3

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Es mi hora de descanso. Estoy sentado en mi lugar de siempre en la sala de profesores. Hoy no hay nadie, lo que es un alivio para mí, ya que todos están en la cafetería. No me gusta la aglomeración de gente y mucho menos el ruido excesivo.

Puedo escuchar los gritos y risas de los estudiantes que provienen del patio, pero es tolerable.

Estoy aburrido, así que saco el móvil de Joel del cajón de mi mesa. Lo enciendo y pongo el pin con facilidad, seguido de la contraseña de cinco dígitos: 4, 6, 2, 5, 8. Lo escribo rápido y el teléfono se abre para mí.

Su foto de pantalla sigue siendo la misma: está con su mejor amiga y mejor amigo, Alana y Alessio. Los tres sonríen a la cámara frente a una hoguera en la noche.

Yo fui quien se la tomó.

Fue una pequeña excursión organizada por el instituto. A pesar de que no quería ir y frunció el ceño hasta que se le formaron arrugas en la frente, acabó pasándolo bien.

Siempre fue muy terco. Igual que sus padres.

Entro a su galería y miro sus imágenes: fotos con la familia, con amigos, de comida, paisajes, nada fuera de lo común.

Perfecto.

Sigo a sus redes sociales y echo un vistazo rápido a las personas que sigue y que le siguen. La mayoría son chicas y tiene muchas solicitudes de amistad. Elimino y bloqueo todas las que no me parecen convincentes.

Malditas pervertidas.

Continúo con sus mensajes, entrando chat por chat y leyendo por encima, pero me detengo más detalladamente en Kaleb y Raven.

Raven, como siempre, sigue tan aburrida como siempre: los mensajes son cortos y secos, no hay nada extraño.

En cambio, los de Kaleb, a pesar de no suponer una amenaza todavía, son un poco más subidos de tono. Él claramente intenta coquetear camuflándolo en bromas, mientras Joel confía en él para poder acercarse más a su amiga.

¿Qué tan ingenuo es que no se da cuenta?

Salgo del chat y sigo revisando para asegurarme de que no haya carpetas ocultas o algo por el estilo, auqnue era algo que sudaba.

Siempre fue un chico muy trasparente. Quizás por eso, atrae a gente desagradable.

De repente unos brazos me rodean por el cuello. Me toma por sorpresa, pero mi cuerpo se mantiene sereno y enseguida sé quién es por su perfume.

—Así que aquí estabas, te he estado buscando por todas partes. ¿Has comido? —pregunta Livia, moviendo mi silla de ruedas para que quede frente a ella.

—No tengo hambre, desayuné mucho esta mañana —miento hábilmente, mostrándole una sonrisa convincente.

—Incluso si es así, tienes que comer un poco. No quiero que te desmayes mientras das clases —me pide con su dulce voz, y sus ojos azules me miran con preocupación.

Su preocupación me causa gracia y, de cierta forma, se ve incluso adorable. Pero así es ella, siempre cuidando de todo y de todos.

—No soy tan débil, estaré bien, Livia —la tranquilizo.

Pero ella no me hace caso y saca de su bolso una barrita energética, entregándomela.

—Para cuando tengas hambre —dice con una sonrisa, y yo imito el gesto.

—Gracias, siempre cuidando de mí. No podría pedir una novia mejor —digo, tirando de ella hacia mí.

Se sienta en mi regazo, rodeando sus manos alrededor de mi cuello.

—Eso mismo. ¿Qué harías sin mí? —dice de forma juguetona.

Acerca sus labios a los míos y los besa. Correspondo; es agradable y dulce, pero no es suficiente, nunca lo es.

Me separo de ella todo lo gentil que puedo y echo un rápido vistazo al reloj en la pared. Pronto terminará el descanso y debo ocuparme de algo antes de mi siguiente clase.

—Tengo que ocuparme de algo antes de que termine el descanso—le digo, y ella me mira con el ceño fruncido.

—¿Ocuparte de algo? —repite, y yo asiento.

—¿De qué?

Si lo supieras, no querrías volver a dirigirme la palabra.

—Ya sabes, tengo que revisar las actividades para mi próxima clase —miento, y ella sonríe con orgullo.

—Siempre eres tan dedicado. Trabajas demasiado. Se nota que amas mucho a tus alumnos —me elogia, regalándome una cálida sonrisa.

Se la devuelvo, levantándome del asiento.

—Gracias, hago lo que puedo —digo, besando sus labios una vez más y saliendo de la sala de profesores.

Livia, ajena a mi inquietud, vuelve a la cafetería. Su preocupación genuina me reconforta, pero también me recuerda lo mucho que tengo que mantener oculto.

El pasillo estaba vacío. Como era de esperar, todos estaban fuera.

Doblé la esquina y caminé por un corto pasillo hasta llegar al baño. Me aseguré de que no hubiera nadie antes de entrar y cerré la puerta tras de mí con un suspiro.

Esta era la parte que más odiaba y más frustración me causaba, pero debía hacerlo. De lo contrario, corría el riesgo de crear un malentendido que podría llevar a mi despido.

O algo aún peor.

Me senté en la tapa del váter y con avidez desabroché mi pantalón, dejando al descubierto mi polla. Suspiré una vez más.

Ni siquiera estoy duro, pero sé que tengo que hacerlo.

Mi siguiente clase era con él, y con nada más y nada menos que natación.
Estaría en contacto cercano con su cuerpo casi desnudo, húmedo y mojado por el agua. Sentiría su respiración caliente rozando mis oídos, sus manos tocando mi piel, y podría percibir todo su ser a través de la fina tela del bañador.

Vería cómo sus pezones se endurecían por el frío momentáneo y cómo su delicada piel se erizaría a causa de algún escalofrío...Miré hacia abajo e hice una mueca al ver lo duro que estaba con solo pensar en esas cosas tan simples.

Era molesto no tener el control de todo cuanto me rodeaba, pero lo que más odiaba era no tener el control de mi propio cuerpo.

Con los años y gracias a mi otro trabajo, había aprendido a controlar todas mis emociones y expresiones, hasta el punto de mostrar solo lo que quería que vieran de mí.

Lo único que no he logrado controlar, por mucho que lo intenté, fue esta parte de aquí.

Rodeé mi polla con la mano, sintiendo su aspereza sobre mi pene, pero decidí ignorarlo y empezar. No tenía mucho tiempo y no quería que me descubrieran masturbándome.

Me pregunté qué cara pondría si me viera en este estado, si supiera que su tío, estaba perdido por él y a causa de ello debía tocarse para no dejarse llevar por el deseo que dia a día, parecían estar consumiéndolo. Una sonrisa perversa se dibujó en mi rostro.

Sería divertido sin duda ver su cara.

Froté la cabeza de mi pene con el dedo pulgar, usando el líquido preseminal como lubricante, moviendo mi mano arriba y abajo, aumentando la velocidad poco a poco.

¿Me miraría con asombro y con los ojos como platos?

¿Se asustaría y me miraría asqueado? O quizás...¿Sonreiría y me ayudaría como tantas veces en mis sueños?

Aumenté el ritmo, más y más.

Era placentero, se sentía bien, pero no tanto como debería o como me gustaría. Después de lo que pareció una eternidad, finalmente me liberé, teniendo cuidado de no manchar mis pantalones y derramar todo en mi mano.

Me incorporé y verifiqué que no hubiera nadie antes de salir. Lavé mis manos para borrar todo rastro de evidencia y, a pesar de haberme aliviado, me sentía insatisfecho.

Odio masturbarme.

Siempre me dejaba una sensación de frustración que arrastraba durante todo el día.

Inspiré varias veces para calmar las emociones que me invadían, justo cuando escuché el molesto sonido de la sirena que anunciaba el fin del descanso y el regreso a las clases.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro