Capítulo 54

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La antigua casa de Jane Arkensaw era igual, por fuera, que la de sus vecinos. Sin embargo, el paso del tiempo sin nadie que le diera vida había pasado factura, y ya se empezaba a ver una fachada descolorida, ventanas sin cristal bloqueadas simplemente por tablas de madera y un patio ligeramente descuidado. 

—Me preguntaba si a este punto ya se habría vendido… —comentaba Damian sin mirarme, solo observando la casa.

Su tono de voz era serio. Desde lo sucedido anoche, no habíamos intercambiado ninguna broma, no nos habíamos mirado a los ojos y tampoco habíamos hablado del tema, aunque sé que, en algún momento, deberíamos.

—Bueno, al fin y al cabo, ¿quién querría comprar una casa con una historia tan terrible detrás? 

—Está claro, cualquier familia feliz de historia de terror —contestó riendo un poco, gesto que yo no correspondí. Damian se aclaró la garganta y volvió a su expresión seria—. Deberíamos entrar. Si nadie la ha tocado en años y tampoco es propiedad del banco, puesto que no hay ni siquiera cartel de "se vende", es posible que hayan dejado algunas cosas… intactas.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo al imaginarlo: la casa aún conservando restos de sangre, puede que alguna marca de Jeff en la pared como su frase, tal vez, incluso fotos familiares… 

—Sería allanamiento de morada. Además, en la noticia que encontraste decía que Jane murió a causa de las heridas de un incendio. Es muy probable que, aunque la casa siga en pie, sea inestable en ciertas zonas, por no decir todas —dije firmemente, mirando a Damian solo al final de mi respuesta. El resto del tiempo, lo pasé observando aquella parte delantera de la casa tan abandonada.

—Es cierto, pero… si la casa no es del banco, es de alguien, que dudo mucho que la haya comprado para tenerla en estas condiciones… —replicó con su tono de estar llegando a una conclusión que me haga comerme mis palabras—. Esa familia… al morir… le dejaría su herencia a alguien.

Damian señaló entonces el patio.

—Está claro que no es habitable, pero alguien se está preocupando de que no la echen abajo. El patio, aunque desastrado, no irrumpe en el de sus vecinos. La casa, aunque antigua, no se ha demolido. Seguro que alguien la mantiene en condiciones… estables. 

—Seguiría siendo allanamiento —respondí con seriedad.

—¿De verdad hemos hecho ocho horas de trayecto para no investigar nada? —ahora sí me estaba mirando fijamente, con tono y expresión de reproche. 

—No entiendo qué pretendes conseguir entrando allí, exactamente. Acordamos solo interrogar a los vecinos, por si quedaban testigos de aquel fatídico día. 

—Te lo dije, hacer ver que Jeff es un asesino real, como Jeffrey Dahmer o Tony King. Este caso ocurrió antes de que Jeff The Killer se diera a conocer, y, si conseguimos que sus huellas concuerden mínimamente con las de la historia, pero quitándole la fantasía del medio… 

—Bien, entendido. ¿Y cómo piensas entrar? Está todo sellado, y, además, estamos a plena luz del día, con los vecinos aquí al lado.

—Siempre suele haber una entrada trasera… 

Miré a Damian sin decir nada ni expresar nada, y él, desesperado por mi negativa soltó aire y se llevó las manos a la cara.

—Bien, iré yo solo entonces.

Dijo y se puso a caminar hacia el edificio. Yo, tras pensarlo unos segundos, fui tras él, hasta alcanzarlo.

—Espero que de verdad esto te sirva de algo —dije.

Al llegar a la parte de atrás de la casa, nos dimos cuenta de que efectivamente había una puerta trasera, pero sellada con dentro por tablas de madera. Como, en principio, no queríamos romper nada para pasar, nos pusimos en la búsqueda de algún agujero en las ventanas lo suficientemente grande como para entrar.

—Aquí, creo que servirá —dije yo tocando una de las tablas de madera de una ventana, que, al parecer, estaba un poco suelta—. No creo que cuente como destrozo —dije y con fuerza desprendí el lado flojo la tabla, que nos abrió camino al instante—. Al fin y al cabo, la tabla y el tornillo siguen de una pieza –contesté, y escuché cómo Damian se rió levemente detrás de mí.

—No, espera. Déjame pasar primero, veré si todo está en orden y luego te ayudaré a entrar.

Acepté con la cabeza y así lo hicimos. Tras cruzar Damian, encendió la linterna de su móvil para tener más luz que la que el sol daba a través de las tablas de madera, y, luego, me tendió la mano. 

Al tocar el suelo, lo miré, y vi que él me estaba mirando el cuello. 

—Pensaba que te lo quitarías… —dijo haciendo con sus dedos índice y pulgar la forma de un colgante en su propio cuello—. Después de lo de… 

—Damian, da igual, de verdad, los dos bebimos un poco más de la cuenta y… —y entonces me miró a los ojos.

—No, quiero pedirte disculpas. Necesito pedirte perdón. Mi comportamiento no fue adecuado, sabía que tenías pareja, y, sea o no solo por la investigación, debería saber que tú no serías esa clase de persona. No tengo excusa por haberme lanzado así, estuvo mal, y punto. 

No pude evitar sonreír con dulzura. Eran justo las palabras que quería escuchar.

—Y —continuó diciendo— si no quisieras seguir con nuestra… amistad, lo comprendería. Si así lo prefieres, será solo una relación de trabajo. Nada de bromas fuera de lugar, nada de información demasiado personal, nada de…

—Damian, para —dije riendo no sé muy bien por qué—, está bien. Acepto tus disculpas, y me gustaría que siguiéramos siendo amigos. No te preocupes… 

Damian suspiró al escucharme, y luego sonrió. 

—Pero… me gustaría saber… ¿sientes algo por mí? —él puso cara de sorpresa, y meditó la respuesta unos segundos, sin dejar de mirarme a los ojos.

—No es algo que pueda ni deba responder ahora… —desvió su vista hacia el interior de la casa—. Estamos trabajando —terminó de decir guiñando un ojo y riendo con dulzura, para luego centrarse en la estancia—. Pues… parece ser que se siguen conservando los muebles —dijo iluminando un montón de muebles tapados con sábanas blancas—. Me pregunto si lo sigue haciendo alguna huella de Jeff también.

Caminamos por lo que parecía ser el salón y nos colocamos unos guantes para no dejar huellas en caso de tocar algo. Así, nos dirigimos a la cocina, que también se encontraba en la planta baja. 

—Vaya… 

El suelo de la cocina y un poco del piso del salón-comedor presentaba marcas de haber sido quemado. Yo tomé unas fotos con una cámara que Damian guardaba en la misma mochila de dónde habíamos sacado los guantes. Preferimos evitar la cámara del móvil para conseguir imágenes de mayor calidad y que no pudieran filtrarse a internet antes de tiempo. 

Tras terminar con la cocina, nos centramos en las escaleras que conducían a la primera planta: eran de madera, y, aún se conservaban ciertas manchas que habían tintado el material de un tono más oscuro. Supusimos, se trataba de sangre. 

—¿Ya has echado las fotos? —me preguntó Damian con seriedad. 

Yo asentí con la cabeza. 

—Creo que podemos subir ya —dije, a pesar de tener la piel de gallina por lo que pudiéramos encontrarnos.

En esta planta, el suelo ya no era de cerámica, sino de madera, y se podían apreciar manchas similares a las de la escalera por todo el pasillo. 

Primero, seguimos el rastro ya casi desvanecido pero aún visible, hasta una habitación donde las manchas no estaban tan concentradas: al igual que en el resto de la casa, los muebles estaban cubiertos, pero por su forma y por el tamaño de la cama y de la habitación, estaba claro que era una habitación de niño.

—Jane… —dije susurrando de pena imaginándome la escena de Jeff arrastrándola hasta abajo, donde la quemaría. 

Damian miró a la cámara y después a mí, y me puse a echar más fotos. Mientras, él levantó la sábana blanca de una mesita, y descubrió varias imágenes.

—Janna, mira esto —en una de ellas, se veía a la pequeña feliz en una especie de lago posando con su madre. En otra, se la veía siendo más pequeña al lado de su padre con un gorro de navidad. Y, en el portafotos del centro, estaban los tres, posando, con el mar de fondo.

No pude evitar soltar una lágrima. Damian me vió.

—¿Vamos… a la otra habitación? —dijo asegurándose de que quería continuar con todo esto.

Caminamos por el pasillo y nos adentramos en la habitación con más concentración de manchas. 

—Dios mío… —exclamó Damian sorprendido, con los ojos bien abiertos.

Me miró, y yo procedí a echar la foto. La foto que demostraba que aquel asesino no surgió en internet.

La foto, en la que unas letras rojas ahora descoloridas por el tiempo, escribían en la pared "ve a dormir". 

—Siempre pueden pensar que eso lo escribió algún fan que se coló después… —decía Damian algo alterado mientras volvíamos a la planta baja—. Pero con los testigos que consigamos…

—A mí lo que me inquieta no es que nos crean. 

—Lo sé… Nos preguntarán porqué hemos allanado la casa, que es ilegal, que estamos tomando un caso que no es nuestro…

—No, tampoco es eso —nos detuvimos en frente de la ventana por la que entramos. 

—Entonces, ¿qué es? —preguntó Damian desconcertado mientras me tendía la mano para ayudarme a cruzar.

—Mm… no sabría  decir qué es. Aún no… 

Nos quedamos callados por varios segundos, allí, al lado de la ventana por la que acabábamos de salir, hasta que, de pronto, una voz nos distrajo. 

—Si estáis buscando a los Arkensaw, deberíais mirar en otra parte. Hace tiempo que nadie vive allí. 

Damian y yo miramos a aquel hombre de avanzada edad, que sostenía un bastón entre las dos manos y nos miraba con expresión amable.

—Usted… ¿conoció a la familia Arkensaw? —preguntó Damian acercándose a él.

El señor me miró entonces con extrañeza, por lo que me acerqué a él y me aclaré la garganta. Supongo que lo mínimo era que nos presentáramos.

—Disculpe a mi prometido —contesté sonriente—. Soy Janna Weskare, y él es Damian Dimills. Sé que sonará raro pero somos… una especie de periodistas independientes. Nos fascinan todos esos casos que quedaron un poco al aire y, tras muchos años, conseguir más pistas. Sabemos sobre esta familia y pensábamos que la policía no escuchó suficiente a lo…

El señor me hizo entonces un gesto con la mano para que me detuviera.

—Lo cierto es que llevo mucho tiempo formándome algunas teorías. ¿Ocultaréis mi nombre? —contestó levantando las dos cejas.

—Por supuesto, señor —dijo Damian.

El anciano sonrió, y nos invitó a ir a su hogar para informarnos. Su casa estaba en frente de la de Jane, por lo que debía poder contarnos muchas cosas. Tras sentarnos en su salón y sacar una libreta y un bolígrafo para apuntar, comenzó a hablar.

—Hará unos treinta años ya que los Arkensaw se mudaron. Acababan de casarse, era una pareja joven y tres años o así después de venir, la mujer se quedó embarazada de Jane —el hombre no pudo evitar sonreír por la nostalgia—, eran unos vecinos muy buenos. Nunca habían causado jaleo. Y la niña era un amor, tenía sus momentos traviesos pero siempre había sido muy educada —mantuvo una sonrisa por unos segundos, y luego su rostro fue cambiando a uno más serio—. Unos años después, llegaron los Woods. Vivían a dos casas de esta. La mujer, Margaret, era encantadora con todos los vecinos, y se la veía muy feliz en su matrimonio. El marido, Peter, era más reservado que ella, pero nunca se olvidaba de dar los buenos días…

—Y… ¿tenían hijos? —preguntó Damian con un falso tono de intriga, como si no supiera ya la respuesta y el final de la historia.

El hombre rio un poco.

—Soy viejo, no tonto. Sé muy bien las teorías sobre ellos, al igual que sé qué es lo que os ha llamado la atención de este caso. 

—Por supuesto, señor —contestó Damian sonriendo.

—Bien… Por dónde iba… Ah, sí. Jeffrey y Liu —no sabía si sentir asco por escuchar el nombre de Jeff, o ternura por el nombre de Liu—. Liu era el mayor. Un chico muy sociable, siempre le veía con alguna chica andando por la calle. Jeffrey sin embargo… En fin, perfil de asesino, qué os voy a decir. Nunca hablaba con nadie, andaba cabizbajo, de hecho, rara vez salía de casa… 

—¿Y sabía cómo les iba en el instituto? ¿Si Jeff… Jeffrey sufría algún tipo de abuso? —preguntó Damian. Yo mientras apuntaba todo.

—Ni idea. Pero he leído las historias esas de internet sobre ellos. Es probable que lo de que se rieran de él fuera verdad, después de lo que le hizo a aquel chico, Randy Marsh… Que no lo justifico, claro, pero se explicaría por qué fue directo a por él después de matar a su familia —el hombre tenía un claro tono de desprecio al hablar de Jeff.

—¿Y cómo fue la noche en que Jeff decidió asesinar a sus padres y atacar a los Arkensaw? 

El ambiente se tornó más tenso. El hombre se levantó de su asiento y empezó a observar la casa de Jane por la ventana, como reviviendo lo que vio.

—Lo cierto es que pasó todo muy rápido. La ambulancia llegó enseguida, lo suficiente para salvar a Liu. Los padres ya estaban muertos, pero el chico aún no, por suerte, aunque se rumorea que toda su cara quedó llena de cicatrices, aunque lo cierto es que nadie lo ha visto vivo desde entonces.

—Espere, ¿quién llamó a la ambulancia? ¿Fue usted, u otro vecino? —Damian estaba realmente atraído por el caso. Quería saber hasta el más mínimo detalle.

—Oh… eso es lo raro. Hubo vecinos que llamaron a la policía, pero por los gritos en la casa de Jane, no en la de Jeff ni en la de Randy, ahí todo fue silencioso… 

—¿Entonces…?

—Se… se rumorea que Jeff pidió una ambulancia para su familia en cuanto se dio cuenta de lo que había hecho. Pero yo no me lo creo, porque mató más, mucho más… Estaba claro que le gustó. Mi teoría es que si la llamó él, fue solo para que admiraran su… su obra, como los asesinos lo llaman —el hombre giró su cabeza para mirarnos—. Como ya dije antes, he tenido mucho tiempo para sacar conclusiones. He dicho que no se ha vuelto a ver a Liu. Conozco las historias de internet pero… no, ese chico no era capaz de hacer eso. 

—¿Cuál es su teoría, entonces?

—Eso lo diré más adelante. Ahora… hablemos de Jane, no tengo nada más que decir del asesinato de los Woods —volvió a mirar por la ventana—. No tengo ni idea de cómo le dio tiempo a Jeff de asesinar a la familia de Randy y a la de Jane tan deprisa. Esperemos que fueran ambas muertes rápidas, simples… Ataques directos al corazón y ya. Lo que está claro, es que ese chico nació para traer mal al mundo, ese talento natural para matar desde tan joven… 

—¿Vio algo… de lo que le ocurrió a los Arkensaw? 

—Solo los gritos. Y el fuego. Que por suerte no alcanzó a quemar toda la casa, porque otros vecinos y yo fuimos rápidos al llamar a la policía. Aunque… —respiró hondo—. Sí que vi salir a Jeffrey. Por una ventana. Llevaba una sudadera blanca y sucia… no lo reconocí en ese momento, que conste. Su cara no era reconocible. 

—¿Le vio la cara?

El anciano se giró hacia nosotros y nos miró con una expresión muy fría.

—Me vio observándolo por la ventana, y se quedó mirándome. Por unos segundos, unos largos segundos como si le diera igual la policía, como si lo único que pasara por su mente en ese momento fuera acabar con cualquier ser humano. Esos ojos fríos, ojerosos y completamente abiertos. Esa piel pálida cubierta de sangre. Y… esas mejillas rajadas. Dos cortes que sangraban y que debían de llegarle hasta los pómulos, imitando una sonrisa. Una sonrisa macabra, una sonrisa asesina… Cada vez que lo recuerdo… el cuerpo se me congela. Estoy seguro de que, de no haber sido por la policía que se acercaba, yo habría sido el siguiente. Pero desapareció, no sé cómo, pero huyó, y no lo he vuelto a ver más que en mis pesadillas… 

Damian y yo nos miramos por unos segundos, el anciano soltó un largo y pesado suspiro.

—No sé cómo ha llegado a ser famoso este monstruo y que tantas personas lo idolatren y no se lo tomen en serio después de lo que nos hizo pasar… el mundo se ha vuelto loco… —dijo con pesar y tragó en seco.

—Lo terminarán capturando, se lo aseguro —afirmé con seguridad, pero él negó con la cabeza.

—Señorita, han pasado casi diez años desde que se convirtió en lo que es ahora, ni siquiera la policía lo ha atrapado, al igual que, no sabemos dónde está ahora…

—De donde venimos están ocurriendo sucesos extraños, un secuestro… —dijo Damian, pero fue cortado por el anciano.

—Esperad, ¿venís por Los Elegidos? ¿Vivís en ese lugar? —ambos asentimos—. Con razón… ¿y queréis decir que ese asesino… Jeffrey… Es el causante de ello…?

—Su grupo más bien, no está solo, se ha juntado con seres como él, y su hermano Liu está con él —contestó mi compañero, los ojos del anciano se abrieron de par en par.

—Liu… Liu Woods… ¿Está vivo? ¿Y está con él…? ¿Con la persona que mató a sus propios padres…?

—Desconocemos la razón, pero efectivamente, lo hemos visto.

—Vaya… —murmuró el señor bajando la cabeza—. Es… es todo realmente confuso… Me has refutado todas mis teorías con esa aclaración, joven —musitó con expresión de extrañeza.

—Entonces, ¿no tiene nada más que contarnos? —Damian se inclinó desde su asiento hacia él.

—No… como dije, tenía una teoría, que Jeffrey quisiera ser conocido de una forma u otra, sin importar lo horripilante que fuera, salir de la sombra de su hermano, pero… no sé nada ahora, queridos… —murmuró, Damian y yo nos miramos.

—Bien, pues muchas gracias por haber colaborado tanto con nosotros, señor, iremos a investigar la casa de los Woods —Damian se disponía a levantarse, pero el hombre levantó la mano como ademán para que se detuviera.

—No creo que puedan… Hace unos años fue comprada y vive otra familia, no queda rastro alguno de los antiguos dueños…

—Supongo que un vistazo no irá mal de todas formas —declaró Damian y caminamos hasta la puerta, la abrimos y salimos al exterior, el anciano se detuvo en el marco de la puerta observándonos. Habíamos dado unos pocos pasos al jardín exterior cuando escuchamos su ronca voz.

—Esperad… —nos dimos la vuelta, prestándole atención—. Acabo de recordar otra parte de mi teoría, o suposición… es sobre los Arkensaw. Como podéis ver, su casa sigue tal cual fue dejada hace casi una década, en cambio, la de los Woods fue comprada y sus dueños viven como si en esa casa no hubiera ocurrido ningún siniestro.
Lo que… lo que quiero decir, es que, me parece curioso que no la hayan vendido también, o siquiera demolido. Creo que la pequeña Jane, a pesar de lo que dijeran los periódicos en su momento sobre que falleció de camino al hospital, es que sigue viva, y ella es la dueña de esa casa, es la heredera y por eso está en esas condiciones.
Creo… creo firmemente en que Jane volverá algún día al lugar donde nació, en que ha estado escondiéndose durante todos estos años atormentada por lo que le sucedió…

Damian se quedó boquiabierto y me miró, yo levanté una ceja, pero mi expresión era neutral, como lo fue durante todo este tiempo. 

—Gracias —agradeció Damian—. Créame que esa información es bastante valiosa, que tenga un buen día y créanos, destaparemos la verdad.

Nos despedimos del anciano, que, con una ligera sonrisa en su rostro arrugado, nos veía desde la puerta de su hogar agitando la mano en forma de despedida.

Nos dirigíamos al hogar que fue de Jeffrey Woods.

Tocamos la puerta, una mujer pelirroja nos abrió, se escuchaban ruidos en la casa.

—Buenos días, ¿les puedo ayudar en algo? —dijo amablemente.

—Buenos días —saludó Damian—. Somos una pareja de periodistas que están recaudando pistas acerca de un caso de hace bastantes años que quedó sin resolver.

—Oh, ¿se refieren al asesinato que hubo hace casi diez años?

—Ese mismo, ¿podríamos entrar un momento y ver el origen de todo? Sabemos que lo habrán acomodado a su gusto, pero nos gustaría entrar por si encontramos algo para nuestra investigación que sea de valor.

La mujer quedó pensativa unos segundos, tras eso, abrió más la puerta dejándonos pasar.

—Espero que encuentren lo que buscan… los vecinos son muy introvertidos, no nos han dicho nada de lo que pasó, el único que nos lo dijo fue el hombre de la inmobiliaria.

—Disculpe la intromisión pero, ¿por qué compraron la casa sabiendo que hubo un asesinato en ella? —hablé por primera vez en mucho tiempo.

—Bueno… hubo un asesinato, pero no fue reciente, fue hace años, por lo que no debería volver a ocurrir en un tiempo… Aunque, ciertamente estamos pensando en volver a mudarnos.

—¿Por qué? —se giró Damian para ver a la mujer pelirroja de estatura baja.

—Puede sonar algo… surrealista o irreal, o exagerado, llámenlo como quieran, pero mi familia y yo hemos… experimentado ciertos sucesos… extraños en la casa.

—¿Por ejemplo? —preguntó el moreno.

—Susurros, voces… golpes u objetos que cambian de lugar o se mueven… solos… Mi hijo mayor se ha despertado alguna que otra vez con arañazos, y el menor que tiene dos años… habla con… bueno, lo que se dice una… mujer… —musitó la señora de mediana edad mirando alrededor.

—¿Podemos…?

—Sí, por supuesto, echen el vistazo que necesiten, no se preocupen.

Damian y yo comenzamos a recorrer el domicilio. Cocina ordenada, de colores pálidos, salón acomodado… Lo típico de una casa normal y corriente, nada interesante, nada fuera de lo común. Subimos al piso de arriba, donde estaban las habitaciones. Revisamos cada cuarto, nada fuera de lo común, hasta llegar al de los padres, en el somier de madera se encontraban algunos arañazos, Damian le sacó foto con el teléfono móvil.

—Parecen arañazos humanos…
—comentó el jefe de la comisaría.

Bajamos al salón, el ruido de los niños jugando seguía vivo en la casa, nos despedimos de la señora y nos encaminamos al hotel.

—Ya tenemos bastante información… ¿No crees, Janna? —asentí con la cabeza—. De hecho… Dios, la teoría de aquel hombre, de que Jane sigue viva, y los arañazos en la cama y el testimonio de esa mujer… ¡Todo es una locura!

—Lo de Jane es una teoría, tal vez nadie querría esa casa por las condiciones y su historia —respondí.

—Por las condiciones podrían haberla demolido y reconstruido, y sobre la historia… Hay una familia viviendo en la casa de Jeff, ¡está claro que Jane Arkensaw está viva!

—Es posible… Pero piénsalo, si ella no ha vuelto a aparecer, tal vez sea porque no quieren que sepan que sigue con vida. Tal vez por miedo a que Jeff quiera acabar con el trabajo o que solo quiere tener una vida normal… Es lo único que se me ocurre.

—Sí… eso es cierto, pero al menos sabemos que existe, es otra base para demostrar que son reales, ¿y qué opinas sobre la casa de los Woods? Sobre lo que dijo la mujer.

—Si han ocurrido sucesos paranormales en esa casa es probable que hayan bastantes seres ahí metidos, entes, espectros… puede ser cualquier cosa, Damian… 

Seguimos hablando de ello hasta que llegamos al hotel. Al ya haber recaudado toda la información que podíamos obtener y queríamos saber, empacamos nuestras pertenencias y nos dirigimos al automóvil rumbo a casa de nuevo.

Iba a ser un viaje largo, pero valió la pena con todo lo que habíamos descubierto.

¿Quién diría que volviendo al origen de todo se puede descubrir tanto?

—Oh, deberíamos ir hoy con Sally, hace mucho que no paseamos por el bosque con ella —hablaba Tim, el simpático, agradable y encantador Tim, no como el frío, manipulador y controlador de Masky.

—Puede ser… ¿Pero qué hay del trabajo que tenemos que hacer? ¿Acaso lo has olvidado? —yacía el encapuchado naranja en el sofá tendido.

—No —dijo el enmascarado con voz dura, Masky—, no podemos posponerlo, cuanto antes lo hagamos, mejor.

—Pero pobre Sally, no estaría mal que pasáramos de vez en cuando tiempo con ella, nos cocina cuando nos olvidamos de hacerlo… —respondió el pedófilo.

—Tienes razón… Haremos el trabajo y después iremos con Sally —su tono se volvió más agradable, al igual que su postura se encorvaba un poco y se notaba menos tensa, de nuevo Tim. La celosa soltó una risita.

Tenía su gracia el estar con una persona con TID, es como estar con el alcalde de Pesadilla Antes de Navidad.

—Oye, ¿al final mataste a ese oso? —Hoodie inclinó para ver a su amigo, quien estaba sentado en una silla del salón.

—No, fue B.O.B, supongo que se lo llevará a los demás o… no lo sé, esas cosas que hacen los monstruos…

—Sí, mientras no se coman a alguno de nosotros todo bien, aún recuerdo lo que le hizo Toby a un Wendigo —murmuró el manipulador.

—¿Tantas criaturas hay en este bosque? —pregunté mirando a ambos.

—Sí —dijo Masky frío—, intenta correr por ahí, a ver con qué te encuentras —el idiota de Hoodie rió con su amigo, seguramente imaginando alguna escena sobre mí mientras me devoran o… a saber… 

«Masky, Tim, Tim, Masky, Masky, Tim. La estúpida de Lexy fue incapaz de diferenciarlos, pero yo, Carl, les demostraré a todos el porqué no deben subestimarme. La mitad de mi plan está completo, ahora, solo necesito suerte, una oportunidad que pueda aprovechar, y en cuanto la tenga… haré que corra la sangre de estos hijos de puta».

Sonreí mirando al suelo, mientras Epi y Blas hablaban de sus tonterías. Definitivamente, yo, Carl Plagaunado, ¡haré historia en este maldito mundo!

Curiosidad n°54: Es muy probable que las víctimas asesinadas por los Creepypastas en sus propios hogares hayan quedado atrapadas en ellas, dando lugar a casas embrujadas.

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