Jade

Me estrujo los ojos con las manos mientras termino de teclear en el computador, respondiendo los mensajes de las personas y agrupando los archivos.

—¿Terminaste?—duda Kale acercándose a mí presionando la compresa fría a un lado de su cabeza.

—Si—le digo con una sonrisa—todo está listo.

—Eres un ángel Jade, no sé que haría sin ti—me devuelve la sonrisa de manera débil.—Solo falta que esa malcriada llegue.

Suelto una carcajada.

—No te esfuerces Kale, o se te reventará una vena.

—Esa chica nunca llega temprano—agrega Bobby desde el otro lado del estudio mientras arregla su cámara y yo lo miro mal. 

—Buenas tardes, amores míos—una voz suave llama la atención de todos los presentes.

—Llegas tarde, Ashleigh Hall.

—Estaba almorzando con mis padres, llegaron esta mañana a la ciudad y no me les podía negar, relájate Kale—la aludida entrecierra sus ojos y la peli negra se ríe.

–Mejor ve a cambiarte de inmediato para la sección de hoy, Bobby no tiene todo el día para ti–la chica rueda los ojos.

—Dejé los conjuntos de hoy sobre la mesa—le aviso a la chica y ella me lanza un beso antes de irse corriendo al camerino.–Mejor me pongo en marcha si quiero estudiar para aprobar el examen de mañana–comento mirando la hora en mi celular, levantándome de la silla.

—Está bien, cariño, maneja con cuidado—dice Kale y me da un beso.

—No te estreses mucho con Ash o sino tu dolor de cabeza aumentará—sugiero medio bromeando y ella asiente sin separar la compresa de sí.

Tomo mi bolso para salir pero la voz de Bobby me detiene en la entrada.

—Oye, Jade. ¿Tienes tiempo para un café?

—Lo siento Bob, tengo prisa.

—¿Algún día aceptarás mis invitaciones a salir?

—Algún día—le sonrío antes de salir del estudio

Camino hacia el auto y entro para ponerlo en marcha. Coloco la radio porque odio conducir sin música. Me emociono cuando escucho una de mis canciones favoritas de One Direction, definitivamente amo a esa banda y para ser sincera tengo una obsesión sana por Harry Styles desde que era una adolescente cuando participaba en The X Factor.

Tarareo la letra de What makes you beautiful mientras observo las calles de Londres. Dentro de poco el frío se hará más intenso y nevará, eso es una de las cosas que más me gusta de mi país y me vuelvo toda una niña pequeña jugando con la nieve en el patio trasero de mi casa.

–Buenas tardes, familia–vocifero al abrir la puerta de mi hogar.

–Señorita Jade. Bienvenida.

–Hola Jojo–le sonrío–¿Cuántas veces debo pedirte que dejes de llamarme Señorita? Me hace sentir como una marquesita consentida.

Joana es nuestra empleada doméstica pero es como de mi familia desde que llegó hace 5 años a nuestra casa. Tiene 54 años y es la mujer más dulce que he conocido, con cada palabra que suelta desprende amor y eso solo hace aumentar el gran cariño que le tengo.

—Es costumbre—suelta una risita.

—¿Mis padres están en casa?

—La señora Dana se fue hace unos minutos a la peluquería y el señor Jason está en su estudio desde hace un buen rato.

—En ese caso iré a despejar un poco la mente de papá.

Subo las escaleras que me conducen hacia el segundo nivel de la casa, camino por el pasillo hasta la puerta del fondo y me la encuentro entre abierta dándome la oportunidad de ver a papá sentado frente a su escritorio con la vista pegada al computador mientras apoya su mentón con la mano izquierda. 

—¿Puedo pasar?

Papá da un brinco en su silla y cierra rápidamente el computador, luego me sonríe y frunzo el ceño por lo raro que ha sido eso.

—Por supuesto, princesa.

Me acerco a él y beso su mejilla

—¿Mucho trabajo?

—Un poco. ¿Cómo te fue hoy en el estudio?

—Genial. Sabes que me gusta colaborar ahí.

—Lo sé, cariño. Pero no quiero que descuides tus estudios

—Eso no pasará papá—ruedo los ojos y él asiente acariciando mi mejilla.

—Ya parqueas el auto donde debes sin causar desastres ¿verdad?—me río porque conozco la naturaleza de su pregunta—He estado pensando y creo que será mejor contratar a un chofer. De hecho ya tengo a alguien en mente.

Bufo.

—No seas exagerado, lo del otro día fue un pequeño accidente.

—Destrozaste el parachoques del Señor Hamilton.

—Solo fue un pequeño golpecito, ese parachoques estaba oxidado.

Suelta una carcajada y niega con la cabeza.

—De todos modos no quiero que te canses tanto conduciendo, ahora no solo está la universidad también está el estudio y en esta ciudad todo queda lejos. Déjame consentir a mi bebé. 

—Está bien—acepto rendida—Pero tengo que aprobar a ese chofer primero.

—Perfecto le avisaré a Walter cuanto antes.

Frunzo el ceño, confundida.

—¿Walter Collins?—papá asiente—¿Cómo te ayudaría en esto tu amigo Comandante de las Fuerzas Armadas?

—Ex-Comandante—me aclara—Walter está en la ciudad incorporándose a otro tipo de labores, le comenté la idea de un chófer para ti y me dijo que conocía a alguien. ¿Cuál es el problema?

—Solo me resultó raro—me encojo de hombros—En fin, te dejo trabajar e iré a mi habitación.

Él bufa.

—¿Por qué no te quedas a hacerle compañía a tu viejo padre?

—Cuando te conviene si eres un viejo ¿verdad?—me burlo y él ríe—No puedo perder más tiempo, debo estudiar sino no  obtendré el sobresaliente que tanto te gusta.

—En ese caso ¿qué haces aquí todavía?—comenta divertido. Le doy una sonrisa y me acerco a besar su mejilla para luego salir de su estudio.

La relación que tengo con mis padres siempre ha sido la mejor. Ellos me han dado todo de sí y yo me encargo de no darles problemas evitando ser una joven rebelde.

Estudio administración y ya estoy en mi último año. ¿Eso fue lo que siempre quise estudiar? La verdad es que no, no es lo que me apasiona.  Tampoco es que me desagrade estudiar administración, me esfuerzo para que mis notas sean increíbles y aprender todo lo posible para poder ayudar a papá en la empresa que tanto ha crecido en los últimos años.

Al estar en mi habitación lanzo mi bolso al mueble aledaño a la puerta de mi baño y me tiro en la cama preparándome psicológicamente para lo que será mi larga tarde—y lo que reste de día—entre números, gráficos y esquemas.