Capítulo 49

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Me encontraba en la cama con Liu, estábamos abrazados después de tener otra ronda de sexo matutino, cuando de repente escucho que suena mi teléfono.

Me asomé a la mesita de noche para ver que era el contacto de Damian, como pude, lentamente me separé de Liu para no despertarlo y salí de mi habitación.

—¿Sí? 

—Sé que es domingo, pero tienes que venir a la comisaría, al menos para cubrir los turnos de ayer.

—Sí, ahora mismo voy —dije con voz ronca y vi a Liu, quien me miraba tiernamente medio dormido aún.

—¿Te tienes que ir? —murmuró con voz inocente con una pequeña sonrisa, solté una pequeña risa y asentí. Él se levantó y empezó a vestirse.

—¿Quieres que te prepare el desayuno? —le pregunté.

—No, vas a llegar tarde al trabajo, vete a duchar, yo me voy ya —salió por la puerta y me metí en la ducha.

Mientras el agua caía por mi cabello, recordaba el tacto de su piel, la mirada de sus ojos… Cuando, de repente, el agua pareció hacerse hielo. 

—Yo no le dije que estaba trabajando… —dije en voz alta para mí misma, analizando lo que eso podía significar. 

—¿Janna, me estás escuchando? 

Hacían unos cinco minutos que había llegado a la comisaría. Damian me había empezado a recordar lo discretos que teníamos que ser para que la PCE no descubriera la falsificación de pruebas cuando volví a quedarme absorta en mis pensamientos. Que Liu supiera más de lo necesario no paraba de rondarme en la cabeza.

—Sí… sí, perdona. Aún sigo un poco dormida —dije sonriendo falsamente.

—Ayer te dejé tomarte el resto del día libre para que descansaras… Hoy te necesito activa —el nuevo papel de jefe lo estaba volviendo más serio de lo normal.

—¿Qué necesitas que haga?

—Míralo… Dándose una paliza a sí mismo —murmuró Brian con esa voz tan odiosa.

—Mientras se la dé a él y no a nosotros… —respondió la mojigata— Solo espero que no se haga mucho daño…

—Lana, ¿estás hablando en serio? Pues por mí que se muera.

Seguían con sus conversaciones sin valor mientras yo me aseguraba de tener los suficientes moratones en las piernas, el abdomen y los brazos para poder correr y moverme perfectamente, pero que a la vez Hoodie pensara que estaba grave. Necesitaba, ante todo, que me subestimara, que no estuviera alerta conmigo. 

Hacía tiempo que Sally no pasaba por aquí con ensalada, así que estaba falto de la vitamina K, los moratones saldrían más fácil en mi piel. Me sirvieron de algo las pocas clases de biología que di.

De hecho, las únicas visitas que teníamos, a parte del apestoso para llevarse a la manipulada Tenny, era el pintor que venía a dibujarnos y exclamar que no podía expresar mi rostro porque no lo lograba captar. Vaya pintor de mierda que no sabe dibujar una cara demacrada por los abusos de sus amigos y los míos.

Me detuve en cuanto escuché la puerta abrirse. Ya estaban aquí. 

—Por Zalgo, Carl, cada vez tienes más moretones —comentaba Hoodie, ya en la cabaña, con el botiquín en la mano. Yo, para hacer de más calidad la actuación, tosí. 

—¿Crees que está enfermo? —preguntó Masky con tono preocupado, sus manos estaban juntas.

—No lo sé, Tim… 

—Eyeless me dijo una vez que me salían tantos por problemas del hígado o algo así… Pero al final era solo falta de vitaminas.

—Eso y que te has dado más de un golpe en alguna misión —de repente, Tim cambió su postura: irguió la espalda y levantó más la cabeza.

—Sea como sea, espero que no se muera por falta de ensaladas… Nos pondría en mal lugar —declaró con voz firme. Luego, agarró su pistola y la puso a la altura de su máscara, mirándola—. ¿Qué clase de asesinos no matan personalmente a sus víctimas?

Su tono era amenazante, frío, transmitía respeto. Definitivamente, estaba empezando a admirarlo.

—Masky, para, lo estás asustando —dijo Hoodie. Yo me giré y lo miré, sonriendo.

—¿Asustándome? 

—Sí, Hoodie, yo lo veo temblando de miedo —respondió Masky con tono burlón—. Parece una fangirl de las mías.

No sabía cómo tomarme ese comentario, pero me agradaba haber podido apreciar cuando Tim es Tim y cuando se convierte en Masky. Este podría ser, quizás, su único punto débil. 

Aún así, la rapidez con la que podía cambiar de personalidad me preocupaba un poco.

—Bien, entonces cierras fuerte la parte de arriba y listo, lo pones en el fuego y dejas que se caliente —Jeff colocó la cafetera en los fogones, me estaba enseñando a preparar café.

—¿En serio? ¿Tan fácil? —pregunté asombrada.

Cuando veía a mi madre hacer café siempre pensaba que tenía que hervir no sé cuántas cosas, pero al habérmelo explicado Jeff era como si se me hubiera abierto un mundo nuevo, el de la cocina.

—¿Tu madre nunca te enseñó algo de cocina? ¿Ni siquiera lo más básico?

—No, siempre lo hace todo ella, o mi padre cuando viene de trabajar, como mucho sé hacer un sándwich —Jeff soltó una risita.

—Bueno, al menos el sándwich te salvará de pasar hambre —dijo burlón y empezó a freír la carne—. Esta carne es de las mejores, es de ternera. La robé hace unos días de unos campistas que maté —miré cómo se cocinaba.

—Vaya… Igual no creo que la vaya a echar mucho de menos —los dos empezamos a reír a carcajadas cuando escuchamos la puerta de la cabaña abrirse.

—Buenos días —dijo un somnoliento castaño que se detuvo al verme—, ¿otra vez aquí? Te voy a tener que cobrar el alquiler pronto… —dijo sin demasiada alegría, aún con sueño. Luego comenzó a oler el ambiente— ¿Estás cocinando, Jeffrey? —se acercó a la cocina y puso una mueca de asco— ¡Por Zalgo! ¿A quién se le ocurre desayunar café y ternera? ¡No son ni las nueve de la mañana y ya la estáis liando! 

—Nos quedamos dormidos a las cinco de la tarde, hemos perdido la noción del tiempo —dijo Jeff algo serio.

—¿Nos? ¿Hemos? ¿Desde cuándo la incluyes tanto hasta hablando?

—¿Qué tiene?

—¿Desde cuándo sois tan… cercanos? —arqueó una ceja mirándonos a ambos.

Incómoda ante la conversación, miré hacia la sartén, para darme cuenta de que eso llevaba demasiado tiempo allí.

—Eh… Jeff —dije señalando la carne casi negra.

—¡Mierda! —sacó la sartén del fogón.

—Déjame ver… —Liu observó la carne y cortó un poco, viendo el interior— Todavía se puede comer, está muy hecha pero no quemada, con un poco de salsa no se notará, al menos no mucho…

—¿Comemos? —dije tratando de cortar la incomodidad, Liu asintió y comencé a preparar la mesa.

—Coméroslo vosotros, yo voy a dar una vuelta.

—¿No tienes hambre, Liu? —preguntó su hermano mientras emplataba.

—Desayunaré fuera —antes de cerrar la puerta, me miró— y… llévala a la celda, no quiero que te metas en problemas porque piensen que ha desaparecido.

—Masky, ya hasta parece que me estuvieras escoltando… Sé llevar al chico solo a la celda.

—Solo es para vigilar que no le des también una cabaña a parte —dijo en un tono neutro pero firme.

—¿A qué te refieres? —contestó el sad boy algo alterado.

—Bueno, ya le estás dando tu botiquín, tu comida y tu agua, no nos sorprendería a ninguno que le rogaras a Slenderman que fuese el cura de vuestra boda ya de paso —Hoodie soltó una carcajada, y yo reí por lo bajo.

Me gusta el humor de Masky: directo, burlón, pero con un tono de voz serio. 

—Serías el padrino sin duda —no pude evitar poner mueca de asco.

—Cuidar de una criatura con vuestros genes en caso de que Carl fuese mujer… Por Zalgo, prefiero una hora de tortura con Slenderman…

—No sabía que te importase tanto —hablé yo esta vez—, que soportes una hora de tortura por mí —Masky me miró, desearía poder ver su expresión detrás de esa máscara—. Oh, vamos, no me mires así. Solo digo que es adorable que hagas eso por estar lejos de mí o de cualquier cosa parecida a mí… Que una hora con Slenderman sea menos tortura que yo… Eso me hace peor que él a tus ojos —sonreí inocentemente y un hacha pasó rozándome, causando un corte en mi mejilla.

—¡Tobías! ¡Lo acabo de curar! —exclamó el pedófilo favorito del lugar.

—Estaba hablando demasiado, lo llevo escuchando desde hace un buen rato… A parte, ¡solo era una broma! No es como si le hubiese aplastado la cabeza como al chino —dijo con simpleza el asesino de Fu.

—La verdad, no habría estado mal que le hubiesen aplastado la cabeza hace unas semanas —apareció otro hombre, esta vez no lo reconocí, tenía cicatrices en el rostro, cabello castaño y ojos verdes.

—Solo es mi entretenimiento, si lo hubieseis matado seguiría aburrido, ¡y no pienso metérsela a un cadáver!

—No sé cómo se te ocurrió hacer eso aquella vez… —murmuró el castaño con una pequeña sonrisilla, seguimos caminando pero muy lentamente.

—Tenía veinte años, estaba desesperado y aburrido, ¡y solo fue una vez! —Dios, cada vez Hoodie me daba más asco.

—Casi te la comen —respondió el tal Toby—, prefiero mantenerme en la abstinencia que… Bueno, ser un motel de insectos.

—¿En qué pensabas?

—No lo sé, Liu —Liu, ese nombre lo escuché de Tenny, ¿este es el supuesto hermano de Jeff? ¿El que estaba muerto?—. Solo… No lo sé, ni siquiera pensaba.

—Nunca olvidaré cuando llegaste a nuestra cabaña gritando: “¡ME ESTÁN COMIENDO EL PENE LOS BICHOS! ¡ME ESTÁN DEVORANDO!” —gritó Liu con dramatismo. Todos los presentes, exceptuándome, rieron en carcajadas. ¿De verdad se puede ser tan imbécil de meterle el pene a un puto cadáver en descomposición?

—Dios mío, hasta Sally se echó a reír —dijo Toby secándose las lágrimas—. Hasta que vimos lo que te pasó, eso realmente fue asqueroso… 

—Ni siquiera los vídeos gore son tan asquerosos como eso que tuvimos que ver —habló Masky.

—Por cierto, Liu, ¿qué tal con Janna? Hace días que no la veo —miró el encapuchado triste al hermano del manipulador de Tenny.

—Bien, estamos saliendo pero anda ocupada con… el trabajo —Janna, debe ser la chica de la máscara que se parece a la de Masky.

—¿En serio? ¡Felicidades! —lo apremió el violador, pero el hombre no parecía estar muy emocionado cuando le felicitaron los tres.

En cuanto menos me di cuenta, ya habíamos llegado a ese lugar de mierda, al sitio donde me encerraban como a un puto perro cuando sus dueños se iban de vacaciones, solo, sin comida y malcuidado.

—Bueno, siento no haber podido pasarme mucho, ya sabéis que Jeff no quería que me acercara cuando estuviese… —se escuchaba una voz femenina dentro del cubículo, era Sally, al verme se quedó callada, avancé a la celda y entré, ya que estaba abierta.

—Gracias, Sally —dijo Lana con el tono tan amable de siempre, mientras comía junto con el negro como una cerda la comida que les había traído la niña.

—No es nada… Bloody dijo que se pasaría esta tarde, quiere volver a pintar, me pidió que os avisara para que estuvierais todos —la pareja asintió, Hoodie y Masky al haber entrado yo en la celda se fueron, Toby estaba revisando el estado de otras celdas y Liu se encontraba al lado de Sally, se saludaron cuando se acercó el castaño—. Por cierto, ¿dónde está Tenny? Ya nunca la veo en la celda.

—Está con Jeff —respondió Liu, a la pequeña Sally se le iluminó el rostro con una sonrisa, tensé la mandíbula y les miré fijamente.

—¿En serio? ¡Me alegra mucho! ¡Debes estar feliz! ¿Verdad? —dijo con tanto entusiasmo que me dan arcadas.

—No son novios —Liu rodó los ojos—, solo que Jeff la lleva a la cabaña.

—Casi todo el tiempo —habló Brian por lo bajo terminando de comer. Cada vez parecía más emocionada la niña.

—Hombre, bajo esa manipulación cualquiera —dije sin pensar imaginando a Jeff usando trucos sucios para atraer a Tenny, como un pedófilo atrayendo a una niña dulce e inocente con un caramelo.

—¿Perdona? —al parecer lo había escuchado su niñera— ¿Qué acabas de decir sobre mi hermano? —lo pensé durante unos segundos antes de contestar.

—Nada —respondí cortante, sin apartar la mirada.

—Carl, ¿verdad? —me mantuvo la mirada, como si estuviera tratando de analizarme, imbécil.

—¿Tu hermano te ha hablado de mí? —dije serio pero con una media sonrisa, sin quitar mi vista de sus ojos.

—Desde luego te ha mencionado más veces que Tenny… Es decir, una.

—¿La vez que le hice llorar? —Liu puso cara de sorprendido, para luego acercar su rostro a los barrotes. 

—Más bien… La vez que te hizo sangrar.

Sentía que se me estaba hinchando una vena, este idiota no solo sabía contestar, sino que encima lo hacía de forma calmada. 

—¿Qué hay que esperar? Es un pedófilo, manipulador, asesino y un puto psicópata, no sirve para nada, como mucho para hacer daño y ni siquiera le sale bien —sonreí burlonamente, él, en cambio, se mostró quieto y serio.

—Verás… Carl, si sigues vivo es porque Hoodie nos lo ha pedido por favor. Mi hermano, al que llamas todo eso, les habría dado de comer a las criaturas del bosque con tu cuerpo desde el momento en que llegaste si él lo hubiera querido. Así que, la próxima vez que Jeff venga aquí, deberías mostrarte agradecido de que sigas vivo.
Y, otra cosa, debe de joder bastante que la chica que te gusta prefiera a alguien que acaba de conocer que a una persona que conoce de hace tiempo porque está horriblemente mal de la cabeza, al punto que llama pedófilo y manipulador sin poder admitir que ni le importa.

Las expresiones de Lana y Brian estaban al borde de la risa, los miré y se detuvieron en seco. Voy a asegurarme de que tengan una muerte horrible cueste lo que cueste, y que la sientan.

—Pero… —enmudecí por unos segundos, pensando en qué contestar.

—Tranquilo, no pasa nada, es normal que no sepas qué contestar cuando te dicen la verdad. ¿Sabes? —Liu sonrió ampliamente— Te diré algo bueno que tienes, es increíble que a pesar de todo esto quieras seguir viviendo, es decir, todo te lo mereces porque has sido el más imbécil e impertinente de todo el grupo, pero es increíble que aún después de que mi hermano te pegase una paliza de muerte por hablar de más, las de Hoodie y que te use como juguete y las peleas que habéis tenido entre vosotros sigas queriendo vivir. En el momento en que alguien me usase como eso, ni habría encontrado qué hacer, pero me alegra de que hayas encontrado por fin tu uso —mostró sus blancos dientes, voy a matarlo, lo juro, voy a matarlo.

Al ver que no contestaba, se alejó de los barrotes caminando hacia atrás, giró a la derecha y, entonces, sus pasos se escucharon cada vez más lejos, hasta que sonó la puerta abriéndose y cerrándose. Toby le siguió.

Curiosidad n°49: Jeff no es un gran cocinero, pero sabe defenderse en la cocina. Por ello, casi siempre se ocupa Liu de ese campo.

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