8: La casa de Jack

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Lilith observó el recibidor del que salían unas grandes escaleras abiertas hacia los dos lados. Era difícil creer cómo había gente que podía vivir así. Ella no podía quejarse, tenía más que la mayoría y el apartamento en el que vivía era todo lo que deseaba, sin embargo, cabría entero en el salón de esta casa.

—Cierra la boca, pobretona —dijo Erling.

—Para ti es fácil, no conoces otra vida —respondió la chica.

—Por fin —Kendall abrazó a Lilith —. Habéis tardado muchísimo.

Arrastró a su amiga al salón, seguidas por los tres chicos.

—Es lo que tiene que el conductor ni viva en la ciudad y los otros lleven menos de un mes.

—Cariño, pero tú has nacido aquí.

—No en estos barrios de ricos.

La mesa de café. Frente al largo sofá en forma de L blanco, estaba ocupada por distintas botellas de alcohol y vasos.

Lilith se acercó y se sirvió una bebida transparente en un vaso limpio. Iba a necesitarla para soportar el resto de la noche.

Inspeccionó la estancia, como horas antes había hecho Jack en su casa. Junto a una ventana, sobre un mueble, descansaban fotos enmarcadas de la vida del dueño. Lilith observó una en la que aparecía junto a una mujer que suponía que era su madre. Otra en la que un Jack más joven posaba orgulloso con una camiseta del Aston Villa, la mujer y un hombre, que debía ser su padre. La más grande de las fotos mostraba a Jack y a Sasha ataviados con ropa elegante. Debía de haberse tomado hacía poco, ya que ambos estaban iguales que ahora. Sin embargo, fue otra la que llamó la atención de Lilith. Una foto que mostraba a Sasha y a Jack mucho más jóvenes, vestidos con uniforme de escuela. Agarró la foto para poder verla más de cerca. Había visto esos uniformes, una foto muy parecida, pero con otra protagonista.

—¿Te gusta?

Lilith dejó el objeto sobre el mueble como si le quemara.

—¿Fue tu primer amor? —Lilith clavó sus ojos en los de Jack, no sabía qué buscaba exactamente. Si quería ver como le mentía o si sería capaz de ver sinceridad.

—No. —Jack respondió tajante, manteniendole la mirada.

—Pero erais muy jóvenes en la foto —insistió.

—Nos conocemos de toda la vida. Pero éramos amigos —Lilith apartó la mirada. No quería que Jack pudiera ver nada en ella. Amigos, no podía creerlo, quizá era Sasha la chica con la que estaba aquel día.

Lilith cambió de tema de forma radical, notaba como algunos de los presentes estaban atentos a su intercambio.

—Dile a tus putos amigos que entre tú y yo no hay nada —Lilith pasó junto a él y se sentó en el sofá entre Kalvin y Julián. Sus movimientos fueron seguidos en todo momento por la mirada de desprecio de Gwen.

Lilith rellenó su vaso y le dio un sorbito. No podía seguir bebiendo a la velocidad anterior o acabaría borracha de nuevo, y no era eso lo que deseaba.

—¿Y si hacemos algo para conocer mejor a los nuevos? -propuso Phil.

—¿Algo como qué? —Jack parecía interesado.

—Verdad o atrevimiento, pero solo con verdad —dijo Phil —. Verdad o verdad.

—¿Solo juegan los nuevos? —preguntó Jack.

—A mí me conocéis desde hace años, os acordáis, ¿no? —contestó Kalvin.

—Pero no es lo mismo -desestimó su protesta, Kyle —. Juega quien quiera, pero si no contestas no puedes hacer preguntas.

—Yo paso —respondió John.

—Yo juego —Se apuntó Kendall, acomodándose entre las piernas de su novio.

Al final jugaron todos menos Gwen, John y Kyle, que se erigió a sí mismo como juez, él decidiría si la respuesta de alguien no era creíble o suficiente y, por tanto, debía beber un chupito.

Las primeras rondas estuvieron formadas por preguntas inocentes a las que nadie dudó en responder bien, por lo que no hubo necesidad de chupitos. Ahora le tocaba a Kendall formular una pregunta.

—Kalvin...—fingió pensar.

—Si —respondió el aludido.

—Si no te he hecho la pregunta —dijo Kendall.

—Sí, me liaría con Lilith, quién no.
Jack frunció el entrecejo. Kalvin le caía mejor cuando solo lo veía en las concentraciones de la selección y frente a él en el campo.

Kendall no protestó más por su pregunta robada, al fin y al cabo había contestado a la pregunta que le iba a hacer.

Ahora era Kalvin el encargado de hacer su pregunta.

—Lilith...—repitió el gesto de Kendall.

—No —dijo Lilith riendo.

—Bebe —dio la orden Kyle.

—Pero si he contestado.

—Bebéis los dos, por contestar antes de la pregunta.

No dio margen a la protesta, cuando dejara el fútbol podría dedicarse al arbitraje. Kalvin y Lilith bebieron de un sorbo sus respectivos chupitos.

—Jack, ¿Tú y yo somos amantes? —preguntó Lilith.

—No.

—¿Qué clase de pregunta es esa? Tú ya sabes la respuesta a eso. Bebe.

—Si bebo tengo derecho a otra pregunta.

—No. Bebes y pasa al siguiente.

—Este juez es un tirano, no me gusta —Lilith bebió su trago protestando.

—Lilith —Saboreó el nombre en sus labios —¿Me pegarías un puñetazo si pudieras?

—Sí —contestó Lilith sin dudar.

—¿Por qué?

—Una pregunta por turno —dijo Kyle —. Jack, bebe.

—¿Me dejarías darte un puñetazo? —Los ojos de Lilith brillaban ante la posibilidad.

—Si te lo permito, ¿dejas de odiarme? —Jack bebió sin necesidad de que se lo ordenasen.

—Me lo pensaría.

Jack se puso en pie y tiró de las manos de Lilith para situarla a su lado.

—Venga

Lilith se relamió, iba a disfrutar el golpe. Kendall le advirtió que no lo hiciera, haciendo gestos con la cabeza, pero Lilith hizo como que no la veía. No podía acusarla de nada. Jack lo había propuesto.

Cargó el brazo hacia atrás y con el puño cerrado golpeó la cara de Jack, entre la boca y la mejilla.

Lilith sacudió la mano con un gesto de dolor, las caras estaban más duras de lo que esperaba. A Jack la boca le sabía a sangre, se tocó el labio por fuera, pero su mano no tenía mancha, la sangre debía de ser interna. Lilith pegaba más fuerte de lo que había esperado.

Se bebió otro chupito de un trago, para aliviar el dolor.

Abandonó la habitación dejando a todos sin saber qué hacer. El juego para conocerse mejor se había transformado en algo extraño, que excepto Kendall, todos estaban disfrutando de presenciar. Ya no estaban interesados en jugar, solo en ver hasta dónde podrían llegar los otros dos.

Jack volvió poco después con una bolsa de hielo.

—Póntela en la mano —Le tendió el objeto a Lilith, que había vuelto a su posición en el sofá.

—Gracias —Lilith se colocó el frío sobre los nudillos. Poder pegarle en su bonita cara había sido para ella una sensación muy placentera, pese al dolor físico.

Jack lucía una enorme sonrisa, en unos labios que estaban empezando a hincharse en una parte. Le había dado las gracias, de verdad, sin asco o ironía. No se podía adivinar quién de los dos estaba más sorprendido por ese hecho.

—Nosotros nos vamos a ir —dijo Kendall —. Lilith, te llevamos a casa.

No era una pregunta, no iba a dejar que su amiga se subiera al coche de ninguno de los presentes en la sala, que llevaban bebiendo en el juego horas.

—Sí, mami.

—No te la lleves ahora que se ha puesto divertido —protestó Phil.

Lilith le hizo una peineta, ella no iba a ser el entretenimiento de uno como él.

Era hora de irse. Había bebido demasiado y no confiaba en sí misma.

Abrazó a sus nuevos amigos del club de los abandonados, antes de seguir a Kendall y a John al exterior.

Jack los acompañó a la puerta, como un buen anfitrión. Lilith se sintió libre de nuevo, lejos del persistente escrutinio de Gwen.

Se quitó el hielo de la mano y lo puso en la mejilla de Jack. Tapando el punto en el que su labio superior se había hinchado.

—Tú también lo necesitas —dijo sonriendo con orgullo.

Jack agarró el hielo de la mano de Lilith rozando a su paso los dedos de la chica, que apartó la mano con rapidez ante la corriente eléctrica que había recorrido su cuerpo al contacto con esos dedos.

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