4. Los cazadores de la esfera

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La intensidad en el aire es difícil de tragar para Kagome, incluso Tsubasa tiene dificultades para mantenerse enfocada con el dolor que la distrae mientras aprieta el mango de la daga, los ojos ónix se estrechan hacia Inuyasha, quien le devuelve una feroz mirada.

El viento susurra a través de los árboles cuando Kaede se para frente a las dos chicas de manera protectora, los aldeanos se acercan lentamente a Inuyasha con armas en la mano para protegerlas.

—¡Kagome, coge a Kono... Tsubasa-sama! ¡No debes darle la esfera! —ordena Kaede.

'Esta esfera sirve para aumentar el poder de los demonios.' Kagome engancha su brazo alrededor del brazo de Tsubasa y la ayuda a ponerse de pie. '¡Es un objeto maléfico!'

—Kagome-sama, tenemos que hacer lo que dice Kaede-sama. Esa esfera es... —Tsubasa gruñe, haciendo una mueca de dolor cuando la punzada dolorosa regresa a toda velocidad a sus ojos, casi como si hubiera millones de agujas clavadas en sus iris al mismo tiempo. Sus ojos ónix brillan en azul, lo que Inuyasha nota de inmediato, porque estrecha los suyos con cautela. Nadie puede notar el cambio sutil en su postura mientras se trona los dedos uno por uno.

—¡Tsubasa-chan! —Kagome jadea cuando atrapa rápidamente a Tsubasa, quien casi colapsa debido al intenso dolor—. ¿Q-Qué ves?

—Pues... —Tsubasa traga saliva, agarrando su daga con tanta fuerza que podría haberla partido por la mitad. En su breve presentimiento, vio sus muertes. Ella y Kagome estaban siendo destrozadas nada menos que por las manos de Inuyasha, la sangre volaba por todas partes y en la mano de Inuyasha estaba la Esfera de los Cuatro Espíritus, brillando deslumbrantemente. Quiere vomitar y ya es capaz de sentir la amarga bilis subiendo por su garganta, pero la obliga a bajar mientras su otra mano se estira lentamente para agarrar la mano de Kagome.

—Tenemos que correr...

—¿Qué? —dice Kagome.

—No tendré piedad —las dos chicas giran la cabeza hacia Inuyasha mientras él se burla con desdén—. ¡Especialmente con esas mujeres cuyos olores son insoportables!

¡CORRE! —Tsubasa agarra la muñeca de Kagome y sale corriendo mientras Inuyasha las persigue. En el siguiente segundo, los ojos de Tsubasa brillan de nuevo y jadea—. ¡Agáchate! —empuja la cabeza de Kagome hacia abajo y se agacha justo a tiempo para esquivar por poco el golpe fatal de Inuyasha que podría haberlas decapitado si no fuera por la línea del futuro que Tsubasa está viendo en este momento.

Inuyasha suelta un murmullo de diversión cuando llega al suelo.

—¿Has esquivado mi ataque? —estrecha los ojos hacia Tsubasa—. Así que eres la rumoreada Konohana de ese clan, ¿eh? Esta es la primera vez que veo a alguien de tu sangre. Oí que tu gente está bendecida con dones divinos... ¿Predecir mis movimientos es tu don? Es un poco patético, ¿no? —Tsubasa opta por permanecer en silencio ante su burla mientras sus ojos buscan cualquier línea de futuro en su vista que pueda sacarlas de esta situación en la que se encuentran en este momento. Desafortunadamente, no hay ninguna.

'Esa premonición que vi...' Tsubasa se muerde el interior de la mejilla, mirando a Inuyasha, quien sonríe y afila sus garras. 'Si pudiéramos evitar esa premonición como evitamos sus ataques... Podemos sobrevivir.'

—¡La próxima serás tú, te haré pedazos! —Inuyasha se ríe.

—¡¿Hablabas en serio hace un momento?! —replica Kagome.

—¡DISPARAD! —los aldeanos ven su oportunidad y lanzan sus flechas hacia Inuyasha, sin embargo, él las rompe fácilmente por la mitad con un movimiento de su brazo. Decide ocuparse de las personas más molestas mientras Tsubasa aprovecha esta oportunidad para arrastrar a Kagome al bosque, lo más lejos posible de Inuyasha.

—¡¿Es que se ha vuelto loco?! —exclama Kagome.

—¡Sigue corriendo, Kagome-sama! —Tsubasa aprieta los dientes mientras se esfuerza por correr más rápido, luego mira hacia atrás solo para ver a Inuyasha saltando de un árbol a otro, alcanzándolas lentamente.

—¡Preparaos para morir! —Inuyasha salta directamente hacia ellas y baja sus garras, lo que Tsubasa ha predicho, y agarra a Kagome y la tira al suelo. Sin embargo, el impacto de su ataque es suficiente para enviar a ambas chicas por el suelo, y la Esfera se escurre de la mano de Kagome y rueda unos pasos alejándose de ellas.

—¡La esfera! —Tsubasa se apresura a agarrarla y Kagome mira hacia atrás, sus ojos se agrandan con horror cuando ve una gran brecha en el suelo. Si eso les hubiera pegado, estarían ya más que muertas.

De repente, a través del cielo nocturno llegan llamaradas de color rosa brillante, moviéndose por el aire como estrellas fugaces, y se reforman alrededor del cuello de Inuyasha en un rosario con cuentas de oración y magatama blanco. Al darse cuenta, Inuyasha aterriza frente a Tsubasa, quien arrebata la Esfera a tiempo mientras él tira del rosario con irritación.

—¡¿Qué es esto?!

—¡Kagome, la fórmula, grita la fórmula para mantenerlo a raya!

Kagome parpadea.

—¿Eh? ¿Qué?

—¡No te preocupes, ordénale lo que quieras y obedecerá!

—¡Vamos, Tsubasa-chan! —Kagome corre hacia adelante, tomando la mano de su prima en el proceso; las chicas corren más hacia el bosque con la esperanza de alejarse de Inuyasha. Sin embargo, los ojos de Tsubasa brillan una vez más, de repente deteniéndose en seco justo cuando llegan al claro. El frenado repentino de Tsubasa tira a Kagome hacia atrás ya que estaba sosteniendo su mano justo cuando la roca bajo los pies de Kagome se derrumba.

—¡Whoa! —Kagome jadea mientras retrocede rápidamente para evitar caer por el borde del acantilado—. ¡Eso estuvo cerca!

Los agudos ojos de Tsubasa observan su entorno antes de ver un puente de madera que lass llevaría al otro lado del acantilado.

—¡Por aquí! —jala a Kagome en otra dirección, corriendo hacia el puente. Sin embargo, justo cuando van a cruzarlo, Inuyasha salta de la nada y aterriza justo en frente.

¿Obedecer? ¡Menuda estupidez! ¡Ilusos! —Inuyasha se burla, avanzando lentamente hacia ellas mientras las chicas retroceden unos pasos para aumentar la distancia. Tsubasa sostiene su daga detrás de su espalda, presionando la esfera contra su pecho de manera protectora.

—¿Seguro que me obedecerá? No sé, ¿y qué le digo? —presiona Kagome.

—Cualquier cosa. ¡Dile cualquier cosa que te venga a la mente, Kagome-sama! —responde Tsubasa, empujando suavemente a Kagome detrás de su espalda antes de sacar su daga para cortar a Inuyasha en un ataque sorpresa, quien esquiva sin esfuerzo.

Inuyasha se burla.

—¿Eso es todo lo que tienes, Konohana? ¡Esperaba mucho más de ti! —luego se abalanza sobre Tsubasa, sus garras se extienden para destrozarla.

¡OSUWARI! —de repente, por orden de Kagome, las cuentas brillan y hacen que Inuyasha baje al puente de madera, golpeándolo directamente en la cara—. ¡Osuwari, osuwari, osuwari, osuwari!

—Ha funcionado... —murmura Tsubasa.

—¡¿Qué me ha ocurrido?! —Inuyasha se sienta, tratando de arrancarse el rosario, pero es en vano—. ¡Maldición!

—Es inútil, Inuyasha —las jóvenes miran hacia atrás para ver a Kaede y a los aldeanos parados al final del puente—. No podrás resistirte nunca al rosario.

—¡Maldita bruja! —Inuyasha chilla enojado—. ¡En cuanto me libere serás la primera en morir! ¡Eres una desgraciada!

—Díselo, Kagome.

—¡Osuwari! —ordena, golpeando a Inuyasha contra el puente con tanta fuerza que lo rompe hasta caer al río.

—Muy bien... Volvamos al pueblo —dice Kaede.

Tsubasa suspira suavemente antes de mirar hacia la Esfera brillando suavemente en su palma, 'Esta esfera...' Aunque no es realmente la primera vez que la ve, siente que debe conocerla... como si tuviera una conexión.

Kagome parpadea y por el puente.

—Qué raro... Todo lo que dije fue 'osuwari'.

Cuando la mañana para besar la tierra con su luz, los aldeanos reparan sus chozas de los ataques de la mujer ciempiés. Sin embargo, Tsubasa comienza a recibir miradas extrañas de los hombres que estaban cazando al monstruo esa noche. No es un sentimiento agradable, pero decide ignorarlos y camina hacia la cabaña donde Kaede y Kagome la esperan.

Las miradas escrutadoras de los hombres observan cada movimiento de Tsubasa mientras las palabras de Kaede se repiten en su mente como un tocadiscos.

—Escuchad bien —Kaede mira directamente a los ojos de los hombres, su orbe se desliza hacia Tsubasa por un breve momento antes de volver a mirarlos—. Sé que ya sabéis en este momento que esta joven llamada Tsubasa es miembro del clan Konohana.

—¡¿Konohana?!

—¿El extremadamente poderoso clan Konohana? Eso explicaría por qué sus ojos están brillando...

—Y cómo se las arregló para mantener ocupado a ese monstruo ciempiés hasta que lleguemos... Así que todos los rumores sobre ellos son ciertos.

Kaede exhala.

—Debéis guardar silencio al respecto. No decir una sola palabra sobre una Konohana vagando por este pueblo. Los rumores se propagan rápidamente. Si de alguna manera llegan al clan Konohana... dudo que las cosas terminen bien para esta aldea.

Cuando llega, ve a Kaede atendiendo las heridas de Kagome antes de que esta última finalmente se dé cuenta de su llegada y exclame:

—¡Tsubasa-chan!

Asiente con la cabeza antes de arrodillarse frente a ellas.

—Los aldeanos están arreglando las cabañas destruidas por ese ciempiés.

—La reconstrucción del pueblo es el menor de los problemas —Kaede suspira, limpiando sus manos después de terminar de vendar la herida de Kagome—. Ahora que la Esfera ha reaparecido y hay una Konohana vagando sola, habrá otros que busquen poseerla y quieran devorar a esta chica —y Tsubasa nota que su mirada se posa en ella.

—Pero, ¿qué ganarían devorándome? —Tsubasa pregunta con calma.

—Nada, aparentemente —Kagome mira a la anciana con incredulidad mientras continúa—. Oí que los demonios prefieren la carne de los Konohana a la de los humanos, así que asumí que tu sangre sabe mejor. Parece que mi corazonada fue correcta cuando el ciempiés intentó devorarte aunque la Esfera de los Cuatro Espíritus estuviera presente.

—Y la esfera... —La mirada de Tsubasa se vuelve hacia Kagome, quien sostiene la joya en su mano con fuerza como si fuera su posesión más preciada—. No son solo los demonios, ¿no es así? Los humanos de negros corazones también la buscarán. Con toda la violencia en esta era, habrá quienes busquen su poder para realizar sus codiciosas ambiciones.

Kaede asiente.

—Eres bastante sabia, Konohana-sama.

—Por favor, dime Tsubasa —dice humildemente.

—Hablando de ambiciones codiciosas... —Kagome mira a cierta persona al otro lado de la cabaña—. ¿Qué diablos haces tú aquí?

Inuyasha se acuesta de costado, apoyando su cabeza con su mano con la espalda hacia ellas. Las mira por encima del hombro y se burla:

—¡Quiero la Esfera de los Cuatro Espíritus!

—Creía que habías comprendido los poderes del rosario. Mientras lo lleves en el cuello, no podrás hacer nada. Ahora no tenemos que preocuparnos de ti —declara Kaede.

—¿Y por qué quieres esta esfera? —pregunta Tsubasa, inclinando la cabeza—. Puedo decir que eres fuerte. No necesitas el poder de la joya, ¿verdad?

—Porque solo es un medio-demonio.

De repente, Inuyasha golpea el piso de madera con tanta fuerza que lo atraviesa, lo que hace que Kagome salte de la sorpresa mientras Tsubasa lo mira con una ceja arqueada.

—¡Maldita bruja! —gruñe, su cabeza gira lentamente hacia Kaede con furia—. ¿Quién te crees que eres? ¡Hablas como si me conocieses desde hace mucho, pero jamás te he visto!

Parece que hablar de su condición de 'medio-demonio' es un tema tabú. Tsubasa hace una nota mental de no mencionarlo frente a él.

—No me has reconocido —Inuyasha solo mira a la anciana que suspira—. No me sorprende. Soy la hermana menor de Kikyo, la persona que te selló. Yo soy Kaede.

—¿Has dicho Kaede? —Inuyasha parpadea sorprendido—. Ahora recuerdo... eres aquella mocosa.

—Pero de eso hace cincuenta años. He envejecido.

—Ahora lo entiendo... —Inuyasha se rasca la mejilla—. Entonces Kikyo también será una vieja. Los humanos sois débiles y envejecéis muy rápido. Que pena me dais.

—Mi hermana... está muerta —la palabra de Kaede es suficiente para que Inuyasha se congele. Aunque sea invisible para los demás, Tsubasa puede verlo tan claro como cualquier día. Sus orejas de perro tiemblan y su respiración se entrecorta, sus ojos se abren un poco pero nunca expresa su sorpresa en su rostro—. Kikyo murió el mismo día que te selló en aquel árbol.

—Por supuesto —Inuyasha resopla y comenta sarcásticamente—. Nadie puede derrotarme y tratar de sobrevivir. Ahora me siento mejor.

—Un momento, Inuyasha, no cantes victoria aún —Kaede redirige su atención a Kagome después de arrojar un último trozo de tronco al horno de arcilla—. Kagome, estoy convencida de que eres la reencarnación de mi hermana Kikyo. No solo por el parecido o tus poderes sobrenaturales... sino porque la esfera que llevabas en tu cuerpo es la prueba definitiva. Tú, Kagome, has sido elegida para proteger tanto la Esfera como a Konohana-sama.

'¿Protegerme...?' La mente de Tsubasa se distrae mientras trota por un camino que la llevará a quién sabe dónde. Tiene muchas cosas en mente, ¿y quién puede culparla? Primero, ella y su prima fueron arrastradas al pozo por esta mujer ciempiés, y de alguna manera acabaron en la Era Feudal, fueron perseguidas por esa ciempiés y por ese personaje de Inuyasha, todo por esta joya sagrada. Además, los demonios la devorarán como bonus...

'Apenas puedo digerir todo esto...' Quiere suspirar, pero se contiene y mantiene su paso tranquilo y casual cuando pasa junto a los aldeanos. Se detiene y cierra los ojos, inhalando el aire fresco que es tan dulce en comparación con el aire contaminado de Tokio. Una cantidad decente de aldeanos pasea, reparan sus chozas o hay niños jugando en el campo. Es un pequeño pueblo muy cómodo lleno de vida. No es nada comparado con sus días viviendo en la mansión.

Muchos aldeanos y niños se maravillan con Tsubasa cuando pasa, murmurando sobre una mujer bonita en su aldea. Tsubasa fija su paso, tratando de no llamar tanto la atención hasta que se detiene en un árbol. Mira hacia arriba solo para ver a Inuyasha sentado en la rama, mirando a lo lejos.

—Eres Inuyasha-sama, ¿verdad? —la oreja de dicho chico se contrae cuando Tsubasa lo llama, lo que hace que mire hacia abajo antes de fruncir el ceño—. Hay algo de lo que me gustaría hablar contigo.

Inuyasha sacude la cabeza hacia un lado.

—¡No hay nada de qué hablar! —chasquea.

—Te vi... en mi visión —Inuyasha abre un ojo para mirar a Tsubasa con curiosidad mientras continúa—. A ti y a Kikyo. El día en que fuiste sellado por su flecha. Vi todo... Y cómo murió.

Algo parece romperse dentro de Inuyasha cuando salta del árbol, y procede a golpear con la palma de la mano la corteza justo al lado de la cabeza de Tsubasa, quien simplemente parece imperturbable cuando se acerca mucho a su rostro para gruñir enojado.

—¡Que seas una Konohana con algunos dones divinos no hace que puedas entrometerte en mi espacio personal! ¡Tú no sabes nada de mí!

—Tienes razón, no sé nada de ti —responde la niña con calma, poniendo un rostro indiferente casual. No parpadea cuando su rostro está tan cerca del suyo, ni le importa el sonido de sus garras clavándose en la corteza del árbol junto a su cabeza—, pero te sugiero que te alejes al menos un paso porque Kagome-sama va a regresar. Y tu futuro en los próximos minutos parece bastante doloroso.

—¿Qué...?

¡¿QUÉ LE HACES A TSUBASA-CHAN?! —un chillido como de banshee capta la atención de Inuyasha y Tsubasa mientras giran sus cabezas para ver a Kagome pisar fuerte hacia ellos bastante enojada—. ¡APÁRTATE DE ELLA! ¡OSUWARI!

—¡Maldita! —la cuenta brilla e Inuyasha cae al suelo de cara.

—Te lo dije.

—¡Tsubasa-chan! —Kagome corre hacia su prima y la abraza, antes de alejarse para buscar posibles heridas en ella—. ¿Estás bien? ¿Te ha hecho daño? ¿Te ha tocado?

—Estoy bien, Kagome-sama —Tsubasa la tranquiliza antes de que sus ojos vayan hacia Inuyasha, cuyo rostro está plantado en el suelo—. Pero no creo que él sea...

—Bueno, ignoremos a ese bicho raro. Toma —Tsubasa parpadea cuando Kagome le entrega una pera. Ahora que la mira bien, Tsubasa se da cuenta de que su prima llevaba una pila de rábanos y una bolsa de frutas colgada del hombro—. No preguntes.

—¿Las ofrendas de los aldeanos? —inquiere Tsubasa, y Kagome asiente en respuesta.

—Vamos a comer juntas —Kagome sonríe, aunque frunce cuando gira la cabeza hacia Inuyasha. Parece reacia al principio antes de suspirar—. Tú también, Inuyasha.

Con eso, Kagome deja las frutas en el pasto y toma asiento debajo del árbol. Tsubasa se sienta entre Inuyasha y Kagome, actuando como una barrera para proteger a su prima y la esfera de Inuyasha. Al morder la pera, la suave pulpa se rompe entre sus dientes. Una dulzura helada llena su boca y le entrega otra pera a Inuyasha, indicándole que la tome.

Inuyasha mira la fruta con desconfianza antes de mirar a las dos chicas comiendo. Nadie es tan amable, especialmente con la persona que casi los mata.

—Tramáis algo.

—Qué va —Kagome replica sin mirarlo—. Sé sincero... Me odias, ¿no?

—No solo a ti —Inuyasha lanza una mirada mordaz a Tsubasa, quien simplemente lo ignora mientras le da otro mordisco a su pera—. ¡No tienes idea de cuánto!

La frente de Kagome se contrae mientras suspira.

—Escucha... Yo no soy la chica que te selló, esa tal Kikyo, es a ella a quien odias.

Inuyasha mira fijamente la pera en la mano extendida de Tsubasa antes de apartarla de un golpe, volviendo a subir al árbol. Kagome solo arqueó una ceja ante él y su rabieta infantil,

—¡Yo me llamo Kagome! ¡No soy Kikyo! ¿No crees que puedes ser un poco más amable con nosotras?

—¡¿Eres estúpida o qué?! ¡No me interesa ser amable! ¡Para conseguir esa esfera, tengo que ser despiadado! —Inuyasha escupe venenosamente.

—Estás siendo infantil, Inuyasha-sama —dice Tsubasa con frialdad, y ella lo ignora cuando Inuyasha le lanza una mirada acalorada—. En caso de que decidas ponerte violento, entonces... Kagome-sama.

Kagome asiente a su prima a sabiendas antes de ordenar:

—Osuwari —y una vez más, Inuyasha cae al suelo. Ella se ríe—. Oops, perdóname. No quería, de verdad —arrastra las palabras sarcásticamente.

—Lo has hecho a propósito —gime Inuyasha.

Cuando llega la noche, Tsubasa tiene otra visión.

No hay nada de silencio en estos bosques arcanos. Tsubasa no ve hacia dónde se dirigen los huesos y las hojas muertas. Todo se desvanece en el crepúsculo. Pero camina hacia el bosque oscuro. Algún lugar de estos bosques conduce a las respuestas para su visión. Necesita saber por qué la está teniendo, por lo que sus pies siguen la franja estrecha de tierra entre los gigantes de raíces y hojas. Deja que sus manos toquen su piel al pasar, sintiendo sus suaves espíritus calmar el suyo.

Mientras Tsubasa avanza, un destello de luz llama su atención y lo que sigue es un graznido enfermizo. De repente, un gran cuervo, que es dos veces más grande que su tamaño original con tres ojos rojos brillantes y alas manchadas de tinta, flota hacia ella con un rápido movimiento. Aterriza en la rama de delante, mirándola de una manera espeluznante.

Tsubasa intenta rodearlo, pero este grazna, estirando sus majestuosas alas tanto como si estuviera tratando de bloquear su camino. Intenta ignorarlo, pero puede sentirlo perforando sus ojos en su cráneo como si supiera algo sobre ella. Así que le devuelve la mirada, mirando directamente a sus tres ojos rojos. Aunque está aterrorizada por la forma en que el cuervo la mira, se mantiene fuerte y sostiene su mirada, aunque sorprendida, con él.

A medida que continúa la intensa mirada hacia abajo, el gran cuervo suelta una serie de graznidos, antes de abrir grandes alas manchadas de tinta. Las hojas oscuras de los árboles susurran y se une un coro de graznidos, antes de que Tsubasa se dé cuenta rápidamente de que no son hojas, sino cuervos que fingen serlo. Cuando el gran cuervo suelta otro graznido, el nido de cuervos despega hacia el cielo y da vueltas alrededor de Tsubasa, atrapándola a ella y al gran cuervo dentro de una oscuridad en espiral.

Tsubasa levanta los brazos para protegerse los ojos cuando los cuervos se lanzan e intentan sacarle los ojos, dejando rasguños en su yukata con sus afiladas garras. Trata de alejarlos, pero es inútil. Hay demasiados. A este ritmo, la van a despedazar y se alimentarán de su carne desgarrada.

—¡ALEJAOS! ¡FUERA! —chilla, y no espera lo que sigue a continuación. Se oye un poderoso aullido en la distancia, tan fuerte que los cuervos frenan, incluso el gran cuervo voltea su cabeza hacia la fuente del sonido. De la nada surge un perro plateado gigante, con brillantes ojos rojos e iris azules, corriendo sobre la tierra hacia Tsubasa. Los cuervos se asustan con sus feroces ladridos antes de que se pare frente a Tsubasa, casi protectoramente, mientras le gruñe al cuervo más grande.

El gran cuervo grazna y sus grandes alas se extienden hacia afuera, como si estuviera tratando de intimidar al perro plateado gigante, pero no vacila y solo responde con otro ladrido feroz mientras se lanza sobre el pájaro, intentando arrancarle la cabeza de un mordisco. El cuervo es lo suficientemente inteligente como para saber que sus pequeños trucos no funcionan, ya que rápidamente se va volando. Así, su entorno se desvanece en la blancura, dejando a Tsubasa sola con este perro plateado gigante.

—¿Tú... me has salvado? —Tsubasa se congela cuando el perro plateado gira la cabeza hacia ella. Pero no se siente asustada. De hecho, se siente bastante segura con él, como si supiera que no le hará daño. No sabe qué la impulsaba a hacerlo, pero lentamente extiende su mano hacia él. El perro plateado la observa con su mirada acerada antes de emitir un gruñido bajo de advertencia, como si le dijera que no lo toque. Luego sale corriendo en la distancia y se detiene justo encima del pico para dejar escapar otro poderoso aullido hacia el cielo. La mirada de Tsubasa viaja hacia la hermosa criatura saltando detrás del pico, y entonces todo se desvanece en la nada.

—¡Tsubasa-chan! ¡Tsubasa-chan!

Una voz llega a sus oídos, seguida de una fuerte sacudida de su cuerpo, antes de abrir los ojos y recibir la cálida luz del sol que se filtra por la ventana. Su corazón late rápido y hay un zumbido en su cerebro y puede sentir la capa de sudor que se forma en su piel cuando la brisa le besa la cara. Parpadea un par de veces, tratando de orientarse antes de darse cuenta de que se encuentra en la cabaña compartida con Kagome, con dicha prima mirándola con preocupación.

—¿Estás bien, Tsubasa-chan? Dabas vueltas al dormir... Y tus ojos están brillando de nuevo —Kagome frunce en preocupación—. ¿Es otra premonición como la de anoche? ¿De qué se trata esta vez?

—Yo... —Tsubasa examina su entorno antes de mirar a su prima con una expresión seria—. Tenemos que irnos a casa. Ahora.

—No tienes que decirlo dos veces —remarca Kagome.

Las chicas abandonan rápidamente la aldea sin despedirse de Kaede y su gente. Mientras dan un paseo, el ambiente parece inquietantemente tranquilo. Tsubasa deja que sus ojos descansen en los árboles, su corteza está marcada por animales del bosque que buscan insectos. Su chaqueta de cuero roja brilla con un carmesí intenso en la luz moteada, y su yukata azul se balancea con cada movimiento que hace como olas flotantes.

'El Bosque de Inuyasha... Y el pozo sellado... Así es cómo llegamos... Si volvemos, puede que encontremos alguna pista para regresar.' Kagome piensa para sí misma, parpadeando. Su mano se extiende automáticamente para agarrar la de Tsubasa por instinto, quienes simplemente observa su entorno con los ojos entrecerrados, como si esperen que algo salte y las ataque de la nada.

Se escucha un graznido, lo que haceque los ojos de Tsubasa se abran un poco mientras mira a un cuervo negro solitario posado en una rama alta.

—¿Un cuervo? —murmura Kagome, pero su prima la empuja hacia adelante, instándola a caminar más rápido—. ¡O-Oye, Tsubasa-chan! ¡No vayas tan rápido!

'Tengo un mal presentimiento...' Tsubasa se muerde el interior de la mejilla, un mal hábito que desarrolló cuando estaba nerviosa porque como Konohana, no debe expresar esa emoción en su rostro, así que dirigió su nerviosismo a morderse la mejilla. Mientras se alejan del cuervo, siente su mirada perforando agujeros en su espalda, lo que la anima a caminar a más velocidad.

Cuando llegan a un claro, Tsubasa internamente suspira de alivio al ver un pozo en la distancia. Kagome sonríe.

—¡Ahí está! ¡Ese es el pozo del que vinimos! —tira de Tsubasa hacia el pozo.

Sin embargo, antes de poder dar otro paso, hombres vestidos con armaduras rotas saltan de los árboles y las rodean.

—¡Tsubasa-chan! —el grito de Kagome se interrumpe cuando un hombre le tapa la boca y la arrastra a la fuerza.

—¡Kagome-sama! —Tsubasa quiere ir tras su prima, pero se encuentra rodeada por los bandidos.

—Mírate. Eres toda una belleza.

—Y asquerosamente rica. ¿Qué hace una chica como tú en estas partes del bosque?

—No es asunto vuestro —Tsubasa replica con frialdad, su mano se desliza lentamente hacia el mango de su daga que guarda en su cinturón obi—. Liberad a mi prima de inmediato.

—¿Por qué no vienes con nosotros, pequeña? Te prometo que te daremos el mejor momento de tu... —tan pronto como uno de los hombres intenta poner un dedo sobre ella, Tsubasa saca su daga y golpea la punta directamente en la cara del hombre, que cae al suelo. Mientras los otros intentan comprender qué diablos acaba de suceder, Tsubasa balancea su daga hacia un lado y sus ojos de ónix parpadean en azul peligrosamente.

—Os advierto que soy bastante hábil para derrotar a personas como vosotros —comenta Tsubasa.

—¡A por ella!

Mientras todos los hombres corren hacia Tsubasa al mismo tiempo, ella lanza su daga al aire y se agacha para evitar la mano de un hombre que intenta agarrarla. Luego rueda hacia adelante, atrapando la daga en el aire antes de cortar al primer hombre con el que se encontró. Sus ojos brillan, y una línea de su futuro aparece al predecir que un hombre empuñando una espada está a punto de cortarla por el costado, por lo que se desliza hacia el otro lado para esquivar la hoja y patea sus piernas, haciéndolo perder el equilibrio hasta chocar contra el suelo.

Un segundo bandido intenta golpearla con su katana, pero ella lo esquiva con facilidad con una voltereta lateral para patearle el brazo y esquiva otro golpe antes de patearlo. Luego usa su daga para bloquear una cuchilla a punto de caer sobre ella, antes de proceder a cortarlo, enviándolo volando por el bosque y chocando contra un árbol cercano.

Un bandido corre hacia Tsubasa e intenta cortarla con su espada.

—¡TSUBASA-CHAN, CUIDADO! —al escuchar los gritos de Kagome, Tsubasa gira alrededor del hombre como si estuviera bailando y le corta la muñeca con rápida precisión, haciéndolo gritar de dolor mientras deja caer su arma al suelo.

¡BASTA! —Tsubasa se congela, su daga a una pulgada de cortar la cara de otro hombre antes de mover sus ojos brillantes para ver que Kagome ha sido tomada como rehén por otro hombre, con su daga peligrosamente cerca de su cuello—. Si no quieres que tu linda amiguita muera, te sugiero que sueltes tu daga y vengas con nosotros obedientemente —Kagome hace una mueca al notar la fría hoja presionando contra su piel, no lo suficientemente fuerte como para cortar, pero lo suficiente para que ella lo sienta.

—T-Tsubasa-chan... —Kagome gime mientras sacude la cabeza hacia Tsubasa, diciéndole en silencio que no lo haga. Tsubasa se queda quieta, mordiéndose el interior de la mejilla mientras sus ojos brillan. Pero con cada movimiento que hace en un intento por salvar a Kagome, ninguno de los finales de los futuros cercanos parece tan prometedor, excepto uno.

—Bien. No le hagas daño —dice. Kagome cierra los ojos con fuerza mientras Tsubasa deja caer su daga, levantando los brazos para decirles que se encuentra bajo su control. Los bandidos la atan con una cuerda y patean su daga lejos de su alcance. Las chicas los siguen a regañadientes hasta una choza abandonada sin luchar antes de proceder a tirarlas al suelo.

—¡Las hemos capturado como ordenó, jefe! —grita uno.

—Esta peleó duro.

—Y la otra pateó muy fuerte...

—Llevan unos kimonos muy raros. ¿Qué es esta cosa? —un bandido agarra la chaqueta de cuero roja de Tsubasa y se la quita con fuerza, fascinado por el material de su chaqueta.

—¡Quítale las manos de encima, se la regalé yo a Tsubasa-chan! —grita Kagome, pero chilla sorprendida cuando otro bandido agarra el extremo de su falda y la sacude como si fuera un juguete nuevo. Se pone de pie de un salto y se baja la falda—. ¡¿Qué estáis haciendo, pervertidos?!

—¡Tú misma lo has pedido al vestirte de forma tan provocativa!

—Deberías ser más como esta mujer. ¿Ves? Ella no se resiste —los ojos de Kagome se ensanchan con sorpresa cuando los bandidos de repente deslizan el yukata de Tsubasa de sus hombros. Tsubasa comienza a resistirse pero la tienen atada con una cuerda para que no pueda tomar represalias. El hombre tiene una sonrisa pervertida en su rostro mientras se inclina muy cerca para oler su cabello, lo que asusta a Kagome.

—También huele muy bien...

—¡NO LA TOQUES! —Kagome lo aborda, empujándolo hacia atrás antes de abrazar a Tsubasa protectoramente, usando su propio cuerpo para proteger su piel expuesta de los demás—. ¡¿Qué os da derecho a tocarnos tan abiertamente?! ¡¿Quiénes os creéis que sois?!

—¿Eh? ¿Qué es esto? —uno de los tipos ve una marca que sobresale del yukata de Tsubasa, y Kagome rápidamente la oculta poniéndo de nuevo el yukata de su prima—. Esa marca...

—La esfera... dámela —Tsubasa y Kagome se congelan antes de que sus cabezas giren lentamente para ver a un hombre enorme que se levanta inestablemente. Fácilmente supera a todos los bandidos en la cabaña, marchando hacia las chicas como si estuviera borracho. Y Tsubasa inmediatamente sabe que algo anda mal con él. Su piel está tan pálida como un fantasma, y sus ojos no tienen señales de vida. Es casi como si...

—¡Hey, un momento! —los pensamientos de Tsubasa se cortan cuando los bandidos sujetan a Kagome en contra de su voluntad, mientras que los otros hacen lo mismo con Tsubasa, obligando a las chicas a enfrentarse a su líder, quien saca su katana.

—¡Venga, jefe, pártelas de un golpe que será muy divertido!

—¡Déjame ir! —Kagome comienza a forcejear y jadea cuando el líder lanza su katana sobre Tsubasa—. ¡Tsubasa-chan! —grita su nombre con impotencia. Tsubasa se prepara, pero la espada falla por completo y corta al hombre que la sostiene en su lugar. Kagome grita cuando una fuente de sangre explota del pecho del hombre antes de que caiga al suelo, muerto.

—Vaya, me he equivocado... —el líder arrastra las palabras. Mientras ataca de nuevo, Tsubasa derriba a su prima al suelo mientras los hombres huyen de su líder justo a tiempo para evitar la hoja que corta una estatua de Buda por la mitad.

—Jefe, ¡¿qué haces?! ¡Tienes que matarlas a ellas! —exclama un tipo, señalando con el dedo a las chicas.

—Hay algo mal con vuestro líder —Tsubasa se cierne sobre su prima, entrecerrando los ojos al gran bandido—. Salid de aquí o será vuestro turno.

—¡Cuidado! —Kagome agarra a Tsubasa y ruedan fuera del camino. Se estremecen ante el sonido del metal golpeando el suelo junto a ellas y no tienen que mirar hacia atrás para ver que el líder se está volviendo loco, destruyendo todo lo que hay a su paso. Kagome agarra una espada perdida del suelo para liberar a su prima antes de agarrar su mano—. ¿Eso parte de tu premonición?

—No... no recuerdo haber visto a un hombre tratando de matar a sus propios hombres en mi sueño —Tsubasa comenta mientras se precipitan hacia él, corriendo directamente hacia la salida.

Sin embargo, el líder corta los pilares que sostienen el techo, lo que hace que se derrumbe y bloquee su única salida de este lío.

—¿Estás bien? —Tsubasa saca al hombre de los escombros y Kagome mira hacia atrás, sus ojos se agrandan con horror al ver al líder marchando. Su katana se arrastra por el suelo.

—¡La salida está bloqueada!

—¿Puedes levantarte? —pregunta Tsubasa al bandido, quien asiente lentamente.

—La esfera... quiero que me des la esfera —dice el líder.

'Quiere esta joya.' Kagome mira hacia la esfera que Kaede hizo como un collar alrededor de su cuello. 'Si me deshago de él, no vendrá por nosotros.'

"No son solo los demonios, ¿no es así? Los humanos de negros corazones también la buscarán. Con toda la violencia en esta era, habrá quienes busquen su poder para realizar sus codiciosas ambiciones."

—¡¿Y qué puedo hacer yo?! —Kagome gruñe de frustración antes de que el grupo intente pasar lentamente por encima del líder para evitarlo como una plaga. 'Lo primero es salir de aquí.'

—Kagome-sama, ponte detrás de mí. Es obvio que va tras la esfera —intuye Tsubasa, alejándose unos pasos del líder, con Kagome y los bandidos siguiéndola y escondiéndose detrás de su espalda. Parpadea antes de lanzar una mirada a los bandidos que dice '¿En serio?', a lo que responden con sonrisas avergonzadas.

El líder los ataca una vez más, obligando al grupo a huir mientras él tropieza y choca contra la pared torpemente, como si no estuviera acostumbrado a su propio cuerpo.

—Lo sé... —Kagome arranca el collar de su cuello antes de mirar directamente a los ojos de Tsubasa—. ¿Confías en mí, Tsubasa-chan?

—Yo... —Tsubasa mira al líder y se mordió el interior de la mejilla. Es suficiente que ella no predijera que esto vendría, pero su daga se quedó atrás y no hay nada más que pueda hacer para protegerse excepto huir. Pero solo llegarían hasta cierto punto y morirán si ese hombre continúa arrasando esta cabaña abandonada. Así que asiente hacia Kagome—. Confío en ti.

Kagome sonríe.

—Bien —arroja la joya fuera de la choza a través de la pequeña abertura y como una polilla en llamas, él la sigue—. ¡Rápido, abrid un agujero en la pared! —ordena. Los bandidos obedecen y golpean sus cuerpos contra la pared agrietada, pero es en vano.

—¡Eh, jefa, no funciona!

—¡Yo no soy vuestra jefa! —espeta Kagome.

¡KAGOME-SAMA, CUIDADO! —de repente, Kagome siente su cuerpo empujado hacia el suelo y, justo cuando mira hacia arriba, sus ojos se abren de terror al observar al líder arrojar su katana sobre Tsubasa. Todo lo que puede hacer es ver cómo la hoja fría se acerca a su cabeza.

¡TSUBASA-CHAN!

En ese momento, como un héroe que aparece en el momento adecuado para salvar el día, Inuyasha irrumpe por el costado de la pared y salva a Tsubasa, rompiendo la katana en el proceso antes de derribar al líder.

—¡Inuyasha! —Tsubasa jadea.

Mientras los ladrones escapan, Kagome corre rápidamente al lado de Tsubasa antes de mirar a Inuyasha con sorpresa.

—¿Has venido a salvarnos?

—¿Dónde está la Esfera de los Cuatro Espíritus? —presiona Inuyasha, mientras Kagome parpadea—. ¡Te he preguntado que dónde está la esfera!

Cuando el líder se pone de pie lentamente, Inuyasha mueve la nariz con disgusto y se lleva la manga a la nariz.

—¡Qué mal huele! Huele como si se estuviera descomponiendo —nada más decirlo, un aguijón palpita en los ojos de Tsubasa y gime, y casi se cae al suelo si no fuera por su prima.

—¡¿Qué te ocurre, Tsubasa-chan?! —los gritos de Kagome parecen desvanecerse y el silencio llega a sus oídos. Tsubasa levanta lentamente la cabeza como si estuviera en trance, sus ojos brillan en azul, y esos destellos de su visión sobre esos cuervos aparecen ante sus ojos antes de la última imagen de un gran cuervo abriendo su pico para devorarla. Parpadea para salir de su trance, respirando con dificultad, antes de entrecerrar los ojos hacia el jefe.

—Ya está muerto —dice Tsubasa, ganándose una mirada confusa de Kagome.

—¿Qué?

Inuyasha sonríe.

—Eres bastante inteligente, ¿no? Ella tiene razón. Este tipo está muerto... —como en el momento justo, el pecho del líder se rompe y revela un agujero. Y dentro se encuentran tres ojos rojos brillantes mirándolos con lascivia—. La noche pasada tuvo que comerle el corazón y esconderse en el interior de su cuerpo.

—¿Lo controlaba un demonio? —Kagome murmura con incredulidad—. Por eso actuaba de esa manera.

—Los Shibugarasus no son demasiado fuertes. Necesitan habitar en un cadáver para actuar. ¡Son repugnantes! —Inuyasha se abalanza sobre el líder y empala su mano en el agujero, ahuyentando al cuervo de su cuerpo. Para total disgusto de Kagome, el jefe se disipa en nada más que huesos antes de esparcirse por el suelo.

—¡Ha huido! —Tsubasa informa a los demás.

—¿No vas a seguirlo? —pregunta Kagome a Inuyasha, quien pone los ojos en blanco.

—No vale la pena, es un demonio insignificante para mí. No combatiré contra alguien tan débil como él — Inuyasha comienza a trepar entre los escombros para salir—. ¿Dónde está la esfera?

—Ella la tiró —Tsubasa declara sin rodeos, señalando con la cabeza a su prima, quien la mira boquiabierta con incredulidad.

—PERO TE SALVÉ, ¿¡NO!?

—¡¿QUÉ?! —Inuyasha gruñe a Kagome, quien sonrió nerviosamente—. ¡ESTÚPIDA! —se da vuelta solo para ver al cuervo llevarse la joya en su boca antes de salir volando—. ¡Ese pajarraco se está llevando la Esfera! —luego frunce el ceño a Kagome.

—¡Yo no te dije que la tuviera yo! — replica Kagome.

—¡Dejad de pelear! ¡Ese cuervo devorará la joya! —dice Tsubasa.

—¡Le seguiremos! —Inuyasha agarra las respectivas manos de las chicas y comienzan a perseguir al cuervo. De repente se detiene cuando ve un arco y una flecha en un caballo cercano antes de tomarlo y dárselo a Kagome—. ¡Subíos a mi espalda! —ordena.

—¡S-Sí! —Kagome y Tsubasa se suben a la espalda de Inuyasha, que es lo suficientemente fuerte como para sostener el peso de ambas antes de que salte fácilmente de un árbol a otro, ganando terreno lentamente al cuervo.

Inuyasha mira a Kagome y sisea:

—¡¿A qué esperas?! ¡Dispárale de una vez!

—¡¿Y cómo quieres que le de?! ¡Nunca he utilizado un arco!

—¡El Shibugarasu se alimenta de carne humana! ¡Con la esfera, se transformará!

Su peor temor se hace realidad cuando el cuervo se traga la Esfera.

—Se la ha tragado. ¡Tenemos que darnos prisa! —insta Tsubasa.

—Voy a intentarlo —Kagome apunta con el arco y la flecha.

Inuyasha sonríe para sí mismo, 'Cuando acabe con ese cuervo, ya me ocuparé de ellas'.

—¡Dispara de una vez! ¡Kikyo era una maestra en el tiro con arco!

—¡Te he dicho que yo no soy Kikyo! —mientras Inuyasha salta en el aire, acercándose lo más posible al cuervo, Kagome respira profundamente antes de tirar del hilo hacia atrás.

—Sé que puedes hacerlo, Kagome-sama. Estabiliza tu respiración y apunta la flecha a ese cuervo —Tsubasa le susurra mientras levanta un poco más el brazo de su prima—. Y suelta ese hilo.

—¡LO TENGO! —Kagome deja volar la flecha que navega por el cielo, sin embargo, no le da ni de cerca al cuervo e Inuyasha cae dramáticamente al suelo. Kagome parpadea sorprendida antes de mirar a Inuyasha como si fuera su culpa—. ¿Sigues creyendo que Kikyo era una maestra en el tiro con arco?

—¡Pues claro! ¡Tú no vales para nada! —replica Inuyasha.

—¡Mirad! —Tsubasa señala con el dedo al cuervo, lo que hace que Inuyasha y Kagome miren para ver que el cuervo crece de repente y deja escapar un poderoso rugido—. ¡Se está haciendo más grande!

—¡Dispara! —Inuyasha grita mientras corre hacia adelante otra vez. Kagome intenta disparar de nuevo, pero falla. Teniendo suficiente, Inuyasha se detiene y literalmente deja caer a Kagome y Tsubasa al suelo—. ¡Estoy convencido! —voltea y señala con su dedo acusador a la cara de Kagome—. ¡Tú no eres en absoluto la encarnación de Kikyo! Ni siquiera te pareces a ella. ¡Al menos esa Konohana vale más que tú! —con eso, se va corriendo.

—¡Inuyasha! —grita Kagome.

—¡Vamos, Kagome-sama! No tenemos tiempo que perder. ¡Se dirige directamente a la aldea de Kaede! —Tsubasa está a punto de regresar a la aldea, pero se detiene cuando se da cuenta de que Kagome no la sigue—. ¿Kagome-sama?

—Tiene razón... ¿Qué puedo hacer...? —los hombros de Kagome comienzan a temblar y por la furia, tira el arco al suelo y grita con enfado—. ¡¿Qué puedo hacer?! ¡Soy una chica normal! ¡¿Qué diablos hice para tener que pasar por todo esto?! Nunca había practicado tiro con arco, y todas las lecciones del abuelo son solo cuentos de hadas y luego... ¡y luego nos pasa esto! ¡¿Por qué yo?! ¡¿Por qué tengo que pasar por esto?! ¡No soy valiente como tú, Tsubasa-chan! No puedo pelear como tú, ni tengo ningún poder especial como tú... Solo soy... una don nadie.

—No eres una don nadie, Kagome-sama —Tsubasa responde instantáneamente, lo que lleva a Kagome a mirarla con los ojos muy abiertos mientras observa a su prima levantar el arco del suelo para entregárselo—. Eres Higurashi Kagome, mi prima. Puede que vengamos de una sociedad diferente, pero compartimos la misma sangre. ¿No es eso lo que me dijiste hace unos meses?

"Lo has tenido difícil, ¿eh? Pero somos tu familia. Confía más en nosotros, ¿de acuerdo?"

—Somos una familia. Y si nos mantenemos unidas y trabajamos en equipo, podemos lograrlo juntas.

—Tsubasa-chan... —Kagome se seca las lágrimas de los ojos antes de que su mirada se detenga en el arco, luego lo toma—. Gracias. Eres realmente increíble.

Tsubasa no está segura de lo que quería decir y está a punto de preguntar al respecto, pero de repente, un grito la interrumpe, haciendo que las chicas giren la cabeza.

—¡La aldea! —Kagome jadea.

—¡Vamos! —Kagome asiente hacia Tsubasa y echan a correr. Cuando llegan, ven que el cuervo gigante se abalanza y agarra a un niño con sus garras antes de que se vaya volando.

¡MI HIJO! —una mujer grita aterrorizada.

—¿Ya estás buscando comida? ¡Ahora no podrás escapar de mí! ¡Te haré pedazos a ti y a tu presa! —Inuyasha salta de los árboles y levanta sus garras en el aire.

—¡No! ¡Salva al niño! —dice Kagome.

¡Sankon Tesso! —Inuyasha corta al cuervo con sus garras y hace que el niño caiga al río.

—¡Kagome-sama, concéntrate en disparar al cuervo! ¡Yo salvaré al niño! —entonces Tsubasa no pierde el tiempo en tirar sus botas antes de saltar al río. Mientras observa cómo el niño se hunde impotente en el lecho del río, patea con furia y pasa el brazo por su cintura y nada hacia la superficie.

—¡Tsubasa-chan! —los ojos preocupados de Kagome escanean la superficie del agua antes de que Tsubasa y el niño salgan—. Gracias a dios...

—¡¿Cómo lo hace?!

—¡Nada muy rápido!

—¡Es un kappa, un kappa! ¡Es la primera vez en mi vida que veo un kappa!

—¡No es un kappa, es mi prima! —espeta Kagome.

—Aguanta... —Tsubasa nada hacia la orilla y ve un brillo. Al mirar al niño, lo ve sosteniendo una daga familiar apretada contra su pecho—. ¿Es esa... mi daga?

El niño asiente lentamente.

—La encontré en el bosque y recuerdo que la usaste para luchar contra esos monstruos...

—Ya veo. Ahora relájate y sujétate a mí. Estarás bien —el chico no sabe por qué, pero la voz de Tsubasa es tan cálida como el sol naciente y se siente seguro en sus brazos. Se acaricia contra su pecho mientras Tsubasa nada para ponerse a salvo.

—¡Eh, Konohana! ¡¿Dónde está la Esfera?! —exige Inuyasha justo cuando Tsubasa llega a la superficie y deja que el niño corra hacia los brazos de su madre, ignorando por completo a Inuyasha—. ¡Ey! ¡No me ignores!

—¡Gracias, onee-chan! ¡Toma! —Tsubasa se arrodilla mientras toma la daga de la mano extendida del niño.

—¡Muchas gracias! ¡Gracias! —grita la madre del niño, inclinando la cabeza hacia Tsubasa repetidamente.

—De nada. Me alegro de que este pequeño esté a salvo —Tsubasa los tranquiliza. Sus ojos palpitan dolorosamente una vez más y sus iris brillan, lo que la hace jadear y mirar hacia el río—. ¡Ese cuervo...! —Tal como ella había predicho, las partes y piezas del cuervo se reforman y salen del río, intentando escapar.

—¡Se está escapando! —grita Kagome mientras corre para pararse al lado de su prima.

Un grito de sorpresa llega a sus oídos, causando que Kagome y Tsubasa miren hacia abajo solo para ver que una de las patas sigue unida a la espalda del chico. Los ojos de Tsubasa se abren al darse cuenta mientras agarra la pata, ignorando su lucha antes de dársela a Kagome, quien parece disgustada.

—¡Úsala para dispararle al cuervo! ¡Rápido! —le ordena.

Kagome asiente a Tsubasa a sabiendas antes de unir la garra a la flecha con una cuerda antes de apuntar al cuervo.

—¡Esta vez sí... lo conseguiré! ¡Tsubasa-chan está poniendo su fe en mí! —dispara al cuervo, sabiendo que la pata guiará directamente la flecha hacia su cuerpo. La flecha, sin embargo, golpea la joya y la rompe, pero nadie ve que esto ha sucedido y cientos de pedazos salen disparados en diferentes direcciones.

—Tengo un mal presentimiento... —murmura Tsubasa.

Y uno capta la atención de un hombre con cabello largo y blanco con una marca de luna creciente en la frente, que se detiene en seco y mira hacia el cielo.

Más tarde, Tsubasa, Kagome e Inuyasha buscan la esfera dentro del bosque.

—¿Seguro que está por aquí? —Inuyasha gruñe.

—Creo que sí, aunque no estoy muy segura. Las dos sentimos que cayó aquí... ¿verdad, Tsubasa-chan? —Kagome mira a su prima, quien asiente en respuesta—. ¿Pero qué debían ser esas luces?

El sonido de un susurro llama su atención y levantan la vista solo para ver que la cabeza del cuervo volar hacia Tsubasa de la nada, como si estuviera tratando de hacer un último intento de morder su dulce carne. Sin embargo, Tsubasa reacciona más rápido cuando saca su daga y corta al cuervo limpiamente desde la parte superior de la cabeza hasta el cuello.

Inuyasha deja escapar un silbido impresionado.

—Qué rapidez.

Kagome ve una sola pieza brillante que cae al suelo y la recoge. Parpadea un poco antes de que su rostro palidezca.

—¿Podría ser...?

—¿Podría ser qué? —exige Inuyasha.

Tsubasa toma el fragmento de la mano de Kagome y lo examina, viendo que brilla cuando lo toca.

—¿Es un fragmento de la Esfera de los Cuatro Espíritus?

—¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ HAS DICHO?!

💮 Nota de la traductora:

He decidido dejar Osuwari en japonés porque en los diferentes doblajes han usado distintas palabras como Abajo o Siéntate, y como yo estoy usando el doblaje español de España para traducir esta historia podría llegar a ser algo confuso, por eso opté por usar la palabra original que a mi parecer resulta incluso más icónica. Además, es probable que algunos ataques también queden en el idioma original para evitar confusiones entre los diferentes nombres :)

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