∞ Capítulo 24: Cita en casa

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Glen me explicaba cada parte de lo que componía la mesa de billar, debía reconocer que se veía tan atractivo cuando explicaba algo que yo no entendía.

Por lo que muchas veces me concentraba en sus labios en su mirada, haciendo que mi imaginación volara, pero rápidamente volvía en sí para asentir a lo que él decía.

—Entonces, ese mueble que ves ahí donde están todas las varas de maderas, se llama taqueras, y las varas se llaman tacos, como ves esta es la mesa y está ubicada las bolas con ese pedazo de triangulo de plástico.

—¿Y ese triangulo para que sirve? —Comenté bastante curiosa.

—Solo sirve para que las bolas de billar no se desparramen por la mesa —Mencionó Glen con una sonrisa—. Ten, toma un taco.

Accedí y obedecí a la petición que Glen me hacía, fui hasta la taquera y saque una de las varas al ver la longitud era bastante largo y grande por lo que se ve jugar pool debía tener ese tamaño, era la primera vez que jugaría y estaba un poco ansiosa.

Luego vi a Glen que sostenía el taco y un cubo más o menos pequeño que hacía movimientos de derecha a izquierda en la punta del taco.

—¿Esto? nena si preguntas es una tiza, es para suavizar la punta y no se estropee, pero sobre todo para conseguir un agarre suficiente entre el taco y la bola de billar.

—Vaya sí que sabes —Comenté con una sonrisa

—La verdad me enseño mi papá como pasatiempo, distracción tal vez... —Dijo con una sonrisa.

Se acerca hacía mí, deja el taco que sostenía a un lado, pasando la vara que ya había preparado desde hace unos momentos, miraba con detenimiento los movimientos que él hacía, parecía hipnotizada, pero a la vez enormemente con un dejo de preocupación al no saber cómo jugar.

Me acerqué hasta la enorme mesa y estando al lado contrario de las bolas de billar, Glen se posiciona atrás, sostuve la vara entre mis manos.

Quedamos en una posición en la que yo estaba delante y el detrás pero él estaba muy apegado a mí, me incliné un poco hacia adelante y dejé que Glen me guiará, pero no pude evitar que mi cuerpo temblara al escuchar mi nombre en mi oído.

—Cassy —Susurró en mi oído.

Eso provoco que cada fibra de mi ser diera una sacudida, un escalofrío que hacía querer que repitiera mi nombre una y otra vez.

—Glen...

—Vaya, no sabía que te ponías de ese modo nena... —Canturreo observándome detenidamente.

Esos ojos celestes, los podía sentir escaneándome lentamente y tortuosa, además la posición en la que estaba era bastante comprometedora.

—Bien, ahora debes sostener la base del taco con tu mano derecha y descansa la parte estrecha con tu brazo izquierdo, así como estas tensando un arco para lanzar una flecha.

Hice un movimiento hacia atrás imitando al del arco y una flecha como dijo él, pero Glen de manera delicada los dejaba en la posición deseaba por el juego.

—Ahora coloca tu dedo índice sobre el taco de manera curvada y tu pulgar en la parte inferior—Mencionó estando cerca de mi oído una vez más.

Dios si volvía a hablar, juro que por todas la deidades existentes haría que se terminará el estúpido juego de una maldita vez.

Me estaba desesperando.

Luego volvió a hablar, por un momento cruzamos mirada y pude notar un destello en sus orbes celestes que en la poca luz que estaba en la habitación eran oscuros, como si fuera un abismo que me eclipsaba y deseaba con fervor que me llevase.

Glen volvió a hablar una vez más, pero esta vez se alejó un poco.

—Debes sostenerlo así ya que esta es una buena manera básica de colocar tu mano porque te da un control total sobre el taco y de sostenlo firmemente también.

—¿Así? —Contesté mientras volvía a colocar mis manos, pero esta vez de forma incorrecta.

—Nena, es de esta forma... —Mencionó volviendo a acercarse una vez más—. ¿Entendiste mi Cassy? —Susurro una vez más en su oído.

Por dios, ahora sí, Glen Jackman me estaba provocando, todos esos acercamientos, la mirada, la forma en que me explicaba y como tocaba de forma delicada en mis brazos, cabello, incluso hasta en mi cintura hacia entender que lo único que quería era...

Me di media vuelta haciendo que nuestras miradas se encontraran una vez más, y estando a centímetros de nuestros labios, sostuve una de mis manos y la lleve a su rostro.

—He entendido perfectamente.

Volví a hacer contacto visual con él, Glen me hacia un escaneo visual de manera rápida manteniendo su mirada fija solo en mí.

—Glen

—Cassy

Y ambos sellamos nuestras palabras con un beso, un beso lleno de deseo y pasión contenida.

Había comprendido que lo que realmente él quería, era yo.

Luego de algunos minutos nos separamos por falta de aire.

—¿Era tan difícil de pedirlo?

—Provocar y ser provocado es un sentimiento más erótico que se disfruta de manera tortuosa, mi querida Cassy

Sonreí ante sus palabras.

—La verdad es que tienes razón porque desde hace algunos minutos te estaba provocando

—¿Estamos hablando de consentimiento mutuo?

—Siempre ha sido así mi querido Glen —Canturrie mientras sonreía y volvía a depositarle suaves pero castos besos en sus labios mientras que él se reía.

Poco a poco el ambiente volvió a ese aire apetitoso de seducción y sensualidad, de manera lenta y tortuosa Glen comenzaba a tocar cada parte de mi piel, primero fue mis orejas, hablando con su voz ronca que me hacía dar leves suspiros llamando por mi diminutivo «Cassy», luego depositaba besos en mi cuello y de manera lenta subía mi blusa dejando ver parte del sujetador.

Por mi parte también le subía parte de su camisa que el transcurso se había quedado atorada a medio camino, pero Glen sin problema pasó uno de sus brazos y un rápido movimiento con la otra ya se la había sacado.

Se acercó otra vez a mí y me sentó arriba de la mesa de billar, en el proceso mi falda se había subido un poco y Glen en un rápido movimiento, como si fuéramos imanes nos unimos el uno con el otro, besándonos y depositando caricias y besos.

La forma en cómo me tocaba de manera lenta bajando hasta mi abdomen hacía que un ligero escalofrío recorriera mi piel haciendo que se erizara.

Luego acaricio levemente los muslos de mis piernas y como si estuviera pidiendo permiso recorrió de manera lenta la tela de mi ropa interior.

—¿Tan mojada estás Cassy?

Asentí.

—¿Tan mojada estas que mueres porque este dentro de ti?

Me mordí mi labio inferior asintiendo.

Y como si fuera el lobo feroz por querer su presa, corrió parte de mi ropa interior e introdujo uno sus dedos de manera lenta y tortuosa.

¡Por dios Glen! sí que sabes cómo provocarme y de manera exquisita, de tan solo pensarlo podría correrme en ese mismo instante, pero no, no quería no aún.

Luego introdujo un segundo dedo y se abrió paso por mi cavidad estimulando con el dedo pulgar mi clítoris.

—Oh, ¡por dios Glen! —Di un gemido y de manera instintiva abrí mis piernas y las enrollé en sus caderas.

—Parece que estamos en el límite, ¿eh nena?, porque déjame decirte que yo también.

Lentamente se desabrochó su cinturón que rodeaba el pantalón no si antes de su bolsillo trasero sacar un preservativo y rompiendo el contenido para sacar el condón.

Al ver a su querido amiguito una vez más y ponérselo delante de mí de manera sensual hacía que solo me hiciera excitar, solo podía dar ligeros suspiros y jadeos. Tampoco sabía de donde sacaba los preservativos, pero debía reconocer que Glen estaba preparado para todo.

No sabía cómo estaba mi rostro, pero podía jurar que estaba sonrojada y con mis ojos entrecerrados, mi mente se encontraba nublada y lo único que pensaba en esos momentos era: « acostarme con Glen»

Levantó parte de mi falda y bajo mi ropa interior para volver a provocar lentamente llevar su miembro en mi cavidad, podía sentir como mi órgano reproductor respondía ante tales estímulos, hasta que lo introdujo de manera por completa.

Di un gemido bastante sensual al recibirlo para apegarme y abrazarlo, luego de unos minutos moví mis caderas en señal de que estaba lista y comenzaron los vaivenes lentos, haciendo que por nuestra parte saliera algunos gemidos y gruñidos por parte de Glen.

—Ah, ¿Nena te gusta así? —Jadeo mientras buscaba mi mirada.

—Más rápido Glen, por favor, mi amor —Gemí en el proceso mientras me acercaba sus labios.

Pude notar un ligero asombro por parte de él, pero no se contuvo en volver a besarme para ahogar los gemidos, solo se podía escuchar el sonido de la mesa y de cómo golpeaba mi interior.

Abrazaba a Glen con firmeza, tanto así que arañé parte de su espalda con mis uñas, eso hizo que deshacer el beso y que soltará un gruñido gutural de sus cuerdas vocales que hizo provocarme un escalofrío en mi ser.

Pronto íbamos a llegar al clímax juntos de no ser porque a lo lejos se escucharon pasos y una voz masculina que hizo parar todo.

Nos quedamos quietos y sin hacer ruido, esperando a que ese «alguien» se fuera.

—¿Glen? —Preguntó una voz masculina

—¿Derek? —susurramos por lo bajo al unísono.

—Hey, creo que estas... —Dijo él— y se escuchó la perilla de la puerta moverse de manera frenética ya que estaba con seguridad—. Creo que estás ocupado, quería mi viñeta de la guitarra y algunos juegos para la PlayStation ya que la otra vez se me quedaron, pero volveré otro día.

Contuvimos la respiración y al escuchar que ya los pasos no se escuchaban en el segundo piso, soltamos un enorme suspiro.

Comenzamos a reírnos por el nerviosismo de ser sorprendidos por tener sexo por nuestro mejor amigo.

—Eso estuvo cerca—Mencioné abrazándolo.

—Así es

—¿Como es que no pudo abrir la puerta? —pregunté curiosa.

—Es porqué cuando pasaste primero yo de manera inmediata le puse seguridad

Me sorprendió un poco su confesión.

—Vaya, vaya Glen Jackman, también debo decir que eres impredecible o mejor dicho planeaste esto

—La verdad nena, no estuvo planeado, solo que se me ocurrió que tal vez esa falda negra que llevabas, ese salón de «pool» podía ser perfecto como para una fantasía sexual ¿no lo crees?

Me acerqué peligrosamente hacia él, rodeé mis brazos en sus hombros.

—¿Sabes algo? pues tenía la misma sensación que tú, era perfecto para esta ocasión y además era una de mis fantasías sexuales que de manera sorpresiva se cumplió.

Glen comenzó a reírse y me apegó a su cuerpo

—¿Entonces que dices mi querida nena? ¿Otra ronda?

—Por mí, todas las que quieras.

Con Glen podía ser la pervertida, la cariñosa, divertida hasta celosa, podía ser lo que realmente era; ser yo.

Porque con él, la persona que estaba a mi lado no tenía por qué fingir ser algo que no soy, y si realmente sientes que con esa persona podías ser tu misma, estoy segura de que esa persona es la indicada.

Porque con Glen era la persona correcta y ¿eso? eso me gustaba.





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