Capítulo 30

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Lucas

Luego de que la rubia se recuperara, Jade y yo regresamos a Primrose Hill. Ella insistió en quedarse en el hospital para cuidarla el primer día y luego se quedaría Dana asegurando de que podría terminar la recuperación en casa. Sus otros dos amigos se iban a encargar de acompañarla en su departamento. Jade tenía mala cara por todo el camino, era obvio que quería quedarse con la rubia pero luego de la promesa que le hizo a Jason, no creo que salga.

Jason...Solo acordarme de él me hierve la sangre. No sé por qué lo detuve, desconozco la fuerza que me llevó a detenerle. O puede que sí. No estoy seguro. Sólo sé que lo vi todo en cámara rápida. Pasando por mis ojos a toda velocidad antes de que pudiera ocurrir. Vi a Jason Hederson golpearla y no iba a permitir que lo hiciera. No la iba a tocar, menos delante de mí. Poco me importa si es su padre, no tiene derecho.

La veo entrar a casa, callada y algo perdida. Eso solo muestra cuanto le afectó el día de ayer porque Jade es todo lo contrario a callada. Camino lento hacia la cocina y la observo tomar un vaso de agua. Me acerco por detrás. Detallando cada uno de sus movimientos.

-Gracias por evitar que mi padre me pegara-dice de repente, segundos después se da la vuelta.

-Sólo...

-Por favor no digas que era tu deber-me corta-Significó mucho para mí.

Trago grueso. Centrándome en sus ojos color miel, grandes y brillantes que me miraban...¡Dios! Me miraba de una forma que no quería que me mirara porque...la lastimaría. Joder, le haría daño. Y me pregunto cuando dejé de verla como una niña malcriada para desearla tanto y preocuparme por ella. Tal vez estoy confundido, o simplemente estuve confundido desde el principio. Tal vez la juzgué mal. Jade Hederson está loca, es fastidiosa y metiche pero también...

-No puedo creer que mi padre iba a pegarme-comenta con voz queda trayéndome de vuelta a la realidad actual.

No digo nada. Me quedo observando el movimiento de sus labios y unas enormes ganas de besarla recorren mi cuerpo. Eso junto a llevarla hacia la gran alfombra que hay frente a la chimenea y hacerla mía.

-Creo...-me aclaro la garganta-Que deberías descansar.

-La comida...

-Ya lo haré yo-la interrumpo-No te ofendas, Hederson pero creo que tus habilidades culinarias no son las mejores.

Ríe un poco y asiente.

-Tienes razón-se acerca un poco y me tenso cuando, con suavidad, me acaricia el hombro-Pero prométeme que vas a descansar, ayer fue un día difícil.

Asiento y ella se marcha. Me giro, mirándola caminar con cansancio, subiendo lentamente las escaleras hasta llegar a la habitación. Dejo salir el aire, preguntándome en qué momento las cosas cambiaron...un poco.

●●●

Despierto luego de dos horas de siesta. Observo el reloj que marca las 18:00. Quito las sábanas de encima mía y bufo. Salgo de la habitación (la mía se encontraba en la planta baja junto a dos más) típico de casas para pasar una temporada, tienen cuartos innecesarios como si un batallón fuese a quedarse en ellos. A diferencia de la mansión, mi habitación y la de Jade están terriblemente separadas. Aunque yo preferí quedarme en una habitación de la planta baja.

Al salir me sorprende ver a la pelirroja sentada en el suelo, encima de la gran alfombra, su espalda apoyada en el sofá y una botella de vino en la mano. ¿De dónde la habrá sacado?.

Me acerco y la observo detenidamente. Ni se molestaba en coger una copa de la alacena, tomaba directamente de la botella dejándome atónito. No es que sea la primera vez que vea a Jade tomar y emborracharse. Pero si es la primera vez que toma con tanta efusión. ¿Cuánto tiempo llevará así?.

-¿Quieres?-se percata de mi presencia y extiende la botella hacia mí, niego ante su pregunta. Tenía los ojos un poco irritados. ¿Acaso estaba llorando?.

-¿De dónde sacaste eso?.

-Mi padre tiene una pequeña bodega en la parte trasera de la casa-se encoje de hombros y suelta una risita amarga-Mi padre, no sé si quiera llamarlo así.

Sin pensarlo mucho me siento a su lado, a una distancia prudente. Ella vuelve a tomar de la botella, la cual ya estaba por la mitad, me pregunto si ya estará ebria.

-¿Alguna vez, te has sentido decepcionado, Lucas?-pregunta de repente, en un tono bajo y triste. No contesto y ella continúa-Jason me ha decepcionado tanto. Es un corrupto, le fue infiel a mi madre con mi mejor amiga, sabe Dios por cuanto tiempo y, por primera vez en 23 años, me levantó la mano.

Enumera cada cosa, haciendo pausas pequeñas.

-¿Por qué...quisiste investigarlo?-duda clavando su mirada en mí-Nunca te pregunté porque...bueno, por razones obvias.

Alzo una ceja, mirándola.

-¿Razones obvias?.

-Me advertiste la primera vez que no hiciera preguntas-responde.

-Nunca obecedes mis órdenes-señalo y me encojo de hombros-¿Por qué esa, precisamente, decidiste acatarla?.

Suelta una risita nasal.

-No quería invadir tu espacio personal. Esa noche, me di cuenta que era un tema delicado. El ejército, Omán e Iraq. Estabas tan tenso cuando te enseñé el shemagh.-comienza a explicar-No quise indagar aunque la curiosidad me mataba al principio. Hay cosas que simplemente...es mejor no saber.

Trago en seco. Sorprendido ante sus comentarios. Nunca la creí tan condescendiente y...comienzo a admitir lo equivocado que estaba.

-Puede que sea una malcriada, odiosa, irritable y...-me vuelve a mirar-¿Qué otra cosa opinas de mí? ¿Atrevida?.

Arrugo las cejas un poco y ella ríe, suavemente.

-Me duele, Lucas-la miro extrañado-Me duele que precisamente tú tengas esa opinión de mí. Siempre me ha dolido.

Se me tranca la respiración por un momento. La miro y...esos ojos, me estaban mirando con esa expresión que me provoca salir corriendo o...simplemente besarla. Ya no estoy seguro.

-Creo que ya ha sido suficiente-le quito la botella y ella hace una mueca de desagrado-Deberías comer algo.

-Me confundes tanto-suelta de repente, negando con la cabeza-No sé si...te preocupas en realidad por mí o simplemente lo haces por trabajo.

Se queda callada unos segundos antes de continuar.

-Y no sabes cuánto deseo que fuese lo primero.

No digo nada. En cambio me levanto y tomo sus manos para ayudarla a levantarse. Está completamente borracha.

-Necesitas comer algo-repito y ella asiente.

Apoya sus brazos en mi pecho, tensándome. Me mira directo a los ojos. Suelta un suspiro aferrándose cada vez más a mi camisa.

-¿Por qué lo hiciste?. ¿Por qué jugaste así conmigo dos veces?.

Creo no entender bien lo que quiere decir.

-Lo que pasó en el gimnasio...-se detiene a sí misma por un segundo-¿Por qué me tomaste de nuevo?.

No sé que decir. Me quedo callado observándola. Sus ojos me miran, en busca de una respuesta, desesperados. Los segundos pasan y ella me suelta, hace el amago de irse pero la detengo, pegando su espalda a mi pecho, tomándola por lo hombros y sintiendo como se eriza ante mi tacto.

-Lo que pasó en el gimnasio no fue un error, Hederson-susurro pegado a su oído-Quería hacerlo, lo deseaba y no pude contenerme.

Escucho su respiración acelerarse.

-No es justo...-dice-Que me hagas tuya y luego...actúes como si nada pasara. Porque yo no puedo pretenderlo, contigo no...simplemente no puedo hacerlo.

Vuelve a dejarme atónito, sin nada que responder. Ni si quiera sé que carajos tengo que decirle.

-Venga, vamos a comer-anuncio.

Me obedece. Comemos en silencio. Solo dándonos miradas rápidas y vagas. Segundos después se queda dormida sobre la mesa y opto por tomarla en brazos y llevarla hasta su cuarto.

La acuesto de forma lenta en la cama. Con cuidado para que no despierte aunque dudo que lo haga. El vino la ha tumbado. Aprovecho que está profundamente dormida para acostarme a su lado. Aparto las hebras rojas de su rostro y la miro por unos segundos. Relajada y tranquila. Su pecho sube y baja con cada respiración. Dejo de detallarla y la cubro, aunque la calefacción está puesta, el frío es bastante agresivo, colándose por la casa.

No me doy cuenta cuando el sueño se apodera de mí también.

Me encuentro en el medio de la nada. Del desierto en el caluroso Mascate, capital de Omán. Escucho el sonido seco de las balas, de las armas y de los cañones. Estaba solo. Nadie estaba a mi lado. Miro mis manos, manchadas de sangre. ¿Mía o de alguien más?. Era difícil descifrarlo.

Miro hacia delante y veo las afueras del centro de rehabilitación. Era raro porque hace unos segundos no estaba. Intento acercarme pero no puedo. Mis pies están clavados en la caliente arena. De repente, explota. El centro ardía en llamas y solo podía pensar en mi madre. En cómo se quemaba y yo sin poder hacer nada. Se escuchaban gritos aterradores, de las enfermeras y soldados. Y yo sin poder moverme...no podía hacer nada...de repente...

Despierto. Hiperventilando. El aire no me llegaba a los pulmones con la facilidad que debía hacerlo, normalmente. Siento una opresión en el pecho que lleva a levantarme, sentándome en la cama.

-¿Lucas?-escucho una voz femenina, la siento lejos. Me encuentro con la mente perdida y las imágenes ante mis ojos difusas-Lucas mírame.

No puedo.

Miro al punto muerto de la habitación sin poder respirar. Mi madre está muerta por mi culpa. Los hombres a mi cargo también lo están. Yo pude haber detenido esa explosión.

Sigo hiperventilando. Perdido en mis pensamientos cuando siento unas finas manos sujetar mi cara.

-Joder, Lucas, mírame, por favor, hazlo-demanda cada vez más cerca.

Entonces la veo. A ella. A Jade Hederson. Con el rostro lleno de preocupación. Con las manos en mi rostro. Hablándome, tratando de devolverme a la realidad.

-Estoy aquí-me susurra sin dejar de acariciarme el rostro y el aire comienza a llegarme mejor-Estoy aquí.

Pone una de sus manos en mi pecho. Comienzo a ver con claridad, mi respiración cada vez mejor y...no dejo de mirarla mientras me recupero. Ella no deja de verme con preocupación. Entonces...

Paso una de mis manos por su espalda para pegarla a mi cuerpo. Abrazándola por segunda vez. Sintiendo su calor, que, para mi sorpresa me hace mejorar. Suspiro, liberando aire. Jade se sube a horcajadas sobre mí para abrazarme mejor, envolviendo mi nuca con sus brazos. Pegándome más a ella, queriendo fundir su cuerpo en el mío. Yo también la estrecho contra mí. Oliendo el delicioso aroma de su cabello color fuego. Sintiendo alivio, calma, paz pero también...ese sentimiento nuevamente:

El de querer salir corriendo.

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