Irene

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Las cosas se habían salido de control este primer año, se suponía que debía ir al bachillerato de su escuela anterior, al menos ahí tenía una que otra compañera con la cual hablar en los recesos o para hacer los trabajos en equipo que nunca le habían gustado gracias a su poca habilidad social; pero ahora, se encontraba en una escuela mucho más pequeña que la anterior, lo cual no le hubiera desagradado de no ser porque no conocía a nadie, no tendría muchos lugares para esconderse en los descansos sí no conseguía agradarles a las chicas de su clase y aunque el lugar fuera acogedor a primera vista, en la situación de Irene, todo le resultaba demasiado intimidante.

El instituto Wilde solo tenía ocho salones, tres de ellos eran la biblioteca, el laboratorio de química y el laboratorio de cómputo, los demás tenían en la puerta los grados que utilizarían los salones ese año; sin embargo la estructura de la escuela era algo extraña, ya que el edificio principal, era demasiado pequeño y tenía toda la pinta de haber sido una casa en otros tiempos, solo la habían dividido en tres para poder usarla, detrás de dicha construcción se encontraba la sala de profesores, la bodega donde guardaban el material de la escuela y la dirección.

Justo a un lado se encontraba el salón más grande de la escuela, el de usos múltiples, frente al edificio principal también estaban los salones de los grados menores, los dos grupos de primero y los grados más grandes se ubicaban justo arriba del laboratorio de cómputo y de química, según se había enterado, solo había un segundo en toda la preparatoria, era extraño, si, pero en una escuela tan pequeña no debería sorprenderle, así que los chicos que cursaban su segundo año de preparatoria tenían su salón sobre la biblioteca. Había dos canchas extensas que ocupaban todo el espacio restante de la escuela, una de pasto y otra de concreto, no había mucho espacio para prácticamente nada, aunque pudo visualizar un pequeño "oasis", un lugar lleno de plantas bien cuidadas, con mucho pasto y una pequeña banca dónde apenas cabrían dos personas, el lugar era perfecto sí se sabía mirar de la forma correcta, el unico inconveniente es que se encontraba junto al salón de usos múltiples en un pequeño jardincito de pasto, tal vez el ruido proveniente de ahí podría llegar a perturbar la tranquilidad que esperaba tener.

La distribución era confusa, pero no podía pedir nada más, sus padres ya se habían encargado de hacerle saber que esta era la única oportunidad que tenía para mejorar; finalmente se dijo que debía encontrar su aula aunque varios alumnos todavía se encontraban vagando por la escuela, hablando entre ellos, algunos incluso habían decidido sacar un balón de la bodega para jugar un rato, sin embargo, Irene solo necesitaba sentarse un rato, tal vez a dormitar un poco sobre su pupitre antes de que comenzarán las clases de forma oficial; sin embargo aún tenía la esperanza de encontrar una buena amiga desde el primer día para no sentirse vulnerable, pero las únicas chicas además de ella dentro del aula se encontraban sumidas en su propio mundo, al parecer una tenía problemas con el chico que le gustaba y se la pasaba negando con la cabeza, sus rizos atados en una coleta revoloteaban a su alrededor; Irene pensó que tal vez estaba ahogándose en un vaso de agua, aunque después se dijo así misma que no sabría comprender esa situación ya que nunca había llamado la atención de los niños que le atraían...o no sé daba cuenta.

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Las clases transcurrieron normalmente, se presentó ante el grupo, la mayoría no le dió mucha importancia, pero algunas chicas, principalmente, se acercaron para preguntarle sobre su antiguo instituto, la razón por la que se encontraba ahí ahora y muchas más preguntas sobre el tema, sin embargo solo una de ellas la invitó a comer juntas, era la misma chica de cabello rizado que se quejaba hace un rato.
No iba a decirle que no, así que tomaron sus cosas para salir al patio de la escuela.

-¿Ella no viene con nosotras?-preguntó Irene después de ver como Camila ( la de pelo rizado) se alejaba de Aby, con quién estaba hablando antes.
-No, yo siempre desayuno con una amiga más grande y bueno, Aby prefiere irse a jugar basket-explicó sin muchos rodeos.

Salieron al patio, los demás grupos también se encontraban caminando dispuestos a encontrar un lugar donde sentarse para pasar el receso, algunos preferían jugar en las canchas, por suerte Camila le había comentado que esa amiga suya no disfrutaba mucho de los juegos con pelota, así que se quedarían sentadas conversando de cualquier cosa hasta que llegara la hora de regresar a clases.

-Mira ahí está-dijo señalando a un grupo de alumnos en particular-¡Helena!-su voz pareció hacer eco entre los muros de la escuela pero tan pronto como grito dicho nombre una chica bajita salió corriendo de entre las demás personas ahí congregadas, muchos se quejaron así que la tal Helena se disculpo varias veces mientras se abría paso hasta que logró llegar a donde se encontraba Camila.

No lo iba a negar, la chica era bastante bonita, con facciones finas, parecidas a esas que tienen las muñecas de porcelana, demasiado costosas como para poder permitirse una, y sobre todo, los ojos de ella, resaltaban en cualquier lugar, a pesar de que no poseían algún color vibrante como las protagonistas de algunos libros, sus ojos, eran marrones, en una tonalidad un poco más oscura, quizás demasiado comunes, pero, a su vez, eran ligeramente rasgados, no lo suficiente como para ser confundida con una chica asiática, pero si lo suficiente para decir que había algo elegante en ellos. Tenía los labios rosados y pequeños, casi como todo en ella, ya que su estatura se encontraba debajo del uno sesenta y a decir verdad, era bastante delgada.

Parecía delicada y su cabello liso de color negro y largo hasta la cintura, no hacia mas que provocar que se viera mucho menor de lo que realmente era. Si le hubieran preguntado directamente a Irene, fácilmente podría haber dicho que aquella niña no pasaba de los catorce años, pero estaba en prepa, al igual que ella, asi que eso era imposible.

No era poseedora de una belleza exótica, no era guapa, pero si muy bonita, mucho. Y eso la intimido por un momento, ya que no pudo evitar compararse con ella.

-Gracias, gracias, gracias-dice la chica, en un voz baja, casi susurrante mientras se dirije a Camila. Después toma a ambas de las manos para alejarlas del grupo del grupo congregado en la entrada del salón. Lo normal sería que únicamente hubiera tomado a Camila para marcharse, sin embargo, al ver que ambas la esperaban juntas, decidió tomar en cuenta a Irene también, cosa que a esta última chica le evoca un sentimiento de alivio en el pecho. Ya que temía ser rechazada y no ser capaz de conectar con ninguna de sus compañeras.
-¿Por qué escapamos?-pregunta Camila, sin dejar de caminar, solo se deja arrastrar por Helena.
-¿Tu por quién crees?-le responde con otra pregunta antes de detenerse un momento para observar su entorno y a la vez, Irene la observa a ella con detenimiento, casi cautivada por la belleza particular de esta nueva compañera. Helena, gira la cabeza luego hacía la izquierda, sus ojos parecen buscar algo y se abren con emoción cuando lo encuentran. Casi por inercia, Irene trata de encontrar el motivo de aquella emoción y finalmente se encuentra con el pequeño "oasis" qué ha visto hace ta solo unas horas atrás, todavía no esta ocupado por nadie y eso la alegra, porque realmente quería pasar el rato ahí.

Las tres chicas caminan hasta el pequeño jardín, es algo curioso que aún no este ocupado, pues muchos alumnos ya se encontraba rondando por la zona y aunque es algo apresurado, Irene intuye que quizás se trata de una regla no escrita, qué ese sitio se encuentra reservado únicamente para Helena.

-Es gracioso que sigan respetando el lugar de tus hermanos aún cuando ya no estudian aquí-aquel comentario de Camila solo reforzó la teoria que Irene ya tenía formulada dentro de si misma.
Las tres ya están en el jardín y como si fuera en verdad de su propiedad, Helena deja caer su pequeña bolsa de tela sobre la banca de madera a medio pintar, para después mirar a Irene directamente.

-¿Cómo te llamas?-Irene se sobresalto un poco cuando escuchó la voz de Helena dirigirse a ella directamente, sin embargo no sonaba molesta, más bien se percibía amigable, como si estuviera hablándole a un niño pequeño y no a una chica de 15 años.
-Irene...ammmm Camila me invitó a comer con ustedes-apretó su lonchera con ambas manos, temía recibir una respuesta negativa, ya que, en ocasiones anteriores había resultado de esa forma, por eso se sorprendió cuando la chica se limitó a sonreírle, y estirar una de sus manos con la palma abierta, invitándola a conocerse.
-Que bonito nombre, yo me llamo Helena, un gusto-Irene apenas se encontraba acercando su amado izquierda con algo de timidez cuando ella se apresuró a tomarla y saludarla con un fuerte apretón, confiada.

Pero realmente aquello no le molesto en lo absoluto.

-Lamento no presentarme antes, es que verás...quería evitar a una persona.
-No, no, no te preocupes-dijo Irene, haciendo un gesto con su mano izquierda indicando que no pasaba nada.
-Ya, ya, muchas presentaciones, sentemonos a comer de una buena vez o vas a pasar el receso disculpandote-esa fue Camila, antes de tomar asiento en la banca, dejándose caer con poca gracia sobre la misma, Irene la imitó casi por instinto pero Helena se quedo de pie un momento para sacar sus alimentos antes de disponerse a convivir con ellas.

La charla no tardó mucho en llegar y aunque Irene únicamente se dedicaba a escucharlas, debía admitir que se estaba divirtiendo bastante más, sentada en medio de ambas amigas, que en sus tres años enteros de secundaria, recluida hasta el fondo del salón. Pero no estaba ahí para recordar su triste pasado escolar, así que se centro en escuchar la plática.

Al parecer el tema a tratar de aquella mañana se centraba en Camila quejándose nuevamente por un chico llamado Joshua, el cuál, a pesar de asistir a esa misma escuela, aparentemente se interesaba más en molestar a Helena cada vez que tenía oportunidad que en charlar públicamente con Camila. Irene pudo descifrar que era de él de quien Helena buscaba alejarse hace tan solo un momento, pero cuando se le preguntó a Camila porque no aprovechó la oportunidad para hablar con él, se limitó a decir que ella no iba a rogarle nada.

Tras unos minutos la conversación se desvío a lo mucho que Camila gustaba del tal Joshua.

-Irene, esto es cosa de todos los días, así que acostumbrate a escuchar el nombre de Joshua-Camila la miró con enojó, incluso dejo de lado su desayuno para confrontarla.
-Y también acostumbrate a que hable de "Adri" -dijo en tono burlón mientras Helena trataba de ocultar la emoción que ese nombre le causaba, ya que un leve tono rosa había invadido su rostro.
-Al menos él es más alto-Irene observó a Camila con ojos curiosos, pues se notaba, a la distancia, que ambas tenían un carácter difícil de manejar, no sabía cómo es que se llevaban bien si ambas eran... demasiado dominantes.
-¡Ja!, pero no tiene buen cuerpo, Joshua tiene el abdomen marcado.
-Es que estás acostumbrada a cuerpos desnutridos, Adrián tiene unas piernas...-hizó énfasis en lo último, utilizando sus manos para dar a entender más o menos a lo que se refería. Irene a pesar de que no acostumbraba expresarse así no pudo evitar reír tímidamente-Aunque él también es bastante delgado...-murmuro más para si misma que para ellas-Basta, solo hemos hablado nosotras dos y de ella no hemos escuchado ni pío, así que deja de pensar en Joshua un rato-Camila rodó los ojos, sin embargo el enojo se le quitó al momento y optó por centrarse más en su nueva compañera-¿De dónde vienes Irene?-preguntó con geniuno interés, inclinándose hacía ella, apoyando las manos en el pasto para escucharla sin perderse de nada.
-Ah, de la Miguel Negrete.
-¿La qué está por la zona militar?-Helena pareció más interesada, Irene asintió con la cabeza-¿Entonces tus papás están en el ejército?-notó como los ojos le brillaban con entusiasmo, está vez parecía más una niña de cinco años entusiasmada por una bolsa llena de dulces en vez de una jovencita de segundo de preparatoria. Lamentó mucho romper sus ilusiones.
-N-no, solo que antes vivíamos cerca y bueno, nos mudamos pero me dejaron ahí hasta terminar la secundaria-el brillo en sus ojos marrones pareció disminuir, pero no se enderezó; seguía inclinada en su dirección, al parecer, el interrogatorio no había terminado.
-¿Tienes hermanos o eres hija única?-asintió con la cabeza-Un hermano y una hermana más grandes-Helena no siguió preguntando-¿Y ustedes?.
-Yo tengo una-señaló Camila-Y es la niña más irritante que puedas encontrar.
-Yo tengo dos hermanos mayores-oh, eso era verdad, Camila lo comentó unos minutos atrás, pero por el tono de voz que utilizó Helena al hablar de su familia era fácil deducir que estaba orgullosa de ellos, o que eran muy unidos, sin embargo, pudo notar como un pequeño gesto de desagrado cruzo por la mirada de Camila, ¿acaso eso era envidia?
-Bueno Irene, ¿y qué te gusta hacer?, ya sabes como pasatiempo-esta vez fue Camila la que preguntó, sin embargo parecía no querer seguir ahí y solo trataba de continuar con la conversación por mero compromiso.
-Mmmm, bueno, no hago nada interesante-de cierta forma le avergonzaba decir en voz alta lo que le parecía entretenido, ya muchas veces se habían burlado de ella, parecía estúpido hacer tal cosa, más para alguien como ella...con su físico sobre todo.
-Oh vamos, todos necesitamos un pasatiempo, el mío es...
-Le gusta pelearse con hombres más grandes para manosearlos-comentó Camila sin ningún tipo de filtro, aunque quizás era una broma.
-Suena muy feo si lo dices así-Helena rodó los ojos, aparentemente molesta por la reviente interrupción, sin embargo, tomó aire y volvió a hablar con tranquilidad-No, es nada de lo que dice esta niña. En realidad práctico taekwondo y si a veces debo pelear con chicos más grandes-explicó
-¿De verdad?-pregunto Irene un poco sorprendida ante la idea de que alguien de cuerpo tan pequeño y frágil como Helena se expusiera a recibir fuertes golpes-Es que...
-Lo sé, lo sé, no parece. Pero creo que si te gusta algo, no importa mucho lo que digan... -un brillo extraño emergió de los ojos de Helena, no sabría bien como describirlo. Y en ella evocó una confianza algo desmesurada para ser la primera vez que hablaba con esa particular chica.
-Bueno pues...-comenzó dudosa, pero inmediatamente captó la atención de Helena, a diferencia de Camila quien se encontraba mirando al frente, buscando...a alguien en particular-Creo que me gusta bailar...
-¡Por fin!, Cami ella podría enseñarnos-pudo sentir como Helena le pasaba un brazo por los hombros en un abrazo cálido y aunque a Irene no le gustaba ser tocada por extraños...a ella no le puso ningún pero-Le verdad me gustaría que me enseñaras, soy bastante mala para eso-agrego riendo, casi burlándose de ella misma.
-Mmm, pero solo sé un poco de kpop-al pronunciar esas palabras el entusiasmo de su compañera escaló a niveles indeterminados, se emocionó y no trato de ocultarlo, mientras se apresuraba a mostrarle su teléfono, con una imágen en particular.
-¿Te gusta BlackPink?-preguntó con entusiasmo, está vez fue ella quien se inclinó hacia su compañera.
-Claro y también BTS-Irene asintió con la cabeza, ambas sonrieron, como sí hubieran encontrado una mina de oro ahí mismo, debajo del pasto dónde estaban sentadas o en las palabras de la otra, Irene no sabía muy bien que era lo que estaba sintiendo pero le gustaba definitivamente, pensó que se trataba de una especie de conexión inmediata y es que apenas llevaban unos minutos hablando y ya comenzaban a compartir gustos, chistes y sonrisas como si llevarán conociéndose desde el preescolar, aunque...Camila no parecía tan feliz con eso, pues a pesar de que seguía ahí, su cabeza estaba en otro lado, tal vez con el chico que le gustaba, pero ni siquiera intento unirse a la conversación, a pesar de que Helena le pregunto en varias ocasiones si no tenía ganas de ver chicos guapos y asiáticos con ellas, pues de vez en cuando Helena susurraba lo mucho que deseaba conocer a un hombre como Taehyung. Pero Camila optó por marcharse con rumbo a las canchas, dejándolas solas, lo que solo sirvió para unirlas un poco más en ese pequeño lapso de tiempo.

-La verdad hay muchas cosas que me gustaría hacer en vez de hablar si tuviera a Yoongi frente a frente -Irene soltó una carcajada, habían comenzado a debatir sobre el chico que les parecía más atractivo de la famosa boy band y es que ambas se estaban divirtiendo demasiado.
-Pero sí dijiste que te encantaba Tae-y ahora ambas ya conocían a sus respectivos amores platónicos.
-Mmm, pueden gustarme ambos-llevó sus manos hasta sus mejillas mientras suspiraba dramáticamente
-Sabes que Jungkook es más guapo, a él podría perdonarle todo-ambas soltaron un par de risitas, sabían bien que sonaban bastante tontas, lo acababan de descubrir hace unos minutos por la manera en la que Camila se había ido sin decir adiós y ahora jugaba alegremente con los chicos en la cancha de básquet, como si fuera un pez en el agua; pero ellas tenían su propia pecera ahora mismo y no les importaba parecer idiotas si se entretenían tanto.

¿Así se sentiría una charla con amigas de verdad?

Mientras se sumergían más en su propio océano de opiniones Irene se dió cuenta que probablemente ya habría fallado en su primer intento para conseguir amigas, parecía llevarse bien con Helena, pero se le olvidaba que no estaban en el mismo grupo, ella era más grande y mucho más popular seguramente, después de todo era carismática, bonita y fácil de querer.

De repente sintió que ahora las separaba una distancia abismal, una grieta en el suelo, tan grande que no podría llegar a cruzarla ni aunque lo intentara con todas sus fuerzas.

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