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Observe la puerta una vez más pensando en el sello que había en ella, el cual impedía que ese monstruo entrara a mi cuarto. Sabía que mi padre lo había puesto tan pronto comenzó el Ultimo Día, un hechizo de protección que aprendió gracias a mi sabia madre.

—Mamá...—susurre dolida llevando la vista hasta el pequeño cuadro que se hallaba en mi mesita de noche, el cual tenía una imagen de ambas sonriendo alegremente.

Cada vez que recordaba a la mujer que me dio la vida me ponía triste, sentía que Dios me la había quitado demasiado pronto. Mi madre tan buena y bondadosa, además era muy bella con su largo cabello castaño y hermosos ojos verdes...Ahora que lo pensaba, mi padre tenía mucha razón al decir que me parecía a ella, tengo sus mismas características físicas.

Mamá era más que una cara bonita, era una cazadora de demonios profesional, de hecho, con unos cuantos años más que mi padre fue su maestra. Le enseño todo lo que sabía y como perfeccionarlo, creando así a la pareja más capacitada para la lucha contra demonios, camino que algún día me hubiese gustado seguir.

—Olivia~ ¿Estas ahí dentro?~ —canturreo el demonio tras mi puerta sacándome de mis pensamientos a la vez que me creaba una gran duda.

—¿Cómo pudiste derrotar a Dios? Tenía a su lado seres increíblemente poderosos, además de unos cuantos humanos con capacidades sorprendentes. Literalmente estamos hablando de alguien perfecto que tenía todas las cartas a su favor. —lo interrogue al pensar en la gran habilidad de mis padres para sellar demonios, y siendo eso así, me era inimaginable el poder que tenía Dios.

—Es increíble lo tonto e ingenuos que son ustedes los humanos. ¿Cómo es posible que crean tan estúpidamente las palabras de un libro? ¿Es que no les cabe la idea de que el autor puede estar mintiendo? —me cuestiono entre burlonas carcajadas. —Déjame decirte que las veces en las que ustedes dicen que nadie es perfecto, tienen razón, NADIE es perfecto. —al escucharlo no puede evitar llevar una mano hacia mi boca con total sorpresa.

¿Cómo no creerle con todo el desastre que podía ver tras mis ventanas? Aquel ser tan majestuoso en el que creí durante los dieciocho años de mi vida no era más que una jodida mentira, y no solo para mí, sino que para casi todo el mundo.

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