DESPEDIDA DE SOLTERO (+18)

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Steven: Muy bien gente, para los que ya me conocen y/o han leído mis historias sabrán que yo no soy el escribe el tan amando Lemon, sino que lo hace mí queridísimo (y a veces odiado) compañero... Así que los dejo con él, él es el que hará todo en esta historia yo no hice nada.

Steven2: Fufufu, gracias por la presentación compañero...  ¿Qué hubo, qué hubo, qué hubo perros? ¿Cómo están? Aquí su queridísimo amigo Steven2 trayendo les de nuevo un One-shot de lo que adoro y amo escribir, el zukulento y rikolino Lemon, así que traigan sus palomitas, pónganse cómodos, y ahorquen al ganzo hasta que salga la última gota de lech...

Steven: ¡Oye espera sin groserías compadre estamos en Wattpad, no en la página PH.

Steven2: Ho perdón, bueno comencemos, ¿Están listos?

¡EEEEEEEENTRO LEMON!.

El matrimonio, ¿Quién no sueña con tener una hermosa y estupenda boda con la persona ideal?, Puedo asegurar, y sin temor a equivocarme, que la gran mayoría de los que están leyendo esto pensaron y/o soñaron alguna vez con eso.

Y es que la emoción de ir al altar, de vestir elegantemente ese día, y de colocar el anillo de compromiso en el dedo anular de tú pareja es algo que una persona nunca olvidará en toda su vida, no importa cuántas veces te cases, no olvidarás ningún momento. Sobre todo las féminas que sueñan casarse con el hombre perfecto que no existe; y que sin embargo sueñan tener.

Ese ere el caso de Ronnie-ane Santiago, jóven mujer de 24 años de edad, quién, y muy emocionada, era alistada para lo que sería un día muy importante en su vida.

Acompañada de su abuela, su madre, y de la mujer que dentro de poco iba a ser su cuñada, a Ronnie-ane la alistaban minuciosamente para lo que sería un día inolvidable, salvo un pequeño detalle...

—Mamá, abuela, tía Frida... ¿No creen que es muy temprano para alistarme? —preguntó Ronnie-ane, observando como sus familiares se esmeraban por hacerle un hermoso peinado—. Digo, la boda es a las cuatro de la tarde, y a duras penas son las diez de la mañana, esto es... algo exagerado.

—Claro que no mija... —dijo la señora Rosa, abuela de Ronnie-ane—. Cuando yo me casé con tú abuelo me alisté desde las siete de la mañana, y prendí también cinco velas rojas para tener muchísima suerte ese día, quería que todo salga perfecto.

—Así es hija, y cuando me casé con tú padre, tú abuela me preparó desde temprano, es la costumbre familiar, te vas a acostumbrar muy pronto.

—Sí, pero...

Sin embargo, algo le llamó la atención, y eso fué que una mujer rubia, mayor que ella estaba al teléfono llamando y llamando, al parecer, enojada.

—¡Carajo Lincoln contesta de una vez! —dijo Lori, muy enojada al escuchar que el celular de su hermano menor no era contestado, y solo respondiendo el buzón de voz—. ¡Lincoln Marie Loud sí no estás listo para esta tarde juro que te convertiré en un pretzel humano!.

—Lori tranquila... ¿Qué sucede?.

—Es Lincoln, el muy idiota no me contesta el celular, y lo estoy llamando desde hace varios minutos atrás.

—Vamos, no te alteres Lori, no quiero que vayas a asustar a mí novio antes de la boda y salga huyendo jaja.

—Sí ese estúpido llega a huir, juro por lo más sagrado que tengo, que lo encontraré en dónde quiera que se esconda y lo asesinaré —dijo Lori, muy desesperada—. Todos están haciendo lo suyo, mi papá, Bobby y el señor Héctor están revisando que todo en la iglesia esté perfecto, los invitados, los arreglos, la comida etc. Mi mamá está ayudando a mis hermanas a vestirse, y el tío Carlos, Carl y Cj están preparando el auto para llevarte.

—Pero Lori...

—Todos están haciendo lo suyo, pero Lincoln no me contesta, no sé dónde está, mamá dijo que salió en la mañana diciendo que iba a despejar su "mente" para estar tranquilo en la boda... ¡Pero no me contesta el maldito celular!.

—Wow, eso sí que asusta jajaja —comentó la señora Rosa.

—Lo siento señora Rosa, es que yo también siempre soñé con este día, y no quiero que sea arruinado —ella suspiró profundamente, y mirando a todas partes preguntó—, ¿Y por cierto dónde está Carlotta?.

—Me dijo que iba a prepararse para la boda pero aún no ha llegado, y no puedo llamarla porque dejó aquí su celular —contestó Ronnie-ane—. Pero bueno, ya no te preocupes más Lori, cálmate, deberías estar felíz por mí, este día siempre lo soñé también.

—Sí, tienes razón Ronnie-ane... lo lamento —comentó la rubia—. Solo espero que Lincoln no vaya a arruinarlo.

Continuando con lo suyo, todas preparaban a Ronnie-ane, haciendo que se vea lo más hermosa posible y ella, imaginándose como su prometido se verá cuando llegue a la iglesia.

Ronnie-ane se imaginaba toda la boda en su mente, como se vería su novio, y como todo sería perfecto, confiando plenamente en que ese día no podía ser arruinado por nada ni por nadie, sin siquiera imaginarse lo que estaba ocurriendo en otro lugar...

....

Lejos de ahí, lejos de todos los que los conocían, y de quién pueda al menos reconocerlos —o al menos, haberlos visto una vez— yacían encerrados, en una habitación de un hotel; un jóven de cabellera blanca, de tan solo 24 años de edad, simpático y excelente novio para su prometida.

Y junto a él, una mujer pelinegra, de pronunciadas caderas y busto admirable, una mujer que a pesar de tener más de treinta años su cuerpo aún desbordaba deseo y lujuria por dónde quiera que se lo mire.

Unas prendas de ropa estaban en el suelo, una camiseta blanca —que evidentemente era de él— una blusa color verde agua, calcetines y zapatos.

Pero eso no es lo que nos importa ¿Verdad? ¿Por qué nos vamos a concentrar en unas simples prendas de vestir, sí tenemos todo un show sexual en la cama?, Ni siquiera el más desinteresado prestaría atención a eso.

Cómo dije, en la cama ocurría todo lo que nos interesa. Él, aquel jóven peliblanco se encontraba acostado a lo largo de la cama, teniendo encima de su cintura y de su entrepierna a una belleza de mujer —a pesar de tener más años que él— que lo tenía "dominado".

Ambos se estaban besando, teniendo una respiración agitada ya que su beso era bastante apasionado, como sí el deseo de tenerse y sentirse lo hubieran estado guardando desde hace mucho tiempo.

Lo gracioso en cierta forma, era el hecho de que él de alguna u otra forma siempre era dominado por esa mujer, no importaba que intentara, ella era mejor que él y no era para menos, tenía más experiencia en estas cosas.

Ella, aquella mujer de caderas estupendas y cuerpo muy deseado por otros hombres tenía dominado al pobre peliblanco, al besarlo usaba su lengua, la introducía dentro de la boca de él y jugaba con la lengua de aquel dichoso hombre, claro, teniendo ella control de la situación...

Pero el albino no quería ceder del todo, su orgullo varonil no le permitía dejarse domar por una mujer —vaya estúpido, tiene una suerte— por lo que también dió pelea. Él también introdujo su lengua en ella boca de ella y ahí dentro empezó una guerra, a ver quién salía triunfante.

Ambas lenguas bailaban, peleaban, se movían por todos lados siendo un lugar de mucha acción. No obstante, pasó algo que todos nosotros no podemos evitar, el tan preciado (y a veces odiado en estos casos) oxigeno les hizo falta.

Se separaron, respiraron profundamente y con agitación, se miraron a los ojos sin pronunciar palabra alguna, eso sobraba de más. Recorrió sus manos por la cintura de ella, desde la parte más abajo hasta llegar al busto de ella. Él quería ver más de su cuerpo, y ese brassier negro que tenía le impedía, así que decidió retirarse lo; pero ella no se lo permitió.

—No, aún no —comentó en voz muy baja—. Conoce tú lugar aquí.

Él sonrió con ironía, era increíble ver cómo ella se sentía la que mandaba en ese lugar.

Se inclinó hacia adelante y de nuevo besó al peliblanco, solo unos pocos segundos ya que aún debían seguir con esa "despedida". Terminado el beso, ella pasó su lengua por el cuello de él, dejando un caminito de saliva de un extremo a otro, y usando sus dientes, le dió un suave mordisco...

—Ey, espera... no vayas a dejar ninguna marca ahí —dijo, separando su cuello de los dientes y los labios de ella.

—Jajaja, ¿Tienes miedo de que Ronnie-ane se de cuenta? —preguntó ella, con una risita burlona—. Vamos cariño, sé muy bien que no debo dejarte ninguna marca, aunque en el fondo ya eres mío.

Dejó los dientes a un lado, y solo usó su lengua. Siguió el mismo camino hasta llegar al pecho de él, en dejó depositó varios besos húmedos por toda la zona. Él por su lado usó sus manos de nuevo para recorrer la espalda de ella, desde arriba hasta abajo, dónde su increíble trasero rozaba con su miembro el cual ya pedía ser liberado; pero ella aún no lo iba a permitir.

Luego de darle varios besos húmedos, volvió a los labios de él en dónde le besó con suavidad. Él posó sus manos en los senos de ella, ya quería verlos y tocarlos mejor. Viendo cómo él se esmeraba por retirarle su sostén, accedió a qué se lo retirara pero antes, quería jugar un poco.

—¿Te mueres por verlos, cierto? —preguntó ella, jugando con sus pechos enfrente de él, tentando le y haciéndole sufrir—. Sí tanto lo deseas puedo complacerte, pero primero tendrás que observar, cariño.

Él dejó sus manos sobre la cama, mientras ella echaba su cabello negro para atrás de un solo movimiento. Lentamente y sonriéndole burlonamente, se iba retirando su sostén. Primero soltó un tirante, y dejó ver solo un poco de su seno, junto con su pezón de color café oscuro.

Él ya quería tocarlos, jugar con ellos pero debía esperar a que ella se retire todo su brassier primero. Apretando sus pechos ella veía la desesperación del peliblanco y reía, no podía creer que ese hombre que tenía a su merced hace años atrás era tan solo un simple niño.

Retiró todo su brassier, y quitando sus manos de su pecho, dejó ver con muchísima claridad al peliblanco lo que su brassier guardaba, dos par de perfectos senos, suaves, redondos, y que cualquiera querría probar.

Se abalanzó al pecho de ella, pasando un brazo por su espalda para no hacerla caer. Hundió su cara en el pecho de ella, besando toda esa zona con mucha pasión y energía, mientras ella solo sonreía y disfrutaba de lo que el peliblanco hacia.

—Son mejores que los de Ronnie-ane —pensó, mientras succionaba un pezón y con su mano acariciaba el otro. Así sucedió, chupó los senos de ella a más no poder, besó y dió ligeros mordiscos a los pezones cafés, y sus manos apretaban el trasero de ella.

Bien, ahora era el turno de ella de hacer algo, y que mejor forma de darle —y darse placer a ella misma— que haciendo algo sutil pero que traía consigo una oleada de sensaciones placenteras. Ella simplemente empezó a mover su cintura por encima del pantalón del peliblanco.

Él sintió, sintió claramente como su miembro era agitado por la cintura de ella, primero, con suavidad, luego; y pasado algunos minutos, más rápido.

Su intimidad rozaba con el miembro de él, soltó un gemido pequeño, nada más, solo eso bastó para que él entendiera que lo que guardaba en su pantalón la iba a complacer. Pero sucedió algo, la conciencia empezó a culpar al peliblanco.

—Siento que le estoy siendo infiel a Ronnie-ane —comentó él. Con sus manos recorría toda la espalda de ella sintiendo su suave piel morena, y con la punta de su lengua húmeda, dejaba un camino de saliva por enmedio de los senos de aquella mujer pelinegra—. Me voy a casar con ella en unas horas y mírame, estoy encerrado aquí contigo.

—Jaja, vamos no digas eso —dijo ella, de nuevo moviendo su cintura y sintiendo el miembro del peliblanco rozar con su intimidad—. No le estás siendo infiel, solo... nos estamos divirtiendo, eso es todo.

—Sí, pero... Carlotta...

—A ver —ella dejó de moverse inmediatamente—. ¿Ya estás en la iglesia? —preguntó con voz simplona.

—No —respondió

—¿Ya la has visto llegar?.

—No —dijo el albino.

—¿Ya le has puesto el anillo de matrimonio en su dedo?.

—Aún no.

—¿Ya les dicho que si? ¿Ya la has tomado por esposa?.

—Todavía no —respondió.

—¿Si ves?, No le estás siendo infiel porque aún no son nada, no son marido y mujer, y sí así fuera, creo que tú no dirías nada ¿Cierto?, Porque yo tampoco diré nada.

Ella sonrió sutilmente y para tranquilizar al peliblanco, se inclinó hacia adelante y empezó a besarlo de nuevo, aumentando la intensidad con cada segundo que pasaba. Hizo descansar su torso encima del cuerpo de él, apretando sus senos contra el pecho de él, rozando sus morenos pezones erectos contra los pectorales del albino, y es que... no lo podía dejar irse todavía, no sin antes a ver sido penetrada y de ser posible, llegar al tan ansiado orgasmo femenino.

Sin más, luego de calentar lo suficiente, él pidió que su miembro ya sea liberado, lo tenía demasiado duro y más aún al tener el trasero y las caderas de ella encima de su entrepierna. Carlotta aceptó, se retiró de encima del peliblanco y se acostó a su lado.

—Enséñame que sabes hacer, soy toda tuya ahora —dijo ella, dejando que el peliblanco tome el control de la situación por unos momentos.

Habiendo escuchado eso, Lincoln se posó encima de ella, y empezó con lo suyo. La besó unos segundos y después, con la punta de su lengua, dejó un rastro de saliva que iba desde el cuello de ella, hasta su pecho, luego dónde empezó a besar, sus hombros, sus senos, su torso, toda esa zona dejó llena de besos.

Luego, recorrió todo el torso de ella con su lengua hasta llegar al abdomen plano de ella, ahí continúo besándola por unos momentos hasta cansarse. Prosiguió su camino hasta llegar a las piernas de ella, las acarició suavemente, sintiendo esa piel desnuda y suave.

Sus impulsos le decían que ya retire su ropa íntima y la penetre, pero otra parte de él decía que aún podía disfrutar más de semejante belleza que tenía a su disposición, por lo que se ocurrió algo...

Retiró su pantalón, a la vista de ella, quién solo esperaba al siguiente movimiento del peliblanco. Quedado únicamente en bóxer, Carlotta vio con más detalle el torso desnudo y lo que él de guardaba en su entrepierna, no se llevó ninguna decepción, al contrario, se entusiasmó de saber que lo que tenía enfrente la iba a complacer con los movimientos y las posiciones adecuadas.

—E-Espera, dejame ayudarte con eso —dijo ella, quién acercó sus ansiosas manos a la entrepierna del peliblanco, tomándole de la cintura, acariciando las piernas de él, no sabiendo que en momento retirar esa prenda de ropa—. Esa Ronnie-ane sí es afortunada, si tan solo pudieras casarte conmigo jaja, lo haría contigo muy seguido.

—¿Quieres hacerte cargo o lo hago yo mismo? —preguntó Lincoln, sonriendo sutilmente, con un tono de voz el cual indicaba confianza.

—Jaja ¿Y esa confianza repentina? —preguntó Carlotta, pasando su mano por la cintura y el abdomen del hombre albino que tenía enfrente.

—No lo sé, tú me diste el mando así que no quiero decepcionarte, Carlotta —dijo el hombre peliblanco, sonriéndole sutilmente a la mujer que tenía a su Merced.

Carlotta solo se limitó a obedecer las órdenes del peliblanco. Pasó uno de sus dedos por debajo del boxer del albino y lentamente fué retirando le la prenda, hasta quedar su miembro erecto a simple vista frente a ella.

—Esa Ronnie-ane sí que es una suertuda — pensó ella, usando su mano derecha para empezar a acariciar el miembro del hombre que tenía enfrente.

Lo agarró, se sintió muy bien tenerlo en su mano, esa calidez que emanaba hacía que quisiera agarrarlo con ambas manos y empezar a masturbarlo ella misma.

Luego de eso, de tenerlo en su mano moviendo lo de arriba a abajo, él se despojó completamente de cualquier prenda de ropa que su cuerpo poseía, quedándose completamente desnudo; enfrente de aquella mujer pelinegra que solo lo observaba de arriba a abajo. Acercó su miembro al rostro de ella, específicamente a su boca, para ordenarle con con un cierto tono de voz meramente autoritaria y lujurioso...

—Quiero que me hagas un oral —dijo, mirándola a los ojos.

Ella no dijo nada, las palabras sobraban, la orden era clara y precisa. Carlotta pasó su lengua lentamente desde la base hasta la punta del miembro, lugar dónde —y haciendo en forma de círculo, rodeando la cabeza— empezó a chuparlo dándole a ese jóven albino el mejor oral que había hecho hasta el momento.

Tener unos labios gruesos solo hicieron que ese oral sea aún mejor de lo que por sí ya era. Lincoln sintió inmediatamente placer, eso nunca antes lo había hecho con su prometida Ronnie-ane; y sin embargo, él ya afirmaba que su futura esposa nunca iba a igualar el placer que la morena le daba.

Agarró la cabeza de ella, y empezó a moverla al ritmo que la pelinegra se introducía el miembro de él en la boca. Él también empezó a moverse discretamente con el objetivo de llegar más profundo dentro de la boca de ella.

Siguieron haciendo eso hasta hartarse, no había acabado el albino aún, y es que en realidad no quiso hacerlo dentro de la boca de ella. Él retiró su miembro de la boca caliente y húmeda de ella y empezó a besarla de nuevo.

Llevó sus labios desde su boca, pasando por su cuello en dónde de nuevo le dió un ligero mordisco, teniendo mucho cuidado de no dejarla marcada. Siguió bajando hasta los senos de ella, lugar dónde los besó y chupó sus pezones erectos una vez más.

Siguió bajando, lentamente bajó usando su lengua hasta llegar por fin a la intimidad de ella. Carlotta le sonrió y abrió sus piernas enfrente de él y gracias a eso, él pudo observar a detalle lo que se guardaba ahí. Lo pareció increíble verla, esa intimidad húmeda, ese color moreno que poseía, y la forma de los labios solo provocaban más y más al jóven peliblanco.

—Ahora quiero que tú también me hagas lo mismo —dijo Carlotta, al igual que él, le ordenó con cierto tono autoritario.

—Sus deseos son órdenes para mí —él se acomodó moviendo sus rodillas hacia atrás.

Dicho y hecho, empezó a probar con su lengua la intimidad de ella, lamió su morena vagina lo mejor que podía. Carlotta cerró sus ojos y echó hacia atrás su cabeza, no tardó mucho tiempo en que unos pequeños gemidos salgan de su boca.

Introdujo su lengua dentro de ese pozo carnoso y movió su lengua haciendo formas circulares. Ella lo agarró de la cabeza, acariciando sus cabellos blancos mientras sus ruiditos de placer seguían y seguían aumentando.

Ya perdiendo un poco el control, empezó a "comerse" la intimidad de ella. En forma desesperada lamió toda esa zona y de vez en cuando, dándole un muy suave mordisco al clítoris de ella para excitarla más. Hizo lo mejor que pudo, y ya tenía unos deseos incontrolables de meter su miembro dentro de su intimidad; pero aún faltaba solo un poco más, la humedad en su vagina debía ser más notoria.

Por lo que recurrió a usar sus dedos. Con su dedo índice recorrió toda la intimidad de ella, luego se posó encima de su clítoris y lo rozó de un lado a otro. Prosiguió, y ahora eran dos dedos los que estaba usando, el dedo de enmedio y el anular, y la empezó a masturbar lo más rápido que pudo.

Acercó su rostro al rostro de ella mientras seguía dándole placer con su mano. Los gemidos de ella ya eran muy notorios, su vagina estaba muy húmeda —tanto que podía acabar en cualquier momento— y su respiración acelerada indicaba que él lo estaba haciendo muy bien.

Llevó sus labios al oído izquierdo y le susurró...

—Te voy a masturbar hasta quedarme sin dedos, linda.

Ella lo miró, sus miradas se cruzaron y empezaron a besarse como desespero. Ahora utilizó tres dedos, los cuales hacían toda una fiesta de placer ahí abajo. Aunque dijo que la iba a masturbar hasta quedarse sin dedos, no pudo cumplir eso, su miembro ya clamaba a gritos penetrarla.

Cortó el beso abruptamente y agarrando su miembro con su mano, lo empezó a rozar contra la húmeda intimidad de ella. La punta temblorosa de su miembro le decía que ya quería caer lo más profundo que podía dentro de ese moreno pozo. Y sin perder más tiempo, y teniéndola muy exitada ya, la penetró.

Unieron sus sexos, su miembro dentro de la intimidad de ella formaron uno solo. Recostó su pecho encima de ella y empezó a moverse siendo al principio con lentitud, sin apuro, y con el pasar de los minutos la velocidad la fué aumentando.

Ella lo abrazó, sintiendo su calor corporal y como la embestía. Ella no se equivocó al decir que le iba a dar placer lo que él guardaba en su entrepierna. Ambos respiraban agitados, pero la respiraron de ella era más notoria, y los gemidos provenientes de su boca eran indicador de que él jóven peliblanco lo hacía bien de momento.

Al escucharla gemir puso más empeño, calculó su velocidad, que sea la velocidad suficiente para regalarle placer, pero que no sea la necesaria para acabar, aún no quería correrse, al menos no hasta que ella lo haga primero.

Subiendo cada vez más el éxtasis, y la calentura llegando a límites muy altos, Carlotta sin querer le dejó al peliblanco unos rasguños en su espalda; mas sin embargo, a él no le importó en ese momento, cuando tenga intimidad con su futura esposa ya se le ocurrirá algo para despistarla.

—Me alegro... de haberte citado aquí —dijo ella, con su voz acelerada y con gemidos saliendo—. Si te casabas con Ronnie-ane... ya no podía... disfrutar de esto contigo... es mí prima pero... lo estoy disfrutando como nunca antes... —prosiguió con sus gemidos.

—Vaya despedida de soltero estoy teniendo —le comentó al oído—, anoche mi hermana Lori y mi mamá me estuvieron hablando... sobre el matrimonio... y estos seguro que Lori me hubiera matado si... si hubiera tenido una fiesta de soltero...

—Me lo imagino... ahora síguete moviendo... aún tenemos algunas horas... la boda es en la tarde.

—Como ordene usted, señorita —comentó el peliblanco, llenando la de nuevo con desesperados besos.

Ya habiéndola embestido durante algunos minutos, decidieron cambiar de posición. Ahora ella se encontraba recostada boca abajo y él encima de ella. Ahí empezó de nuevo a embestirla, chocando su pelvis contra el trasero de ella, haciendo su particular sonido, y con su boca besando el cuello y la espalda de ella, dándole un suave mordisco a la oreja de ella.

Haciendo muy bien lo suyo, él le ordenó ahora levantar su trasero lo más que podía. Estando en una posición bastante cómoda para ambos, de nuevo la empezó a penetrar. Él se sorprendió de ver cómo el hermoso y voluptuoso trasero de ella cubría fácilmente su miembro, y la zona pélvica se acomodaba perfectamente en sus nalgas.

Agarrando su trasero con sus manos la volvió a penetrar cada vez más rápido. Chocando sus cuerpos, sintiendo el calor corporal del otro, y sus movimientos eran sincronizados. Pero Carlotta no iba a permitir que él pobrecito —y suertudo— peliblanco haga todo el trabajo, por lo que le ordenó acostarse a lo largo de la cama.

Ahora ella se encontraba encima de él, saltando lo más que podía, introduciéndose el miembro de él lo más profundo que llegaba, ya que el voluptuoso trasero de ella impedía que el albino pueda introducir completamente su miembro en esa posición; sin embargo, ella quería montarlo.

Agarrando sus pechos, apretándolos, jugando con ellos mientras ella seguía saltando encima de su entrepierna, se quedaron en esa posición un largo rato. Dicho y hecho, hubo más cambios de posición, y también varias cosas más, desde él usando los senos de ella para masturbarse, hasta ella queriendo tener sexo anal, ambos tuvieron una larga sección de placer y sexo sin medida, él acabando y vaciando su esencia dentro de la intimidad de ella, y ella, corriendose también, sintiendo una oleada de sensaciones placenteras, terminando completamente cansados.

Acostados los dos en la cama, ella sonriendo muy complacida, y él felíz de haber tenido sexo con una increíble mujer como lo era Carlotta Casagrande, prima de Ronnie-ane Santiago, la que dentro de unas horas, en la tarde, iba a hacer su esposa.

Ahora ya sé todo lo que le haré a Ronnie-ane cuando estemos los dos solos —comentó, cansado el albino.

—Espero que te acuerdes de mí cuando lo estés haciendo con ella —dijo Carlotta, al igual que él, muy cansada.

—Eso dalo por hecho jaja.

Dándole un corto beso en los labios, él se levantó de la cama y agarró su celular, dándose cuenta que habían algunas llamadas perdidas de su hermana Lori.

—Al parecer Lori está furiosa conmigo —comentó el peliblanco. Observó la hora y se dió cuenta que estaba cerca de ser el medio día—. Será mejor que ya nos retiremos, o van a empezar a sospechar.

—Sí, tienes razón —dijo Carlotta—. Será mejor que llegues tú primero y te alistes, yo llegaré después, ya tengo un muy buen pretexto que decirles cuando llegue.

El albino observó la hora, y haciendo cálculos mentales, se percató que aún tenía cerca de quince minutos, mismos que no iba a desperdiciar, y mucho menos teniendo a semejante belleza en la cama.

—Creo que podemos hacer algo más, aún tengo quince minutos más de tiempo.

Ella solo le sonrió, dándose media vuelta, dejó ver su trasero, y la suave curva de su espalda, y mirándole fijamente le dijo...

—Pues entonces no pierdas más tiempo, hay un lugar que está esperando ser llenado de nuevo, guapo.

Solo sonrió, y acercándose a ella se acomodó justo encima, y de nuevo empezaron una corta sección de placer, aunque no era correcto, el placer que sintieron fué suficiente para olvidarse de eso.

Besándola, embistiendola de nuevo, llenando todo su cuerpo de besos húmedos, él y ella cayeron de nuevo en el éxtasis y la excitación, burlándose en cierta forma de aquella jóven latina, la cual no imaginaba lo que estaba ocurriendo dentro de la habitación de un hotel lejos de donde se encontraba.

Y es que como dicen por ahí...

"sin anillo en el dedo... no hay engaño que duela".

Fin...

Steven2: Wow, desde mucho tiempo que quería escribir este One-shot, y sinceramente creo que salió bastante bien ¿Cierto?. Con un poco más de práctica, y lectura... me podrás llamar "su majestad steven2, maestro del Lemon"

Steven: ¡¿Y quién lo decidió?!.... ¿Y por cierto por qué usaste a Carlotta?

Steven2: Pues como dijo un viejo sabio del fandom... "Carlotta Casagrande, para unos buenos sentones más tarde" Fufufu.

Steven: Ha, eso definitivamente tiene sentido.

Steven2: Y bueno gente espero que les haya gustado este One-shot Lemon, otra cosita que me olvida decirles es...

¿Quieren que subamos una colección solo de One-shots (+18 Lemon)?.

Sí...

Claro...

Definitivamente...

Me ofendería si no lo hicieran...

No porque sigo siendo un virgen inocente...

Steven2: Ustedes deciden... Y bueno gente eso es todo, nos vemos luego con otro futuro One-shot Lemon de su queridísimo amigo Steven2, nos vemos aaaaaaaadios!.

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