Capítulo 62

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—Buenos días, Carl. ¿Cómo te encuentras? —me preguntaba una sonriente enfermera rubia mientras me terminaba el desayuno. Hoy me habían permitido salir a tomármelo en la zona de descanso, pues me encontraba mucho mejor.

—Bien… bien… —miré la placa de la bata con su nombre— Susan —ella agachó la cabeza sonriendo.

En los días que llevo aquí, jamás me había atendido ni había hablado con esta mujer. Por ello, me extrañó que ahora se acercara. ¿Será simplemente una admiradora?

—Me habría gustado ser yo quien te atendiera cuando llegaste, ¿sabes? Pero no me tocaba turno de noche…

—Oh… —estaba confundido— ¿Puedo preguntar por qué estamos hablando exactamente? La policía me ha prohibido hablar con curiosos y periodistas así que…

—No estoy tratando de sacarte información sobre nada —contestó nerviosa— es solo que… —miró atrás de mí y tragó saliva— Oh, llega la doctora. Ella quería hablar contigo —y se marchó con paso acelerado. Qué persona más rara.

—Carl Plagaunado —me llamó la doctora que venía.

—¿Ocurre algo?

—Sí, buenas noticias —me tendió un papel— el alta. Has tenido una recuperación muy rápida aquí en el hospital, pero igualmente ahí tienes unas indicaciones para seguir recuperando tu salud al completo en estos meses. Pero no te preocupes por ello, ya le hemos dado al comisario toda la información.

—Espere, ¿el alta? ¿Hoy mismo debo irme a vivir con Damian?

—¿Algún problema con el comisario? Ha sido muy amable al aceptar acogerlo…

—Lo sé… lo sé… pero, ¿cuándo iré a recoger mis pertenencias a casa?

La doctora miró su reloj y suspiró.

—Eso háblelo con él. Dijo que vendría a las 10:30. Son y cuarto. Deberías irte cambiando.

Me miré. Solo tenía la ropa interior y la bata del hospital. La verdad es que debería haberme puesto la ropa que me trajo Damian ayer para cuando me dejaran salir más de la habitación, pero lo cierto es que no me importaba andar así por el hospital.

Tras vestirme y esperar a que llegara la hora prevista, Damian me recogió.
El ambiente en el coche era algo incómodo, apenas habíamos hablado.

—Bueno, aquí estamos.

—Wow… —dejé escapar. Era una casa muy moderna a las afueras de Precespyata, con dos plantas, muchos cristales y una alternancia de blanco y negro en la fachada.

Dejamos el coche en el garaje y entramos directamente por la puerta que lo comunicaba con la casa.

—¿Qué te parece?

—Distinto a casa… —no pude evitar sonreír.

—Ven, te llevaré a tu habitación.

La casa no era necesariamente grande, ni tampoco mi habitación, que estaba en el piso de arriba, pero las múltiples ventanas hacían la ilusión de ser muy amplia.

—Acomódate… te he comprado algo de decoración basándome en lo que me han dicho que te gusta, pero modifica lo que quieras. Te espero abajo.

Comencé a explorarlo todo: me miré en el espejo del armario, conté todas las perchas que Damian me había dejado, y comencé a abrir los cajones del escritorio.

—Vacío… cómo no —dije cerrando el primero.

—Vacío… —repetí cerrando el segundo.

—Y… vací… —me detuve cuando abrí el tercero— pero, ¿qué…?

Había fotos. Fotos mías. Y de Tenny. Fotos mías con Tenny… fotos de Tenny en la playa, en bikini… fotos de… Tenny sin absolutamente nada puesto.

Empecé a sonreír. No sabía de dónde había salido esto, pero me encantaba. Me senté en la cama y comencé a mirarlas más detenidamente.

—Oh… Damian. Al final me vas a caer bien… —dije desabrochándome el pantalón.

De repente, un ruido me distrajo. Estaban llamando a la ventana, ¿pero… cómo? Estaba en el piso de arriba.

Me acerqué, sin soltar las fotos.

Retiré las cortinas y miré, de repente una piedra volvió a hacer ese ruido en la ventana. Miré hacia abajo.

Mierda. Mierda. Mierda.

Hoodie. Hoodie estaba ahí abajo, en el asfalto, mirándome. Con esa capucha horrible. Se la comenzó a quitar. ¡NO, NO, NO, OTRA VEZ NO!

—¿Carl? ¿Te encuentras bien? —se escuchó la voz de Damian a través de la puerta.

Miré mis manos. No había ninguna fotografía. Miré por la ventana. No había nadie.

Damian abrió la puerta.

—Sí… sí… solo estaba… —lo miré a los ojos y sonreí— Estoy perfectamente.

Damian miró hacia abajo y se rió levemente. Mierda, el pantalón desabrochado. Lo arreglé en un segundo, no sin evitar ponerme rojo.

—Tranquilo… tranquilo… es… natural, supongo —dijo sonriendo y aguantándose la risa. No tiene gracia.

—¿Querías algo? —dije lo más formal posible después de esto.

—Es… te quieren tomar declaración. En comisaría.

—¿Quieren? ¿En tercera persona? ¿No me estábais tomando declaración Janna y tú?

—No… no te lo hemos explicado todo. ¿Te sientes preparado para ir? —preguntó levantando las cejas.

Pensé en Hoodie estando ahí fuera. Esperándome nada más saliera de casa. No, no. Lo he imaginado. Además, me vendrá bien algo de compañía, aunque sea policial.

—Sí. Podemos ir ahora mismo, sin problema —contesté sonriendo dulcemente.

La comisaría estaba abarrotada. Los policías se daban la vuelta al instante para mirarme. Pero esto no me gustaba, esto no me gustaba nada: no me miraban con admiración, me miraban con pena, con lástima, como si estuviera enfermo. Como si mi mayor proeza fuera, simplemente, no morir.

Damian me hacía de escolta entre todos ellos, evitando que pudieran preguntarme nada. Así, llegué directamente a lo que asumía era la sala de interrogatorios, donde estaba Janna acompañada de tres personas: un señor de pelo blanco con piel bronceada, una chica rubia, y un chico que parecía árabe.

—Carl, gracias por venir —dijo Janna al acercarse a mí— si te apetece un té, un café, chocolate o algo…

—No, gracias, estoy bien —dije sonriendo sin quitarle la mirada de encima a esas tres personas. El que aparentaba ser más mayor, se sentó en una de las sillas, haciendo que los otros dos imitaran su gesto. Janna y Damian salieron de la sala.

—Por favor —me hizo una seña el hombre de canas para que me sentara yo también, frente a ellos.

—Bueno… chico, como ya sabrás somos de la PCE, los que llevamos vuestro caso… Y antes de nada quiero recordarte que estás aquí sentado voluntariamente como víctima y testigo, no como sospechoso. Si algo te incomoda, solo tienes que decirlo.

No contesté, solo me limité a hacer un leve gesto de afirmación con la cabeza, sin sonreír.

—Oh bueno, ¿dónde están mis modales? —volvió a decir el hombre riéndose levemente— yo soy Franco Rodríguez, el responsable máximo de vuestro caso. Y estos son mis compañeros Paris Wilton y Dawoud Burhan —ambos me sonrieron cuando se mencionó su nombre.

—Encantado —respondí yo con una leve sonrisa forzada.

—Bien… vamos a comenzar. Quiero recordarte que toda esta conversación será grabada —tras esto, Rodríguez puso en marcha la grabadora que había sobre la mesa, y se puso a soltar todo ese protocolo de las películas, nombrando la fecha "29 de noviembre", el nombre de todos los presentes, la hora… y un largo etc.

Al terminar, por fin comenzaron las preguntas. El primero en hablar fue el hombre con rasgos árabes, el que se apellidaba Burhan, si no mal recuerdo.
—Veamos… señor Plagaunado —decía mientras observaba unos documentos y luego me miraba a los ojos— ¿podría confirmar el delito de secuestro? En caso afirmativo, ¿sería capaz de identificar a alguno de los responsables?

—Sí, confirmo el delito de secuestro. También puedo identificar a los culpables, de los que huí, que por increíble que parezca, déjenme afirmarles que fueron los Creepypastas.

En mi cabeza eso sonaba mucho más épico, lo juro. Pero en voz alta, sonaba ciertamente ridículo.

Se hizo un silencio incómodo. La chica rubia, Wilton, me miró y rió levemente, como burlándose de mí. Luego se aclaró la garganta y volvió a su expresión seria para hablar.

—¿Podría, señor Plagaunado, definir el concepto de Creepypastas?

Tomé aire, buscando mejor las palabras que antes.

—Los Creepypastas son leyendas de terror, pero en vez de urbanas, de internet. Sus historias se han ido difundiendo a modo de copia y pega por varias páginas web, haciendo que sea imposible saber de donde surgieron exactamente. Sin embargo, este… hecho que me ha ocurrido, creo que deja muy claro que aunque muchas no sean ciertas, parten de unos seres… asesinos despiadados y sobrenaturales… reales.

Wilton miró a sus compañeros. Me pregunto cómo podré convencerles de que son reales. Soy consciente de lo ridículo que suena al principio.

—Entonces… —continuó preguntando Burhan —fue secuestrado… ¿por todos ellos? ¿Por todos los Creepypastas del internet?— preguntó con un tono serio.

—No… bueno, sí… no estoy seguro de si todos son reales o no, o de si todos van en el mismo grupo, pero fui secuestrado… mis amigos siguen secuestrados por una gran parte de ellos. He visto cara a cara a Hoodie —me dió un escalofrío al decir su nombre en voz alta— a Masky, Ticci Toby, Eyeless Jack, Laughing Jack, Bloody Painter, Ben Drowned, Sally Williams, Homicidal Liu… a Jeff the killer.

El hombre abrió más los ojos y miró a su jefe, con incredulidad, intuí.

—Y… —continuó Burhan —¿cómo, qué suceso los llevó a encontrarse con esos asesinos...?

—Hicimos una invocación… —respondí mirando a los tres— A Zalgo, un… demonio Creepypasta. Solo queríamos pasar una experiencia interesante pero… Algo debió de ir mal. Empezamos a tener pesadillas similares con él, visiones extrañas, sentíamos paranoia… un día, todos, al mismo tiempo, soñábamos que íbamos al bosque, y, de repente, Zalgo desaparecía. Pensamos que era una señal… una señal sobre cómo cerrar la invocación bien o algo así… entonces fuimos al bosque, solos, y despertamos en una celda… —tragué saliva— Dios, fue una decisión altamente estúpida ahora que la digo. No tiene sentido ninguno —y me llevé las manos a la cabeza.

Noté como la chica rubia iba anotándolo todo, mientras Burhan sostenía los papeles con, intuyo, nuestro caso.

—No se preocupe… nadie imagina que pueda suceder algo así. No se martirice por ese error, aún hay esperanzas de salvar a sus amigos y de atrapar a los culpables —Burhan me estaba cayendo bien, al menos no me trataba como un estúpido tal y como hizo el comisario en su momento.

—En realidad… solo quedamos yo y otros tres… la mitad del grupo está descansando en paz, supongo —a pesar de haber hablado y aceptado la muerte de los demás, en este preciso momento me dolieron esas palabras.

—Si fuera capaz de ubicar la zona donde los retenían y los lugares por donde se movían los asesinos, nos sería de gran ayuda —dijo tendiéndome un mapa de la ciudad (con el bosque incluido) y un rotulador.

Agarré el rotulador y traté de ubicarme, pero no sabía exactamente dónde podrían encontrarse las cabañas ni la celda de esta manera. Cuando salí corriendo, ni siquiera miré si me estaba adentrando o saliendo del bosque, lo cierto es que tuve mucha suerte al encontrar a Janna para que me llevara al exterior.

—Me da vergüenza admitirlo pero no puedo ubicarlo exactamente… aunque sé que nos secuestraron por aquí —hice unas marcas en el mapa— cerca de la zona peligrosa. Creo que deberían mirar por esa zona al fondo... de hecho me extraña que no lo hayan hecho ya.

—El… el problema es que la llamada "zona peligrosa" es bastante extensa y está llena de animales algo agresivos, vegetación venenosa, lagos profundos con corrientes internas peligrosas para el baño… por lo que además de ser una amenaza para nuestro equipo de tierra, al estar medio protegida por el pueblo no se puede entrar con drones que provoquen demasiada luz y puedan alterar a los animales, no se puede ir con dardos tranquilizantes por si alguno ataca, es peligroso zambullirse en los lagos por las corrientes… hemos preferido no meternos en esa zona sin estar seguros de que el delito se concentraba allí. De hecho, si no somos aún más precisos con la localización de esos presuntos asesinos, tardaremos mucho más en poder adentrarnos y encontrar a…

—¡Basta! —dije dando un golpe sobre la mesa— ¿Animales peligrosos y plantas venenosas? ¿Eso os ha detenido la búsqueda por esa zona? —di otro golpe y alcé mi voz— ¡CUATRO PERSONAS ESTÁN MUERTAS, JODER! Y… ¿presuntos asesinos? ¿En serio? ¡ESTAMOS HABLANDO DE LOS MALDITOS CREEPYPASTAS, UNA PUTA MAFIA ASESINA SOBRENATURAL! ¡HAY QUE HACER TODO LO POSIBLE PARA DETENERLOS, MANDAD AL PUTO EJÉRCITO SI ES NECESARIO!

—Señor Plagaunado… —dijo entonces Franco Rodríguez, el jefe, mientras acercaba su cuerpo más a la mesa, con las manos juntas sobre ella— no sé cómo decir esto sin sonar… demasiado escéptico a sus palabras, por lo que déjeme explicarle algo antes de seguir con todo esto —me apoyé en el respaldo de la silla y me crucé de brazos para escucharlo— ¿no cree, que si los Creepypastas fueran tan peligrosos y hubieran causado tantos crímenes alrededor del mundo, habría alguna constancia de ello? ¿No cree que ya habrían investigaciones abiertas en la policía? —Rodríguez miró a sus compañeros antes de continuar, y con un gesto le pidió a Burhan que le pasara los documentos que tenía— Masky y Hoodie —me pasó varias fotos sacadas de los documentos— personajes ficticios inventados para un canal de YouTube llamado "Marble Hornets". Ahí tienes fotos del canal, los actores, su indumentaria, y una declaración firmada por ellos en el 2014 tras el caso Slenderman en el que juraban no tener nada que ver con ese personaje y haberse inventado por completo la existencia de esbirros suyos, ya sabes… Por las dudas de si de verdad había asesinos paranoicos que siguieran sus supuestas órdenes, y ellos tuvieran pruebas de ello —me tiró otra foto más— por cierto, aquí hay otra declaración del fotógrafo que inventó el personaje de Slenderman para un concurso de terror en 2009, afirmando que salió completamente de su imaginación basándose simplemente en historias que escuchó, pero no en experiencias reales ni nada similar.

Me quedé mirando las fotografías, sabiendo que tanto los actores como el fotógrafo pudieron haber mentido para no meterse en líos. Rodríguez siguió pasándome fotos.

—Ticci Toby. El apodo de un asesino real que acabó con su familia tras enloquecer por la muerte de su hermana y la desfiguración de su propia cara en un accidente de coche. Se escondía en los bosques e incendiaba casas de la zona, matando a los habitantes —sonreí al ver este informe, ¡una prueba de que Ticci Toby si era real!

—¡Lo ve! ¡Toby es real, hay pruebas! ¿Por qué no lo van a ser los otros? —dije con entusiasmo. Rodríguez resopló y me pasó otra imagen.

—Lo atrapó un cazador cuando Toby intentó atacarlo con un hacha. Lo mató en legítima defensa con su rifle. No fue un caso muy conocido, pero alguien debió de encontrarlo y agenciárselo a Slenderman por el tema del bosque. Es más, ahí está por escrito la declaración del autor afirmando esto.

—Pero qué... —dije mientras miraba el informe de defunción de Toby con todos sus detalles y el escrito del autor de su historia comprobando que era inventada.

Rodríguez me pasó varios informes más.

—Con Jeff The Killer ocurrió algo similar… tras algunos asesinatos lo acabaron encontrando muerto en un callejón… coma etílico —miré el informe de Jeff con los ojos abiertos, ¿qué demonios era todo esto?— Su hermano Liu ni siquiera salió vivo del hospital. Luego, Ben Drowned era realmente un juego de segunda mano que le provocó epilepsia al chico que lo compró, y como la partida guardada del jugador original tenía el nombre de Ben y desgraciadamente fue un chico que murió ahogado… otra persona aprovechó y publicó una historia falsa en internet inspirándose en ello, ahí tienes los datos de la autopsia que demuestran lo de la epilepsia… en cuanto a Eyeless Jack, ahí puedes ver que en verdad…

—Es suficiente… —dije dejando los papeles en la mesa mientras el pulso me temblaba— Solo quiero que me expliquen qué significa todo esto, porque yo los vi, yo los vi a todos.

Los tres policías se miraron entre ellos, y finalmente decidió hablar Wilton, la rubia.

—Queremos que entiendas que todas esas historias están basadas en algo, es cierto… pero esos personajes no son, en definitiva, reales…

—No… n-no tiene ningún sentido… yo… mis amigos… ellos… todos los hemos visto, ¿cómo explican eso? Tal vez estos documentos son solo de casos parecidos a los de los Creepypastas pero no son los suyos propios… o, o tal vez sí murieran pero Zalgo los resucitara, o…

—Muchacho…

—Esto…. esto no… —miré de forma nerviosa los documentos de nuevo— esto no puede ser real… he sufrido tanto por ellos… no me lo he imaginado, no he…

—¡Chico! —volvió a decir Rodríguez con fuerza, haciendo que le prestara atención de nuevo— Déjanos explicarte… lo que has vivido, es real. Te han secuestrado, y han asesinado a amigos tuyos. Pero no han sido los Creepypastas… los hemos investigado, a fondo… y no son reales… quienes sean que te han hecho esto… son impostores. Tenemos varias investigaciones abiertas y cerradas de dementes haciéndose pasar por ellos… los que has visto, son solo personas, personas peligrosas… pero no sobrenaturales.

—Eso es… es… —comencé a reír de forma nerviosa, cada vez más fuerte, hasta que rompí en llanto— ¡¡AAAAAH!! ¡¡NO TIENE SENTIDO, NO TIENE NINGÚN SENTIDO!! —volví a reír— Creepypastas… fantasmas… era todo mentira… era… —miré los documentos de nuevo— era un montaje… era todo una gran y realista obra de teatro… Ja…Ja… JAJAJAJAJA —continué riendo con fuerza. Cuando me di cuenta, Wilton y Burhan habían salido de la sala, y solo quedábamos Rodríguez y yo.

—Chico… —dijo una vez me hube calmado, tomando mis manos desde su lado de la mesa— Los atraparemos. No te preocupes... y, te asignaremos nosotros mismos un buen especialista que te ayude a superar todo esto.

Cortó la grabación y se levantó de la silla, repetí su gesto.

—Que sepas que… la grabación no se hará pública ni se usará en un juicio, es solo para tenerla nosotros como prueba… de la misma manera, me gustaría que firmaras este acuerdo de confidencialidad para estar seguros de que no harás pública la información que te hemos dado… de la misma manera en que no confirmarás la veracidad de los Creepypastas, si es que te preguntaran y aún no hubieras asimilado del todo que solo son…

—Asesinos, lo sé —dije mirándolo fijamente a los ojos con seriedad— asesinos normales y corrientes. No leyendas, no entes, nada… sobrenatural —dije mientras firmaba ese estúpido documento con la mano izquierda de manera despreocupada.

—Bien… me alegra que lo hayas entendido —terminó de decir dándome palmaditas en el hombro y sonriendo.

Luego, me acompañó fuera de la sala y pasó al despacho de Damian con él. Yo me quedé con Janna.

—Ven, iremos a tomar algo a un lugar tranquilo —dijo sonriendo. Quería preguntarle tantas cosas, ¿ella sabía algo de esto?

Solté un bostezo, la luz ya comenzaba a asomar por la gran, visible y acogedora ventana que estaba a ras del techo (nótese mi sarcasmo).

Me senté en el suelo y comencé a estirarme, como lo hacía cada mañana, me puse de pie y caminé al cubo sucio que ya no cambiaban y me dispuse a hacer mis necesidades.

—Joder Brian, ¿qué comes para que huela tu mierda así? —me preguntó Tenny con voz de recién despierta.

—No soy yo, es el maldito cubo… no lo han cambiado desde lo de Carl…

Tenny se levantó y se asomó a los barrotes, para después girarse y mirar a Lana, quien dormía profundamente.
De pronto, se escuchó la puerta abrirse y unos pasos finos acercarse.

—¡Buenos días! —nos saludó Sally trayendo unos cuantos tupperwares llenos de comida, terminé en el cubo en cuanto ella se asomó— Como no habéis comido mucho estos días creí que os podrían ser útiles.

—¡Gracias Sally! —agradecí agarrando los tupperwares por los barrotes— Sally, perdona, ¿pero nos podrías pasar la manguera? El olor del cubo cada vez se vuelve más insoportable junto con el nuestro… ¿podríamos bañarnos, por favor?

—Sí, ahora mismo la traigo —sonrió dulcemente y a paso rápido salió.

—¡Sally! —escuchamos una voz masculina, Tenny abrió los ojos y se apegó a los barrotes lo más que pudo.

Se escucharon unos murmullos y luego unos pasos acercándose.
Era Jeff, traía la manguera y Sally iba a su lado.

Tenny se le quedó viendo a Jeff, él la miró por unos segundos y abrió la puerta de la celda, a lo que ella salió con rapidez.

—¿Q-qué haces…? —preguntó el asesino tenso y desconcertado.

—¿No vamos a ir a tu cabaña para hablar…? —respondió Tenny en un hilo de voz.

—¿A-a mi… cabaña…? —cuestionó el asesino desconcertado.

Tenny asintió y comenzó a acercarse a él, pero rápidamente Jeff sacó el cuchillo, haciendo que Tenny se detuviera en seco.

—¿J-Jeff…?

—Vuelve a la celda, ahora —le ordenó con tono firme y voz gruesa, su mirada estaba fija en ella y no mostraba amabilidad alguna, ni siquiera un brillo en sus ojos como normalmente lo tenía al ver a Tenny.

—P-pero… creí… creí que… —dijo con voz rota y Jeff le acercó el cuchillo al rostro, Tenny empezó a soltar lágrimas.

—Entra. Ahora. No me obligues a degollarte o hacerte una corbata colombiana… —amenazó en susurro, Tenny tragó en seco y se apegó al cuchillo.

—Hazlo entonces, no me importa —lo miró con el ceño fruncido y firme.

Jeff se le quedó unos segundos mirando, entonces, la agarró del brazo y la empujó dentro de la celda, cerrándola con llave, para luego desaparecer a paso acelerado.

Sally guardó silencio con los ojos bien abiertos, agarró la manguera que Jeff le había ayudado a sacar y nos aseamos Lana (que se había despertado con la discusión) y yo.

Tenny mientras estaba tirada en el suelo, mirando fijamente el piso y respirando agitadamente.

—Tenny, deberías limpiarte. La suciedad trae enfermedades, y estáis demasiado débiles para permitíroslo —comentó Sally con voz triste.

Lana se acercó a ella y la ayudó a levantarse, luego comenzó a bañarse con desgana.

¿Hasta dónde estaba dispuesta a sufrir por un asesino?
Creo que esto va a acabar peor que lo de Lexy.

Curiosidad n°62: Carl es diestro, no zurdo.

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