Capítulo 69

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Miraba el techo oscuro de la mini celda en la que me encontraba atrapada.
Cerré mis ojos y respiré lentamente, sentía mi cuerpo debilitado. No habíamos comido nada ayer, ni siquiera habíamos tenido alguna visita, aunque no sabía si eso era bueno o malo.
Escuchaba los rugidos del estómago de Brian, quien se encontraba a mi derecha tras la pared. Tenny tarareaba alguna canción desconocida para mí, lo hacía con tono firme mientras caminaba por el espacio limitado de su celda, supongo que cada uno tenía su manera de matar el tiempo.

De repente, escuchamos la puerta abrirse, ninguno se inmutó, seguíamos en nuestras actividades tan emocionantes, como si fueran lo más importante del mundo.
Los pasos se aproximaban hasta detenerse delante de nuestras celdas, mantuve mi mirada en el techo hasta que escuché la voz de Brian.

—Ah, Bloody, hola —saludó con voz rasposa, Bloody no contestó, bajé mi mirada hacia él levantándome del suelo, quedándome sentada.

—Así que, ahora… estáis separados, ¿no? Por haber roto la celda —su mirada se desviaba hacia nosotros tres, quienes permanecimos en silencio salvo Tenny, que seguía tarareando y caminando de un lado para otro.

—Sí, así estamos ahora, supongo que… era hora de un cambio —respondió Brian soltando un suspiro pesado. Bloody se dio la vuelta mirando a Tenny.

—Sweet Dreams de Marilyn Manson, ¿verdad? —habló el pintor a Tenny, ella se detuvo y asintió mirándolo— Vaya, lo que hace el aburrimiento y el alejarse bruscamente de alguien… —Bloody sacó un papel y se lo entregó a Tenny, quien hizo una mueca de sorpresa al ver lo que había en él— Creo que os vendría bien algo así, no me gusta verle tampoco de esa manera, ¿sabes? No entiendo de este tipo de relaciones, pero es mi amigo —Tenny solo asintió y se escondió en la esquina de su celda abrazando el papel, no sin antes haberle susurrado a Bloody un "gracias". El pintor volteó hacia nosotros y arrastró su caballete—. Hace mucho que no dibujo por aquí debido a las restricciones de seguridad por vuestro amigo, ¿sabéis? Y, ya que se acerca la Navidad, me gustaría dibujar y pintar algo distinto. Tal vez más… ¿cotidiano? ¿Alegre? No lo sé, pero me gustaría experimentar, ¿me entendéis?

Asentí prestándole atención, aunque no entendiese a qué se refería. Al menos no había dicho las palabras "gore", "sangre" o "matanza". A pesar de que tal vez esa fuera la definición de alegre para él.
Bloody sacó unas llaves del bolsillo y abrió mi celda, abrí mis ojos tan exageradamente que juraría que se me caerían en cualquier momento y mis labios formaron una pequeña letra "o" ante esta sorpresa.
Bloody me hizo un ademán de que saliera y, con desconfianza lo hice.
Me levanté poco a poco y di pequeños pasos hasta llegar hasta él, cerró mi celda cuando estuve fuera y abrió la de Brian, quien tenía mi misma expresión al ver las acciones de Bloody.
Sentí una mano en mi espalda, empujándome a la pequeña celda donde se encontraba mi amigo y entré. Cuando estuve dentro, la celda fue cerrada con llave, significando que Brian y yo compartiríamos celda ahora.

—B-Bloody, ¿q-qué significa esto? —preguntó Brian desconcertado mirando al pintor.

—Como os he dicho, quiero inspirarme y pintar algo que nunca antes había plasmado en mi lienzo y libreta, quiero intentar… dibujar alegría. ¿Y qué mejor forma que tratando de tenerla delante de mí?

Brian me abrazó con fuerza, al menos con la poca que tenía en ese momento y le devolví el abrazo, acariciamos la espalda y brazos del otro como si fuera la última vez que lo pudiésemos hacer, ¿aunque quién sabe?

—Te he echado de menos, Lana…

—Y yo a ti, Brian…

Nuestras respiraciones se agitaron y comenzamos a soltar todo lo que habíamos reprimido, lloramos en el hombro del otro mientras de fondo se escuchaba el lápiz de Bloody Painter hacer trazos en su libreta.

Nos recostamos en la pared luego de unos minutos, tomados de la mano pero cerca de los barrotes para que Bloody pudiese dibujar sin problemas.

—¿Crees que algún día logremos salir de aquí? —pregunté apoyada en su hombro, Brian se acurrucó en mi cabeza.

—No lo sé, Lana. Ya perdí toda esperanza de ello…

—Pero, Carl… Si alguien como…

—Lana —me interrumpió—, no, Lana. A Carl lo dejaron ir, recuérdalo. Si nos dejaran ir a nosotros se acabaría el secuestro y nada de lo que ha pasado tendría sentido, tenemos que quedarnos aquí hasta que a ellos les dé la gana matarnos o…

—¿O…? —le seguí yo acariciando su mano con mi pulgar.

—O hasta que la policía venga por nosotros.

—Cierto, es verdad que tu padre lo… —me callé instantáneamente, subí mi mirada y vi lágrimas correr por el rostro negro de Brian, al igual que apretaba mi mano— ¡B-Brian! ¡L-lo siento! ¡De verdad! ¡Lo dije sin pensar!

Él negó con la cabeza y soltó un suspiro, creando un rio de lágrimas en silencio. Nos volvieron a sonar los estómagos y Bloody dejó de dibujar.

—¿Tenéis hambre? ¿No os han traído la comida?

—No… —murmuré en bajo y acaricié el brazo de Brian, como si eso fuese a enmendar mi error.

—Veré qué puedo conseguiros, muertos y tristes no me servís para inspirarme alegría —se rascó la cabeza y caminó hacia la puerta. Sonó su característico ruido de cuando se abre y dejamos de escuchar a Bloody.

Cerré mis ojos soltando un bostezo, abrazaba el brazo de Brian sin energía y respiraba con tranquilidad. El tenerlo junto a mí era algo que necesitaba hace días, anhelaba su contacto físico y compañía, añoraba estar con él aunque me estuviese pudriendo en vida.

Pasó un largo rato estando en la misma posición, hasta que sentí un movimiento del hombro de Brian. Abrí mis ojos y dirigí mi mirada hacia los barrotes: allí se encontraba un conejo marrón, que miraba hacia todos lados, como si escapase de alguien o algo. Me asomé hacia la entrada de la pequeña celda y vi a Tenny, quien miraba con atención al pobre animalito, sus tripas también rugían.

El conejito miraba las celdas, pero se encontraba sin escapatoria.
Entonces, se dio la vuelta y empezó a soltar quejidos, como si estuviera llorando y se meó encima. Intentaba moverse, pero solo podía temblar mientras estaba parado encima de su propia orina.

Sentí a Brian detrás de mí, observando la escena horrorizado, empezamos a soltar lágrimas y mirarnos confusos.
¿Qué le pasaba a ese pobre animalito? ¿Qué le hacía comportarse de esa manera? ¿A qué le tenía tanto miedo?
Los llantos del conejo se hacían más sonoros, hasta que de repente, empezó a elevarse lentamente.

Miré a Tenny, ella entendió mi mensaje y se asomó todo lo que pudo, pegando su cara todo lo posible a los barrotes para ver al causante, quitó su rostro rápidamente y movió sus manos frenéticamente como ademán de hacernos para atrás, lo cual hicimos instantáneamente.
Brian y yo nos pegamos todo lo posible a la pared del fondo, estando los barrotes en frente nuestra y con vistas perfectas al pobre conejo. Apretábamos nuestras manos, como si fuera una especie de protección y tratábamos de no emitir sonido alguno, ni siquiera uno de llanto.

Entonces, vimos al causante del lloriqueo del conejo y el porqué Tenny se encontraba tan asustada, al punto de ni siquiera dar la cara a la criatura.
Era un pequeño oso de peluche amarillo y blanco con una gema en la cabeza de color rojo rubí, la cual brillaba y en su espalda baja caían dos colas del mismo color de su cuerpo. Levitaba justo como lo hacía el conejo.
El oso lo miraba de arriba abajo, sus ojos negros consistían en una pupila diminuta, su sonrisa tenía decenas de dientes afilados y a sus muñones blancos les habían salido unas garras grises, que amenazaban con desgarrar al conejo en cualquier momento.

—B-Brian —susurré lo más bajo que pude— v-va a matar al pobre animal… T-tenemos que hacer algo…

—Lana, ni se te ocurra —dijo en mi mismo tono— es él o nosotros, no seas boba, si lo ayudamos nos condenamos a nosotros mismo.

—¡Pero Brian…!

—¡LANA! —gritó Brian apuntando con su dedo a los barrotes, giré mi rostro en su dirección y grité lo más fuerte que pude.

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! —con ese grito raspé toda mi garganta. El oso de peluche tenía sus muñones con garras en los barrotes de nuestra celda, mirándonos fijamente con sus ojos blancos y negros y su sonrisa afilada.

—¡¡TAILS DOLL!! —gritó Tenny con fuerza, el oso de peluche se dio la vuelta yendo hacia la celda de Tenny.

—¡¡TENNY, NO!! —grité y me levanté para ver, pero Brian me retuvo— ¡¡BRIAN, SUÉLTAME!! ¡TENNY! ¡VA A MATAR A TENNY!

—¡LANA! ¡YA ESTAMOS MUERTOS! ¡NO HAGAS MÁS TONTERÍAS!

Me solté del agarre de Brian y me asomé a los barrotes, el conejo se había ido corriendo de la celda y el oso estaba en la celda de Tenny, agarró los barrotes con fuerza y los partió como si se tratasen de papel. El tal Tails Doll iba a entrar, iba a entrar a la celda de Tenny.

Creo que Liu tenía razón, las rubias somos tontas, demasiado tontas.
El Creepypasta que más me ha dado terror desde que comencé en este mundo de historias de terror ficticias se encontraba delante de mí, mirándome fijamente sin pestañear.

Tomó con sus muñones blancos los barrotes y los rompió tan fácilmente como los huesos de un bebé, debe de resultarle familiar.

Tails Doll levitaba lentamente acercándose hacia mí, yo me encontraba en la pared más alejada de los barrotes que sellaban esta pequeña celda.
Ahora puedo entender a ese conejo, ¿quién mierda no se mearía encima al tener a esta criatura detrás de ti? Este ser que ha acabado con tantas vidas de formas horribles, desde el descuartizamiento a bebés, niños y adultos hasta asfixia y epilepsia.
Soltó una pequeña risita, sonaba como si fuera una hiena a punto de atacar a su presa, pero algo distorsionado.

Su gema atada con una vara de metal a su cabeza me apuntó a mí, comenzó a brillar y noté cómo me levantaba del suelo lentamente, sin posibilidad de hacer algún movimiento.
Traté de forcejear sin éxito mientras escuchaba los gritos de Lana llamándome.
Cerré los ojos con fuerza y comencé a sollozar, salían lágrimas a borbotones, tratando de aceptar el final de ser una de las tantas víctimas de Tails Doll.

—¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! ¡¡¡NO, SUÉLTAME!!! ¡¡¡SUÉLTAMEEEEEEEEEEEEE!!!

Mordió con fuerza mi brazo por debajo del hombro y despegó la carne con fuerza, caí de rodillas y vi la herida de mi brazo sangrando, latiendo esa zona con fuerza.
Lloré como nunca antes lo había hecho, era el peor dolor que había sentido nunca, mi respiración agitada y mi llanto desenfrenado me impedían pensar con lógica. Solo podía observar cómo el asesino de niños masticaba mi carne mientras posaba sus ojos en mí, disfrutando de verme sufrir y más siendo su culpa.

Escuché pasos apresurados, Ticci Toby apareció de la nada y jaló de la vara de Tails Doll que sostenía su gema y lo lanzó contra la pared de en frente.

—¡¿Qué mierda haces aquí?! —gritó furioso Toby— ¡¿Tienes literalmente todo el maldito bosque para cazar y tienes que venir justo aquí?!

Tails Doll solo sonrió, mostrando mi sangre entre sus dientes, Toby lo soltó tirándolo con desprecio y la criatura se fue levitando como si nada hubiera pasado. Hijo de puta.

—¡¿Por qué mierda dejaste la puta puerta abierta, Bloody?! —miró a su lado— ¿Tenías ganas de que tuviéramos otra aventura con ellos? ¿Te parecieron pocas muertes?

—Yo… realmente la dejé abierta porque pensé que tardaría menos, ellos tenían hambre así que…

—Así que dejaste la puerta abierta para que no tuvieran hambre nunca más, ¡qué ingenioso de tu parte, Otis!

Toby me miró, aunque hubiese dejado de estar bajo los efectos de la gema roja, no sentía mis piernas, ni mis brazos, ni siquiera a mí misma.
Aún podía ver a esa cosa mirándome con sus diminutos ojos, como si me apuñalara con sus pupilas. Toby se acercó a mí, mis sollozos no habían cesado, me sentía atrapada en la situación aún.
En cuanto sentí que tocó mi brazo me alejé rápidamente emitiendo gruñidos, como un animal asustado, no pareció gustarle, pues me agarró por el brazo sano y Bloody por la otra muñeca y me arrastraron hasta la celda más alejada de Brian y Lana. La celda que daba justo a la puerta por la que se había ido Tails Doll.

—¡¡¡POR FAVOR!!! ¡¡¡NO, NO!!! ¡¡¡NO ME PODÉIS DEJAR AQUÍ!!! ¡¡ÉL VOLVERÁ!! ¡¡¡ÉL VOLVERÁ!!! —chillé todo lo que pude mientras me tiraban y cerraban con llave, dejando que me desangrara en la pequeña celda.

Se fueron. Simplemente se fueron sin decir o hacer nada.

Miré mi herida, estaba sangrando mucho, miré a mi alrededor, la celda era casi tan oscura como en la que estaba anteriormente.
No resistí y solté otro chillido acompañado de más llanto. Mi rostro estaba completamente empapado de angustia, terror, sudor, lágrimas y mocos.
Me acurruqué en la pared derecha con mi brazo sano, tenía miedo de mover el izquierdo por si se ponía peor, si es que eso era posible.

Pasaron unos largos minutos, no sé cuántos exactamente, pero sí los suficientes para que anocheciera, volviéndose completamente oscuro el lugar.
La puerta se abrió, mi temor creció pensando que había vuelto para terminar el trabajo que empezó.
Un hombre estaba agarrando unas llaves de un mini casillero pegado a la pared y abría mi celda.
Al ver que se acercaba a mí comencé a gritar de nuevo desesperadamente, pero bajé el volumen al escuchar su voz.

—Soy yo, soy yo —murmuró con tranquilidad, sollocé sin moverme del sitio y él colocó un maletín delante de mí, era su maletín de primeros auxilios, el mismo que utilizamos cuando Laughing Jack nos atacó.

—¿P-por q-qué…? —dije entre sollozos mientras él se sentaba a mi lado.

—Mi hermano me va a matar por esto, créeme —soltó un suspiro y tomó mi brazo herido, tomó un vendaje e hizo un nudo justo debajo de mi hombro, colocó una varilla y la anudó junto con el vendaje, luego empezó a hacer presión en mi mordida. Apreté los dientes para hacer el menor ruido posible—. ¿Tienes hambre, no? —me encogí de hombros y sacó un tupper con sándwiches mixtos, lo miré y mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Nunca creí decir esto, pero echaba de menos tu comida —tomé uno y lo devoré, su comida siempre sabía bien.

—Me alegra oír eso… —murmuró y tomó mi brazo— El torniquete funcionará, esperaremos una hora y te lo quitaré, entonces con gasas será suficiente para que te vayas recuperando.

—Has tenido que hacer muchos, ¿verdad? —sorbí mi nariz y le miré entre la oscuridad.

—Sí, ni te imaginas… cuidar a tu hermano no es una tarea fácil, menos cuando no se está quieto nunca —soltó una risa nasal y apoyó mi brazo en su rodilla que estaba en alto, sonreí al imaginarme el cómo había sido su vida de mutuo cuidado, algo que nunca recordé experimentar.

—No sé porqué has cambiado de opinión pero… gracias, Liu.

Curiosidad n°69: Tails Doll, uno de los Creepypastas más infravalorados pero también de los más peligrosos. ¿Esperábais encontrarlo aquí? Ellos tampoco.

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