Ya saben cómo termina

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Rato después, con una taza de té humeante, Rosé entiviaba sus manos, mirando el líquido dando vueltas cada vez más lentas.

La mano de Shuhua se apoyó en su frente e hizo una mueca.

—Tu fiebre sigue subiendo —murmuró.

—Rosé, si terminas tu té podrás seguir descansando.

—Estuve inconsciente por unas seis horas —murmuró con voz ronca—. Pareció menos... pero creo que ya tuve suficiente descanso.

Las dos otras chicas se miraron un segundo.

Miyeon se levantó de su asiento para ponerse junto a la rubia, hablando bajo, como si toda la conversación fuera puro secreto.

—Sigues mal por tu omega, ¿no? —dijo, aunque sabía que la respuesta era más que clara.

La neozelandesa le dedicó una mirada de molestia, aunque tenía demasiado cansancio para que se le notara bien.

—Escucha un momento, Park —Miyeon intentaba sonar maternal, hablando con tranquilidad y cariño, aunque no le salía bien—. Un día te dije que yo tenía a mi omega... Ella es menor, vive lejos, no tenemos un lazo, pero estamos conectadas por nuestras lobas, somos predestinadas.

—Wow, cuántas cosas en común que tenemos.

Cho rodó los ojos.

—Sé que te vale verga y todo, pero lo que quiero decir es... que te comprendo, y si quieres hablar de algo conmigo puedo ayudarte. Porque sí, Rosé, al parecer, tenemos cosas en común.

Rosé no respondió.

—Yo también tuve momentos como el que estás teniendo —volvió a hablar la alfa.

A Roseanne le pareció un poco idiota de su parte, pero no podía creer en otra persona que se sintiera como ella, salvo Lisa.

No creía que nadie podía sentirse tan mal como ella.

—¿No sería como una charla de omegas o algo así? —preguntó Park, intentando esquivar el tema.

—¿Cómo que charla de omegas o algo así? —dice Shuhua, frunciendo el ceño, un poco molesta porque la delta no quería aceptar la ayuda de su amiga.

—Hablar de sentimientos y todo eso —Rosé agitó la mano en un gesto.

—Si piensas que las charlas de omegas son sólo de sentimientos te equivocas.

—Paren —las frenó Miyeon—. No empiecen a discutir, no es momento —suspiró, cansada de que aquellas dos chocaran tanto.

Decidió no tocar el tema de nuevo, Rosé terminó su té, mientras las otras usaban sus celulares.

La madre de Shuhua apareció para preguntarle directamente a Rosé cómo se encontraba, quien hizo un esfuerzo por responder de la forma más educada posible, ignorando el parecido a Shuhua que de alguna forma la incomodaba.

Sabía que la había ayudado bastante, no quería faltarle el respeto.

La mujer volvió a tomar su temperatura y presión, también su pulso y respiraciones, con una ligera mueca.

—Tu pulso está bajo y hace a tus respiraciones acelerarse —murmuró—. ¿Tienes sueño o estás cansada?

Rosé asintió.

—Abrígate, toma cosas calientes, intenta evitar la cafeína o las bebidas energizantes, te pueden afectar mal —hizo una pausa—. ¿Tomas mucho café?

—Estudio medicina, es lo único que me mantiene despierta —dijo—, o al menos lo hacía.

La mujer asintió.

En realidad, el lenguaje específico era para saber el nivel de conciencia de la chica, si podía hablar con esos términos se aseguraba que estaba más que despierta, y que no corría la posiblidad de un nuevo desmayo.

Rosé asintió.

—Metamizol —respondió—, para la cabeza, y la fiebre. Pero no me hace ningún efecto.

La mujer pensó un momento, en lo que hubo silencio, se escuchó el "When se nota que las dos estudiaron medicina y sólo se entienden entre ellas" que murmuró Miyeon a Shuhua, aunque ambas hicieron como si no escucharan.

—Creo que lo tuyo no es un resfriado o algo así —comentó la madre de la omega—. Y sumando a tu olor de tristeza, es algo de tu loba, y tuyo también.

Shuhua no dijo nada.

—No tienes que hablarme de eso si no quieres —se apresuró a decir—, tampoco tienes porqué, no me especializo en eso, soy sólo una enfermera— suspiró un poco—. Pero al hospital han ido varias personas que han perdido a su pareja y tienen lo mismo que tú.

De nuevo, Rosé no quiso hablar.

—Ya saben cómo terminan —añadió la mujer, muy por lo bajo.

El silencio se volvió incómodo, hasta unos minutos después, donde el ruido de llaves se escuchó y todas alzaron la vista a Miyeon.

—Vamos, te llevo a tu casa.

Miyeon se abrigó, Rosé hizo lo mismo, porque al parecer le habían traído la ropa que había dejado en el supermercado.

Alzó las cejas cuando notó que Miyeon tenía un casco bajo un brazo, y le ofrecía otro, frunció el ceño al ver los detalles dibujados en marcador negro, de flores, mariposas y un unicornio en la parte de atrás.

—¿No puedo usar ese? —señaló el negro que la alfa acomodó sobre su cabeza.

Miyeon negó.

—Este es mío —dijo, con una sonrisa—, ese es de Shuhua, quien es muy buena y te lo va a prestar.

Escuchó a Shuhua mascullar un "Ajam" con odio.

—Es muy lindo, ¿no? —dice Miyeon mientras abría la puerta, dejándola pasar primero—. Shuhua lo diseñó y yo lo mejoré y dibujé —habló, cerrando la puerta y bajaban los pocos escalones de la entrada.

Al llegar a la motocicleta, Miyeon la encendió antes de dejarla subirse, notando que la chica tenía una expresión de miedo en el rostro.

—Agárrate fuerte —avisó la coreana—, no te caigas a mitad de camino.

La alfa rió un poco, aunque a Rosé no le dió gracia.

Por más de bromear, Miyeon no fue rápido, escuchando las indicaciones de Rosé perfectamente, aunque no estaban a más de unos pocos minutos.

Al llegar al edificio, Rosé quiso despedirse en la entrada, pero la más baja no la dejó, acompañándola hasta que estuvo frente a la puerta de su departamento, donde tomó ambos cascos y se despidió con una sonrisa amable.

Al entrar en el departamento, aspiró hondo, en el lugar todavía se sentía, aunque muy levemente, el olor de Lisa.

Sin poder evitarlo, al cerrar la puerta comenzó a llorar, intentando liberar al menos un poco de toda la tristeza que cargaba.

***

Al despertar lo primero que notó Lisa era que no estaba en su cuarto.

Se irguió muy de golpe y su cabeza pareció darle vueltas, llevando sus manos a su frente y cerrando los ojos para intentar calmarse.

—¿Lalisa?

Miró a Jennie con pocas ganas.

La castaña se sentó en el borde de la cama, algo alejada de ella.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

Lisa no quiso contestar, en cambio, miró a la mayor a los ojos para pedirle lo que originalmente había querido.

—Necesito que me hagas un favor, y que quede en secreto, nadie puede saberlo.

Jennie frunció el ceño.

—No voy a decirlo hasta que prometas que no dirás nada —aclaró la omega.

Jen tardó uno segundos en asentir.

—Bien, lo prometo, será un secreto.

Lisa tomó aire.

—Necesito unas pruebas de embarazo.

La chica creyó haber escuchado mal, se congeló un momento.

—¿Tú...? ¿Te violaron? ¿Tus captores? ¿Estás bien? Lalisa, esto no es algo que deba permanecer en silencio-

—¿Puedes dejar de hacer preguntas tan estúpidas? —con lo tosco de su tono, Jennie dejó de hablar—. No quiero preguntas al respecto, y sólo para que te relajes un poco, te diré que no me violaron —suspiró—. Las necesito, enserio.

Kim apretó los labios, si se enteraban que estaba escondiendo un posible embarazo, se metería en problemas.

Ella siempre se preocupaba por hacer lo correcto.

—Por favor —murmuró Lisa, viendo que no respondía.

Finalmente, la castaña asintió.

—Está bien, pero quiero saber su resultado —demandó.

Manoban sólo asintió.

—¿Quieres comer algo?

La pelinegra negó, por más que tuviera hambre, sentía que su estómago no aguantaría la comida.

Jennie sólo murmuró un "Bien", aunque no le parecía correcto, notaba a la chica bastante débil.

—¿Quieres que te lleve hasta tu cuarto?

Lisa frunció el ceño.

—¿Que te ayude a llegar? —ofreció de nuevo.

—Bien —asintió, considerando que se había desmayado, no sabía si no podía ocurrir de nuevo a mitad de camino.

Ya levantarse de la cama hacía que su cuerpo doliera.

Jennie no la llevó del brazo ni nada de lo que Lisa había pensado que haría, la acompañó de cerca, sólo la había ayudado a subir las escaleras y la había sostenido un par de veces que había trastabillado.

Finalmente en el cuarto, Lisa volvió a meterse a su cama, siendo un frío que la hacía temblar.

Jennie tocó su frente, haciendo una mueca por a temperatura, también tomó sus manos, que seguían heladas.

Buscó un par de frazadas para cubrirla más, y subió un poco la calefacción.

—Llamaré a alguien para que te revise —dijo, notó que la omega negaba—. Te desmayaste, por muchas horas.... no es algo para tomar a la ligera, además de que pareces enferma.

—No estoy enferma.

—Eso lo dirá un médico —finalizó Jen, y vio un mohín adorable en el rostro de la otra que la hizo reír un poco—. Para cuando venga y termine de revisarte, tendré lo que me pediste —añadió, saliendo del cuarto.

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