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Cuando miro a mi alrededor, me sorprende encontrarme en un pequeño parque que recuerdo demasiado bien para mi gusto. Al fijarme en los detalles con más atención, veo que todo sigue exactamente igual que la última vez que vine corriendo hasta aquí con Grace para buscar a la anciana extraña que ha decido ponerse a jugar con nuestras vidas. Sí, aparentemente nada ha cambiado, pero noto algo raro en el ambiente. Los bordes de mi visión se ven extrañamente brillantes y los colores se ven más intensos de lo normal, como si me encontrase dentro de una pintura.

Decido empezar a caminar, tratando de descubrir por qué todo me resulta tan extraño y a la vez tan familiar. A medida que avanzo por el parque, compruebo que cada detalle es tal y como lo recordaba. Estoy tan ocupado mirando a mi alrededor que no me doy cuenta de que he llegado a la fuente hasta que esta está a menos de un metro de mí. Instintivamente, mis ojos van directos a los pies de la mujer, donde está localizada la piedra con la inscripción que vimos. Para mi sorpresa, las letras han vuelto a desaparecer, pero el agua sigue fluyendo alrededor de la estatua.

¿Por qué cambia este lugar cada vez que me acerco a él?

—¿Ves algo que te interese, Axel? —Una voz suave y melodiosa que parece salir de todas partes y ninguna interrumpe mis pensamientos e inmediatamente alzo la cabeza para mirar a mi alrededor, tratando de hallar su origen—. Aquí arriba, querido.

Al alzar la mirada, me topo con el rostro pétreo de la mujer, aunque ahora sus ojos parecen distintos, más expresivos. A pesar de que sus labios siguen tan sellados como siempre, podría jurar que la voz ha salido de ellos...

—¿Quién eres? —pregunto sin apenas pararme a pensar.

—Eso no nos concierne ahora. Te he traído hasta aquí de nuevo para que entiendas lo próximo que va a ocurrir.

—¿Cómo que lo próximo? ¡¿Es que todavía quedan más cosas por pasar?!

Mi expresión horrorizada parece divertir a la estatua, ya que escucho una dulce risa y casi podría jurar que su misteriosa sonrisa se ha ensanchado ligeramente.

—Oh, querido, todo esto no ha hecho más que comenzar. Vosotros no habéis experimentado más que el inicio de esta aventura —responde la voz, reverberando de pura emoción—. Como os hice saber hace unos días, necesitáis comprender vuestros deseos y entrelazar vuestras almas para regresar a la normalidad. Sin embargo, hasta ahora solo sois capaces de ver la mitad de la situación, y eso no es suficiente, ¿no te parece?

—¿A qué te refieres?

—Es muy sencillo, querido. Verás, para comparar una situación de forma efectiva, debes tener los dos lados de la moneda igualmente presentes, ¿verdad? No sería correcto pasar de un límite a otro de forma tan radical porque así no conseguiríamos nada. ¿Entiendes, Axel?

—No exactamente, la verdad, pero no me sorprende. Llevo sin entender nada desde que entré en este parque por primera vez.

—Mira tu reflejo en el agua, querido.

Al bajar la mirada, espero encontrarme con las facciones delicadas de Grace a las que ya prácticamente me he acostumbrado, pero una vez más, lo que encuentro me pilla completamente por sorpresa.

Mi propio reflejo me devuelve la mirada, imitando la expresión de incredulidad que estoy componiendo. Cuando alzo la mano instintivamente para pasarla por mis rizos dorados, el Axel que veo en el agua hace lo propio, y siento mi corazón empezando a latir desbocado.

—Pero... ¡si vuelvo a estar en mi cuerpo! —balbuceo, incapaz de apartar la mirada de lo que ahora me parece un milagro divino.

—Así es. Para comprender has de comparar y eso es lo que podréis hacer ahora, pero recuerda: este es solo el principio. Ahora he de despedirme, querido.

La voz empieza a escucharse cada vez más lejana y los bordes de mi visión empiezan a brillar más, llegando a difuminar lo que mis ojos alcanzan a ver. Una sensación de ligereza se apodera de mi cuerpo y siento como si fuese a flotar fuera de aquí, pero no, no puedo marcharme todavía. Aún tengo mil preguntas para intentar entender la nueva y críptica información que tengo y no pienso marcharme hasta conseguir las respuestas.

—¡Espera, no! ¡Necesito saber si voy a quedarme en mi cuerpo y qué quieres decir con todo eso de los límites y la comparación!

—Hasta pronto, Axel. Recuerda: para comprender las dos caras de la moneda has de experimentarlas de igual manera.

Antes de que pueda responder, el parque empieza a alejarse y el vértigo se apodera de mi cabeza, provocando que todo a mi alrededor empiece a dar vueltas sin parar...

Un grito ahogado emerge de mi garganta e instintivamente me incorporo, sobresaltado. Empiezo a mirar a mi alrededor como un maníaco, esperando encontrarme con la estatua con la que acabo de hablar, pero en su lugar me encuentro con lo último que esperaba ver.

Mi dormitorio.

En apenas un milisegundo, levanto la sábana que me cubre y veo mi cuerpo, el de Axel Maddox. Mi respiración se acelera por la emoción y salto de la cama para plantarme frente a mi espejo de cuerpo entero. Mis ojos castaños me devuelven la mirada y compruebo con el corazón a punto de salírseme del pecho que sí, que vuelvo a estar en mi cuerpo. El tsunami de emociones que me arrolla casi me hace empezar a llorar de pura alegría y apenas puedo pensar en nada que no sea mi propio reflejo.

«Recuerda: para comprender las dos caras de la moneda has de experimentarlas de igual manera».

Las palabras de la mujer omnipresente resuenan en mi cabeza e inmediatamente recuerdo todo lo que ha ocurrido en el parque, o mejor dicho, lo que yo pensaba que había ocurrido.

Está claro que todo ha sido un sueño, ya que me he despertado en mi cama, ¿pero cómo ha podido saber algo creado por mi propia mente que yo volvía a estar en mi cuerpo si ni siquiera yo era consciente de ello? El surrealismo de la situación, sumado al que siento desde que desperté en un cuerpo que no era el mío, me hacen pellizcarme para ver si sigo soñando y tratar de descubrir cuántas de mis vivencias han sido fruto de los sueños.

El pellizco me provoca un leve dolor, pero cuando miro al espejo de nuevo, sigo viendo a Axel Maddox.

Todo parece haber vuelto a la normalidad, aunque sé que no es así. Estoy seguro de que el sueño del parque ha sido otra pista acerca de todo el embrollo del cambio de cuerpos, tal y como lo fue la inscripción en la piedra. Si esto es así, tengo que pensar en las palabras de la mujer y descifrar lo que realmente quiere decir, pero no sé ni por dónde empezar.

Y claro, también está Grace. Si yo estoy de nuevo en mi cuerpo, entonces ella debe de haber vuelto al suyo, y si todo esto hubiese sido fruto de mi imaginación, no tendría su número guardado ni ningún tipo de conexión con ella.

En apenas dos segundos, vuelvo a estar junto a mi mesilla de noche y cojo mi móvil, desbloqueándolo para buscar el contacto de Grace. Antes de que pueda pulsar el botón de mi agenda, una llamada salta en mi pantalla y el nombre me da la información que necesito: "Princesita de otoño".

—Así que tú también te has despertado en tu cuerpo, ¿verdad? —suspiro en cuanto descuelgo, decepcionado porque todo este lío no haya sido un mal sueño.

—¡Pero cómo puedes estar tan tranquilo! —me chilla esa vocecita de colibrí que me había acostumbrado a escuchar cada vez que hablaba—. ¡¿Es que ya te parece normal irte cambiando de cuerpo con la gente todas las semanas?!

—A ver, no me malinterpretes. Si te pasa una vez pierdes la cabeza un poco, pero cuando te vuelve a pasar y encima sueñas con voces que vienen de estatuas mágicas entonces ya no es...

—Espera, espera, ¿tú también has soñado con la fuente? —interrumpe Grace con apremio—. ¿Y esa voz te ha dicho lo comparar experimentando ambos límites para llegar a comprender nuestros deseos y demás?

—¡Sí, justo eso! No he entendido ni una palabra, pero me ha recordado que he de vivir las dos caras de la moneda o algo así. ¿Es que tú has soñado lo mismo?

—¡Sí, y creo que empiezo a entender algo sobre todo este lío del intercambio de cuerpos!

—¡Pues explícamelo porque estoy hasta las narices de los límites, las monedas y las estatuas que hablan, joder!

—¡Relájate y escucha, que dentro de nada va a llegar Olivia y tendré que irme a clase! —me chista Grace e inmediatamente me callo como un niño al que acaban de reñir—. ¿Recuerdas la inscripción de la piedra y los deseos tontos que lanzamos al aire sujetando esa estatuilla? Bien, el otro día vimos que debíamos saber lo que era ser el otro, hoy nos ha dicho que debemos comparar ambas experiencias para valorarlas y de repente nos despertamos de nuevo en nuestro cuerpo, nada más ni nada menos que un miércoles. ¿Entiendes lo que eso significa?

—¿Que la estatua solo trabaja entre semana?

—¡No, idiota! —bufa ella y casi puedo ver su mirada fulminándome a kilómetros de aquí—. Si el día que nos despertamos en otro cuerpo fue el domingo y hoy es miércoles, eso quiere decir que ha pasado media semana. Teniendo en cuenta lo que ambos hemos soñado hoy acerca de experimentar ambas caras de la moneda de igual forma, mi teoría es que esto es lo que sucederá hasta que consigamos comprender nuestros deseos y entrelazar nuestras armas como decía la inscripción en la roca.

La compleja explicación de Grace me hace parpadear varias veces mirando a la nada, tratando de comprender todo lo que ha dicho y cómo ha llegado a esas conclusiones cuando yo apenas había conseguido descifrar lo que quería decir la voz del sueño. Tras unos segundos de silencio, recuerdo que sigo en llamada e inmediatamente vuelvo a la realidad.

—¿Estás diciéndome que estaremos en nuestros cuerpos hasta el domingo y entonces volveremos a cambiarnos? ¿Y que todo esto seguirá pasando hasta que intercambiemos nuestras armas? ¡Pero si yo ni siquiera sé hacer eso, ¿qué pretenden que haga?!

—¡Que dejes de ser una reina del drama, Axel, por Dios! —me riñe Grace—. Igual no sabemos exactamente lo que tenemos que hacer, pero lo que está claro es que tenemos que entendernos y vivir lo que deseamos en alto en aquella tienda. Eso sí lo entiendes, ¿verdad?

—¡Sí, claro que lo entiendo, pero no sé cómo hacerlo! Supongo que lo que tenemos que hacer es lo que hemos estado haciendo hasta ahora porque así al menos yo te he entendido un poco mejor. Si esto vuelve a pasar más de una vez, probablemente termine por entender qué significa ser una persona normal y corriente.

—Esa es exactamente mi teoría, así que vamos a tener que estar conectados continuamente te guste o no. Necesitamos saber todos los detalles de nuestras vidas si vamos a vivirlas juntos. Yo puedo ir a Los Ángeles alguna que otra vez con Olivia con la justificación de perseguirte como dos fans locas, pero tampoco soy millonaria, ya lo sabes.

—Ya, pero yo sí así que no te preocupes por el dinero. Cada vez que necesites venir a Los Ángeles o yo tenga que subir para allá, yo me encargo de cubrir los costes. También he pensado en hablar con mis padres para hacer más apariciones públicas a las que tu amiga quiera venir, porque como sepa que te vienes cada semana sola se va a pensar que tienes un amante en la ciudad.

La risa de Grace suena adorable al otro lado de la línea y no puedo evitar sonreír al escucharla. No sabría cómo explicarlo, pero sus suaves carcajadas suenan distintas cuando ella está al control de su cuerpo en lugar de yo.

—Dudo que nadie pensase eso de mí, la verdad —responde con la sonrisa impregnando aún su voz—. Esta tarde te llamo otra vez para que me confirmes tu agenda hasta el próximo miércoles y te mando todos mis apuntes de la universidad. Ya tengo tu guion, así que también me lo estudiaré y tendremos que seguir con las clases de interpretación cuando podamos. Ahora tengo que irme porque Liv está a punto de llegar y tú tienes que irte a grabar, ¿no?

—Sí, la verdad es que no me había dado cuenta de la hora que era con tanto cuerpo para arriba y cuerpo para abajo. Después de trabajar me apaño la agenda y hablamos. Ten un buen día, princesita de otoño, y a ver si hoy consigues beneficiarte a don "No soy como Axel, soy mucho más guay".

—¡Axel! —Entre risas, cuelgo el teléfono tras escuchar el grito ahogado de Grace al otro lado de la línea, aunque he podido adivinar la sonrisa en su voz.

Ahora que tenemos una teoría acerca de cómo solucionar lo que nos ocurre y sabemos que vamos a pasar más tiempo juntos y en otro cuerpo, sorprendentemente no me siento irritado o enfadado.

No sé por qué, pero la perspectiva de seguir conociendo a Grace y aprendiendo a vivir su vida no me parece tan terrible como antes.

—Papá, ya sabes que no me gusta aceptar campañas con marcas sin saber lo necesario acerca de ellas, ¡te lo he dicho mil veces!

Mis padres me observan sentados en mi sofá con una copa de vino en sus manos. Apenas pasa un segundo antes de que vuelvan a bajar la mirada a sus iPads, escribiendo en el calendario donde tienen mi agenda.

Aunque esto pueda parecer un agradable encuentro familiar, está lejos de serlo. Desde que empecé en esta industria siendo un crío, mis padres han sido también mis agentes, y como tal, se encargan de manejar todo lo referente a mi trabajo. Durante mi adolescencia, estuvieron ocupados encargándose de que fuese el actor más cotizado de la famosa cadena de televisión juvenil en la que trabajaba. En cuanto cumplí la mayoría de edad, se emplearon a fondo para lograr justo lo contrario: separar mi imagen del público infantil para dar el salto al "verdadero Hollywood". En gran parte gracias a ellos soy el actor mejor valorado de mi generación con apenas veinticinco años.

Sí, mis padres son unos agentes excepcionales, pero a veces pienso que les falta mejorar en el trabajo más importante: ser padres. Me siento culpable por tan siquiera considerar eso, porque ellos siempre lo han dado todo por mi carrera, y no sé si mis sentimientos son válidos. En momentos como este, no puedo evitar pensar en lo mucho que echo de menos a mis padres.

—Pero Axel, cariño, ¿has visto todo el dinero que pagarían solo por subir una foto en Instagram bebiendo su producto? ¡Es un negocio redondo, no podemos desaprovechar esta oportunidad! —interviene mi madre enseñándome el contrato que le ha mandado la empresa por correo electrónico.

—Mamá, me da absolutamente igual el dinero que paguen. No quiero promocionar algo que tenga mala imagen o cuya empresa no sea fiable porque siento que estaría abusando de la confianza de mis seguidores. Os he dicho mil veces que me enviéis las ofertas de marcas con las que no he colaborado nunca para poder tratarlas yo personalmente. No pienso promocionar algo que yo no compraría o usaría porque eso sería engañar a mis fans.

—¡Engañar a tus fans, por Dios! No seas exagerado, Axel, ¡es solo una bebida energética! Y no creo que deba darte tan igual el dinero porque sin él no tendrías todo lo que tienes, hijo. El dinero lo es todo, especialmente en esta industria.

Las palabras de mi padre me han suspirar con derrotismo y siento que empieza a dolerme la cabeza. Como siempre, tratar de hacer entrar en razón con mis padres es como intentar que te guiñe un ojo una pared: absolutamente imposible. Llevo una hora intentando decirles que rechacen el contrato, sin éxito, y ya he decidido que será mejor opción manejarlo por mi cuenta. Mejor pedir perdón que pedir permiso, eso es lo que mejor funciona con mis padres.

—Está bien, papá, lo que sea —murmuro, indicando que esta reunión de negocios ha terminado—. ¿Podéis quedaros a cenar? Podríamos pedir comida italiana en Gino's.

—No, cariño, tenemos una reunión con el productor de esa película tan prometedora que empezará a grabar el año que viene, ¿te acuerdas de él?

—Sí, mamá, claro que me acuerdo —suspiro, poco sorprendido por la respuesta—. Mañana me contáis que habéis hablado y nos vemos pronto, ¿vale? Os quiero mucho.

Mis padres me dan un breve abrazo y una palmada en la espalda sin apenas mirarme, pendientes de los mensajes que no paran de recibir en sus teléfonos móviles. Al cerrar la puerta tras ellos, el silencio de mi casa me rodea como una manta pesada y agobiante. No es un silencio real, ya que puedo escuchar al servicio trabajando en la cocina, sino uno emocional.

El silencio que porta la soledad, supongo.

El enfado por la impasibilidad de mis padres ante mis propios deseos, la tristeza por no poder disfrutar de una simple cena con mis padres como cualquier otra persona y la necesidad de hablar con alguien me llevan a repasar la lista de contactos de mi móvil, en busca de alguien a quien llamar.

El primer nombre que me viene a la cabeza es Tyler, mi mejor amigo incondicional, pero ahora mismo sigue en el estudio grabando canciones para su próximo disco. Prácticamente al mismo tiempo, pienso en Megan y llamo al momento, pero la proximidad de la semana de la moda implica que apenas tenga tiempo libre y no me coge el teléfono.

Resulta paradójico ver una agenda tan llena de nombres y no saber a quién de ellos llamar.

Justo entonces, llego a la letra "P" y veo un nombre que capta mi atención: "Princesita de otoño". No tenía pensado llamar a Grace hasta después de cenar, pero ver su nombre me hace pulsarlo sin apenas pensar en lo que hago.

—¿Axel? Creí que me llamarías un poco más tarde.

—Sí, bueno, es que ya tengo todo atado y creo que cuanto más tiempo tengamos para hablar, mejor —balbuceo, rezando por sonar convincente y que no se note lo mucho que necesito esta conversación—. ¿Puedes hablar? Porque si estás ocupada, puedo llamarte más tarde...

—No, no te preocupes, acabo de terminar el trabajo sobre poesía que me tenía un poco histérica, ¿recuerdas? Dios, no le desearía esta tortura a nadie. ¿Qué tal tu planificación de agenda? ¿Demasiados compromisos de superestrella?

Sus burlas, a las que ya estoy acostumbrado, me hacen reír suavemente y siento parte de la tensión abandonando mi cuerpo con esa breve carcajada.

—Me he asegurado de colocar todas mis sesiones de fotos la semana que viene para que puedas mostrarles tu mejor cara de diva a las cámaras, ¿qué te parece? Seguro que les encandilas con tu completa ausencia de carisma.

—¡Pues seguro que lo haría mejor que tú, estrellita! —bufa Grace, aunque puedo intuir una sonrisa en su voz—. Que sepas que no voy a dejar que hagas ni uno solo de mis trabajos. No quiero que mis profesores me pregunten si ha sido mi primo pequeño el que ha hecho el trabajo.

—Perdona, pero los apuntes que tomé en tus clases fueron absolutamente perfectos y lo sabes. De hecho, estoy seguro de que en la clase esa de libros antiguos lo habré hecho mejor que tú porque yo no estoy ocupado babeando por el guaperas literario.

—Sí, sí, tus apuntes fueron tan perfectos que escribiste que el nombre del protagonista de Orgullo y prejuicio era, y cito textualmente: "no sé qué Darcy. O sea el tío ese con el nombre largo en plan Bartholomew o Feliciano. Sí, creo que empezaba por "F". Bueno, luego lo busco en Google". ¿Tú te crees que eso son unos apuntes? ¡Si estabas hablando contigo mismo!

—¡¿Pero se entiende o no?! El objetivo se ha logrado, ese era el punto! Además, no esperes que esté tan interesado por un libro que se escribió cuando Cristo perdió la sandalia, princesita. Yo no leo, ya lo sabes, y menos libros más antiguos que Dios.

—Perdona, pero Orgullo y prejuicio es una de las obras cumbre de la literatura mundial, una de mis novelas favoritas y Fitzwilliam Darcy es el hombre ideal para mí, ¡así que lávate la boca antes de criticarla!

Al escuchar su riña, casi puedo verla arrugando la nariz como hace cada vez que se enfada y rompo a reír, olvidando por completo cualquier otro sentimiento negativo que albergaba antes en mi interior.

Mi conversación con Grace se alarga hasta la cena, ya que no podemos evitar desviarnos del tema de nuestra agenda cada cinco minutos para pincharnos y burlarnos el uno del otro, y me encuentro cenando con el móvil en altavoz. Entorno a las ocho de la tarde, Grace tiene que marcharse a pesar de que no hemos terminado de tratar todo lo que nos gustaría, por lo que quedamos en hablar de nuevo mañana.

Cuando cuelgo el teléfono, el sol se está escondiendo tras los enormes rascacielos de Los Ángeles. Siempre me ha gustado disfrutar de este paisaje desde mi privilegiado jardín en las colinas de Beverly Hills, especialmente tumbado en una de mis hamacas mientras disfruto de una copa y un videojuego en mi Nintendo o veo una película en el proyector.

Sin embargo, cuando me tumbo en mi lugar preferido, me doy cuenta de que no me apetece jugar a nada ni tener los ojos delante de una pantalla. Un deseo completamente ajeno a mí emerge en mi cabeza y cuando mi mayordomo me trae mi cóctel, me encuentro pronunciando unas palabras que jamás creí que diría.

—Albert, ¿podrías traerme una copia de Orgullo y prejuicio cuanto antes? Me apetece leer un poco esta noche.

¡Holitaaa, guapérrimos y guapérrimas!

Y tenemos ooootro cambio de cuerpo, ¿os lo podéis creer? Porque Axel está un poco histérico a estas alturas 😅

También habéis podido conocer a los padres de Axel y nuestro ricitos de oro ha descubierto una posible nueva pasión... ¿Por qué querrá leer de repente?

¿Por qué creéis que han vuelto a sus cuerpos? ¿Qué os han parecido los padres de Axel?

Os leo! ❤️

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