener nada se apresuró a sacudir a Rhaenyra con urgencia, lágrimas comenzando a acumularse en sus ojos.

—Nyra, despierta...Nyra—suplicó con la voz temblorosa.

—¿Qué pasa?—Aegon preguntó abriendo los ojos.

—¿Hela?—Rhaenyra se despertó confundida, pero al ver los ojos de su hermana se sentó—¿Qué sucede?

Helaena llevó la mirada a su tío y solo bastó eso para que Rhaenyra y Aegon se levantaran de un salto, los dos corriendo entre tropiezos hacia sus padres. Aemond y Daeron se despertaron algo confundidos, justo cuando sus hermanos mayores cruzaban la cortina. Hubo un segundo de silencio antes de que un grito ahogado se escuchara y la voz de Aegon rompiera el silencio.

—¿Madre? ¿Padre?

Los tres se levantaron y siguieron el camino de sus hermanos. Aemond fue hasta su hermano mayor que se había trepado en la cama y lo abrazó, sus ojos pasando brevemente por la cabellera blanca de su madre. Oh, cuánto le dolía ver aquel blanco sin el brillo que lo caracterizaba.

—Nyra—Daeron abrazó a su hermana, ambos llorando sin poder contenerlo.

—Tío—Helaena se acercó a Daemon que la abrazó con fuerza sin decir nada—. Está bien, tío, estamos aquí.

El sol estaba apareciendo en el cielo de King's Landing cuando las campanas sonaron. El Rey y la Reina compartieron la historia de amor más hermosa de los siete reinos, un amor verdadero. Por eso a nadie le sorprendió cuando la corona anunció que ambos partieron juntos a la siguiente vida.

El funeral se dio dos días después, tanto Silverwing como Vermithor estuvieron presentes, ambos dragones lamentando la perdida de sus jinetes. Fue Rhaenyra quién dio la orden y el fuego de ambos descendió sobre los cuerpos sin vida del Rey y la Reina. Las cenizas fueron recogidas y entre los cinco Príncipes se encargaron de esparcirlas en King's Landing, en el Valle, en Dragonstone, en el muelle, en cada lugar que sus padres consideraban importante, en cada lugar en el que su amor floreció.

Rhaenyra fue coronada una semana después del funeral, con el corazón apretado, pero con la cabeza en alto tal como sus padres hubiesen querido. Sus hermanos estuvieron con ella en cada paso que dio y nunca la dejaron sola porque sus padres les habían enseñado a estar unidos y ellos nunca olvidarían esas lecciones.

Siempre las llevarían en sus corazón a dónde sea que fueran.

Así como llevaban el amor de sus padres.

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NOTA:

Aegon le puso Baelon a su hijo por el hermano mayor que no pudo conocer.

Me imagino que Aemma y Viserys se encontraron con Baelon en el cielo y los tres esperan a los cinco milagros que dejaron en la tierra.

Espero les haya gustado, gracias por leer, lu.

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