Bounded by hope

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Miro el cielo con pereza. Hay nubes grises tapando el sol, y algo dentro de mí se siente feliz de que la falta de luz no se deba a mi propia concepción del mundo. Centro mi atención en esa bruma, en el sonido de los coches y en el olor a basura que me rodea. Hago cualquier cosa para olvidar que algunos del curso superior me tiraron al contenedor más cercano tras sufrir un pequeño accidente por mi culpa.


Suspiro, solo mi suerte.


Ni siquiera tengo ganas de ponerme en pie y regresar a casa. Sé que me sentiré solo allí, que mañana tendré que regresar, que me volverán a molestar y que este estúpido ciclo de buena y mala suerte se repetirá.


A veces siento que ya no hay esperanza. La idea de que algo bueno siempre pasa al final es lo que me ha mantenido con vida todos estos años, pero me empieza a cansar el hecho de que pierdo lo bueno sin tener tiempo para disfrutarlo, que a veces las "recompensas" no compensan el "precio". Nunca quise el dinero ni la absoluta libertad. Realmente solo quería un hogar, ser amado, ser feliz. Ni siquiera me importaría tanto esta escuela si fuera una persona normal, con una familia normal. Sería un estúpido reserva sin esperanza y encajaría perfectamente como una pieza de puzzle en este mundo monócromo. Si mi vida hubiera sido así, tampoco hubiera estado enfermo terminal como pago por una carta de invitación.


- Solo mi suerte.


Pero me lo merezco. Nací con esta maldición y es mi deber responsabilizarme de lo que provoca. Soy culpable de la muerte de mi perro, de los pasajeros de ese avión, de mis padres, de los secuestradores, y de los accidentes, de los fallos, de todos los errores y tragedias. Mi propia existencia es un error y mi suerte no me dejará buscar el descanso de la muerte. Sabe que eso es egoísta de mi parte y yo también lo sé. Debo sufrir para pagar por lo que he hecho, porque por sus muertes obtuve una recompensa monetaria, como si yo hubiera querido que todo eso pasara. Nunca lo hice, ni una sola vez. Pero aún así me deja con un mal sabor de boca.


Decido que no puedo quedarme aquí tirado todo el día. Si mañana fuera a clase así, probablemente le causaría problemas a mis compañeros. Ahora debo oler repugnante. No es que no me lo merezca, pero ellos no deberían tener que soportarme también en condiciones deplorables.


Antes de ponerme en pie, alguien lanza algo pesado dentro del contenedor de al lado. No se dan cuenta de mi presencia, pero alcanzo a ver que son del curso de reserva. Ah, ellos son estúpidos y vanidosos, tan solo se unen a esta escuela para intentar robarle la fama a los del plato principal. Si yo fuera uno de ellos, disfrutaría más mi vida siendo normal que tratando de ser algo que no soy. Ellos son como un ave a la que se le cortaron las alas: Nunca alcanzarán el cielo, pero no saben apreciar lo bueno que es el suelo y malgastan su vida tratando de volar, sólo para caer y morir en el lugar al que siempre pertenecieron.


Oigo un quejido al otro lado y adivino que el peso que lanzaron se trataba de una persona. Un curso de reserva humillado por otros reservas. Me burlaría, si no fuera porque soy un definitivo maltratado por otros definitivos. Al final, acabo riéndome de la ironía. Supongo que somos parecidos: La más baja escoria de nuestros respectivos platos.


- ¿Qué? ¿Viniste a reírte de mí? Puedes ir a hacerlo en otra parte. No tengo ganas de lidiar contigo.


La persona se pone de pie y puedo confirmar que es del curso de reserva. Se puede ver en su uniforme, ahora sucio y estropeado. Tiene el cabello castaño y enredado con algunos desperdicios y sus ojos verdes me miran con escepticismo, hasta que reconoce que soy del plato principal y se sorprende.


- Espera, ¿tienes la audacia de reírte cuando te ves igual de mal? Además, ¿No eres del curso principal?


Su sonrisa se vuelve un poco vanidosa. - Y yo pensé que érais intocables. No sois tanto como queréis aparentar.


- Los definitivos somos la esperanza del futuro, aunque algunos como yo están ahí por error. Sin embargo, ustedes no pertenecen a este lugar, y aún así intentáis robar un mérito que no os pertenece.


- Chks. Nadie está intentando robarle el mérito a nadie.


El chico aparta la mirada y se sienta en el suelo. Veo en él lo que veo en mí mismo: Cansancio de este mundo e ira por su injusticia.


- Yo solo vine a esta escuela porque la admiraba. No necesito robaros nada, solo quería brillar por mi propia forma de ser. Quiero ser alguien de quien se pueda estar orgulloso. Pero desde el curso de reserva es imposible. Todo es tan hostil, todos siempre están discutiendo por ver quien es mejor. Es insufrible.


Me siento a su lado. Algo me dice que podríamos llevarnos bien.


- Soy Nagito Komaeda


Él me mira y sonríe un poco. - Hajime Hinata.


[...]


Al día siguiente, nos encontramos nuevamente en los mismos contenedores, maltratados y expulsados de nuestros respectivos círculos. Tan solo somos un par de marginados.


Es capaz de seguirme en una conversación ligera. Tocamos temas simples, como nuestros gustos, experiencias y tareas. Él realmente es alguien normal, pero como dijo no intenta aprovecharse de nadie. Trata a todos por igual, dice que todos somos personas. Incluso trata bien a alguien como yo. Incluso cuando le grito y le insulto por iluso, él me perdona y sonríe con una calma que nadie me había mostrado antes. Bromeo diciendo que él es la serenidad definitiva, pero como no le gusta, le llamo tsundere definitivo.


Es fácil pasar tiempo con él. Ese callejón detrás de la escuela se ha convertido en nuestro punto de encuentro y, antes de darme cuenta, ya hemos empezado a quedar por las tardes.


Pasamos horas y horas en los arcades, en los cafés, en los parques. A ninguno de los dos nos están esperando en casa y, de alguna manera, explorar la ciudad que tan bien conocemos se siente como si buscáramos ese lugar al que pertenecer, en donde ser nosotros mismos y sentirnos bien. Como si buscáramos un hogar.


Pasados los cinco meses, le beso tímidamente. Él me corresponde, iniciando lo que sería nuestro noviazgo. Pero sé que no estamos juntos por capricho. Sé que lo que siento por él es un amor inexplicable, como si hubiera encontrado a mi alma gemela.


[...]


El día en el que me ve sonriédole despreocupadamente a esos chicos que me tiran una y otra vez al contenedor, se enfada. Es la primera vez que lo veo enfadado conmigo, pero no me grita, no me insulta, no le golpea. No hace nada en mi contra, tan solo dice dulces palabras.


- Komaeda, no les sonrías como si lo que te hacen no importara, no les ayudes como si fueras su siervo. Ellos te están haciendo daño, así que ¿por qué te esclavizas? No perdones a los que te lastiman. Ellos no merecen tu perdón.


Cuando se ve preocupado por mí, me hace saber que él es la mayor suerte que ha habido en mi vida. Pero también me hace temer el momento en el que desaparecerá de mi vida. ¿También lo mataré? ¿O quizá se canse de mí y se vaya? Espero que sea la segunda, no podría vivir sabiendo que le herí.


[...]


- Solo eres un estudiante del curso de reserva, eres un escalón para la esperanza. Aunque yo también lo soy, así que podemos observar desde lejos juntos.


Me alegra que seamos semejantes. Si el mundo nos rechaza, al menos nos tenemos el uno al otro.


- Si fueras talentoso las cosas serían diferentes. El talento es realmente importante, Hinata-kun. Es lo único que trae esperanza a este mundo.


La esperanza hace avanzar al mundo. Pero si tuvieras talento, jamás te hubieras fijado en mí. No serías el cabezota que tanto quiero, con el que paso mis días y noches, que me ayuda en mis problemas y me consuela cuando lloro. Incluso si no tienes talento, estás lleno de esperanza. No traes esperanza al mundo, pero le das esperanza a mi mundo.


Ojalá hubiera sabido lo mucho que te dolieron mis palabras. Ojalá hubiera sabido que no las entendiste como quise expresarlas.

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