Soy Lalisa Manoban

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Te encuentras bien? —el tono preocupado de la chica sobre la cama sólo hizo que Rosé se molestara más.

—¿Que si estoy bien? ¿Quién mierda eres para-? —se calló de golpe al ver los ojos de la pelinegra asomándose sobre el borde de la cama, de un marrón cálido.

Los mismos ojitos que la habían mirando antes de ir a ducharse.

De repente se sintió totalmente apaciguada, como si esa mirada la hubiera tranquilizado con algún tipo de magia.

—Eres la cachorra —la afirmación sonó casi como un susurro desde sus labios.

Vio el collar alrededor del cuello de la omega, se levantó adolorida para ver su torso desnudo, con la parte inferior cubierta por las sábanas.

Se detuvo, intentando desviar la vista lo más posible de aquel abdomen plano.

—¿No tienes ropa?

La muchacha pareció buscar señales de alguna prenda en su cuerpo, hasta alzó las sábanas para mirar su parte inferior.

—Nop —sonrío de manera inocente a Rosé, quien se preguntó si no le estaba tomando el pelo.

Fue hacia su armario para sacar ropa interior, sin encontrar otra remera que Lisa pueda usar, tomó un suéter grande de color negro y le alcanzó ambas prendas.

—¿Quién eres? —le preguntó, mientras la veía colocarse su ropa bajo las sábanas.

—Sabía que eras una colgada, pero no me esperaba tanto —dijo, antes de colocaste el  suéter, ese comentario hizo que Park frunciera el ceño.

—Responde la pregunta.

—Soy Lalisa Manoban.

Rosé se quedó en silencio, procesando que Lalisa Manoban estaba en su cama.

—¿La omega cambiaformas? —habló otra vez al ver que Rosé no reaccionaba.

—Sé quién es Lalisa Manoban —dijo de forma tosca—. Lo que no sé es por qué estás en mi casa.

La de pelo negro la miró con ojos penosos, pero por más que la mirada hizo efecto en el corazón de Rosé, no cambió su expresión dura; hasta que la chica suspiró y habló sin ganas.

—Me escapé de mis guardias, y por lo tanto de mi familia, y te seguí hasta encontrarte.

No había sido precisamente así, y ambas lo sabían, pero simplificando las cosas, era verdad.

—¿Me seguiste? —alzó una ceja.

Lisa sólo asintió.

—Disculpa, pero lo que yo recuerdo es encontrar una cachorra luego de correr como un kilómetro —Rosé suspiró con cansancio, de solo decirlo ya se agotaba.

Lisa frunció los labios en un gesto adorable.

—Pues... Sí es un poco más complicado que eso —la miró con expresión de que no quería hablar—, es una larga historia...

—La noche es larga, Lalisa.

La omega apoyó su mejilla en su puño, Rosé notó sus redondeados mofletes.

—Como sabes, soy la omega más deseado del montón, por eso de ser la primera cambiaformas luego de muchas, muchas décadas. Mis padres, entre otras personas de poder, creen que eso está en mis genes, y quieren juntarme con un alfa de linaje puro para que halla más niños lobito corriendo por estas tierras —movió su mano para simular un animal corriendo—. O sea, tengo varios pretendientes que no me interesan. Iba de camino para la casa de uno de ellos, cuando sentí tu olor —señaló a Rosé, y ésta se sintió completamente confundida—. Lo siento desde hace bastante tiempo, pero hoy fue más fuerte, así que me decidí y salté de la camioneta. En forma de lobo corrí mientras te llamaba, hasta que me escondí y me encontraste.

Se encogió de hombros al terminar su relato, como si fuera algo obvio o que no tenía mucha importancia.

Rosé soltó una carcajada luego de unos segundos en silencio.

—Lamento informarte, Lalisa —tenía una expresión de decepción en el rostro—, que yo no tengo olor.

Lisa frunció el ceño, esta vez la confundida era ella.

—Pero puedo notarlo perfectamente... —murmuró por lo bajo, luego asintió como si hubiera comprendido un problema matemático—. Ya entiendo, es porque estamos predestinadas, por eso puedo sentir tu- —se detuvo cuando las risas de Park fueron más elevadas que su tono de voz.

Lisa la miró con enojo, cruzándose de brazos hasta que la otra dejó de reírse, secándose una falsa lágrima habló.

—Creía que ya no había idiotas creyendo en eso de los predestinadas.

—Tal como la gente no creía que hubiera cambiaformas —replicó de mala gana.

Rosé pensó que la chica era una omega contestona, pero no dijo nada.

—Mira, no creo en esa porquería de los predestinados —dijo con una mano en el pecho—, nada de eso del hilo rojo del destino, ni esas cursilerías de uno ser la luna y el otro lobo.

Lisa tenía el ceño fruncido y los labios en un mohín, en un gesto de enojo adorable.

—Café y pino —dijo simplemente, haciendo que Rosé se quedara sin poder hablar.

Sabía perfectamente a qué se refería la muchacha, pero hacia mucho tiempo que nadie reconocía, o siquiera sentía su olor.

—Puedo notarlo, perfectamente —repitió, esta vez con total seguridad.

Rosé no tenía nada para decir.

—Y además, yo te llamé —continuó hablando Lisa—, y tu loba me escuchó, tú me escuchaste. ¿Eso no es una prueba de que ya estamos conectadas?

Roa se esforzó en salir de su trance y sólo se encogió de hombros.

—Yo escuché a un animal llorar y seguí el ruido, fuerte y claro.

—Lo escuchaste en tu interior.

—Lo escuché con mis oídos.

Lisa pensó que la rubia era sumamente terca.

—Me estaban buscando. ¿Tú crees que haría algún ruido en voz alta?

Park no dijo nada.

—Mi loba le habló a tu loba, yo hablé contigo, desde adentro —colocó una mano en el pecho de la mayor, ésta notó que eran huesudas por más que la manga del suéter las cubría—, porque estamos conectadas, estamos predestinadas a estarlo.

Rosé la miró a los ojos, sin decir nada, hasta que quiso cambiar de tema para deshacerse del silencio, señaló su collar.

Lisa llevó sus manos hacia su cuello, palpando el grueso collar.

—Mis padres me obligan a llevarlo, no querían que ningún pretendiente se sobrepasara y me mordiera —llevó una mano hacia su nuca—, y como saben que me incomoda, no me han dicho la contraseña...

Rosé asintió.

—Como que eres una hija única muy protegida. Guardias, collar...

—No soy hija única —casi parecía ofendida—. ¿En verdad has visto alguna noticia sobre mí? Soy la menor de las Manoban, Nicha Manoban y Sooyoung Manoban son mis hermanas mayores. Seguro escuchaste de ellas.

Rosé permaneció en silencio hasta que Lisa se dio cuenta qué pasaba.

—No tienes ni puta idea de quiénes son —Rosé asintió—. ¿Vives bajo una una piedra? ¿No conoces a las Manoban, ambas grandes alfas, exitosas actrices, modelos e idols?

—Estudio medicina, Lalisa, duermo y leo, no tengo tiempo para ver-

—Sólo soy especial para mi familia porque soy cambiaformas —Lisa la interrumpió, en tono triste.

Rosé no pudo evitar mirarla con algo de pena.

—Me tratan así —señaló su collar—, desde que me vieron como loba.

La más alta no tenía nada para decir al respecto, miró el reloj sobre el escritorio, que marcaba la aguja pequeña en las once y la grande en las nueve.

Luego se volteó hacia su cama, que era individual y estaba siendo ocupada por esa omega.

Se volteó hacia su closet, de donde sacó una frazada, se acomodó en el suelo junto a la cama y se envolvió completamente.

Lisa la miró curiosa desde la cama.

—¿Quieres que te dé tu cama? No es justo que duermas en el-

—No —habló de forma seca, y Lisa cerró la boca.

Volteándose para dormir, Manoban decidió no hablar más e intentar descansar; aunque por dentro estaba sumamente feliz de haber escapado de su familia y estar en la casa de su predestinada.

En el suelo, Rosé pensaba en que quizás Lisa podía volver a despertar a su loba, aquella que había perdido junto con su posición de alfa.

Acostumbrada a su vida de falsa beta, no sabía qué iba a pasar si volvía a ser una alfa.

Ambas, una de felicidad y la otra de inquietudes, no durmieron en toda la noche pero fingieron hacerlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro