Alfa

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"Lisa, Lisa, Lisa".

En su sueño, Rosé parecía estar dentro de un edificio abandonado de infinitas habitación y pasillos, las luces no andaban aunque de alguna manera podía ver plantas, basura y animalitos. que eran su única compañía en aquel lugar, aunque no la ayudaban.

Dentro de su cabeza, se repetía una y otra vez el nombre de su omega.

En aquel lugar, sentía la presencia de Lisa en cada habitación, llamándola, aullando dentro de sí para que la encontrara, llorando en su soledad; pero cada vez que abría una puerta la habitación estaba vacía.

Y así, pasaba a otra habitación, y ella volvía a correr para intentar encontrarla.

Repitiendo ese ciclo toda la noche, hasta despertarse, con el nombre de la pelinegra repitiéndose en sus labios y lágrimas en los ojos.

Rosé negó para despejar su mente, se frotó el rostro para borrar sus lágrimas y se levantó viendo el reloj en la pared, preparándose sin ganas para ir al trabajo.

Se sentía peor que ayer.

El dolor de cabeza aún era leve, pero sabía que en cuanto se le despeje el sueño sería peor, así que tomó los medicamentos que ella misma se había recetado para al menos intentar evitarlos.

Sentía su cuerpo débil, casi adolorido; su nariz y oídos tapados la hicieron creer que todos esos síntomas eran de una gripe, pero en su interior sabía que no era así.

Su loba lloraba y aullaba, desconsolada, en su interior.

Extrañaba a su omega, la necesitaba.

Rosé estaba un poco confundida, pero su cabeza no la dejaba pensar demasiado.

Ella y Lisa no compartían un lazo, entonces, ¿por qué se sentía así?

¿Sería por ser predestinadas?

Los predestinados son amantes de vidas pasadas, que compartieron un lazo tanto en forma humana como lobuna, y son sus lobos que recuerdan al otro, los que siguen amando, y que tienen ese lazo desde vidas atrás.

Es un lazo un poco "débil", algo incompleto, para que sea del todo fuerte el alfa tiene que marcar al omega, físicamente, para que estén totalmente conectados.

A Rosé no le parecía tan débil.

Ella sabía lo que era tener un lazo con alguien.

Cuando la habían marcado, y había huido, había estado conectada al otro alfa, agobiada por las emociones de otra persona en ella, y una extraña sensación de regresar a su antigua ciudad (que no tenía nada que ver con extrañar su casa, o su familia), no lo había disfrutado ni un poco. Pero sólo había sido cuestión de semanas para que el lazo que compartían se rompiera, supuso que ese alfa había marcado a otra persona e intentó olvidarse.

Ese lazo emocional, propio de su loba, que tenía con Lisa era tan o más fuerte que el que había tenido antes.

Su loba sentía que había perdido a su omega, y por más que Rosé le dijera que Lisa estaba bien, en algún lado, su loba parecía no creerle. Intentando llenarse con un poco de vida, bebió dos tazas de café antes de salir hacia su trabajo, donde también tomó sin permiso una lata de bebida energética, como la del día anterior.

—Si no la pagas la descontaré de tu sueldo.

Ni la voz de Shuhua podía hacerle sentir algo de molestia, parecía que todas sus emociones se habían concentrado en dejarle paso a su tristeza.

Se encogió de hombros, sin mirar a la menor.

Shuhua se preocupó un poco.

Tal como le había dicho Miyeon ayer, Rosé apestaba a tristeza, y muy, muy debajo de todo ese agrio olor, estaba la esencia a café y algo que sólo pude sentir como "muy fresco".

—Rosé —Shuhua trató de hablar suave, pero sin que se note tanto—. ¿Usaste el perfume del otro día?

La más alta negó.

—Todavía sigue cerrado, en mi casa.

Yeh fruncio un poco el ceño.

La semana anterior, luego de comprar ese perfume, había notado el aroma a café en Rosé, aunque un poco apagado por el dulce y empalagoso olor a omega con el que la chica venía cada mañana.

Eso la hizo caer en cuenta que Rosé ya no olía a omega.

Pensó que la teoría de Miyeon acerca de Roseanne Park, la "beta" y Lalisa Manoban, la omega, tenía un poco más de sentido.

Sin sutileza, tal como era, sólo se acercó un poco más a la neozelandesa para preguntar bajo.

—Roseanne Park, ¿qué eres?

Ella posó su mirada en Shuhua un momento, pero no contestó, bebió lo último que le quedaba a su lata y se levantó para ir a tirarla.

Al entrar a la sala de empleados, lugar donde tenían un cesto para la basura, el televisor estaba prendido, y hablando de quién quería y a la vez no, escuchar.

—... Volvió en la madrugada de ayer, yendo directamente hacia la casa de su prometida, Jennie Kim.

Rosé frunció el ceño, comenzó a molestarse, viento las fotos de una loba blanca entrar a la mansión de aquella idiota con patética actitud de niña buena.

—... Lalisa Manoban no ha dado declaraciones por sí misma, su familia asegura que la omega no hablará con la prensa, y cualquier cosa que tenga que comunicar, lo dirán sus familiares por ella...

Sintió a su loba prestar atención a la televisión, impidiendo que Rosé se vaya, y se sintió algo ridícula, dominada hasta por su propio animal interior.

—... Pero han informado que se encuentra bien de salud, no tiene secuelas y que ya se quedará en la casa de Jennie Kim.

La reportera sonreía, como si eso fuera algo alegre.

Rosé no pudo evitar gruñir.

Pensó en romper esa televisión, y lo hubiera hecho si Shuhua no habría apagado la misma antes de poder dar un paso.

La chica la miró con ojos entre miedo y curiosidad. Park se obligó a calmarse un poco.

Atribuyó su mala actitud al dolor de cabeza, que seguía allí, y no la dejaba pensar claramente.

El aroma a café había aumentado, mezclado un poco con un fuerte olor a ira.

—Alfa —declaró Shuhua, aún alejada unos pasos de la de extranjera, su omega interior se sentía intimidada, y no la dejaba acercarse.

Estaba un poco confundida por lo diferente que parecía aquella Rosé de la que había conocido.

La rubia suspiró pesadamente.

—¿Las omegas siempre son tan entrometidas y pesadas? —murmuró, apretando un poco los dientes para calmarse—. Qué bueno que mi omega es diferente...

Shuhua alzó las cejas ante eso último.

Rosé se dio cuenta que no debería haber dicho nada, así que de congeló un segundo antes de salir de la habitación apresuradamente, tomando la primera caja de productos que vio para acomodarlos.

Respirando pesadamente para intentar bajar el calor que había subido hacia su rostro repentinamente, intentó concentrarse en su trabajo.

Shuhua dudó un momento en acercarse o no, de si debía llamar a Miyeon primero para decirle que creía su teoría o callar, todavía estaba bastante confundida.

Miró desde lejos a Rosé, la muchacha parecía mucho más calmada, aunque su olor seguía sintiéndose bastante.

—¡Shuhua!

La nombrada volteó para ver a su abuelo, el dueño del lugar, un hombre alto y de cabello totalmente blanco, que le hizo señas para que se acercara.

—Hay una chica buscando a Park —Shuhua alzó las cejas con sorpresa—, está en la entrada, llámala.

Shuhua sólo asintió, llendo hasta la chica sin apuro y diciéndole un "Te buscan en la entrada" sin más.

Rosé dejó de acomodar los productos, para caminar hacia la salida sin mirarla.

Shuhua notó que la rubia tenía el rostro más rojo de lo normal, y también perlado en sudor.

Un poco curiosa, esperó a que avanzara unos metros antes de seguirla.

Sus oídos pintaban, tenía demaciado calor, y no le alcanzaban las respiraciones para recuperar el aire.

Con la vista un poco torpe, caminó hacia la salida, con el sol de media mañana cegándola.

Luego de varios parpadeos, lo primero que Rosé notó, fue una cabellera azabache que se le acercaba.

El olor a cerezas y menta golpeó sus fosas nasales, al mismo tiempo que enfocaba la vista en el sonriente rostro de Sooyoung.

La vio abrir sus brazos para dar un abrazo, pero no llegó a acercarse totalmente, pues las rodillas de Rosé cedieron, haciéndola desplomarse.

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