𝖎𝖎. Voice Of Calmness

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


╭────────── ♾︎ ℋ ♾︎ ──────────╮
destiny; acto uno, capítulo dos
🧶     🕯      🪞      🔮      🍂

ii. VOZ DE CALMA

╰────────── ♾︎ ℋ ♾︎ ──────────╯

DECIDO NO ABRIR LA TIENDA HOY, no porque me sienta mal ni nada por el estilo, sino debido a que quiero que mi concentración esté fija en el reloj de arena que me dejó Génesis, exclusivamente en él. Me encuentro sentada en mi departamento, el cual se halla sobre el local y el reloj está frente a mí. La arena carmesí continúa cayendo y no quiero arriesgarme a decir cuánto tiempo falta para que la cuenta regresiva acabe, pero no es tanto como había sospechado al inicio. Tal vez hasta solo queden unos pocos días para que los granos de arena dejen de caer.

Tantas ideas locas atraviesan mi mente que necesito tomar como cinco vasos de agua para no hacerles caso. Se me ocurre llamar al presidente y decirle que se aproxima un apocalipsis porque nuevos alienígenas van a atacarnos o algo así. Avisarle a Makena para que le informe a los Vengadores que una nueva amenaza puede estar acercándose. Gritar el nombre de Orfeo una y otra vez hasta que aparezca y me ayude a descifrar todo esto. Pero no puedo hacer ninguna de esas acciones porque tal vez eso sea justamente lo que Génesis quiere. Ella está jugando con mi mente y la única forma de conseguir que el tiempo pase con normalidad es no hacer nada para evitar su presagio. Intentar modificar el futuro es contraproducente, ya que entonces va a suceder justo lo que no quieres que ocurra. Eso lo averigüé a las malas unos años atrás y no soy tan torpe como para repetirlo.

Los nervios me devoran los sentidos y nada sirve para tranquilizarme. Dormir tampoco es una opción porque quiero estar atenta a todo lo que suceda a mi alrededor, ya que cualquier cosa puede ser un indicio del futuro. Estoy sonando paranoica, pero al tratarse de Génesis no puedo estar segura de nada. Las nornas no me ayudarán si se los pido y su desaparición no parece tener final. En lo único que logro concentrarme es en el papel frente a mí, donde se encuentra escrita la profecía. Ah, pero eso no quiere decir que entienda algo de lo que estoy leyendo, claro que no. Lo único que se me ocurre con la cantidad de agua que nombró Génesis es que se avecina un tsunami.

Las interpretaciones de las profecías son muy variadas y uno nunca puede asegurar su sentido. Ni la misma Diosa de las Profecías posee la verdad absoluta sobre los futuros que vaticina. Una oración puede tener más de un sentido y según tus acciones esta se va a inclinar a uno en específico. Pero si yo ni siquiera logro descifrar a qué se refiere con la primera oración, ya me considero maldita.

Tu destino es incierto, nornir desterrada. Esa frase no la tomo en cuenta porque no me dice nada que no sepa. Las nornir menores no tienen destinos, solo deben realizar una tarea hasta que todo se acabe. Afortunadamente (o desafortunadamente, no lo sé), yo sí poseo un destino debido a donde me encuentro y lo que hago aquí. Estar en la Tierra, cuidar de un humano, mi futuro es tan borroso como el de cualquier otro midgardiano.

Y las demás oraciones no valen la pena ser analizadas. Me la pasé despierta la mitad de la noche y nada, no me cayó ni una pizca de sabiduría. Aparto el papel con el ceño fruncido y decido hacer lo único que siempre logra distraerme de los problemas, aunque no creo haberme enfrentado a uno de este calibre antes. Me amarro el cabello, cierro las cortinas de mi balcón y solo mantengo encendido un velador con una luz tenue. Respiro hondo antes de continuar y acostarme en el sofá parece la tarea más difícil del mundo al iniciar a sentir punzadas en mi cabeza. Cierro los ojos y me concentro, busco en mi interior el lazo que me conecta con mi espejo, pero no con aquel que se halla quebrado en Bodaurdans, sino ese pequeño pedazo escondido en alguna parte del mundo para que nadie lo encuentre. Segundos después, el dolor de cabeza disminuye y al abrir los ojos estoy en un lugar totalmente diferente.

Vuelo en un bosque de árboles oscuros y repleto de nieve, disparándole a los enemigos que tengo cerca. Escucho el sonido de una motocicleta a mi izquierda y sobre mí siento el rugido de un trueno. Miro hacia la derecha y Natasha Romanoff y Clint Barton están en un jeep matando a todo aquel que busque frenarlos. El aturdimiento se esfuma y al fin veo con claridad. Mi protegido, Tony Stark, se encuentra en el medio de una misión. Como siempre, mi esencia se mantiene a su lado como un fantasma que él no tiene idea que está ahí y lo único que puede hacer, es oír mi voz solo cuando se lo permito. Y así ha sido desde que Orfeo me pidió que lo cuidara hace treinta y cinco años. En ese tiempo, Tony tenía diez. Jamás ha notado mi presencia y ver su vida es la mayor posibilidad que tengo de aprender sobre los humanos. No es como si no supiera nada sobre ellos, ya soy una experta en el asunto, pero nunca me he inmiscuido en la vida de ninguno por mucho tiempo.

Por ejemplo, conocí a Audrey y Zareb Kanu, me hice su amiga y pocos años después murieron. Luego viví unos meses con Makena y se la llevaron a Wakanda, y aunque no pienso dejar de estar en contacto con ella jamás en mi vida, no convivimos ni estoy metida en sus asuntos. Cuidar de Tony es lo más cerca que estoy de tener una vida de humana normal, sin tener que estar cuidando mi espalda de una Diosa enloquecida, ni del daño mental que mi trabajo pueda causarme.

—¡Mierda!

—¡Lenguaje!

Tony se golpea contra un escudo invisible que rodea el gran edificio al que quieren ingresar y no hago menos que reírme por el reto del Capitán América. Ya he estado metida en sus conversaciones, donde los seis no paran de hablar sobre el cetro de Loki, el cual quedó aquí desde la Batalla de Nueva York en 2012, hace tres años. El que insiste más que los demás es Thor. Stark ya está harto de escucharlo y se lo deja en claro millones de veces como solo él puede hacerlo.

—Esperen un segundo. ¿Nadie va a recalcar que Cap acaba de decir "lenguaje"?

Con comentarios como esos. Ya todos están acostumbrados a ellos y la respuesta más común es ignorarlos o decirle que cierre la boca. Aunque yo misma sé que si le dices a Anthony Edward Stark que se calle, solo querrá hablar aún más. Eso en parte me recuerda a mí, ya que suelo decir bastante seguido comentarios inapropiados que emergen de mis labios antes de analizarlos. Me meto en varios problemas por ellos, pero las personas que ya me conocen se terminaron acostumbrando y solo atinan a reírse y decir que no tengo remedio. Makena es una de ellas y con eso siempre suma que soy una mentirosa terrible. Lo cual no puedo negar ya que es totalmente cierto. No es como si mintiera seguido, no me gusta mentir, hago todo lo posible para evitarlo siempre que puedo. Aunque hubo ciertas ocasiones, cuando Makena era pequeña, que intentaba decirle algunas mentiras blancas para que no sufriera por su destino a tan temprana edad.

Como cuando a la mañana siguiente de la muerte de sus padres me dijo que creyó haber escuchado gruñidos de un animal y le contesté que seguro había sido el canal National Geographic. Recuerdo que se rio y me respondió que seguro lo había soñado. Tal vez soy mala para mentir, pero en lo que sí soy bastante buena es para guardar secretos. Y mientras Tony Stark sobrevuela las instalaciones de HYDRA a la que los Vengadores quieren ingresar, rememoro todo lo que le estoy ocultando a él. Decir que llegó a ser quien es hoy por mi culpa es algo que aún no sé si es bueno o malo. ¿Si yo no hubiera intervenido, Stark se hubiera convertido en Iron Man al fin y al cabo? No lo sé y tampoco debería importarme, porque nunca nadie lo sabrá.

—Señor, la ciudad está bajo fuego.

—A Strucker no le importa que haya bajas civiles. Envía a la Legión de Hierro.

La voz de Jarvis suele desconcertarme más seguido de lo que me gustaría admitir. Creo que se debe a que en parte es como yo. Una voz vacía sin cuerpo la cual fue creada por Tony para que lo ayude desde que se convirtió en Iron Man. Ahora todos los Vengadores pueden oírlo, pero se entiende lo que quiero decir. La única diferencia entre nosotros es que a Jarvis le contestan y a mí no. Solo soy una voz de guía que es escuchada, ignorada la mayoría de las veces y mi objetivo principal es que Tony no muera por una estupidez. No se hacen una idea de las veces que tuve que salvarlo de morir por un coma etílico, un accidente automovilístico, por culpa de una gigante explosión o unos monstruos intergalácticos. Me encantaría ver la expresión de las nornas al enterarse que, desde que me desterraron, ese es mi trabajo como nornir menor. Creo que la más indignada de todas sería Verdandi, pero es su culpa por no evitar que su desquiciada creación me expulsara de Bodaurdans. No es como si me estuviera quejando, claro que no, bendita sea Nilsine por su locura. De todas formas me gustaría que alguna de las tres me visitara y me aclarara varias cosas, empezando por su repentina desaparición y terminando con la pregunta que me vengo haciendo desde incontables siglos: ¿cómo es que aún continúo en Midgard?

Quiero decir, no es como si la policía intergaláctica tuviera que venir a buscarme porque estoy cometiendo un crimen. Pero las nornir menores fuimos creadas con un solo objetivo y aunque en la actualidad lo esté cumpliendo, hubieron siglos enteros en los que no hice absolutamente nada. Todo es muy extraño, hasta llegaría a pensar que se olvidaron de mí si no fuera porque Skuld siempre me tuvo mucha estima. La profecía de Génesis reaparece en mi mente y hasta siento un ardor en los brazos por los cortes de las bolas de cristal. Estas inquietudes van a ser resueltas tarde o temprano, lo sé, la colisión de hechos que se está llevando a cabo solo me indica que debo darle más importancia al regalito que me dejó la Diosa de las Profecías. Ese reloj de arena debe ser tan apreciado como mi colección de vestidos.

Escucho el sonido de disparos y mi atención regresa a Tony. Por las nornas, sí que soy una mala niñera cuando me lo propongo. Abro mucho los ojos al notar la docena de hombres en el suelo, inconscientes por un posible ataque del hombre de metal que no noté en absoluto. La aureola naranja que me recubre cada vez que me uno a Tony de esta forma va perdiendo intensidad a medida que pasan los minutos, como un foco de luz que con el tiempo se queda sin energía. Otras veces preferiría irme en este instante, antes de que mis poderes me expulsen de su lado por sí solos causándome un irrevocable dolor de cabeza y unos inicios de locura que me aten a la cama por el resto del día. Pero debido a lo ocurrido con Génesis, una opresión en mi pecho me indica que no lo haga. Que no siga mis estrictas órdenes en pos de cuidar mi propia salud. Con temor a que la premonición de la Diosa loca vaticine mi próxima muerte de alguna manera y el reloj de arena sea el tiempo que me queda antes de fallecer, prefiero pasarlo acompañando a Tony y no en la soledad de mi departamento. Ya estuve una eternidad sola, si algo malo me llega a ocurrir, estaré feliz al haber compartido mis últimas horas con él.

—Buena charla.

Ambos volamos hacia una base de operaciones digna de una película de ciencia ficción y Tony le dispara a un señor, sin lugar a dudas nazi, que había estado a punto de eliminar toda la información. Iron Man emerge de su armadura y coloca un pendrive en la computadora, listo para copiar toda la información necesaria para acabar con la nueva HYDRA por completo. Recuerdo haber visto las noticias sobre eso, que la organización nazi de la época de la Segunda Guerra Mundial nunca se había exterminado por completo. Si no llamé a Orfeo para burlarme de él fue por respeto a lo que le ocurrió luego de que todo eso aconteciera. Además, también estaría manchando el nombre del heroico Capitán América y estoy bastante segura de que si lo nombro en voz alta, mi amigo aparecerá y me hará algo de lo que me arrepentiré más tarde. Ay, mi querido mítico...

—Modo centinela —la armadura frena en una posición defensiva para proteger a su creador y comienzo a caminar junto a Tony—. Jarvis, ya sabes, lo quiero todo. Copia todo a Hill en el cuartel general.

Mientras él recorre el lugar y examina muy por arriba algunos papeles, lo observo, como he hecho desde que empecé a cuidarlo. No como una acosadora (tal vez en parte sí, pero no puedo controlarlo, es más fuerte que yo), sino como una persona que lo vio crecer desde que era un niño y ahora lo veo como todo un adulto. El crecimiento de los humanos aún me parece sorprendente, aunque haya pasado siglos junto a ellos. La forma en la que sus facciones se van a ajustando a medida que pasan los años, cómo evolucionan y cambian dependiendo de las personas que tengan a su lado y lo que especialmente me hace amarlos es que siempre aprenden de sus errores. Consciente o inconscientemente. Queriendo admitir sus fallas o haciendo todo lo posible para ocultarlas.

Por eso observo mucho a Tony. Él es una combinación perfecta de todas esas características y las esgrime día a día, batallando para mejorar y convertirse en el superhéroe que la Tierra necesita. Lo está logrando a la perfección y no me adjudico ni un poco de crédito, él hizo todo, yo solo le di un mínimo empujoncito. Sonrío un poco, aunque mi felicidad desaparece al notar que estoy comenzando a difuminarme como un lente de cámara que fue tocado por el tonto fotógrafo. Me muerdo la uña con nerviosismo esperando que esta investigación se acelere para ver si los Vengadores triunfan o fracasan.

—Sé que ocultas algo más que archivos. J, escanea la sala rápidamente con el infrarrojo.

Tony abandona los papeles esperando la confirmación de su mayordomo computarizado. En cuestión de segundos, la voz de Jarvis vuelve a oírse.

—El muro de la izquierda, está reforzado con acero. Hay una corriente de aire.

Tony y mi invisible espectro nos acercamos a la zona mencionada por Jarvis. Él la golpea y apoya la oreja contra ella por unos segundos. Al no estar físicamente presente no soy capaz de sentir, ni repetir ninguna de las acciones que realiza. Por lo que debo conformarme con cruzarme de brazos y esperar a que algo asombroso ocurra. O nada en absoluto.

—Por favor, que sea una puerta secreta. Por favor, que sea una puerta secreta —empuja la pared con sus manos y esta se corre hacia un costado sin mayor dificultad—. Yey.

Ante nosotros se extienden unas largas y poco iluminadas escaleras. Una brisa mueve levemente el cabello de Tony y tengo un terrible presentimiento. Él baja sin preocuparse, sin decirle a su armadura que lo siga. Por eso, coloco una mano en su hombro, mientras ambos avanzamos a la par y le susurro un unas palabras para que no baje la guardia.

—Ten cuidado.

Claro que él no las escucha, ni siente mi toque. Tampoco me nota caminando a su lado. Solo son mis palabras las que llegan a su inconsciente, se transforman en su propia voz y las recibe como una advertencia. La cual toma poco en cuenta, ya que continúa sin cambiar en un ápice su expresión. Que conste que se lo advertí. Es todo un necio cuando se lo propone.

Esta habitación súper secreta provoca que abra la boca de la impresión. No solo por las extensas cantidades de maquinaria destartalada y los robots de la Legión de Hierro hechos pedazos de chatarra, sino por el gigantesco alienígena Chitauri de la invasión del 2012. Aquellos que causaron destrozos en toda la ciudad, asesinaron a centenares de humanos y amenazaron con dominar el planeta de la mano de Loki Laufeyson. Si Odín hubiera sido un mejor padre y si le hubiera dado mejores consejos a Freyja Njördsdottir, nos habríamos ahorrado centenares de problemas. Sentiría escalofríos al pensar en eso si no fuera solo una sombra.

—Sí, yo tengo... algo más grande —dice Tony, observando el Chitauri y hablando con el resto del equipo. Todos deben estar esperando la confirmación del cetro.

El cual se halla a escasos metros de nosotros. La brillante luz azul alumbra sus alrededores y se encuentra colocado en un soporte que parece estar utilizando su energía. Apenas puedo manejar Instagram sin que Makena se esté riendo porque bloqueé por equivocación a famosos que amo, por eso ni en sueños voy a conseguir explicar aunque sea un quinto de lo que todas esas máquinas están haciendo.

—Thor... Tengo el premio a la vista.

Lo habían logrado. Recuperando el cetro, podrían evitar que los nazis construyeran aún más armas con su energía y más cosas muy buenas que Steve Rogers dijo hace unos días cuando estaba espiando, pero no le presté atención. Lo siento, mi error. Me giro hacia Tony, esperando que se dirija hacia el cetro, pero una mujer vestida de rojo en su costado me espanta. Sus dedos realizan movimientos extraños cerca de la cabeza de Iron Man y una bruma roja choca contra su frente antes de que pueda abalanzarme sobre él para advertirle.

—¡Cuidado! —grito en vano, siendo testigo de lo que los inhumanos poderes de la mujer le hacen a la mente de Tony.

Los ojos de los dos se tornan rojos por unos segundos y al desaparecer esa coloración, la bruja retrocede. La miro con el ceño fruncido y me acerco a Tony hasta colocarme frente a él. Su mirada me atraviesa por unos instantes, hasta que ambos pegamos un salto al oír un sonido aterrador sobre nosotros. El Chitaturi cobra vida y vuela sobre nuestras cabezas, pasando sus gigantescos dientes a solo centímetros de nuestros cabellos. La preocupación me hace hiperventilar, debo arrancarlo de esta alucinación antes de que mis poderes me hagan desvanecer de la escena. Coloco mis manos en sus hombros y lo sacudo inútilmente.

—Tony, despierta.

Su mirada de estupefacción me desconcierta y el sudor cae de su frente como si le hubieran echado un balde de agua encima. Me volteo unos segundos y la escena me deja sin palabras. Nos hallamos en el oscuro espacio y a pocos pasos se extiende una gran roca donde yacen los cuerpos inertes del resto de los Vengadores y algunos civiles. El único vivo parece ser Hulk, quien suelta una corta respiración a pesar de tener cuatro lanzas clavadas en la espalda. Por debajo, Clint Barton se halla inmóvil con sus manos sin vida sosteniendo su arco con una última flecha que no llegó a ser lanzada y junto a él, está Layla Freyjasdottir con una espada clavada con una certeza impresionante en el corazón. Me gustaría que mi vista no fuera tan buena para no divisar los rastros de lágrimas secas cayendo por sus abiertos ojos marrones.

—Reacciona, Tony.

Aunque lo zamarreo, mi atención persiste en los muertos. Los ojos verdes de Black Widow parecen estar penetrando el alma de Tony, mirándolo fijamente sin una mínima gota de vida. Pero quien se encuentra a su lado es quien me quita el aliento. Makena, con su incontrolable cabello negro desparramado alrededor de su cabeza, tiene los ojos cerrados mientras gotas de sangre se deslizan por su pecho debido a heridas muy profundas que son imposibles de sanar. Forman un gran charco unos centímetros más abajo que me provoca náuseas y muchas ganas de vomitar. Ella no, por favor, no. No mi Makenita.

Me cuesta pero logro reaccionar como si me hubieran abofeteado.

No es real. Es una alucinación. Nada de esto es cierto, ni tiene por qué ocurrir, la única con la habilidad de leer el futuro en la Tierra soy yo. Es mentira, si hubiera captado una catástrofe de la magnitud de la que estoy presenciando con mis poderes ya le habría alertado a cualquier ser vivo que se cruzara por mi camino. Tony debe despertar.

Ignoro los cuerpos de Thor y Steve, viendo de reojo su martillo y el emblemático escudo partido a la mitad y centro mi mirada en la ausente de Tony. El terror en su cara me conmueve y sin poder decirle nada, me atraviesa para ir corriendo hacia Steve. Protesto en un susurro y vuelvo a acercarme, pegando un grito que solo yo oigo al ver que la mano del rubio atrapa la del morocho, quien había querido tomar su pulso.

—Nos podrías haber salvado...

—No, Tony, despierta. ¡Ahora!

Los ojos azules de Steve no dejan de observar a Tony y el eco de su voz continúa sonando en los segundos siguientes. ¿Por qué no te esforzaste más? Bla bla bla, sí claro, y tú hubieras intentado no convertirte en un helado con sabor a patriotismo.

—¡Despierta!

La mirada de Stark posee un matiz de terror que había presenciado pocas veces antes. Rememorar esos momentos no facilitará mi tarea de despertarlo, por lo que vuelvo a ocultarlos entre las memorias de mi infinito pasado.

—Vamos, organiza una fiesta cuando regresen, pero ahora tienes que despertar —digo, colocando mis manos en sus mejillas e intentando moverlas de un lado a otro sin lograrlo.

No puedo permitir que tenga otro ataque de pánico como los que tuvo luego de la invasión. Nunca seré capaz de olvidar sus terribles pesadillas y las tantas veces que le costó respirar con normalidad, creyendo que estaba a punto de morir. De solo pensar en esa posibilidad mi pecho se comprime de dolor.

—¡Tony, reacciona de una vez!

Claramente no permitiré que los ataques vuelvan. Y menos aún que muera. No en mi guardia.

—¡TONY!

Y ocurre lo inesperado. No solo escapa de la terrorífica ilusión de la que era prisionero, sino que sus antes desorbitados ojos ya no están posicionados en el alien sobre nuestras cabezas. No. Su mirada se halla pura y exclusivamente en mí. Ya no soy una sombra, un espectro, ni su guía invisible. Él me está observando. Su ceño se encuentra fruncido, sin comprender de dónde diablos salí  y por la forma en la que me ve, quiere captar todos los detalles posibles de mi rostro. Ambos nos quedamos mudos. Lo único de lo que soy capaz de hacer antes de que mi identidad sea descubierta por completo es desaparecer.

Con un suspiro ahogado y un abrupto despertar ya estoy en mi apartamento. La aureola naranja a mi alrededor ha desaparecido del todo. Pero lo que jamás va a irse es el hecho de que Tony Stark notó mi presencia. Lo cual puede significar tanto bien como mal, aunque a juzgar por la profecía de Génesis, debo suponer que tiene algo de relación con lo que vaticinó horas atrás. La calma en mi interior se transforma en pánico, mientras la locura asciende. Primero una terrible punción en mi cabeza, segundos después los gritos reprimidos y para terminar con la demencia causada por mi extensa aventura, caigo hacia delante hasta terminar en el suelo hecha una bola de nervios e insania.

Esos son los riesgos a los que me enfrenté al quedarme un largo rato junto a Tony y en otra ocasión me arrepentiría, pero no esta vez. Prefiero ser optimista en lugar de pesimista, por eso al arrastrarme hacia mi habitación la cual está impecablemente insonorizada para no importunar a nadie con mis gritos, me alegro. Por primera vez desde mi nacimiento, el humano al que estoy protegiendo nota mi existencia. Y por algún extraño motivo, mi interior sonríe un poco entre la inmensa cantidad de locura y los cristales rotos que lo recubren, solo por recordar que ese humano fue Tony.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro